Jaime Roos en Velódromo Municipal

17/3/2001

Con la sonrisa dibujada

Artista genuino capaz de captar los aspectos más auténticos y característicos de su ciudad y convertirlos en canción. Fotógrafo urbano que congela personajes y situaciones, que pintan como una postal la geografía, la historia y la idiosincrasia de la capital oriental. Poeta citadino que logra plasmar en una estrofa la esencia de Montevideo, sintetizando en un verso sonoridades, fragancias y matices que describen e identifican a "la muy fiel y reconquistadora ciudad de San Felipe y Santiago". Todo eso es Jaime Andrés Roos, y todo eso quedó demostrado en su reencuentro con el público montevideano, el pasado 17 de marzo en el Velódromo Municipal.

Brindis por la vuelta

Luego de más de tres años de ausencia de los escenarios capitalinos, Jaime Roos, uno de los referentes más importantes de la música uruguaya, pionero en establecer en nuestro país la figura del productor artístico, y reconocido por manejarse con un profesionalismo poco común en estas latitudes; volvió a presentarse en vivo. Tras su recordada serie de recitales en el Teatro Solís en 1998, para conmemorar los 20 años de su primer álbum Candombe del 31, que realizara junto a su banda de entonces La Doble y que diera origen a Concierto Aniversario su segundo disco en vivo; Roos no había vuelto a las tablas, hasta el pasado 17 de marzo.

En dicha oportunidad y ante aproximadamente 12.000 personas, quien fuera reconocido por Agadu como el artista más vendedor de la década pasada, brindó un excelente show, el segundo de la gira que comenzó en el departamento de Treinta y Tres, y que lo llevará durante los próximos tres meses a varias ciudades de Uruguay y de Argentina.

El citado concierto marcó el debut montevideano de la banda Contraseña, integrada por Gustavo Montemurro en teclados y acordeón; los hermanos Ibarburu: Andrés, Martín y Nicolás en bajo, batería y guitarra respectivamente; Walter Haedo en la percusión; y Emiliano Muñoz, Freddy Bessio, Alvaro Fontes, Pedro Takoriáin y Ney Perazza en los coros (este último también en guitarra).

Las variantes con respecto a La Doble están dadas precisamente por la inclusión del guitarrista Ney Perazza; la sustitución del bajista Marcelo "Taquini" Núñez por Andrés Ibarburu, debido a que según Jaime, estaba buscando un sonido de bajo "más viejo, más Fender, que pegue más en la boca del estómago"; y la renovación del coro cuyos nuevos integrantes pertenecen a Los Mareados, y cuyas voces con reminiscencias de mediados del siglo XX, eran también parte de la idea musical craneada por Roos.

Contrariamente a lo que podría suponerse a priori, el recital no fue la presentación de Contraseña, el último trabajo discográfico de Jaime, en el que se convierte en intérprete y versiona temas de una decena de autores montevideanos; ni tampoco de Cuando el río suena, el disco que produjera en 1999 para la cantante argentina Adriana Varela y en el que ésta interpreta un repertorio de canciones rioplatenses que van desde el tango a la murga, pasando por candombes, milongas y chamarritas.

Cuando canta Jaime

Mientras Defensor jugaba contra Nacional en el Franzini, Jaime era local en el Velódromo. Pasadas las 9 y media de la noche la banda salió a la cancha y con los acordes inconfundibles de Cuando juega Uruguay el público ya empezó a aplaudir. La canción para la celeste sonó contundente, poderosa y hasta conmovedora. Inmediatamente después vino Amor profundo, el tema de Alberto "Mandrake" Wolf que inicia el disco Contraseña y que curiosamente es el primer "hit" de Roos en el que ni la letra ni la música le pertenecen: ha tenido temas que han sido exitosos y que han sido compartidos como La hermana de la coneja con letra de Raúl Castro o La despedida del Gran Tuleque con letra de Rosencof, pero en ambos casos la música era de su autoría.

Luego de esa excepcional muestra de talento vocal de Freddy Bessio, vino Dices que te vas, y a continuación dos temas incluidos en Contraseña: Tablas: esa maravilla compuesta por Gastón Ciarlo "Dino" y No pienses de más de Jorge Drexler. De ese disco, además de estos dos temas y de Amor profundo que fue reiterado más tarde, Jaime cantó solamente Milonga de Gauna, uno de los dos temas (el otro es Sin saber por qué) que le pertenecen.

Seguidamente un compilado murguero integrado por Los futuros murguistas, Adiós juventud, y Los Olímpicos. No obstante, además de los clásicos, el repertorio - que según Roos fue el más extenso de toda su trayectoria - incluyó canciones de las que él llama "escondidas", que están en sus viejos discos y que hacía mucho no interpretaba como Viviendo, Historias tristes y Quince abriles, que, para su sorpresa, la mayor parte del público conocía y acompañó cantando.

Luego subió al escenario una invitada de lujo: Adriana Varela, que cantó junto a Roos el Milongón del Guruyú y la chamarrita de El Sabalero Pa'l Abrojal. Acto seguido, la banda bajó del escenario y subió un trío argentino que la acompañó para interpretar tres tangos: Cuarenta, Pa'lo que te va durar y De la canilla de Jaime Roos y Raúl Castro. Siempre seductora, manifestó su cariño por el público uruguayo y mostró gran manejo escénico a pesar de algunos problemas de audio que, dicho sea de paso, se reiteraron en más de una oportunidad a lo largo del recital.

Sin duda uno de los momentos más altos del espectáculo, fue cuando ambos brindaron una versión magistral de Milonga de pelo largo, ese himno de Dino, el padre de la milonga rock, que hizo vibrar a los presentes fundamentalmente con el crescendo del coro final, conducido por la guitarra feroz y a la vez conmovedora de Nicolás Ibarburu.

Otro de los puntos fuertes del set fue la interpretación - previa dedicación a su madre - de Durazno y Convención, donde realmente la banda se lució, ejecutando un solo que duro casi diez minutos.

Esa noche

Cuando en un recital, el que está arriba del escenario, tiene tantas ganas de tocar, como el que está abajo de escuchar, se genera una comunión tal, que se respira en el ambiente una especie de sentimiento de gozo generalizado que es realmente maravilloso. Eso ocurrió en el Velódromo.

"Sólo por curiosidad" explicaba sonriendo Jaime, cuando pasadas dos horas de recital, el público se quejó porque había mirado el reloj. Y era verdad, siguió tocando. En la lista de canciones que interpretó en el toque propiamente dicho, o en el largo bis que redondeó el show de tres horas, se encontraban entre otras: Nadie me dijo nada, Cometa de la Farola, Colombina, Tal vez cheché, Aquello, La hermana de la coneja, Al Pepe Sasía, Amándote, Piropo, Si me voy antes que vos, El hombre de la calle, Esta noche y Expreso horizonte, tema con el que terminó, poco antes de la 1 de la madrugada, un concierto verdaderamente soberbio, luego del cual todos: músicos y público nos fuimos, como Jaime con Colombina, con la sonrisa dibujada.

Analía Camargo

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