Larbanois-Carrero, Bajito, profundo y con fundamento

17/5/2001

"Pa'que se olviden de penas y sobresaltos" dice cantar el dúo Larbanois Carrero. Y ese canto que es "la sonrisa del alma", que es "una paloma volando en una guitarra" hace casi 25 años que viene sonando en nuestro país y en el mundo, de la manera que es además, como ellos dicen que les gusta cantar: "bajito, profundo y con fundamento"."Pa'que se olviden de penas y sobresaltos" dice cantar el dúo Larbanois Carrero. Y ese canto que es "la sonrisa del alma", que es "una paloma volando en una guitarra" hace casi 25 años que viene sonando en nuestro país y en el mundo, de la manera que es además, como ellos dicen que les gusta cantar: "bajito, profundo y con fundamento".

Con Eduardo Larbanois y Mario Carrero: dos instituciones del folclore nacional, conversó deluruguay.net. y de esa charla nació esta nota, donde hablan de su nuevo material discográfico y del dúo como opción artística; y opinan sobre la falta de políticas culturales, la identidad uruguaya y la autenticidad del arte.

- ¿Desde Amigos hasta Cometas sobre los muros, este disco marca un quiebre, una fractura en lo que ustedes venían haciendo, o continúa con lo anterior?

Eduardo: Yo creo que es como un hilo, que le vamos agregando nudos. Cada disco pretendió y pretende ser un paso evolutivo: tratar de hacer esto mejor, por nosotros mismos, porque concebimos el trabajo como un elemento que sea de disfrute particularmente nuestro; que es la única forma que en el arte vos podés comunicar. Salvo que lo hagas con un objetivo exclusivamente comercial, donde manejás otras pautas, sobre todo de mercado, que no es nuestro interés. Por cierto que queremos vivir de este oficio y queremos ganar dinero con el trabajo, pero como cualquier trabajo, haciéndolo con dignidad...

Siempre el hombre en alguna medida busca la libertad y yo creo que la libertad no es hacer lo que se le antoja a uno, sino hacer lo que uno quiere, lo que le gusta.

Mario: Generalmente la gente que se ocupa de la crítica de música evalúa cada trabajo nuevo de un artista en función de lo que esperaría que el artista hiciera. El famoso "riesgo" apuesta a otras cosas. Es un poco lo que te decía Eduardo: hacemos lo que nos gusta y la idea es en función de eso tratar de mejorar permanentemente. Empezamos en los primeros discos cantando cosas de Washington Banavídez o de Ruben Lena, después poco a poco, el dúo ha ido marcando un perfil muy del dúo: somos autores de los textos, de las músicas, tratamos de seguir interpretando a nuestro modo y de la forma más artística posible la realidad de nuestro país, de nuestro continente. O sea, el dúo arrancó grabando en un estudio con ocho pistas y hoy estamos prácticamente en la era digital, con todo un montón de cosas que te pueden dar posibilidades de incursionar en otras investigaciones, pero como que no nos sale decir "bueno, vamos a hacer algo para asombrar a alguien o para cambiar algo". Creo que el cambio viene ahí metido solo, naturalmente, con el crecimiento, con la edad, con la experiencia...

De algún modo el disco este es la continuidad de un trabajo que va a tener 25 años dentro de poco.

- Bien. Y en este disco - que todavía no tiene nombre - el dúo va a estar acompañado por otros músicos ¿verdad?

Mario:
Sí, va a estar Hugo Fattoruso en acordeón, Pitufo (Edú Lombardo) con todos sus accesorios, el Popo (Romano) con contrabajo y en el bandoneón Edison Bordón. Hay proyectos de algún instrumento más en alguna canción, pero la idea es que lo que grabemos lo podamos reproducir en vivo después. El estudio te da muchas posibilidades, te puede permitir hacer cosas más amplias...

Eduardo: Más elaboradas, pero que después el dúo solo no las puede reproducir. Como el disco es un documento, queremos que sea de la mejor manera posible, pero tampoco que sea de una preponderancia arreglística que después no se puedan cantar las canciones.

- En ese sentido, musicalmente ¿por dónde va el nuevo material?

