Jorge Esmoris, Todos al diván

15/2/2003

Como tomar un litro de agua por día, como comer una manzana dos veces por semana; así es We are fantastic. Un espectáculo sano, saludable, terapéutico.
Un espejo que nos permite reírnos con ganas "de nuestros juicios y prejuicios, de nuestras certidumbres e incertidumbres, de nuestra grandilocuente y hasta ahora no demostrada: identidad nacional".

Con su creador: Jorge Esmoris hablamos de esta propuesta, de su particular ojo clínico, y de lo que significa estar por fuera de las tablas del Carnaval.
 
Inspirado en la célebre frase de nuestro principal mandatario, Jorge Esmoris creó We are fantastic: una propuesta que lleva a cabo junto a la Antimurga BCG en la Sala Zitarrosa.

El espectáculo, que toma elementos de la ópera, del Carnaval, del music hall y del cabaret, pero siempre "en clave de humor"; nos propone probar y comprobar por qué los uruguayos efectivamente, somos fantásticos.

- "We are fantastic", el nombre tiene que ver con la frase de tu tocayo...

- Seguro, está tomada del número uno... Cuando la escuché, después de salir del asombro y la perplejidad, realmente pensé que era el título de un espectáculo, que disparaba toda una historia de los uruguayos. Y bueno en función de eso se fue armando el espectáculo, las escenas. Tratando de meternos en lo que es la realidad y yendo para atrás y para adelante, con diferentes toques de humor desde el punto de vista estilístico: el humor absurdo, el humor negro. Pero también con cierto dejo de... no de nostalgia, pero... Porque hay una primera parte del espectáculo que apunta a otra fibra, a otra cuerda del espectador. Es como prepararla para a partir de allí sí, salir a la realidad más feroz. Pero todo obviamente en clave de humor ¿no? Humor que por momentos es descacharrante.

- ¿Entonces no tiene nada que ver con una propuesta de murga? ¿No es un espectáculo para hacerse en un tablado, por ejemplo?

- No, no. Podrías de repente trasladar algunas cosas. La BCG en Carnaval tampoco fue una cosa de hacer murga tradicional, pero esto obviamente está pensado para una sala: se apoya mucho en lo técnico, fundamentalmente en lo que tiene que ver con la parte de audio, porque musicalmente realmente suena y suena. Y por supuesto también lo que tiene que ver con las luces, que la sala está equipada al mejor nivel ¿no? Entonces es muy compacto desde ese punto de vista el espectáculo.

Para pensar en un tablado ya tendrías que pensar en otras cosas o en una especie de reconversión del espectáculo; más allá de que, como hay cosas que hacíamos en los tablados que no las podemos trasladar aquí a la sala; cosas que estamos haciendo aquí es muy difícil trasladarlas a un tablado ¿no?

- Son 20 los músicos en escena ¿verdad?

- En total somos 20. La banda estable son 8 músicos, y por supuesto después todo el mundo se le va agregando y terminamos con una gran cuerda de tambores. Pero la banda estable de músicos, que obviamente son todos de la murga, está compuesta por un trío de caños, un set de percusión, batería, bajo y guitarra. Después obviamente algunos que cantan o que actúan, pasan a tocar puntualmente otro instrumento; pero la banda estable son 8 músicos.

- ¿Cuánto tiempo te llevó armar el espectáculo? ¿Cuándo empezaste a escribirlo?

- Yo empecé a armar esto por ahí por el mes de julio y después se iba modificando según lo que iba pasando. En agosto como que fue el momento más difícil del espectáculo porque se venía todo abajo, y eso también como que lo sentí yo a la hora de elaborar los textos. Después hubo como una especie de resurgimiento y ahí es donde viene todo el tema musical, de tratar de, a pesar de estar diciendo las cosas más terribles -en clave de humor, pero terribles- la forma en que se dice y la forma musical que le encontramos para decirlo, es una cosa que contrasta ¿no? De repente tenés lo más terrible, pero musicalmente te pasa por arriba. Entonces la parte musical sí juega un rol fundamental, que tiene que ver con una especie de mezcla de candombe, con música gitana, obviamente los caños le dan un brillo muy grande... Pero ya te digo, es toda una música muy para arriba, a pesar de que el texto por momentos se pone muy negro ¿no? Digo desde el humor.

- Es una apuesta a lo musical, al humor, pero también a lo visual ¿verdad?

