SieteNotas

La Tabaré, rompiendo esquemas

6/3/2006

Ni Riverock, ni Milongón, La Tabaré Cachimbanda: “Ahora somos un poco de todo”.

Durante el mes de mayo, La Tabaré presentó su “Sinphonetta Infinita” en la Sala Zitarrosa. Un espectáculo musical combinado con escenas teatrales y proyecciones audiovisuales, que contó con una puesta en escena infartante. La banda, además, acaba de editar “Chapa, pintura, lifting”, su décimo álbum, en el que predominan “nuevas versiones de viejos temas”.

Para toda la “sociedad alternativa”, a continuación, la nota realizada al carismático Tabaré Rivero.

¿El disco fue grabado en Chile?

Sí. Nos fuimos para allá y lo empezamos a grabar este verano. Estuvimos veinte días grabando con técnicos chilenos, y eso nos permitió un sonido del tercer milenio. Es un disco recopilación, donde pretendemos que los temas que salieron en varios discos, vuelvan a tener vigencia. Creemos que esa música todavía puede ser escuchada y pueda llegar a oídos más jóvenes, creo que esa es la idea.

¿Le hicieron arreglos nuevos o algún cambio estructural a las canciones?

Cambios de arreglos hubo muchos. Incluso hay cambios en algunos textos, algunas palabras cambiadas. Hay un par de temas que no son de la banda, como Gurisito de Daniel Viglietti y Crua chan!, que es una versión en español del tema de Sumo. También hay dos temas inéditos compuestos por Hernán Rodríguez (el guitarrista) y por mí. Eso es un poco el adelanto de lo que va a ser el próximo disco, que vamos a componerlo nosotros dos en su integridad. Yo me voy a dedicar a los textos, que creo que es por ahí que tengo algo que decir, y Hernán de la parte musical.

Se puede decir que están volviendo ahora a una faceta más rockera, ¿no?

Sí. Nosotros siempre fuimos una banda de rock. Hace veintiún años que lo hago y tengo por suerte el derecho de ir y volver del rock cuando a mí se me dé la gana. Hice milonga, ahora se me da por volver al rock y puedo volver a hacer temas acústicos en cualquier momento. El rock no es exactamente en lo que yo me siento más cómodo en estos momentos para componer, pero Hernán compone buenos “rocanroles”.

El tema Kafkarudo, que es el primer corte de difusión, ¿de qué trata?

Bueno, uno de los primeros libros que leí en mi vida, que además era obligatorio en la época liceal, fue Metamorfosis. Fue un libro que en su momento me marcó mucho. Y hace poco vi en el diario La Nación, de Argentina, una serie de cómics que se editaban, y me encontré que estaba el cómic íntegro sobre esta obra de Kafka. Y me gustó, fue como un disparador para componer la canción. Con una música de Hernán me salió naturalmente eso de revivir la metamorfosis y ver cuánto de kafkarudo tengo yo y los uruguayos en general. Creo que tiene mucho que ver, porque además la metamorfosis es otro de los temas que no pierden vigencia.

Y el disco salió con Bizarro, ¿no?

Sí. Veníamos trabajando con Ayuí-Tacuabé y, si bien es un sello que me merece un gran respeto, es sobre todo antropológico. Creo que lo que necesitábamos era un cambio.

¿Ha traído eso algún efecto en la gente? Capaz que alguno no le gustó que salga por Bizarro, por ser una empresa más grande…

Antes el público era muy crítico, ahora no lo es, por lo menos conmigo. Creo que nuestro público ya sabe que yo me puedo ir a un sello más grande o más chico, pero el arte a mí no me lo maneja nadie y no creo que en ningún momento me lo vayan a manejar. Ya estoy muy viejo para que ocurran esas cosas. Lo que hace Bizarro es difundir el disco y, evidentemente, si alguien piensa que yo no quiero ser difundido está muy equivocado. La Tabaré está haciendo una cosa distinta, respetuosa, artística y poética, y seguirá rompiendo esquemas, sin adaptarse a modas. Tengo muchas ganas que los temas se conozcan por toda la gente, que sean más los que entiendan lo que somos y que empiecen a seguir a la banda. Eso me dejaría muy conforme. Creo que se trata de eso. Si yo no quisiera ser escuchado me quedaría en mi cuarto.

Siempre han estado un poco apartados de la movida del rock, o mejor dicho, han hecho su camino paralelamente.

Siempre. En estos veintiún años siempre hemos sido así. Cuando estaba el rock en los ochentas, nosotros no formábamos parte del circuito en el que se movían bandas como Los Estómagos, Los Traidores o Los Tontos. Nos movíamos por otro lado, y lo seguimos haciendo ahora. Además, siempre intentamos fusionar otros géneros con el rock. O sea, siempre estuvimos un poco por fuera y pegándole en el palo. Hemos sufrido mucho. No es cómodo estar en este lugar. A veces hemos dudado si estábamos haciendo las cosas bien o quizás convenía ir por el camino más fácil, que es formar parte del circuito y dejarnos de joder (risas).

¿Alguna vez pensaste en tirar la toalla?

Sí, lo he pensado muchas veces, más que nada por desgaste. Sobre todo lo que más desgasta es cuando adentro de la banda hay gente con la que supuestamente compartís los mismos amores musicales y de pronto descubrís que no. Hay también exigencias de dinero, de fama, o de egos, y bueno, eso me duele más que lo de afuera. Si a un crítico no le gusta lo que yo hago, bueno, es legal, para eso están los críticos. Pero que alguien de la banda me critique a mí o a los otros integrantes, me duele mucho.

Contame de la “Sinphonetta Infinita”. Hicieron dos funciones con apenas una horita entre una y otra… hay que estar en buen estado físico para hacer eso.