Mario:
Ayer Luis Restucia, que es el técnico de grabación con el que estamos trabajando, que aparte es un músico más, porque aporta, da ideas, corrige cosas en el camino, nos hacía una pregunta similar sobre uno de los ritmos: ¿qué viene a ser esto? y ahí empezamos a hacer toda una valoración y a buscar qué era, y la verdad es que la canción tenía de todos ritmos mezclados, y no fue que uno se propuso juntar tal ritmo y tal otro ritmo y hacerlo, no. O sea... son cosas que naturalmente le vas encontrando esa base rítmica... estilística más bien. Creo que el disco este tiene mucha cosa así: está muy mezclado, está muy acústico, muy natural.

Eduardo: En cuanto al origen de los ritmos, es relativo, porque nosotros cuando abordamos un texto, una canción, una idea, jamás pensamos qué música le vamos a poner: se empieza a poner una música y después la propia canción va sugiriendo qué es lo que precisa. Es decir, podés encontrar una canción de raíz folk, con algunos detalles de música nordestina de Brasil, mezclado con una milonga sureña: no hay una propuesta de decir "vamos a mezclar esto", no, va saliendo y lo que consideramos que va necesitando para expresarse la canción, lo ponemos.
 
- Y en ese proceso ¿cómo se trabaja? o sea, a la hora de crear, de componer ¿cómo funciona el dúo?

Eduardo:
Mario se ha dedicado profundamente a la parte de textos y yo siempre a la parte arreglística, musical. En el aspecto creativo hay cosas curiosísimas: nos ha pasado de, estando separados, en distintos puntos del país, hacer una canción y encontrarnos que uno había hecho la música para lo que había escrito el otro.

Indudablemente hay un conocimiento de las expectativas de lo que queremos, porque discutimos mucho sobre los temas. De repente le digo "Pah Mario escribite algo sobre este tema" y aquél se mete, empieza a leer, a buscar cosas y si no le encuentra raíz, no sale; si hay autenticidad sale. O sea, siempre sale en alguna medida de la discusión: uno trae un texto hecho y discutimos una música, o viene una melodía más o menos armada y terminamos de armarla.

Mario: No hay esquemas, no hay nada preestablecido. Cada uno trata de rendir el máximo posible en lo que sus condiciones naturales le permiten, y mejorar en las que no son su fuerte. Hay canciones que pueden salirte de un día para el otro, y hay canciones que hace fácil, años, que andamos buscándolas; pero no tenemos nada así, preestablecido. El dúo sí lo que tiene muy claro son sus objetivos de superación y de mutuo respeto en cuanto a los gustos de cada uno.

- ¿Cuáles son los gustos, las influencias musicales de cada uno?

Mario:
Y hay de todo un poco, creo que no escapamos de lo que le pasa a la mayoría de los uruguayos. De alguna manera igual me marcó mucho la generación de los '60, de repente en forma más profunda la música si vos querés más "folclorística" por llamarla de alguna manera, o sea, todo lo que era Olimareños, Zitarrosa, Viglietti, Sabalero. Pero también escuchaba permanentemente por aquellos tiempos a Dino, a Tótem, a toda la gente que estaba haciendo música acá, y también inevitablemente a Los Beatles, a Simon and Garfunkel's. Yo que sé, mucha música, no tengo prejuicios, o sea, me encanta el tango, me gustan los tambores, me gusta la murga. No tengo así una predilección estética, porque no todo lo que uno llama folclore, a mí me llama la atención; tampoco me gusta todo lo que sea candombe, o todo lo que sea murga. No sé... tengo una verdadera mezcolanza encima de cosas.

Eduardo: Escuchamos de todo. Siempre a mí la música brasileña me atrajo mucho, el tango y la música clásica también; pero no tenemos prejuicios porque tenemos una formación muy ecléctica, muy amplia. Siempre estamos atentos a todas las influencias: nos atraviesa toda la música del mundo porque somos escuchadores de música, no desestimamos ninguna forma de expresión, algunas nos identifican más otras menos, pero hay un profundo respeto a todas las formas musicales. Y además una cosa curiosa: nosotros somos dos solistas que cantamos juntos, mirá el nombre del dúo. Desde el año '76 que estamos así, tuvimos una etapa larga de solistas y siempre nos sentimos más cómodos con el dúo. Y eso conlleva también un respeto muy grande por el trabajo, porque el dúo es una opción... y eso la gente lo respeta en la medida de que en eso somos auténticos. Nunca nos propusimos hacer un dúo, nació solo, entonces mientras el dúo para nosotros sea el vehículo de expresión, el dúo va a crecer; y si no tiene que crecer, no va a crecer más, porque respetamos demasiado a la gente.

