Alejandro Ferradás, a pulmón, entre dos
24/1/2003
A los 18 años grabó su primer trabajo discográfico. En esa época además de testigo, fue activo protagonista de la movida rockera post dictadura. Hoy, después de haber recorrido el mundo, de haber editado varios discos y de haber acompañado a figuras de la talla de Mauricio Ubal y Eduardo Darnauchans; está más cerca del perfil de cantautor, que del estereotipo de cantante de rock.
"Mundo Aparte": su cuarto disco solista, ilustra con elocuencia ese cambio, tanto estético como de actitud. Su reciente lanzamiento oficial era el motivo de esta entrevista. Motivo que devino en pretexto para conversar sobre el pasado musical de Alejandro Ferradás y para conocer el balance que hace, luego de 15 años de trayectoria artística, de su carrera en particular y de la música uruguaya en general.
- El disco se presentó en diciembre, pero se terminó de grabar en marzo ¿no?
- En marzo terminamos de grabar y en mayo masterizamos. Originalmente iba a salir en agosto, pero estuvo toda esta sacudida, entonces el sello detuvo todas las producciones a mitad de año. Supuestamente se iba a correr un mes, para setiembre, después ya se vino octubre, estábamos en noviembre y al final terminó saliendo en diciembre; pero el disco estaba terminado desde mayo.
- ¿Conforme con el resultado, con el proceso?
- Sí. A mí me gustó mucho el proceso de este disco, porque lo hice muy tranquilo. En los discos anteriores como que sufría más: grababa, iba a mi casa, escuchaba y me parecía que estaba horrible. Iba al otro día y quería cambiar todo. En este caso no, nunca tuve la sensación de que algo me estaba quedando mal. Por un lado porque los músicos grabaron muy bien, muy rápido y porque yo tenía una idea muy clara de lo que quería antes de entrar al estudio. Pero también porque yo no estaba con esa tensión y esa ansiedad de estar grabando.
Fue una cosa tranquila, una cosa que uno va haciendo medio como sin darse cuenta, sin mucho stress. Algo con mucha calma y en todo un ambiente así, muy relax.
- Vos sos el productor artístico: ¿tenías ya los temas y tuviste que seleccionar, o los fuiste componiendo exclusivamente para el disco?, ¿cómo fue?
- Yo en casa generalmente grabo cosas. Ideas sueltas o algunos temas que andan por ahí los voy archivando en la computadora. Cuando vine a grabar el disco agarré todo ese material y elegí. Luego de esa selección empecé un poco a armar los temas y después les di a los músicos una grabación de esos demos hechos en casa. Cada uno los escuchó un tiempo y bueno después fue simplemente ir al estudio y grabarlos; en realidad no ensayamos.
- Mirá...
- Sí, yo ensayo muy poco. En general con el Darno ensayo lo mínimo indispensable. Y esto fue igual. Claro son todos músicos que saben lo que hacen...
- Sí, no son novatos.
- Claro, se repasan los temas, tienen sus carpetas con todas sus partituras; o sea que si vamos a tocar de repente hacemos un ensayo para pasar y nada más.
Y está bueno que quede así, me gusta que sea más natural el hecho de los arreglos, de los toques. Que encuentres que el tema no está ensayado al milímetro, que tenga frescura. Porque después se corre el riesgo de trabajarlos un poco de más. Y por otra parte como yo ya había trabajado en casa los temas, ellos tenían una clara referencia de lo que yo quería.
O sea que por ese lado fue una cuestión muy rápida de grabación y alguna cosa que corregís sobre la marcha como siempre: sacás algún instrumento, largás alguna cosita; pero cosas muy sutiles. En realidad los demos que hice en casa son muy parecidos al resultado final.
Después a la hora de cantar si sufrí...
- ¿Por qué?, ¿siempre "sufrís" o fue solo en este disco?
- Siempre sufro a la hora de cantar. Pero sufrí menos que otras veces, lo cual es bueno. En los discos anteriores sufría más, en el sentido de estar toda la tarde cantando un tema, llegar a casa y pensar que estaba todo horriblemente mal cantado, que era un desastre y tener ganas de ir a cantarlo de vuelta o a sacarlo.
En este caso no, si bien siempre queda algo para mejorar, si no estaba perfecto no me preocupaba tanto. Y al final después escuchás y está bien, es una especie de persecución en tu cabeza.
