Tribu Mandril, Ni malucos ni caretas
15/4/2001
Entre caños de goma y bidones, utensilios de cocina y tensores, nació el "candombe de lata, el candombe de poca plata" que en nuestro país es sinónimo de Tribu Mandril.
Tras haber recorrido además de teatros y ferias vecinales, los más variados escenarios; esta novedosa propuesta, que reinventa nuestro principal ritmo musical fusionándolo con géneros como rumba, reggae, plena, rap, samba y funk, tiene ahora forma de disco compacto. Se llama Tocalata y constituye un nuevo color, un nuevo matiz que dibuja y enriquece la "cultura con marca Uruguay".
Nicolás Arnicho, cacique de esta Tribu y creador del proyecto, habla del disco y de los cuatro años del grupo, e insiste en la necesidad y la importancia de no perder el norte, de mirar para adelante y estar atento...
- Si bien Tocalata es el primer disco "oficial" de la Tribu Mandril, ustedes tienen otro, que fue grabado hace algunos años ¿verdad?
- Sí. Nosotros grabamos un disco hace tres años en el estudio de un amigo: en dos o tres días hicimos un pequeño resumen de los temas que estábamos tocando en ese momento, para tener algo portátil y barato para vender cuando tocábamos. Es un cassette que lo seguimos vendiendo todavía, que sale 50 pesos, y es una manera muy ágil y muy directa de, al tocar en la calle, tener otro ingreso más allá de la colaboración de la gente; lo hicimos con ese fin.
El disco está buenísimo, a mí me encanta, pero claro, la parte gráfica, la calidad del sonido, la calidad de la propuesta va acorde a un disco que sale 50 pesos: re simple; y bueno, siempre estaba ahí pendiente el tema de poder hacer en algún momento un disco, ya con un sello que lo bancara, que pusiera el dinero para trabajar en un estudio bueno, con músicos, con un productor, y que lo distribuyera: porque el disco primero nuestro no tiene distribución, solamente lo vendemos nosotros; no está declarado ante Agadu ni nada, es un disco under.
Hubieron varios sellos que andaban en la vuelta, pero siempre llegaba un momento que paraban, y apareció la gente de Ayuí que no dudó: llamaron para tener una conversación, yo les hice un planteamiento de los gastos del proyecto y los locos lo aguantaron. Empezamos a trabajar con ellos y fue en octubre y noviembre que grabamos, en diciembre se mezcló y en enero salió a la venta.
- Y tiene como dos partes: una primera que reproduce el espectáculo que hacían en La casa del teatro con el actor cubano Wikike, y una segunda, más bailable, que son los temas que produjo tu hermano Andrés...
- Ahí va, tiene como esas dos partes: una que es como un cuento, que tiene que ver con el espectáculo aquél del teatro, que trabaja Wikike interpretando un montón de personajes que van enganchado un tema con el otro; y donde el sonido de los temas es casi igual a lo que suena en la calle cuando la gente nos ve tocar: solamente las latas, los tachos que usamos nosotros y nada más, con el agregado ese del enganche de personajes entre tema y tema que le da como una continuidad; que aparte era un poco la manera de, en un disco, poder poner la música que hacemos nosotros, sin que dejara de ser lo que lo que la gente va a encontrar en la calle después.
La ventaja de vernos en la calle es que están viendo los tachos, las distintas cosas con las que tocamos, los movimientos; en el disco eso solo no alcanzaba, tenía que tener algo más que le diera como una coherencia a todo y por eso fue la historia esa del cuento.
Y después los últimos tres temas son como más cargados: bajo, guitarras, teclados, caños; como para tener música que también pueda ser pasada en radios y en discotecas; música más comercial, por llamarla de alguna manera.
- En ese sentido, en lo que respecta a géneros y estilos, hay de todo en el disco: hay funk, hay reggae, hay rumba, hay plena, hay samba...
- Sí, obviamente al ser un grupo de un percusionista, la influencia mayor es de la percusión, y la variedad va por el lado de lo rítmico; pero sí hay de todo. Hay tanto de todo que se nos están acabando los recursos de dónde ir a sacar información para armar cosas nuevas.
- Y en cuanto a la composición, excepto Plena del muerto que es de Rada, el resto de las letras son tuyas
- Menos la de Rada sí, las letras de las canciones son mías. Los textos son todos de Wikike: las cosas que dice cada personaje, eso no, eso es todo de él, son todas cosas que escribió él; yo hago las letras de las canciones.
- También en ese aspecto hay de todo: hay letras muy serias como Patrimonio y otras muy divertidas.