- Recién decías que el dúo es una opción, si ustedes tuvieran que decir "qué no es el dúo", como propuesta artística, definirlo por el negativo ¿qué dirían?

Eduardo:
Que no es un proyecto comercial. En todo caso el resultado comercial es consecuencia de un trabajo hecho por placer, porque si no haríamos otra cosa, si el objetivo fuera comercial haríamos otra cosa. Y como vivimos en un sistema donde está muy relacionado el resultado económico con el resultado laboral, tenés que cuidar eso también: es decir, nosotros no regalamos nuestro trabajo, el dúo no es caro pero tampoco es barato; porque el dúo cuando lo llaman para un cumpleaños o para una fiesta de casamiento va a ser el mismo recital que si estuviera en el Teatro Solís, con la misma actitud; y si decide ir gratis también, va a ser exactamente igual. Subimos al escenario a jugarnos porque nos gusta, a disfrutar de lo que hacemos. Si llega un momento que te obligan, indudablemente no va a ser un placer, entonces nosotros tenemos una relación muy especial con nuestros representantes: tiene que ser una persona que valore nuestros conceptos de la cosa, sino no funciona. Si nos proponen una gira vestidos de determinada forma que a nosotros no nos interesa, porque es moda y porque es marketing, no. Nosotros tenemos una forma, una estética y una actitud ya definidas, entonces el representante tiene que ser parte de eso y trabajar con mucho respeto.

- A propósito de estética: en estos tiempos en los que el despliegue visual, la performance escénica, el show arriba del escenario importan tanto, ustedes sin embargo mantienen la misma propuesta visual que hace 25 años: una estética bastante despojada...

Eduardo:
Lo que nos preocupa fundamentalmente es que la gente participe de la canción. Vos podés poner en una parte de una canción una pareja de baile, pero en una parte, y que realmente contribuya a que esa canción sea más escuchada.

Hay una costumbre que se ha ido generando en nuestro país: que siempre la canción popular fue canción de texto, y eso se ha ido perdiendo por toda una generación del jingle, que te impone una melodía que te entre por la oreja y que te venda algo. Y el citadino ha recibido mucho eso, porque la vorágine de la vida cotidiana no le permite sentarse a escuchar un disco. Sin embargo, en el interior te sucede permanentemente que viene gente que vos suponés que no escuchó lo que cantaste, y te dice "qué interesante cuando usted dijo tal cosa" y vos quedás patas para arriba, porque está haciendo un análisis literario, y de repente es un paisano que no lee, pero recibió la imagen y lo conmovió. Y la idea es esa: que la canción sea el vehículo y que el tipo que esté escuchando no pierda el interés en eso, que atienda a lo que está oyendo y que lo digiera, que lo agarre para él. Por eso la importancia de centrar en el escenario el dúo y una iluminación que más o menos apunte a que la atención esté allí, porque en un entorno donde vos tenés una iluminación general siempre va a haber una distracción, es como ir al cine y mirar una película con la luz prendida: se levanta una persona y te distrae.

Mario: En los espectáculos nos piden canciones que hace diez años que las cantamos, entonces vos decís qué mecanismo extraño ese, donde hay cierta independencia de lo que son los golpes de moda... en donde la canción esa marcó a alguien por lo que fue, le quedó y la pidió, cuando están otras canciones nuevas nuestras, pero aparte el mundo se mueve alrededor de otras cosas: desde todo el lenguaje de los video clips, hasta lo que tu decías de toda una propuesta sobre el escenario muy ambiciosa, que nosotros no es que la desechemos únicamente por razones económicas...

- Porque para ustedes no es lo esencial.

Mario:
No es lo esencial. Nos importa llegar a la gente de otra manera. Hay canciones como Pobre Joaquín de Ruben Lena: que es una canción muy jugada a una historia muy sencilla, muy íntima, muy movilizadora, pero una cosa muy chiquita. Esa canción la cantamos en Brasil por ejemplo, después de que había actuado una artista brasilera con una propuesta de rock pesado, onda lo que hacía Madonna en algún tiempo... y después venía Chico Buarque con toda su banda con Hugo Fattoruso incluido; y en el medio estuvimos nosotros cantando eso, jugando a veces a que un acorde, a que una notita de la guitarra, o alguna palabra, sean el elemento movilizador... sensibilizador.