La mezcla también se hizo muy rápido. Estuve trabajando con Daniel Báez con quien yo había grabado tres de los discos anteriores. Había grabado el disco de Séptimo Velo con él, había grabado el "Banderas por Banderines" y había grabado "Noche Africana". Entonces un poco ya conocía su forma de trabajar y también yo algo había aprendido en estos años, entonces me pude comunicar mucho mejor con él y controlar más. Antes me pasaba que los discos salían como te quedaran. Vos grababas sin saber mucho de producción, tenías simplemente intuiciones de cosas. Por lo menos en mi caso. Entonces generalmente el que definía eso era el ingeniero de sonido. O sea los músicos que teníamos que hacer la parte de producción no entendíamos nada. Entonces si el sonidista era bueno, si el ingeniero era bueno, terminaba siendo más productor que el propio artista. Y bueno fue lo que pasó con Daniel: en los primeros discos, las cosas que quedaron buenas, fueron básicamente por mérito de él. Y ahora como que ya aprendí algunas cosas y entonces puedo indicar, puedo dominar exactamente que es lo que quiero del sonido. Y aquel obviamente es una persona muy abierta a todo y me resultó muy fácil trabajar.
Incluso el masterizado, que lo hicimos con él también, yo le dije "mirá yo estoy medio cansado de los compresores y esas cosas, del sonido tan al mango, me gusta una cosa un poco más dinámica, con un sonido más natural"; que era como la antítesis de lo que se busca hoy en día a la hora de masterizar ¿no?: mucho volumen, mucha presencia de sonido, que te vuele la cabeza. Y cuando empezamos a trabajar ya con el primer tema la oreja se me había cansado, y le dije: "no tengo ganas de arrancarle la cabeza a nadie en este disco". Y no me arrepiento. Lo escucho y me parece que fue acertada esa decisión de decir no lo retoquemos. Porque a veces vos terminás de grabar el disco, suena bien, te gusta cómo está y después al masterizarlo cuando le pasás el pulido final lo podés estropear. El masterizado fue un retoquecito ahí de equalización, los volúmenes y nada más.
Tal vez en otra época se lo dejaba librado a la persona que estuviera ahí haciéndolo. Entonces estoy conforme por eso: porque logré dominar todas las etapas, desde la pre-producción, hasta la grabación y hasta el masterizado. O sea también sabiendo donde estaban mis carencias y buscando la forma de disimularlas, que también es parte del oficio ¿no?
Igual de todas maneras lo importante de un disco, -porque estamos hablando mucho del sonido-, son los temas: o sea el disco por más que suene todo bárbaro, si los temas no están buenos, no es un buen disco. Eso es algo que también tuve en cuenta todo el tiempo ¿no? que hoy en día el sonido no es el problema, que todo el mundo suena bien, todos los discos suenan bien. Por una cuestión de profesionalismo que hay en las bandas y en los estudios, cualquier disco que agarres de música uruguaya de cualquier estilo: ya sea un grupo de heavy metal, de hip hop, de música electrónica o de folclore; suena muy bien.
Pero hay que hacer hincapié en que ahora la apuesta es, como siempre debe ser, a la composición, a la interpretación, a la canción. Yo cuando elegía los temas estaba pensando en eso: no me importaba si había una cierta unidad o no del disco, simplemente me parecía que un buen disco era una colección de buenos temas, porque esos son los discos que me gustan.
- Y en materia de canciones todas te pertenecen ¿no?
- Sí, hay diez temas que son míos.
- Hay uno que es de Dino...
- Hay un tema de Dino: "Pasa la vida"...
- Y hay otro con el Darno...
- Hay uno con el Darno ["Sol de Magrebí"] y otro con Mauricio Ubal ["Cotidiana"], o sea que ellos hicieron las letras. En el caso del tema que hicimos con el Darno yo tenía esa melodía y nos juntamos una tarde e hicimos esa letra. Y con Mauricio no, yo le entregué una grabación del tema con la melodía tarareada y él después me dio la letra terminada.
Si fuera por mí me encantaría escribir canciones con mucha gente: me gusta eso de compartir la creación con otro. Es mucho más rico que de repente uno solo tratando de sacar adelante el tema. Por lo menos en mi caso que a veces se me hace difícil el salir digamos de la receta que uno mismo se crea, de esa especie de círculo vicioso al que uno entra de repente sin querer: que escribe más o menos de lo mismo, con el mismo tipo de vocabulario, con el mismo tipo de frases, de imágenes.
