Gustavo Nocetti, ¿Qué pasa con el tango en Uruguay?

15/1/2000

sociedad cerrada

Es bastante particular la visión que tengo del ambiente del tango en Uruguay. Cuando empecé a cantar obviamente formé parte de una colectividad; digo colectividad porque parece también que el mundo siempre fuera el mismo: es una cosa que no se renueva, muy cerrado. Una sociedad cerrada donde dentro de ese entorno hay algunas figuras que destacás más que otras, pero que no salen de ese entorno, donde todos se conocen, donde el público te termina preguntando: ¿cómo te va?, ¿qué le pasó a tu tío?, tus hijos, ¿bien? Es una cosa que a mí nunca me gustó, es como que pierde razón de ser el hecho artístico, es como cantar en familia. Durante muchos años esa fue la entrada a cantar tangos, si no ir a Buenos Aires.

En aquella época (´75 al ´79) había más casas de tango (Puerto Fino, La Tanguería del ´40, La Cumparsita, El Parador del Cerro). Cada casa tenía un trío estable con el que podías ir, ensayar y cantar. Tríos hablo de piano, bandoneón y bajo. Ahora hay menos músicos. Piano, por ejemplo, no hay, entonces los conjuntos son de guitarra, bandoneón y bajo a lo sumo. Es muy raro encontrar un boliche que tenga piano, y los pianistas que están en ese círculo tanguero creo que no usan los teclados.

Cuando me fui a Buenos Aires, por más de quince años, trabajé mucho tiempo en la Orquesta de Tango de Buenos Aires, la más grande, que depende de la municipalidad; orquesta de treinta músicos específicamente para hacer tango, no como la Filarmónica (de Montevideo) que sólo hace tango en ocasiones. Buenos Aires era otra cosa, las casas de tango eran casas de tango. Cuando volví, decidí no reingresar a ese círculo cerrado que subsiste, que sigue viviendo en lugares como Sorocabana, Fum fum y en otros boliches chicos que siempre son los mismos, al igual que las personas y los cantantes que giran a su alrededor. Decidí armar un grupo con gente distinta, de otros ámbitos, e insertarme en lo que acá se llama Canto Popular.

vicios

Tuve la suerte de estar poco tiempo; también de darme cuenta de algunas cosas y de tener siempre muy claro que la meta era Buenos Aires, que las cosas bien hechas estaban en Buenos Aires. Siempre escuché gente de allá y nunca entré en lo que se llaman vicios de este círculo. Este círculo está lleno de vicios: siempre es el mismo público, cantan casi siempre los mismos temas, se pelean por cantar un tango habiendo registrados en el mundo, según Horacio Ferrer, cincuenta mil... Se van adquiriendo esos vicios, como tratar de ponerle mucho énfasis a las interpretaciones, tanto énfasis que hacen una sobreactuación; y yo veo esos defectos en los cantores que están y que han quedado dentro de ese círculo.

Cuando empecé a cantar, Alberto Rivero, cantor de tango de una voz muy linda, prometía muchísimo. Estuvo en Buenos Aires, cantó en La Calle 14 y no volvió más. Cayó en este vicio, en tener que pelear el aplauso, el aplauso de gente que, a parte de que no te escucha, siempre es la misma. En donde se generan idolatrías: está el soy hincha de Olga Delgrossi o de Alberto Rivero. Aplauden desaforadamente cualquier cosa que haga Alberto Rivero y no aplauden cualquier cosa que haga otro. Es un ambiente terrible, por eso, cuando volví dije: "No, acá otra vez, no".

tocar de parrilla

El cantante, que va de un boliche en otro, llega y dice: "Voy a cantar..."; ahí no hay partitura, no hay ensayo, lo que decimos nosotros, es "de parrilla". Tocar "de parrilla" es tocar un tango sin un arreglo, que se hace pero que no es lo normal. Lo normal es que uno tenga sus arreglos, que tenga un grupo, ensayar, hacer los arreglos entre todos, que es lo que hago yo. Hay otra persona en el tango uruguayo que está transitando por ese mismo camino, que es Malena Muyala, que tiene una forma especial de cantar. Lo que más respeto de ella, por lo menos, es su intención de hacer una cosa seria. Después no hay nada, está el círculo cerrado, la improvisación, la falta de preparación de los temas: "Bueno, vamos a hacer "Malena" en Do, "Tinta roja" en La, "Ventanita de Arrabal" en Fa...". Los locos arrancan y sale un acompañamiento más o menos. Son cosas de bajo nivel, no es competitivo. De hecho cuando hacen los festivales de tango se nota, traen a cualquier argentino y... es bravo.

joventango

Está Joventango, que ha tenido políticas erráticas con respecto a la organización de eventos del tango e incluso a la promoción del tango. En un momento, Joventango fue una sociedad muy importante y yo estuve muy ligado. Era cuando Joventango tenía una política de priorizar lo moderno, la vanguardia, con una organización que en aquellos momentos era brillante, con locos que estaban jóvenes y le daban para adelante... Pero también a Joventango le entró el virus del baile, entró en el baile y el virus del baile mató. Ahora Joventango es un club de baile que a veces hace algún espectáculo, como el festival que cada vez es menor y de menor importancia, y que incluso los grandes acontecimientos son las noches en el Mercado de la Abundancia donde la gente va a bailar.

dictadura del bailarín

Hay mucha gente joven que entró al tango a partir del baile, pero, la otra vez lo hablamos con Horacio (Ferrer), los bailarines como que tienen la cerradura de esa puerta, no tienen la llave de esa puerta, y la manejan sin discreción. Hacen entrar a la gente al tango a través del baile, pero hasta el baile. Entonces el tango está sufriendo como una especie de dictadura de los bailarines. Desde que adquirieron cierta importancia, a partir de los espectáculos internacionales, hay una gran soberbia, una gran omnipotencia en los bailarines. El primero fue el tango argentino, donde casi todo era baile, de ahí en adelante se sucedieron una cantidad impresionante de espectáculos que salieron en el exterior, donde el baile siempre fue lo predominante.