Eduardo: El uruguayo es más decidor, por lo que te decía hoy de la tradición del buen texto. De repente las grandes voces no fueron importantes, sino la forma de decir. Y en ese sentido hemos tenido maestros invalorables: Zitarrosa, Viglietti, tipos que por su condición de locutores, siempre respetaron mucho la puntuación, lo cual generó que en la audiencia hubiera una recepción mucho más clara del texto; porque como te decía antes, no es la musicalización de una fonética, sino de un texto, de una idea.

- Hoy hablabas de las diferencias que existen en cuanto a la recepción del mensaje entre la gente de la capital y del resto del país; eso ha sido una constante que ha caracterizado al dúo: con ustedes se siente identificado tanto un público de Montevideo, como del interior...

Eduardo:
Es verdad, es una condición que algunos músicos nos han dicho, que yo no sé si es bueno o es malo, pero lo cierto es que dicen que es así: que tenemos una especie de situación de bisagra: no somos ni músicos del interior ni músicos de la ciudad, porque abordamos los dos lados. Eso es consecuencia de nuestra formación: somos del interior, pero la temática urbana ha estado siempre presente, porque en el interior también hay ciudades, no sólo se vive en el campo. Por tanto tenías la posibilidad de vivir una relación muy directa con la vida campesina, y caminabas diez minutos y estabas en el centro viviendo la misma realidad que un joven de la capital, en una dimensión más pequeña.

Nosotros hemos trabajado siempre en el país y para el interior, y con la idea de una proyección internacional, porque confiamos plenamente en el oficio de los músicos uruguayos y sabemos que los artistas uruguayos tienen que llegar a ocupar lugares de privilegio en el mundo, porque lo tienen naturalmente. Son los principales embajadores que tiene el país. Nuestro país se conoce en el exterior más que nada por la gente de la cultura: ¿qué ha prestigiado nuestro país? ¿el ser una plaza financiera donde se lavan narcodólares? no, lo han prestigiado Benedetti, Viglietti, Zitarrosa, Rodó, Torres García, Figari; gente de la cultura, incluso la cultura deportiva: es conocido el Uruguay por el buen fútbol de otra época... y el mal fútbol de esta época. (Risas). Siempre la cultura ha sido el verdadero embajador, y los verdaderos embajadores desconocen eso; cuando ese debería ser el objetivo de su misión: un diplomático debería estar en un país para proyectar a su país, no para estar de fiesta en fiesta y haciendo nada. Y es lo que vemos sistemáticamente: hemos viajado por todo el mundo y nunca tuvimos una relación de recibimiento ni de saludo de un diplomático, entonces yo me pregunto cuál es el objetivo...

- La función.

Eduardo:
A veces sucede que las autoridades cuando llegan a ocupar los cargos, se olvidan que son funcionarios del pueblo y que es la gente la que les paga. Nosotros hemos procurado siempre que vamos al exterior a llevar discos de nuestros compañeros, tratamos de generar contactos para que vaya otra gente, siempre hemos tratado de que ese tipo de viajes sea la proyección de un trabajo del Uruguay. En las veces que lo hemos logrado ha sido muy lindo: en Nueva Zelanda, por ejemplo, fue muy interesante cantar para un público totalmente desconocedor de las cosas nuestras, inclusive idiomáticamente; nos sorprendió mucho el recibimiento y la receptividad.

En la Universidad de Montreal de Canadá también tuvimos una experiencia muy linda: hicimos una especie de charla ilustrativa con nuestra obra para estudiantes universitarios de música y fue muy grato. En los países vecinos trabajamos bastante, pero no tenemos la oportunidad de una presencia sistemática, cada vez que vas es un trabajo bárbaro. En Argentina una de las cosas que nos gratifica es que, más allá de que a veces se acercan mucho los uruguayos, la mayoría del público que va a ver al dúo, es argentino.

Es muy lindo porque indudablemente vos te sentís que estás traduciendo una realidad territorial...

- Exacto, que es local, pero de algún modo también es universal.

Eduardo:
Y ahí está creo que la autenticidad ¿no?

Yo supongo que si vos viajás a Bolivia y te gusta la música, vas a tratar de ir a ver qué están haciendo los bolivianos: no vas a buscar donde está actuando Jaime Roos, Larbanois Carrero o Rada, sería absurdo porque los ves acá. Acá en general se hace al revés, por esa condición medio de Malinche que tenemos, viene el turista y le traemos artistas de su propio país, en vez de decir "vea, acá tenemos esto".

