Sordromo, sigue arriesgando y ganando

7/10/2002

Sordromo, formado en sus orígenes por Fernando Varela (batería) y Rodrigo Gómez (guitarra y vocales), apuesta, junto a sus nuevos miembros, Julio Berta (guitarra líder) y Marcelo Gezzio (bajo), a la producción de un disco diferente. Salvando la distancia es el resultado de grabaciones en Montevideo, Lagomar y Buenos Aires, y de una energía contagiosa, que empuja a la banda a experimentar un sonido nuevo, compacto y pujante.

Después del trabajo exitoso que significó su disco anterior: Aquí... Ahora... (2000), producido artísticamente por Juan Campodónico (productor de El Peyote Asesino, Jorge Drexler y No Te Va Gustar), elegido por la crítica musical como uno de los mejores discos del año, y que figuró en las listas de favoritos de los diarios El País y El Observador y de la revista Rolling Stone, Sordromo deja atrás responsabilidades indeseables y arriesga todo lo que tiene.

- Sus dos primeros discos fueron editados por el sello Koala Records, en cambio este último fue editado por Bizarro. ¿Hubo algo que los llevó a cambiar de sello?

Rodrigo:
Nuestro contrato con Koala había terminado, y Koala y Bizarro eran los dos sellos con los que habíamos tenido un buen contacto. Los que los integran son amigos nuestros, y como teníamos onda, hicimos contrato con ellos. Hay que tratar de estar entre amigos mientras que se pueda. Además cuando trabajábamos con Koala habíamos tenido apoyo de gente de Bizarro, nos habían ayudado muchas veces, entonces dijimos: “Bueno, hablamos con Koala pero también con Bizarro, porque siempre nos tiró onda pero nunca tuvo nada a cambio”. La idea no era ir a hablar con otros sellos, aunque sabíamos de algunos que les interesaba Sordromo. Al final nos decidimos por Bizarro porque era el que nos gustaba.

- ¿Ustedes ponen alguna condición en el contrato o cuando firman quedan atados a lo que el sello les pida?

- No, generalmente uno piensa que los sellos imponen cosas o si no, que los artistas hacen lo que quieren, pero es una especie de mezcla. Lo que hace el sello es dar propuestas, por ejemplo, escucha un disco antes de que salga y dice: “De estos cinco temas me parece que alguno tiene que ser el single”. No son órdenes ni nada, y cuando hay buena onda, más bien se trata de hablar y ponerse de acuerdo. Si fuera muy estricto no se podría trabajar. Creo que si un sello se impone de esa forma sería como una política mala. No se como será cuando hay millones de dólares en la vuelta, pero acá... por lo general es bastante libre.

- El productor del disco anterior fue Juan Campodónico. ¿Quién fue el productor para este nuevo disco?

- Productor artístico no tuvimos. Todo el armado del disco lo hicimos nosotros. Cuando decidimos hacerlo solos fue medio como una apuesta. No era apostar a que no hubiera productor, sino apostar a que nosotros íbamos a poder hacer la producción y que iba a quedar bien. Era mucha responsabilidad, mucho trabajo y todo, pero como nos gusta, todo bien. Y con Juan nos seguimos llevando bien. El tema es que él esta con pila de cosas, con otros discos.

- ¿Quién resuelve lo que refiere al arte de tapa del disco? ¿Lo hacen entre todos o sólo vos y Santiago Guidotti?

- En realidad, lo que pasa con el arte es que de los integrantes de la banda yo soy el que me cuelgo con todo el tema del dibujo; no estudié pero me gusta. Es como que cada uno está conectado a una parte de la banda más allá de tocar. Yo estoy conectado a la parte del arte, por ejemplo, Fernando es más ejecutivo, se encarga más de acordarse de mandar discos y eso, porque no tenemos manager. Pero el librito y el arte, en realidad, el que más lo hace es Santiago. Él me pone a mí también, igual que en el disco pasado, pero el diseñador es él. Yo considero que lo mío es un deber como parte de la banda. Pero bueno, lo que pasa es que nos colgamos mucho cuando hacemos esas cosas. Lo hacemos juntos, aunque yo diga que es él y él diga que soy yo (risas).

- El arte de tapa del nuevo disco tiene fotos de ciudad. ¿Hay alguna relación con el nombre del álbum?

- Este disco para nosotros es bastante melancólico, habla mucho sobre la soledad, por ejemplo en la ciudad, que estás rodeado de gente pero te sentís solo. Como que el mundo cambia y uno a veces no sabe si seguir el ritmo o no. Tiene que ver con lo que pasa. El nombre alude a la soledad también, aunque nosotros las cosas las ponemos ahí y nos damos cuenta al tiempo de qué quieren decir, como que no está muy calculado. Las fotos pintaron porque Lucila, la que sacó las fotos, empezó a sacar y salió para ese lado. Y Salvando la distancia también, como que tiene que ver con toda esa gente que se va del país, la distancia de los distintos tipos de opinión, las distintas personas... es algo un poco sobre la tolerancia capaz...