(Risas) Sí, fue muy cansador. Esa horita en la cual empieza una función y termina la otra no es un descanso, la adrenalina sigue estando porque viene otra función inmediatamente. Entonces son cinco horas prácticamente de tensión, y está bárbaro realmente. Después de la segunda función terminamos hechos mierda, pero eso es lo que uno quiere, tocar. Salieron bien los dos conciertos, se agotaron las entradas anticipadamente, y la verdad, no me puedo quejar de nada.

¿Cuánto tiempo estuviste preparándola?

Estuve tiempo escribiendo los textos, tiempo recopilando (porque algunos son viejos), y después con los actores fue un trabajo de un mes. No intensísimo porque la obra es breve, tiene un total de actuación de alrededor de veinticinco minutos. Además los conozco porque son los mismos que habían trabajado conmigo en “Putrefashion” en el ´99. Por otro lado, se ensayó con los músicos; y después unirla nos costó otro trabajito, que fue arduo pero agradable.

Y vos dirigiste la parte teatral, ¿no?

Sí. De la organización general me encargo yo, pero si no fuera por toda esta gente que está detrás del escenario no me saldría nada. Desde el sonidista al que hace las luces… son tipos que laburan mucho y todos con la camiseta puesta de La Tabaré. En lo teatral, el espectáculo está compuesto por actores, bailarinas, escenógrafos, proyecciones en la pantalla, dibujantes y la banda obviamente. Eso también es lo que queremos hacer: unificar, aunar las artes, ¿no? En otras oportunidades hemos trabajado con titiriteros o con músicos colegas de todos los estilos: desde Fernando Cabrera, Darnauchans y Dino; hasta gente de La Vela Puerca, Dani Umpi o El Peyote Asesino. También murgas en su momento... que sé yo, de todo. Ahora está más de moda hacer esos intercambios.

Ese amiguismo es medio extraño, ¿no?

Claro, cuando es exagerado, cuando de verdad no hay una onda musical, esos amiguismos no sirven para nada. Elegir a qué grupo se puede invitar que sea medio famosito, o qué cantante pueda atraer público… eso sí que no me gusta nada. Pero cuando hay gente con la que de verdad hay una amistad, hay bar de por medio, cerveza, vino, lo que sea que puedas compartir además de la música, entonces me gusta mucho invitarlos al escenario. Puede ser gente de la música, del teatro, de la poesía o de lo que sea. Por suerte compartí escenario con muchos; he invitado a algunos con quienes me equivoqué, pero son muy pocos.

Hay quien dice que en el rock de ahora los mensajes vienen ya masticados, digeridos, con mensajes de protesta light. ¿Cómo ves al rock de ahora en ese sentido?

Sí y no. A mí me cuesta mucho hablar del rock de ahora y no quiero, sobre todo cuando hablamos de rock uruguayo. Al rock internacional no lo escucho. Cuando aparecen Ferdinand (Franz Ferdinand) o Blink ciento y pico (Blink 182) o quién carajo sea, cambio de canal o de dial. Al rock uruguayo lo escucho, naturalmente algunas cosas me gustan más que otras. Creo que ahora todos hacen lo que pueden, pero no todos hacen lo que quieren. Además estoy viejo, tengo cuarenta y nueve años y no me gusta entrar a criticar a la música de los jóvenes, porque no tengo su misma sensibilidad y por eso no me siento con el derecho a hacerlo.

¿Te sentís un “rockero” a esta edad? Te lo digo con todo el respeto del mundo…

No, está bien. Lo de la edad lo asumo absolutamente, lo que no sé si es respetuoso es que me digas rockero (risas).

En ese momento entra una persona al salón y se produce este diálogo:

- ¡Idolo!, te voy a saludar porque te admiro mucho –dice ella entusiasmada.
- ¡Muchas gracias! ¡Qué lindo lo que me estás diciendo!
- ¿No te lo dicen?
- No, no tanto –responde Tabaré tímidamente.
- Somos parcos los uruguayos, somos tacaños con la gente.
- Pero me encanta que me lo digas, muchas gracias.
- Bueno, me alegro.

(Continúa) No me siento rockero. Se dice por ahí que el rock es un modo de vida, del cual yo estoy bien lejano.

El concepto de “rockero” ha cambiado mucho, ¿no? No es lo mismo ser rockero ahora, que haberlo sido después de la dictadura.

Ha cambiado. Hoy por hoy ser rockero no es nada. ¿Qué es ser rockero? Eso de “Sexo, drogas y rock n’ roll” es un slogan muy viejo. ¿Consiste en “Fútbol, birra y faso?”; tampoco me importa en absoluto. Si bien me gusta por ahí la birra y qué sé yo… no es así. Ahora, si el rock es, como lo fue hace muchos años, romper con las estructuras establecidas, ahí sí. Aunque evidentemente formo parte de esas estructuras, ¿verdad? Tampoco soy el tipo que vive tirado en la esquina por estar en contra del sistema, ni quiero vender esa imagen mentirosa. Además no soy tan rebelde como la gente cree, sino que soy un inadaptado. Lamentablemente sufro mucho tratando de adaptarme al sistema y no pudiéndolo hacer. Ahora por una cuestión de edad, de hijos, y determinadas cosas, estoy más preocupado por ellos que por mí. Pero en toda mi juventud sufrí mucho en un sistema que me fue difícil entrar, al cual yo traté de hacerlo, porque si no lo hubiese intentado estaría en el manicomio. Entonces no tuve más remedio que adaptarme a algunas cosas, no formar parte de otras, y bueno, ahí sigo, tratando de vivir.

Rodrigo Ribeiro

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