Nosotros tenemos una situación de privilegio en general en la prensa, pero nos preocupa la proyección de este oficio: hay mucha gente haciendo cosas muy buenas y no tiene posibilidad de proyectarse porque hay una actitud demasiado conservadora y además desvalorizadora. Se da muchas veces que si está un extranjero el primero que vuela sos vos, en cuanto a la atención. Entonces uno tiene que marcar eso: si los propios periodistas que son los que deben proyectar, los que no proyectan una política cultural, hay que marcárselo, porque en general hay gente muy macanuda y muy buena, pero que está pautando una forma de trabajar que a veces no es la correcta.

- No sólo los medios ¿no? también las autoridades, lo que decías hoy: la falta de políticas culturales.

Eduardo:
Por cierto, sí. Por un lado hay un desconocimiento real de lo que es la cultura como elemento de exportación; y por otro lado hay una concepción demasiado utilitaria de la cultura: acá hay una concepción de que la cultura es un adornito, es la frutillita que va arriba de la torta y si no está no importa, y si se la come uno bárbaro, y si no la tirás. Hay una irreverencia muy grande.

Mario: De todas maneras dentro de todo ese entorno nosotros podemos considerarnos privilegiados: llevamos prácticamente 25 años de actividad, este año acabamos de obtener por tercera vez el Charrúa de oro, estamos grabando, actuando continuamente. Muchas veces lo que nos preocupa - y esto es más a lo que apuntamos cuando hacemos este tipo de valoraciones - es crear el ámbito para entrar a pensar cómo podríamos hacer entre todos para cambiar esto, más allá de a quien le compete concretamente el tema. Nos preocupa porque en los tiempos que corren, con los avances tecnológicos tan grandes que hay, si no elaboramos entre los uruguayos alguna forma para preservar nuestra identidad, tendemos a desaparecer. Es difícil remontar a la inversa toda esa información que te llega por miles de canales...

- La famosa globalización...

Mario:
La globalización económica tiene un sustento de globalización cultural: generar los mismos apetitos en todas partes del mundo, para vender las mismas cosas en todas partes del mundo. ¿Cómo hacés vos para, desde acá, impulsar la murga, el candombe?

Eduardo: Si no hay políticas culturales, si el gobierno no tiene un espacio para proyectar eso ¿quién lo va a proyectar? Si cuando la otra vez un Ministro de Cultura fue a China y le preguntaron por la música uruguaya, él mismo vino y reconoció que no sabía cual era la música uruguaya, ¡entonces ese tipo no puede ser Ministro! Pero acá hay una concepción bastante equivocada de lo que es un cargo público: acá vos ves los tipos que son rotativos: el que estaba de Ministro de Ganadería va para la Federación Rural, o al revés, y el que no va para el Ministerio de Cultura, y así siempre están rotando los mismos. A la clase política no le interesa la cultura, eso es clarísimo y notorio.

Fijate que vos vas a cualquier país de Latinoamérica y querés escuchar música extranjera, es muy difícil encontrarla en los medios; acá es muy difícil encontrar música uruguaya. Es notorio: vas a Ecuador a Chile y está todo el día en los medios su música; querés escuchar jazz o blues o country y hay programas específicos a determinadas horas; acá no, acá es todo el día música extranjera y un poquito de uruguaya en algún lado, y en algunos medios de difusión nada. Ahora se está hablando de producción - por suerte - y hay gente que ha tomado esto con otro nivel, pero se hace muy difícil, no porque el país sea chico, porque ese es verso sistemático.
 
- Yo les iba a preguntar eso precisamente, o sea que el tema de que es un mercado chico...

Eduardo:
No corre porque ¿cómo explicás la presencia de espectáculos extranjeros multitudinarios? Eso es porque hay un estímulo a través de los medios para que consuma la gente. Si ese mismo estímulo existiera para la música uruguaya, indudablemente habría una actividad muy profusa.

Mario: Yo creo que si hubieran estímulos cambiaría la historia, porque hay algo básico que nos ha pasado y que hemos observado por ahí también, y es que hay una identidad artística, en lo que tiene que ver directamente con lo musical, muy uruguaya; a tal punto que cuando andás por ahí, te reconocen como uruguayo, porque lo que hace Jaime Roos, lo que hace Rada, lo que hace Pepe Guerra, lo que hacemos nosotros, lo que hacen incluso las bandas si vos querés más rock o con influencias más modernas, tampoco son un padrón de reproducción de cosas que vengan de afuera, es muy uruguayo... tienen algo ... hay como...

