SieteNotas

La Mufa, Raros peinados nuevos

29/12/2009

Tango. La Mufa (Perro Andaluz Ediciones, Montevideo 2009)

Oír hablar de orquesta de tango veinte años atrás, llevaba de inmediato a pensar en algo avejentado tanto por la edad de sus integrantes como por las gastadísimas recetas utilizadas. Si existían jóvenes dando sus primeros pasos en el mundo de la música, se los podía ver en el rock, la canción folclórica o la música tropical. Raramente en el tango.

A mediados de los noventas, dos orquestas conformadas por jóvenes como La Camorra y El Arranque comenzarían a modificar el tablero de la escena argentina. Luego llegaría la Orquesta Típica Fernández Fierro y más sobre la década del cero, un reguero de nombres como La Siniestra, Tres Por Tango, La Furca, Ciudad Baigón, La Imperial, o el Cuarteto La Púa, que en casi todos los casos –y como es lógico suponer en gente joven- aportaría al tango otra imagen.

En vez de trajes, atuendos informales; en lugar de cortes de pelo clásicos, cabellos largos y raros peinados nuevos; en vez de la exclusiva presencia masculina ejecutando la partitura, el signo de los tiempos de la mujer metida en todos los ámbitos haciéndose cargo del toque del violín, el violonchelo, el bandoneón y el instrumento que se le plante. (Existe inclusive una orquesta como Las del Abasto, en cuya formación no existe la figura masculina).

La Mufa es una orquesta uruguaya formada en 2003, que navega esta tendencia y que acaso, parte de su razón de ser tenga que ver con un acto reflejo de lo que sucede en la otra orilla del Plata. Lucía Gatti y Vivianne Graf son la parte femenina y se hacen cargo de violonchelo y violín respectivamente, en tanto el bandoneón está en manos de Martín Pugin, Jorge Pi toca el contrabajo, y Alejandro Migues el piano.

Musicalmente comparten con el resto de las nuevas orquestas un espíritu de búsqueda que trata de evitar la seguidilla de Piazzolla y la fusión con otros géneros. Ubicada estilísticamente en los años de mayor popularidad del tango (las décadas del 40 y el 50), el sonido global recuerda a las orquestas de Troilo y Pugliesse pero pincelando hacia adentro de esa estética macro, otras interrelaciones instrumentales, de tinte sobrecargado a veces. Tales pinceladas generan microclimas, que consiguen alejar las piezas del tratamiento que han tenido originalmente.

“La yumba” interpretada por Pugliesse tiene un bandoneón de sonido más abierto, un piano menos activo y obviamente, carece del arreglo de bandoneón piazzollano que invade el centro de la puesta, mientras que en “Chiquilín de Bachín” y en “Libertango” (ambas de Astor Piazzolla), los papeles instrumentales corren por otros cauces.

En el primero de ellos hay una mayor participación de las cuerdas, un piano de tono más dramático, y un paso de contrapunto bandoneón / chelo, que generan una tensión expresiva apartada del lirismo de las puestas que Goyeneche o Amelita Baltar hicieron primariamente. En “Libertango” las variaciones de violín están en el centro de atención con un chelo rítmico que hace las veces de la batería, mientras que el solo de bandoneón delinea un dibujo armónico diferente al de la versión original.

La estética años cuarenta se mantiene erguida aún cuando el colectivo tanguero interpreta a Piazzolla, un creador que propuso un modelo alternativo al de Pugliesse / Troilo y que por haber significado un salto adelante, en principio parecía difícil encajonarlo en un modelo estético anterior. La Mufa lo logra haciendo predominar las posibilidades rítmicas de cada instrumento sobre las melódico – armónicas, u operando sobre la dinámica de la composición.

Sobre las razones para el explosivo arribo de los jóvenes al ámbito tanguero, podría pensarse acaso, en el escaso poder de convocatoria de la música que baja del hemisferio norte (que en otros momentos se tragaba casi toda la atención), y en la deriva natural hacia un género como el tango -congelado durante un buen tiempo como posibilidad desde donde operar creativamente- que ha tenido en su esencia, el potencial como para no volverse polvo mientras el interés por la música regional se concentraba en otros ritmos.

Leonardo Scampini
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"Ese trabajo personal de buscar canciones adentro y sacar temas fue un proceso muy movilizante; en vez de hacer terapia hice canciones".
Ana Prada, 3/6/2006
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