- Sí, la verdad es eso, hay de todo. Hay letras que - me parece a mí, tomándome el atrevimiento de hablar un poco de las cosas que yo escribo - dicen cosas, hay una intención mía de decir cosas, y otras que son más casuales, donde lo que importa es el hecho de tocar con una tapa de water o un calefón y unos frascos de champú. Hay otras que no, Patrimonio es el tema más concreto; el tema Tocalata inclusive es un tema por ahí no comprometido, pero que dice algo concreto; Lampiao es una letra graciosa, pero es de algo cierto también que habla.
- Bien. Yendo a la parte gráfica, el diseño del disco y todo el arte del grupo es responsabilidad de Alejandro Etchegoyen, uno de Los Mandriles.
- Ahí va, todo: desde el primer logo que hubo de la Tribu Mandril, a las remeras, los afiches, los volantes; toda la gráfica es del Ratón, y el trabajo del disco también. Y las fotos son de la mujer de él: de Sandra, o sea que fue todo hecho así, en equipo. En ese sentido somos muy cuidadosos, porque hay como una estética, como una onda, que nosotros la controlamos porque sabemos lo que queremos. A veces delegar eso en otras personas crea problemas y más en cosas tan comprometidas como es un disco; entonces eso corría por cuenta nuestra desde un principio, y los locos de Ayuí aceptaron y lo hizo el Ratón, y le quedó espectacular, o sea, no hubiera quedado mejor nunca, nunca.
- ¿Conforme con el disco entonces?
- Sí, sí, muy conforme. Costó pila terminarlo, porque si bien Ayuí bancó el presupuesto, fue un presupuesto hecho a la medida para que se pudiera bancar: trabajando con gente amiga, grabando en un estudio de grabación que no es un estudio de grabación, es una sala de ensayo...
- La Zapada.
- Sí, que es donde ensaya Jaime Roos por ejemplo, pero Jaime no graba ahí, sus discos los graba en otro lado; o mismo Rada ensaya ahí pero sus discos los graba en otro lado. Nosotros grabamos donde ensayan los grupos que después graban en otro lado. Y bueno, costó terminarlo mucho tiempo, mucha cabeza ahí adentro, pero valió la pena, sin duda que valió la pena. Yo creo que tá, me puedo morir tranquilo, que hay una cosa hecha, que tiene buena forma musical, estética; y que yo estoy muy conforme con eso.
- Además de tener buena forma musical y estética, y de ser una manera de plasmar, de dejar un registro de lo hecho durante estos cuatro años, ¿qué otras cosas significa el disco?, si tuvieras que definirlo ¿qué dirías?
- Creo que es un muy buen disco: por la manera en la que fue hecho y a partir de lo que es hecho. No es un disco de canciones, no es un grupo que toque canciones, es una propuesta rara, como para que en un disco tenga la relativa coherencia que yo creo que tiene.
Yo creo que es algo que está hecho con una inquietud artística muy grande, mucho más grande que lo comercial, o que lo trascendente que pueda tener el disco a nivel de marketing. Creo que tiene un compromiso artístico muy grande y para mí es lo más importante, lo que yo más valoro en cualquier propuesta o proyecto de ese tipo. A eso se le suma que yo creo que es un disco que suena bien, que tiene marcha, que tiene bomba, que tiene swing.
- Y además que no hay acá, o sea, es el primer material de este estilo en nuestro país.
- Sí, no hay. En Argentina tampoco hay de percusión alternativa. En Brasil hay, pero las cosas que tocan son diferentes: tocan funk y samba en latas; con el swing y la fuerza que tienen los brasileños, pero también con el respaldo de mercado que tienen: ellos son suceso en su propia tierra.
O sea, son las reglas del juego: si yo me quedo acá no voy a tener por ahí el respaldo que esto podría tener si fuera hecho en otro lado; pero bueno, estoy a cuatro cuadras de la rambla, cuando quiero voy al estadio, voy a Las Llamadas y no añoro todo lo que estando en otro lado y teniendo el respaldo, añoraría del Uruguay.
- En ese sentido, ustedes que fueron a Argentina ¿cómo les está yendo? ¿presentaron el disco allá?
- Mirá, no, en Argentina nos fue más o menos... o sea... fuimos a tocar a Rosario y estuvo bueno, pero el público argentino es medio especial también, tocar en Buenos Aires es como tocar en Punta del Este, la gran mayoría del porteño, del bonaerense es ese perfil y es muy diferente a lo que son los montevideanos, es otra gente.