No es algo que he hecho mucho, pero siempre que lo he hecho me ha salido muy bien, y me he sentido muy cómodo. Espero que en el próximo disco pueda tener más temas compuestos con otra gente.
Y es un honor haber compuesto temas con ellos dos, con el Darno que nunca se me hubiera ocurrido por ejemplo que algún día yo iba a...
- ¿No?
- No. Te estoy hablando de que yo siempre fui muy fan del Darno. En toda mi adolescencia y mi juventud iba siempre a sus recitales, me aprendía las canciones en la guitarra, escuchaba los discos. Y bueno tocar con él me parecía una cosa increíble.
Después tuve un momento similar cuando salió el disco "Entre el micrófono y la penumbra": cuando me entregaron el disco dije "opa, esto es un disco del Darno y yo estoy acá, o sea grabé con el Darno". Y ahora por ejemplo cuando sale el disco "acá compuse un tema con el Darno". Son cosas que te reconfortan y que nunca me hubiera imaginado: si me decías diez años atrás, era una cosa que estaba totalmente... no te digo fuera de mí alance pero que nunca había esperado. Y bueno quién sabe qué estaré haciendo yo dentro de diez años... cuando hagamos el próximo recital con Paul McCartney (risas).
- Ya que hablás de mirar hacia atrás diez años ¿cómo ves tu música a lo largo de ese tiempo?, ¿qué valoración hacés de tus discos?, ¿lo ves como un proceso ascendente?
- Sí lo veo como un proceso. El primer trabajo ["Banderas por Banderines"] fue una cosa que surgió después de haber terminado el período de Séptimo Velo, de haberse disuelto el grupo. Llegué medio como ahora: grabando cosas en casa y archivando material; y también como éste, mi primer trabajo solista, sale como medio sin querer. Totalmente experimental, porque justamente había salido de las ataduras de una banda, y porque además tenía a disposición algo que me parecía una cosa increíble: que era la tecnología midi, el sonido digital; estábamos todos enloquecidos con eso. Usé eso mucho en esa época y me sirvió para experimentar mucho a nivel de sonidos. De ese primer disco creo que hay dos, a los sumo tres temas que me parecen todavía viables para poderlos cantar, o sea que compositivamente estaban bien.
En el segundo disco ["Noche Africana"] sí, ya hay un mayor porcentaje de canciones que me parece que están bien. Es un disco que hasta el día de hoy me parece que sigue siendo bueno. O sea, donde ya encuentro temas que no volvería a hacer, pero donde destaco por lo menos la mitad del disco.
En el caso de "Contenido Neto" quise hacer una cosa distinta, quise hacer un disco mucho más agresivo, más rockero, más distorsionado; y entonces ahí hay temas que me gustan (las baladas que están ahí me gustan mucho y hay un par de temas que me gusta mucho la banda), pero lo que no me gusta mucho es esa actitud. Evidentemente en ese momento lo hice porque lo quería hacer así. Pero ahora descubro que hay canciones que estaban como muy gritadas, que no es mucho mi palo, que realmente no es mi mayor rendimiento a nivel de intérprete y a nivel compositivo.
En este disco ["Mundo aparte"] partí de esa base: si me siento más cómodo haciendo este tipo de canción, interpretando tal tipo de melodía y en un registro más grave, sin gritar, sin sacar tanta cosa; bueno es hora de hacerlo. Creo que como que vas buscando, hacés un resumen de toda tu carrera y decís cuales son los temas que más te parece que te gustan, o te resultan más fáciles de hacer, o te gusta más cantar; y bueno encontrás ciertas cosas en común entre todos ellos y decís...
- Este es el camino.
- Claro. En este disco quise hacer como un resumen de eso. Y realmente siento que logré, en algunos temas sobre todo, encontrar ese lugar donde me sentía más cómodo. Y a su vez zafar de los prejuicios tipo pah "no quiero que quede un disco muy paloma", "no quiero que sea un disco muy baladista", "quiero que tenga fuerza"... En realidad si los temas están buenos, el disco va a estar bueno. Entonces lo que pensé fue: no me importa si la mitad de los temas son baladas y si no hay muchos temas para arriba. Busqué que hubiera temas que yo pudiera cantar bien, tranquilo como intérprete. Y creo que ahí sí voy logrando ir encontrando las cosas que más me resultan, con las que me siento más identificado; recién, o sea en la medida que si dios quiere siga haciendo cosas y haga otro disco ya voy a poder dar un paso más en ese sentido.