Pero esa gente no entra al tango porque acá se baila básicamente con orquestas rítmicas al mango, bailan con la ortodoxia del tango, muy pobre instrumentalmente, arreglísticamente. Hay artistas de la década del ´40 que acá no se bailan o se bailan muy poco. Carlitos Lizardi tiene un ritmo maravilloso, pero claro, es más escondido, te tenés que esforzar un poco más... pero para bailar es un swing.

Troilo prácticamente no se baila. Creo que ni se baila ni se escucha. Es un agujero enorme que evita la comprensión del tango en general, porque Troilo es un epicentro del tango. El tango se explica antes y después pero siempre pasando por Troilo. Lo que venía antes pasó como si Trolio fuera un tamiz; y generó otras cosas, Troilo es el ombligo del tango. Eso para el porteño está muy claro, para el uruguayo no tanto. En Buenos Aires es una figura emblemática, es decir, no existiría Piazzolla sin Troilo. Acá no se lo escucha en la medida que habría que escucharlo, y bueno, no se lo baila. Ya ni soñar con que la gente baile Pugliese...

Veo un desarrollo del baile en ese sentido tan ortodoxo, con profesores que a veces no son profesores reales. Hay mucho chanta que anda en ese tema, que aprendió hace dos días lo que es el tango y ya lo está enseñando, cosa que a mí me parece muy difícil: yo todavía estoy aprendiendo y hace veinticinco años que estoy en este género...

lo que enseña

El tango en Uruguay no tiene una cosa así como armada, estructurada, donde todo confluya y se haga de una forma digna. Muchos de esos lugares de tango están bien, pero ponen esa música... no enseñan a los jóvenes que ingresan. Si vos tenés el grille de que los jóvenes ingresan al tango a través del baile, bueno, de a poquito andá mostrándoles otras cosas, las que no se bailan, porque no es difícil. Teniendo a Piazzolla dentro del género, al joven no es difícil de engancharlo. Yo entré al tango a través de Piazzolla: me compré un disco y me dio vuelta la cabeza: "Esto es impresionante, quiero hacer esto y quiero hacer una música como esta y quiero cantar tangos que sean así". Y ahí empecé a cantar tangos de Piazzolla y Ferrer, ya cuando tenía dieciséis años, y tenía unas peleas bárbaras con los del círculo; yo cantaba un tango de esos y el público me decía "Pero che, nene, ¿por qué no te cantás un tango?". Y yo cantaba "La última grela", o cantaba "Balada para mi muerte", cantaba esas cosas... Y "Cantate un tango nene...".

con Malena

Y lo que yo hago, o lo que intenta hacer Malena Muyala, quedó enmarcado dentro de lo que se llama Canto Popular. Decididamente, yo vine a ingresar a ese grupo. Por diversos motivos, por todo lo que implica, incluso hasta económicamente: los cachets que se manejan en este submundo del tango son terroríficos.

Trato de trabajar como trabaja gente del Canto Popular, como ha trabajado siempre Laura Canoura, como ha intentado y ha trabajado Fernando Cabrera. Jaime Roos es un camino a seguir, es un tipo que enseña. Con organización, con profesionalismo, las cosas se pueden hacer en este país. Aunque decís: "El mercado no da"; bueno, vos algo tenés que estructurarte, tenés que tener una mínima estructura de funcionamiento, si no, terminás en el submundo, de un bolichito en otro: "¿Qué hiciste? Canté en cinco boliches. ¿Y cuánto ganaste? Mil pesos. Canté cuatro tangos en cinco boliches, canté horrible porque me acompañaron espantoso...".

Pasa que son locos que les gusta el tango y son tangueros, pero tienen ese problema: no salen de ahí. Yo escapé enseguida. Eso era una cosa que no trascendía a nivel nacional, ni siquiera a nivel ciudadano. Toda esa gente que me aplaudía enfervorizadamente, en realidad era un grupúsculo. Había un montón de gente que no me conocía y era imposible trascender dentro de ese círculo, por eso dije: "Eso nunca más".

boliches for export

Tampoco Buenos Aires en estos momentos es lo que era antes, también hay recortes presupuestarios. Lo que pasa es que los boliches de tango funcionan totalmente con el turismo, repitiendo shows porque el público nunca es el mismo. Eso también joroba, salvo excepciones como El Club del Vino, lugar donde se escucha tango para el porteño.

Acá hay turismo, sin embargo, no se ha impuesto el tema del boliche for export. El círculo es el círculo y si va un turista al círculo tampoco va a entender nada; de repente el turista tampoco pueda entender lo que hago yo; hay un espacio vacío. Los hoteles funcionan todo el año porque hay congresos, con el "Capital del Mercosur" siempre hay gente, pero de todas formas es un vacío que tiene el tango en Montevideo.

Carlos Bassi

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Gustavo Nocetti, partos del alma