Para entrar allá al gran mercado tenés que ir apadrinado por las llaves que abren las puertas de la cultura de Buenos Aires: Tinelli; que es lo que está pasando con Los Fatales: entraron por la puerta grande y ahí es como que tienen el visado a Buenos Aires: si Tinelli dice que lo que hacés está buenísimo, está visado. Ahora si nosotros vamos a tocar, porque nos lleva un productor chico, a un boliche con una cobertura de prensa pequeña, o en medios de prensa de cierto corte; el gran Buenos Aires no te va a consumir.
- Debe haber mucha gente que ya conoce la historia, pero contá de nuevo cómo surge, allá por el '97 la Tribu Mandril, con los tambores de Jacinto Vera y con los talleres del TUMP.
- Como no. En el '97 yo me volví de Bahía para Uruguay: estuve en Bahía estudiando un tiempito y me vine. Cuando vine, el TUMP y la Intendencia de Montevideo tenían - y tienen - un convenio a través del cual hay talleres de distintas disciplinas artísticas en Montevideo: murga, coro, plástica, teatro, danza, música, percusión. Un percusionista amigo: Juan Carlos Ferreira tenía un taller que no sabía si lo iba a agarrar, y como es muy amigo mío y sabía que recién había llegado y que estaba arrancando a trabajar, me dijo "tomá, quedate con este taller vos y yo agarro el otro", y me dio el taller del Cerro que era en el Florencio Sánchez. Ante la concurrencia masiva de gente y al no haber instrumentos, yo les propuse a los tipos empezar a trabajar con baldes, con latas, en base a un grupo que yo había visto en Bahía que se llamaba Drumming too deep; y la gente se recontra prendió.
Paralelo a eso, en Jacinto Vera yo había juntado nueve tambores para empezar a trabajar con arreglos: con entradas, salidas de ritmos, cambios; entonces lo que hice fue juntar esas dos cosas, y ese primer verano del '97 y el '98 empezamos a tocar en las calles. Me acuerdo que la propuesta era ir a tocar a la rambla, a las playas, y la primera vez que salimos no fue un lindo día, entonces en lugar de ir para la rambla paramos en Tres Cruces y no nos dio bola nadie, absolutamente nadie. Aquella primer pasada fue un desastre, pero igual agarramos las latas y nos fuimos a la feria de Tristán Narvaja y ahí ya, o sea, a veinte cuadras de distancia, el mismo día, fue un reventón; se ve que era como una prueba que nos estaban haciendo, onda bueno, a ustedes les puede llegar a ir muy bien, pero a ver si realmente están convencidos de que quieren esto...
Después empezamos a ir a la feria del Parque Rodó, a Villa Biarritz y la gente empezó a conocer, porque era una cosa muy rara, no estaba ni Stomp en la tele todavía...
- Claro, porque después que apareció ese documental en HBO como que la gente empezó a asociar.
- Después ahí se juntaron las cosas y la gente más apoyó. Además sonaba bien, metíamos, bailábamos, cantábamos; como que no le dábamos espacio para que dijeran "tá, callate, eso es ridículo", porque estaba bien hecho y nosotros estábamos contentos haciéndolo, entonces la gente quedaba así...
- Entre la sorpresa y el disfrute.
- Lo que le gustaría sería encontrar de dónde poder decir "esto está mal", pero no había, entonces quedaban onda "será que está bueno". Después apareció Stomp en el cable, nosotros fuimos creciendo el show, fuimos a la radio, a los programas de televisión...
- Después La casa del teatro...
- Después el teatro. Después tocamos con la Abuela Coca, con Rada. El siguiente verano en la rambla fue lo de refresco Puritas...
- Que iban en el camión.
- Que estaba Latasónica y la Tribu Mandril. Y como que la lata ya entró y tuvo Visa sin problemas. Y anduvimos tocando y este es el cuarto verano: cada año trajo algo, este año trajo esto del disco, y yo creo que ahora está trayendo más cosas; o sea, pasó algo cuando terminamos el disco: no queríamos más nada, tuvimos una charla un día, y como que había un ciclo que ya estaba cumplido...
- Y el disco era como el epílogo.
- El disco era como el cierre de esto que estuvo buenísimo y que es sin duda el mejor recuerdo que yo tengo de mi vida musical y humana también. Pero no quería que esto se transformara en algo que se fuera desgastando y que terminara siendo...
- Sí, a veces hay que tener la sabiduría de terminar las cosas en el momento justo...
