SieteNotas

12 años de La Factoría - Día I y II en Teatro de Verano

27/9/2002

12 años de la Factoría
ROCK IN RIO DE LA PLATA

Teatro de Verano


Hacía tiempo que el Teatro de Verano no vivía una fiesta como la del último fin de semana de setiembre. Un viernes y un sábado que arrasaron con todo lo que se podía... y más.

Era casi imposible esperar al 27 y al 28 de setiembre sin entrar en un estado de demencia insoportable. Parecía increíble que seis bandas nacionales y tres argentinas, de la talla de Attaque 77, Las Pelotas y Expulsados, se juntaran para celebrar los 12 años de La Factoría, “la fábrica del rock”, en un solo fin de semana. Pero como todo llega, aunque se haga esperar, el bendito mes se acabó y se dio el lujo de cerrar su estadía con un Rock in Río de la Plata espectacular.

La Trampa, Buitres, Trotsky Vengarán, Traidores y Hereford demostraron, una vez más, que son claros exponentes del rock nacional, y que no tienen ningún problema a la hora de mover cinco mil almas con su música. La gente agitó y aplaudió como nunca, y parecía que el Teatro entero se venía abajo. No faltó nada, hasta el clima se prestó para hacer, de estas dos noches, una delicia rocanrolera.

Un espectáculo de estas características no podría negársele a nadie, y Canal 12 y la 91.9 FM, Radio Uno, Music One, fueron los encargados de llevarlo a los medios. Los chicos de Justicia Infinita (programa interactivo en las tardes de la 91.9), estuvieron cubriendo cada detalle desde horas previas al inicio del show, poniendo al aire pruebas de sonido y declaraciones de los músicos, quienes esperaban ansiosos el momento de salir al escenario y entregar, a un público hambriento, exquisitas versiones de sus clásicos, y alguna que otra sorpresa.

Viernes 27
Hereford – Traidores – La Trampa – Las Pelotas


Desde temprano las gradas se empezaron a llenar a buen ritmo, y banderas se ubicaron en las barandas y los alambrados del lugar. Casi puntualmente ingresó la primera banda a escena, hecho que llamó la atención de los presentes, que acostumbrados a que los horarios nunca se respeten en este tipo de festejos, aún no habían entrado en calor. Por otro lado, faltaba que llegara gente, por lo que el Teatro se veía algo vacío en relación a otras oportunidades, en donde rebosa de animalitos enloquecidos.

Hereford abrió la noche del 27 de setiembre con un sonido poderoso que fue conquistando poco a poco a los jóvenes, quienes se pararon sobre los bancos o se acercaron al vallado para presenciar el show desde cerca, y hacerle el aguante a la banda. No parecía haber llevado mucho cuórum, pero tuvo una excelente aceptación, sobretodo al final, cuando versionó a la banda de Bon Scott, AC/DC, con su clásico Live Wire, que se metió en la piel de quienes, desde el pogo, oían los primeros acordes, y se imaginaban frente a sus ídolos australianos. Los que apenas tenían idea de cómo sonaba Hereford tampoco pudieron evitar quedarse boquiabiertos, mientras observaban los dedos de Guzmán Mendaro (guitarra líder), quien no puede envidiar a Angus Young por sus punteos interminables, ni por la fuerza que logra arrancarle a la viola.

Solamente quince o veinte minutos fue lo que hubo que esperar para recibir a la banda rebelde: Traidores. Ya los cuerpos habían calentado los motores y los hicieron funcionar sin poner freno ni para un descanso. Los seguidores de este grupo lejos están de traicionarlo, y se hicieron presentes, para acoplarse a la nube de fuerza que se desprendía desde lo alto del escenario, y los envolvía entre rasgueos y letras revolucionarias. Poco se escuchó de los viejos temas. Nadie puso “flores en la tumba” ni “llovió sobre Montevideo”, y “Viviana, La Reaccionaria” no fue invitada a la velada rockera. El repertorio venía repleto de temas nuevos y polentosos, que Juan Casanova cantó a puro pulmón, mientras se movía sin limitación alrededor de sus compañeros, y que la gente coreó, mientras recibía esa especie de agresividad que emerge del sonido de los instrumentos. Radio Babilonia y Canción Rebelde fueron las piezas clave de la noche, que dejaron a muchos descontrolados y sin aliento.