- Sí, tiene cosas desde el punto de vista visual, musical, escénico que llaman la atención. Está bastante cuidado en esos aspectos y vos te das cuenta que la gente como que siente que le pasa algo por encima. Porque por la estructura del espectáculo: porque no hay terminó una canción, viene la otra, la gente aplaude; sino que es toda una cosa que se va sucediendo, va todo encadenado. Recién al terminar se produce un apagón, que es el apagón final y ahí como que la gente respira y aplaude a rabiar, porque se ve que estuvo contenida durante todo el espectáculo y no lo pudo hacer.

Realmente nosotros estamos muy satisfechos, contentos. Teníamos ciertas expectativas, también muchas dudas por el momento que está viviendo el Uruguay desde el punto de vista económico, de cómo podía ser el tema de la gente, si iba a venir o no iba a venir; y realmente nos superó. A tal punto que a partir del viernes 21 vamos a empezar a hacer funciones todos los días.

- Mirá…

- Era un espectáculo para seguirlo todo el año, de eso no nos cabe la menor duda. Pero bueno la sala está con muchos compromisos y el 4 de marzo tenemos que... en realidad el 2 de marzo tendríamos que dejar la sala porque ya estaba comprometida. Seguimos 2 días más que supuestamente es Carnaval, y ya aprovechamos y toda la semana previa vamos a hacer funciones: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo, lunes, martes y ahí hacemos el entierro de Carnaval y el entierro de We are fantastic. Incluso tenemos planificado hacer en 18 de Julio: en esta cuadra que va de Río Negro a Julio Herrera, una gran fiesta y que sea el final.

- Ahora que decís de terminar en la calle, con la gente: ¿cuando estás en un escenario cómo este, extrañás el tablado?

- A mí me resulta difícil separar, porque estando en un tablado o estando en un teatro la actitud mía y la cabeza mía es la misma ¿no? Te sentís como un actor, entonces yo no distingo. Me preguntaban con la gira del interior si el público era diferente: por ahí es diferente pero yo sinceramente no podría establecer diferencias. O soy yo que de repente me pongo el balde, pero me subo ahí arriba y esté en Fray Bentos, esté en Río Negro, esté en Soriano, esté en Montevideo; para mí se da lo mismo. El contacto y lo que uno recibe y da creo que es igual, más allá de que de repente reaccionen de una manera u otra...

- En ese sentido, ¿alguna vez te pasó que en un espectáculo la respuesta del público no fuera la que esperabas, que por ejemplo no se riera?

- No,... no. Lo que pasa es que en una sala así de 500, 600 localidades de repente hay un público que se ríe en una parte, otro se ríe en otra, te cambia de una función a la otra, eso ya es resorte de la gente ¿no? Pero así que no se riera... Lo que pasa es que lo que yo hago como no son chistes, por lo general no hay así carcajadas, pero es una constante. Lo que a mí me gusta es apostar más al sentido del humor que al humor en sí: es como un matiz ¿no? Es como que el sentido del humor lo vas descubriendo durante el transcurso del espectáculo. Te sentís vos de otra manera y por ahí yo que sé en determinado momento se manifiesta en una gran risa, o en una carcajada, o en un aplauso; pero como que es un estado desde que empieza hasta que termina. Y no es que de repente te reíste en uno mucho y después salís y no te pasa nada. Me parece que hay espectáculos de donde te vas con un sentido del humor, y a eso es lo que apunto.

- Bien. Si tuvieras que decirle a la gente por qué tiene que venir a ver We are fantastic, ¿qué le dirías?

- Que es un espectáculo ideal para estos tiempos. Que a nosotros por lo menos nos hace muy bien hacerlo. Que es terapéutico. Que es un espectáculo redondo con el que la gente ríe mucho, disfruta mucho, sale entusiasmada. Pero que también se va con algún elemento o alguna llave, ya sea para abrir una puerta o una ventana.
Que es un espectáculo muy digno. Que el uruguayo se merecía un espectáculo así... y Batlle también (risas).

- Yendo a otro tema, es el segundo año que no salís en Carnaval, ¿no pensás salir más?