- De terminar, o de renovar el espacio, el camino. Y un poco es en lo que estamos ahora: a partir de ese momento, si bien seguimos haciendo las mismas cosas, empezamos a prepararnos como para poder generar algo nuevo. Empezamos a tomar clases de canto, clases de danza, como que de a poquito yo creo que está empezando a suceder lo mismo que al principio: hacer cosas que nos salen muy mal: cantar (bueno el único que canta soy yo), bailar (una cosa es chiviar como chiviamos nosotros, y otra cosa es bailar).
Creo que eso es lo mejor, o sea: esto está muy mal, hay que trabajar mucho para que esté bien. Creo que es lo que está haciendo falta: hay un paño, un área que más o menos la tenemos controlada, pero ya terminó, hay muchas cosas más para hacer, para aprender.
- Y además es una actitud que no muchos artistas tienen ¿no? de una vez que logran algo así como un éxito, en lugar de seguir con la fórmula que da resultado, arrancar con otra cosa, seguir aprendiendo; y eso es super valorable.
- Sí, y eso ojalá que nunca me pase. No hay que ser gil tampoco, hubo momentos en que Los Mandriles estaban en la boca de todo el mundo y trabajábamos para todo el mundo, y gracias a muchas cosas, pero mucho a esos momentos, yo tengo mi casa. O sea que hay una instancia en la que uno tiene que aprovechar para obtener también dinero de las cosas que hace, porque uno vive de eso; pero llega un momento que ya está, y estando un poco atento creo que es muy fácil darse cuenta que si seguís te vas a empezar a sentir mal vos, y lo que te mantiene mirando para adelante no es la música o el periodismo, sino otras cosas...
Lo que está bueno es cuando vos estás mirando para adelante, porque lo tuyo está ahí adelante. Hay que estar atento para poder avanzar. Supongo que uno va creciendo y va madurando la manera de avanzar y el avanzar cada vez se hace más objetivo, más concreto, más tranquilo; pero no para.
- A propósito: después de tocar con la banda Delanuka, con Laura Canoura, con el grupo Repique y con Osvaldo y Mariana; te vas a Cuba y cuando venís armás La Sandunguera; te vas a Bahía y cuando venís empezás a trabajar en la banda de Rada, formás la Tribu Mandril, concretás el espectáculo con Ariel (Ameijenda); ¿y ahora? ¿cuál es el próximo paso de ese "avanzar que no para"?
- Ojalá pudiera estar arriba de un avión ahora, te lo juro. O sea, tengo miedo de empezar a deber, de entrar en el debe con la música, por cómo han sido las cosas hasta ahora: yo me desprendí de muchas cosas sin importarme nada, por ir atrás de lo otro.
Cuando me fui para Cuba yo estaba tocando con Osvaldo y Mariana y me acuerdo que íbamos a tocar en un festival en el Monumental de Núñez donde había posibilidades inclusive de tener un contacto con Fito Páez, porque Osvaldo estaba tocando percusión para él y había posibilidades de que él pasara a tocar la batería y entonces siempre jodía con eso; y sin embargo yo me fui a la mierda, no me importó, o sea, sin despreciar lo que había, pero yo sabía lo que quería.
Después cuando me vine armamos La Sandunguera, tocamos dos años sin parar y apareció Rada que en ese momento vino a vivir a Montevideo, y quería producir un disco de La Sandunguera; y yo ya tenía boletos para irme a Bahía, y me fui.
Y las dos veces me fui a vivir como nunca había vivido acá en Montevideo y como la gran mayoría de los músicos que yo conozco nunca vivieron; o sea, no me fui a un hotel: estaba en una escuela, en un altilllo, viviendo con otro tipo que estaba re loco, y no había agua a veces, y no había heladera, y no había nada...
Yo fui a estudiar, fui a buscar... y fruto de todo eso... o sea, yo no tengo dudas de que por algo a mí me ha ido como me ha ido después, yo hice entregas muy grandes; entonces la música después a mí me dio muchísimo más de lo que a mucha gente acá: las cosas que yo tengo las tengo por la música, y no por tocar con Sergio Denis o con María Marta Serralima - con el respeto que me merecen Sergio Denis y María Marta Serralima - tocando la música mía, tocando la música que a mí me gusta.
Creo que eso es fruto de lo que uno le ha dado primero; y eso tiene que irse reciclando... Ojalá que la próxima nota yo la haga contigo cuando haya vuelto de una cosa así, porque es lo que yo siento que a mí me mantiene on the road, me hace caminar, me hacer crecer.
Analía Camargo