Y cuando llegó el turno de La Trampa la sangre terminó de hervir, y una vez que arrancó a tocar, los cuerpos quedaron en carne viva y ya no había control sobre las mentes. Santa Rosa, el track que abre su nuevo disco: Caída Libre, también fue el que abrió su presentación, y en el intento destruyó totalmente la barrera del tiempo. El pogo de fanáticos, quienes con sus remeras “tramposas” decían “Acá estamos nosotros”, no dejó de agitar ni un segundo. “Sudando a chorros como animales” gritaron cada una de las estrofas, tanto de los viejos y queridos Mar de fondo, Maldición y Arma de doble filo, como de los nuevos trabajos de La Trampa: Caída Libre, Muere con la sonrisa, y Los Sueños. La voz de Alejandro Spuntone sonaba increíblemente, y construída sobre una base intensa de los instrumentos, convirtió la energía en una bola de fuerza, que iba y venía del escenario, sin nada ni nadie que la pudiera detener. Una actuación excelente de estos cuatro músicos uruguayos, que dejaron sedientos de rock a sus fieles escuchas, después de un Se quién soy detonante.

Faltaba la marca del rocanrol argentino, y Las Pelotas fueron quienes se encargaron de dejarla bien estampada en esta fiesta, que parecía extenderse por mucho tiempo más. Y así fue, porque nuestros vecinos del otro lado del charco tenían pilas para rato. Fueron dos horas imperdibles. Salían y entraban del escenario como quien no quiere despedirse de tanta pasión. Capitán América fue uno de los primeros puntos de inflexión, y de ahí en más la cosa se puso brava. Los pibes frente al escenario no se cansaron de acompañar a Alejandro Sokol (vocales), y a los demás, en cada uno de los temas, mientras repetían, una y otra vez, los míticos cantitos de estadio alentando a la banda: “...soy de Las Pelotas, es un sentimiento, no puedo parar....”. Ellos no podían parar y los de arriba tampoco. Si supieras, Se quema, Orugas, Hola qué tal; y así recorrieron todos sus discos, pasando por ¿Para qué?, con temas como Rompiendo la puerta, Para con la papa ... , Saltando, y El peor, y por su última producción discográfica, Todo por un polvo, ejecutando alucinantes versiones en vivo de Veoyover, El fantasma no muerde, Solito vas, No me acompañes, y La mirada del amo. Finalmente pusieron broche de oro a los festejos con covers de Sumo, la banda que conformaban tres de los integrantes de Las Pelotas, antes de la muerte de Luca Prodan.

El Teatro de Verano ya no aguantaba más y en algún momento tenía que acabarse. A las dos de la mañana se escuchó retumbar el último bombo y se golpeó el último platillo. Las luces volvieron a encenderse y miles de rostros encandilados esbozaban una sonrisa encantadora. Sabían que en pocas horas estarían nuevamente frente a ese escenario, sin dar crédito a sus ojos y a sus oídos, presenciando, una vez más, otro gran rito al ROCK DE ACÁ.

Sábado 28
Expulsados – Trotsky – Attaque 77 – Buitres

Si el viernes fue “La” fiesta en el Teatro de Verano, el sábado fue “La” hecatombe. Lo que tuvo lugar fue indescriptible, y no hubo nada que lamentar. Eran las siete y media, y la fila de pibes que aguardaban afanosos en la puerta, se extendía unos cuantos metros. A las ocho y media el anillo inferior del Teatro ya estaba repleto, y a las nueve y cuarto, cuando la primer banda irrumpió en el escenario, ya no se podía más.

Los Expulsados fueron los encargados de prender la mecha, y poco tardaron en hacer explotar la dinamita humana. Con su apariencia “ramonera”; camperas de cuero, pantalones ajustados y rajados, pelos largos y tachas, estos punkillos de alma, infectaron a la gente con el ruido de las guitarras y expulsaron de sus mentes cualquier tipo de límite o regla. Sólo quedaba al descubierto el instinto animal, que los arrastró a un pogo indomable, y que, una vez que empezó, no pudo interrumpirse. Sin lugar a duda, el culto a Los Ramones de esa noche encontró sus raíces en esta banda argentina, que ejecutó covers de I´m affected y Mental hell, y le pasó la posta a los próximos intérpretes, quienes hicieron del punk rock un manjar para mil bocas.