- Hay como un aroma...

Mario:
Hay una cosa uruguaya allí, que tiene que ver con lo que se hace, con la forma en que se habla, con los textos.

- Bien. La última: el dúo surge en un momento social y político bastante diferente al de ahora, desde entonces han pasado 25 años y sin embargo Larbanois Carrero sigue teniendo vigencia y sigue teniendo éxito, si tuvieran que explicar las razones de esa vigencia ¿qué dirían?

Eduardo:
Yo creo que una de las razones es nuestra pretensión de seguir creciendo, y la gente respeta eso, en cualquier oficio creo que pasa eso: un médico que en las primeras etapas de su carrera cuando recién se recibió, te atiende con entrega, te demuestra que ama lo que hace, vos lo ves comprometido, que está permanentemente atento a los congresos para informarse de lo que hay nuevo; indudablemente que a vos te vas a costar mucho dejar de ir, y en cualquier oficio pasa lo mismo. Con nosotros también creo que pasa eso: la gente ve que nos gusta lo que hacemos y que en alguna medida traducimos su entorno; porque es el de todos, no nos proponemos eso, no es nuestra intención "vamos a cantar esto porque Fulano se va a sentir identificado".

- Es lo que sienten ustedes que coincide con lo que siente la gente...

Eduardo:
Sin duda, porque como te decíamos: nosotros hacemos lo que queremos, pero lo que queremos es lo que quiere el vecino de al lado, el de enfrente, el de la otra cuadra; porque vivimos la misma realidad. Y las canciones hablan de nuestros problemas que son los problemas de todos. Creo que ahí está la raíz de esa permanencia. Y sobre todo querer lo que uno hace y sentirse gratificado cuando hacés algo que te gusta; que creo que, como te decía al principio, es la única forma de ser libre, en un medio donde sistemáticamente estás contra la pared recibiendo una ondanada de cosas que no tenés tiempo a razonar.

Nosotros procuramos cuando hablamos con los jóvenes, decirles que se revelen ante lo preestablecido, no por una cuestión de rebeldía natural, sino que conserven esa capacidad del ser humano de crear, en cualquier circunstancia. Porque además es lo que tenemos: nuestra capacidad de crear, nuestra capacidad de recibir el arte, porque el arte cuando es auténtico, te propone una participación activa. La intención es esa: que vos tires un cable para que el tipo lo agarre; porque indudablemente una canción que a mí me conmueve y a vos también, no va a ser por lo mismo, porque vos tenés otra edad, otra experiencia de vida... o capaz que sí, pero por lo general se dice que el artista "es un visor inteligente de su obra": el artista sabe lo que hizo pero nunca sabe lo que le salió. Muchas veces vas a encontrar un razonamiento en el otro que vos no habías previsto en tu obra. Si vos escuchás detrás de una obra plástica los comentarios que la gente hace a veces no podés creer y el tipo que hizo la pintura capaz que ni por asomo quiso expresar eso. En las novelas igual, lees: "en el andén de la estación" y vos ya te retrotraés a tu experiencia en una andén en una estación, que no es la misma que vi yo ni que vio él, por tanto estás creando. No es lo mismo cuando ves en la pantalla, la tele te lo da hecho, te quita la posibilidad de crear.

Yo me dedico mucho a la docencia y muchas veces los alumnos comentan acá que los profesores a veces les dicen vean tal película en vez de leer tal obra ¡vos no podés ver a Shakespeare por televisión! porque lo que vos leíste no va a tener nada que ver: si lo lees después, estás condicionado por la imagen que te dieron y si ves la película después de leerlo, no vas a encontrar nada de lo que vos te habías creado, porque es esencial reconocer eso: que el arte cuando es auténtico te da una participación creativa.

Por ejemplo el leer, el escuchar una canción te propone a vos participar. Una obra te conmueve porque vos te identificás, porque vos ponés tu parte creativa. Cuando escuchaste una canción y te conmovió es porque la hubieras querido escribir vos, porque tal cosa habla de vos, tales palabras dicen lo que uno quería decir. Cuando la obra es auténtica se termina de realizar en el otro, a eso voy porque vos me preguntabas ¿por qué la gente...? porque la gente termina ella haciendo la canción, y eso es cuando la obra es auténtica.

Analía Camargo

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Larbanois-Carrero en Sala Zitarrosa