- No, por el momento no está en mis planes. Ni siquiera creo que está en los planes de nadie ¿no? Me parece que fue una relación que ya está terminada. Salvo que cambie mucho la cosa y se pueda salir en Carnaval estando por fuera de todo lo que es la interna... Pero dudo y además ya nos acostumbramos mucho a ser dueños del espectáculo ¿no? Y en el Carnaval a veces estabas limitado por el tema del reglamento. Es como si esto mismo que hacemos acá te dijeran "bueno, pero los caños tienen que tocar 2 minutos, la guitarra eléctrica la podés tocar 3 minutos"; como que ya eso a nosotros nos dificultaba mucho para desarrollar la propuesta o los espectáculos que queríamos hacer. Pero de todas maneras, si existe la posibilidad de volver a un tablado, - sin pasar por ningún organismo, sino que nosotros tratemos directamente con el escenario y pongamos las condiciones, que ponemos aquí también - volveríamos y con gusto ¿no? Pero creo que tampoco vamos a desechar estos espacios, esta sala que nos permite desarrollar cosas que las teníamos ahí guardadas.

- ¿Tiene alguna desventaja el no estar en el concurso oficial?

- No, ninguna. Es más, para nosotros el estar en el concurso siempre fue una desventaja. Para poder hacer tablados estábamos obligados a concursar, y realmente eso a nosotros ya nos tenía bastante cansados ¿no? Todo el tema del concurso, que además eso también dispara un clima siempre de confrontación: cuando aparece Carnaval, prácticamente siempre todo el mundo está peleando con todo el mundo, por hacer tablados, por el concurso, por esto, por aquello, por lo otro. Y como que nosotros le estábamos perdiendo como que el gustito al Carnaval. Llegábamos realmente a un escenario ya cansados de toda la pelea, la discusión que habías tenido previo a ese tablado. Entonces no vemos desventajas.

- ¿Has visto algo de Carnaval? ¿Seguís yendo al tablado?

- No, no. El último tablado que pisé fue el Sporting y de cara pintada. En ese aspecto soy bastante radical, es un corte que hago. Porque la verdad es que yo conozco la otra cara del Carnaval, se me haría muy difícil ver a alguien cantando tal cosa, cuando yo sé la otra cara. Entonces como conozco las dos caras, prefiero no estar.

- Bien. Además de We are fantastic, ¿tenés otros proyectos?

- Hay algunos proyectos que me tendrían a mí como actor invitado para algunas cosas. Después alguna posibilidad para setiembre y octubre de realizar una gira con un monólogo que estoy armando para el interior. Pero quiero también tomarme un poco de vacaciones de tener que pensar un espectáculo, armarlo, es decir todo lo que implica eso; tener más la función de actor pura y exclusivamente.

Estoy preparando sí, más o menos lo tengo bastante diseñado, un Esmoris 2005, que sería la segunda parte de Esmoris Presidente, ya ahora sí de cara...

- De cara a las elecciones.

- Exactamente (risas).

- A propósito de Esmoris presidente y de todos tus unipersonales: yo no he escuchado a nadie que diga que un espectáculo tuyo fue malo, o que se aburrió, o que no le gustó; más bien todo lo contrario. Cuando armás un proyecto nuevo, ¿sentís ese peso de estar como compitiendo contigo mismo?

- Es un desafío. Pero también me siento con la libertad de hacer lo que siento y lo que realmente tengo ganas de hacer. Tenés que ser consciente de que vos te exponés y que la gente te va a juzgar, a enjuiciar; entonces tenés que estar preparado para una que te salga bien o una que te salga mal. Pero el primer destinatario de todo lo que hago soy yo. Esa cosa de "qué le gustará a la gente", "qué le gustará al pueblo"... Como decía César Pavese: todo el mundo habla de pueblo en tercera persona y hay que ser pueblo. Y bueno yo soy gente también, y si a mí lo que hago me gusta de repente puede haber alguien más que le guste. Entonces no tengo esa espada de Damocles de estar pensando "¿qué es lo que le puede gustar a la gente?".

Soy un tipo muy observador, que creo que conoce mucho la conducta del uruguayo, o la conducta humana, por lo que es mi profesión: que no tenés más remedio que trabajar con las conductas humanas. Y después no tengo miedo para largar cosas ¿no?, aún dudas, porque como yo no creo que el escenario sea una clase, ni un lugar donde se impartan conocimientos, no creo en el arte didáctico; entonces tengo la libertad de tirar ahí cosas y que la gente tome lo que le sirve, y si no le sirve que no lo tome y punto. Pero no es que sienta así el peso de tener que hacer algo bien. Yo con que sea honesto y auténtico, y sobre todo que respete la sensibilidad y la inteligencia de la gente, me considero ya satisfecho.

Analía Camargo

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