Y así llegaron los uruguayos de Trotsky Vengarán, poniendo las cartas sobre la mesa y jugándose absolutamente todo. El público enardecido apenas se dio un respiro en el intervalo, y una vez más estaba bailando desenfrenado, en un pogo generalizado que nunca se vio antes en un toque de la Trotsky. Guillermo Peluffo (vocales) no se contuvo ni un instante y dio rienda suelta a su demencia, que repercutía en un movimiento de muchachos (¡y muchachas!) ajetreados. Banderas, remeras (que se vendían en la entrada), y todo tipo de símbolos “trotskianos” se esparcían entre el público. No hubo temas más o menos cantados, y hasta los viejos trabajos de Trotsky, como Tormenta de mar, o el corte de difusión de su nuevo disco, Todo puede estar mucho peor, fueron recibidos con entusiasmo. Por vos, Tocando fondo, Un beso y una flor, Ni olvido ni perdón, Sataman, El alma en dos, Hay que saltar, La vida sigue igual, y un Mueve que te mueve que fue tomado al pie de la letra, hicieron de la presentación una avalancha de poder.

Pero la banda que no puede parar tuvo que hacerlo, porque se les venía encima un ataque de sonidos brutales. Attaque 77, de Argentina, fue el próximo número, y ni setenta y siente canciones hubieran podido apagar el fuego que Ciro Pertusi (vocales) y su banda provocaron en cada uno de los corazones. Palpitando enloquecidos bailaron sin parar porque saben bien que Son de Attaque. Varios homenajes trajo consigo esta velada: Por qué te vas (J.L. Perales), El Jorobadito (Serrano), Cinco Estrellas (Leo Masliah), Do you wanna dance? (The Beach Boy), No me arrepiento de este amor (M. A. Bianchi), Dame fuego (Sandro), Amigo (R. Carlos), y Soy Rebelde (M. Alejandro)- interpretado por Mariano Martínez (guitarra)-, que se mezclaron entre clásicos como Hacelo por mí, Beatle, Ángeles Caídos, Cambios, y Dónde las águilas se atreven. Fue espectacular ver a Ciro tan inquieto y excitado, intercambiando palabras con su hinchada, y filmándola para el canal Much Music. Por la pantalla gigante detrás del escenario se podía sentir la histeria de esa masa de personitas. Levantaban los brazos y mostraban sus remeras y banderas con orgullo, mientras clamaban su lealtad eterna a estos músicos argentinos. Sin duda, todos estaban bajo el inexplicable efecto del rocanrol.

Para el cierre, los Buitres fueron los elegidos, y aunque en un principio bajaron un poco la pelota al piso, retomaron la energía que se venía gestando desde ya hacía varias horas, y siguieron con el agite. No te puedo matar, Una noche, Cada vez te quiero más, No es una pena, Ojos rojos, y Calaveratur, fueron antiguos vestigios que no se olvidaron para poner en marcha la máquina “buitrera”. Tampoco faltaron los hitos de su último trabajo discográfico, Buena suerte... hasta siempre, entre ellos Carretera Perdida, Milonga Rante, Buena suerte, La Invitación, y El instrumento( de Washington Benavídez y Eduardo Darnauchans). Las sorpresas no dejaron de aparecer, empezando por la interpetación de una ranchera- punk dedicada a los Peirano, -recordando viejos momentos de Los Estómagos en un contexto totalmente actual-, y siguiendo con un corte de luz imprevisto, que dejó a Gabriel Peluffo (vocales) cantado a capela un Todos borrachos que arrancó con todo, y terminó sin tanto. Así se fueron sucediendo los temas, y casi sobre el final, un Avril y un Rambla Sur inesperados vibraron en cada sitio, trayendo recuerdos a los espíritus presentes, que murieron ante tanto gozo... pero igual, tocaba Buitres, y el cielo podía esperar.

Después de dos días agotadores, solo quedaba recordar cada momento y saborearlo como si aún estuviera vivo.

Viviana Scirgalea

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