- El primer bajista fue Alfonso Ortiz, luego estuvo Mario Davrieux, y ahora lo sustituyó Marcelo Gezzio. ¿A qué se debe ese cambio de integrantes constante que sufre la banda?

- En realidad bajistas hubo como seis ya, lo que pasa es que hubo otros antes de que grabáramos el primer disco. A mí me gustaría ser como la banda que se formó en el liceo y siguió siempre junta, pero no es así. Nosotros nos conocimos más de grandes, en 1996. Se ha dado así y es medio embole. Y los chicos se fueron porque las relaciones entre la gente son algo difíciles, y yo puedo pensar mil cosas que fulanito hizo mal, y él puede pensar mil cosas que yo hice mal, pero ese no es el punto, sino que con la mayoría de gente que nos dimos sigue estando todo bien. Fue por otras razones que se fueron. No hubo peleas... obviamente roces hay, no vamos a decir que siempre está todo bien porque no es así, pero lo que importa es que la gente que se va algo positivo te deja. Tenés como una mochila de cosas que las podés usar, y muchas experiencias. Nos pasó de quedarnos yo y Fernando, que como somos lo que originalmente hicimos la banda nos quedamos con ella, y es un embole, porque decís: “Somos la banda pero parecemos Donato y Estéfano” (se ríe).

- ¿Cómo fue dejar de ser la única guitarra, para incorporar a Julio Berta como la nueva guitarra líder?

- Julio es amigo nuestro y nos gusta como toca. Si nos peleamos ya sabemos cómo manejarnos, por lo que no fue muy complicado. O sea, hubo diferencia con respecto a que yo en los demás discos grabé todas las guitarras y en éste no grabé casi ninguna, entonces fue un gran cambio para mí. Pero creo que suena bastante bien, yo pensé que iba ser más difícil. Yo toco la guitarra desde los ocho pero canto desde los veinticinco, entonces es como mucho más cómodo para mí tocar la guitarra. Pero siempre dije: “Bueno, si entra alguien más, que tenga libertad.” Si a nosotros nos gusta lo que hace, dejarlo que lo haga. El hecho de que yo ya no estuviera solo podría haber sido un problema y no lo fue.

- ¿Qué les pareció el sonido de este nuevo disco? ¿Les parece que crecieron musicalmente?

- Sí, a mí me parece que en este disco el ser cuatro en vez de tres, y encima tener todos más experiencia que antes, hace que sea como más directo y que suene mejor. A mí los discos anteriores me gustan también, porque cada uno tiene sus cosas buenas, pero de éste lo que me gusta es que lo hicimos, a propósito, más corto, más sencillo. Hay menos cosas y estamos más concentrados. En vez de cien cosas distintas pasando a la vez había diez, pero mucho más controladas. Ahora muchos de los efectos son en vivo, no hay tanta cosa de máquinas. Lo de aquel disco era otro concepto y estaba bueno, no digo que no lo volvamos a hacer, pero esta vez quisimos hacer lo opuesto. Aquel tenía mucha cosa.

- ¿Qué fue lo que los impulsó a ese salto a lo electrónico en su disco Aquí ... Ahora... alejándose de lo que era el rock más puro de su primer EP, Supermarket?

- Porque nos gusta divertirnos y hacer un disco que nos guste escucharlo a nosotros. A mí me embola sacar discos iguales, para eso hacés uno y ta. A la vez que buscamos ir mejorando cosas, buscamos aprender. No me parece que haya una responsabilidad de hacer un disco igual al otro. Uno como músico, sin querer, a veces se vuelve conservador, y si algo te salió bien una vez entonces lo repetís, porque cambiar puede ser peligroso. Nosotros dijimos: “El disco pasado sonó bastante, y ahora que tenemos que hacer otro disco la gente ya está esperando qué es lo que vamos a hacer, y como que tenemos una responsabilidad... pero no podemos quedarnos como esclavos de eso”. Tenemos que hacer lo que a nosotros nos parece, y es en definitiva lo que la gente quiere que hagamos. Puede cambiar el sonido pero siempre sos vos. No hay que tener miedo de probar.

- A este nuevo álbum, ¿le dedicaron menos tiempo que al anterior por ser más sencillo?

- No, a éste le dedicamos mucho más tiempo de ensayo, pero el otro nos llevó más horas de trabajo; no a la banda sino en general, porque había mucha más gente involucrada haciendo más cosas. En cambio tratamos de que éste fuera más espontáneo. Hubo bastante libertad a la hora de hacerlo. Muchas cosas no estaban planeadas y quedaron ahí, y por suerte quedaron bien.

- ¿En qué te inspiraste para componer los temas de Salvando la distancia?

- El disco pasado fue mucho más experimental desde ese punto de vista. Por ejemplo, Vuelve es como un cuento, una película, y eso lo hicimos para probar. Después resultó ser lo que más sonó, no sé por qué, y entonces dije: “¡No quiero hacer más esto!” Igual Vuelve me gusta mucho, no me arrepiento ni nada, pero me parece que hay otros temas en donde estaba hablando mucho más en serio y nadie me dio bola. Entonces dije que este disco iba a ser todo en serio. Las letras a veces no son muy evidentes. Está bueno cuando mezclan cosas, cuando no hay bien o mal sino que todos somos buenos y malos a la vez y no se buscan culpables. Del disco pasado al de ahora, el mundo cambió bastante y lo queríamos reflejar pero no como protesta, no del punto de vista de los hechos en concreto, sino con lo que pasa por dentro de cada uno. Qué se piensa o cuáles son los sentimientos que aparecen cuando no se está en la mejor situación, y es como que esos sentimientos son universales. Todo lo que pasó me afectó tanto a mí como a mis compañeros, y creo que eso tiene que ver. Yo trato de respetar, en cierta medida, lo que tenemos en común cuando escribo. Si fuera Rodrigo solista sería otra cosa. El disco es parte de la mezcla de lo que a todos nos gusta, más allá de que yo haga los temas, porque cada uno después le pone lo suyo. También hay muchas cosas en el disco que son resultado del caos (risas).

- ¿Por qué en el segundo disco hicieron algunos covers y en este último son todos temas compuestos por vos?

- Porque los temas aquellos a mí me gustaban mucho, y las versiones que hicimos también me gustan, pero ahora quisimos cambiar, como para hacernos trampa a nosotros mismos. Si la gente va a vernos o compra este disco que sea por nuestras canciones. Queríamos que todos los colores y los aportes fueran de cuatro flacos tocando rock. Que todas las canciones fueran nuevas, que fueran todos los datos nuevos. Nada de melancolías en el sentido de que, por ejemplo, a mí, Me quedo contigo me encanta, pero no sé si me encanta el tema o me encanta porque viajo a cuando tenía seis años... entonces en este disco no hay eso.

- Tu voz refleja un cambio notorio del primer disco a los dos siguientes. ¿Qué fue lo que pasó?

- Cuando grabé el primer disco hacía cinco meses que había empezado a cantar, no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Pero lo que pasa es que yo pienso que siempre se rescatan cosas. Si vos estás haciendo algo, gastando mucha energía en lo que crees, que no tengas experiencia es secundario. Grabar ese disco fue una forma de ganar mucha experiencia. Entonces a mí me gusta por eso, aunque suene medio raro. Suena mejor lo de ahora, pero nunca estaría si no hubiera estado eso. Digo, uno podría estar toda la vida preparando el super disco, y puede pasar que pasen treinta años y no lo editaste todavía. Yo prefiero hacer muchos discos, ir aprendiendo, y capaz en algún momento hacer un super disco.

- ¿Por qué en el escenario te remitís más que nada a cantar sin interactuar mucho con el público ni moverte demasiado?

- Eso puede variar un poco, pero sin duda no soy Mr. Carisma. Me cuesta relacionarme con la gente, porque para mí lo natural es hacer la música y no hablar por un micrófono. Natural es estar acá hablando. Cuando uno habla a través de un micrófono no es una conversación, sos vos como dando un discurso o una cosa así. Yo creo que las canciones dicen lo que queremos decir. Igual me gusta comunicarme con el público, no es que no me guste, si veo alguien que tiene terrible facilidad para hablar me parece re cool, pero digo, cada uno es como es.

- Más allá de eso, ¿cuál es la relación de la banda con sus seguidores? ¿Les importa lo que opina la gente sobre la música que hacen?

- A mí no me importa que a fulanito le guste lo que yo hago, pero que lo respete sí. Nosotros hacemos lo que queremos. Si después hay gente que no le gusta, que le parece que es muy electrónico o muy rockero, no sé, que cambie de radio. Porque nosotros lo que tratamos de hacer es aportar un color a lo que es la cultura uruguaya. Como hay gente haciendo cosas geniales, nosotros vamos hacer otra más, algo diferente. Pero el disco tuvo buena aceptación por suerte. A nosotros nos gusta y a la gente también le gustó y eso es importante. Está bueno que la gente se identifique con lo que hacemos, que nos acompañe. No me gustaría que hubiera un fans club, pero sí conocer a la gente. Hay muchos que siempre nos van a ver y eso me parece muy bueno. La comunicación es fundamental, y aunque la publicidad no nos guste mucho, lo encaramos como una forma de informar. Y bueno, el disco gustó. Apostamos a hacerlo distinto al otro, con pila de cosas medias arriesgadas, y que haya salido bien es como un alivio. Hubiera sido mucho más fácil hacerlo de otra forma, pero siempre cuando uno elige el camino más largo al llegar, lo disfruta más.

Viviana Scirgalea

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