- Teniendo en cuenta eso que decís de esos cambios que venís procesando a lo largo de tus más de quince años de trayectoria artística ¿qué balance hacés de todo ese tiempo?
- Yo dos por tres me hago balances de mi vida en general y en cuanto a la música en particular. Y haciendo ese balance me di cuenta que era mi cuarto disco: no muchos artistas de mi generación pudieron editar, y menos llegar a un cuarto disco. Muy pocos han podido subsistir el cruel mundo de ser músico. Me di cuenta que en realidad tuve una vida artística bastante rica: haber grabado estos discos, estar participando en ese tipo de proyectos con artistas de primer nivel, haberme sacado las ganas en el disco anterior de hacerlo en Abbey Road. Entonces siento como que el balance es altamente positivo. Y me siento más tranquilo con el tema de la música. De repente en otra época estaba más desesperado no sé, por el tema de tener una venta espectacular, o tener un hit; y en realidad no, el tema es poder seguir haciendo cosas. En realidad lo que me preocupa es eso: cuando estoy grabando y cuando estoy haciendo cosas, que estén bien artísticamente, correctas en ese sentido y nada más. Porque podrán haber muchas bandas haciendo determinados géneros o estilos, pero las que realmente se destacan, las que perduran y las que marcan algo son aquellas que tienen buenas canciones. Cuando hay buenas canciones y artísticamente la cosa está bien hecha, a la larga se nota.
Me parece que el uruguayo en ese sentido es mucho más sabio: si bien por momentos consume lo que consume la mayoría, aunque sea horrible; por lo general se comporta distinto que en otros lados. Hay más tendencia a analizar las cosas y a distinguir la buena música de la mala música, que son las dos únicas cosas que existen. O sea no podés calificar la música a través de otra cosa: no se puede decir la música tropical es esto, el rock and roll es esto y el candombe es aquello. La única manera de calificar la música es si es buena o mala. Y creo que el uruguayo es capaz de distinguir eso muy claramente, es capaz de discernir mucho mejor que en otros lados, donde consumen lo que le dan para consumir y no analizan más allá de eso.
Por eso yo apuesto a eso: a la calidad artística del trabajo, a una cosa bien hecha a nivel artístico; que es un poco la razón de ser del músico. O sea no hay otro interés, porque básicamente tampoco le va a cambiar mucho la vida hacer las cosas de otra manera. Nadie se ha hecho millonario con esto en Uruguay, por lo menos en la enorme gran mayoría de los uruguayos. Salvo contadas excepciones creo que se subsiste: mucha gente logra a través de su música subsistir, pero no le cabe la mayor diferencia si se pone a hacer tal cosa para vender, o para llegar a un público más masivo, porque en realidad no le va a cambiar mucho la vida. Es horrible; pero por otro lado es una especie de garantía de la veracidad...
- De la autenticidad...
- De la autenticidad de la música uruguaya. De que nadie está haciendo nada por otra cosa que no sea simplemente el interés de hacer artísticamente bien las cosas.
Y creo que si uno hace las cosas bien, lo otro viene: lo que podemos hablar del beneficio económico, la estabilidad de trabajo artístico que pueda tener, eso viene. No digo que venga siempre de forma continua, pero los buenos músicos, por lo menos a los que yo he visto, a la larga, les llega el reconocimiento. Mayor o menor, pero les llega. Si tienen la necesaria resistencia, porque hay que ser muy insistente también, porque como es muy difícil dedicarse a esto: llega un momento que tirás la toalla y decís esto no me genera los ingresos suficientes para el tiempo que le estoy dedicando, estoy cansado...
- En ese sentido ¿no sentís que por ejemplo desde la época de auge del rock post dictadura hasta ahora, las cosas han cambiado? ¿o te parece que se mantienen?
- No, yo creo que en ese sentido se mantienen. Claro, también la música y el arte tienen distintas funciones a lo largo del tiempo. En el caso de la segunda mitad de los ‘80 había una función muy clara que era salir afuera a hacer cosas, disfrutar de esa libertad de expresión y acusarla todo lo posible. Años anteriores era al revés: luchar contra esa falta de libertad de expresión.
Ahora por ejemplo, tiene un gran componente recreativo que antes no lo tenía. Hoy en día hay mucha música uruguaya que divierte, antes era una cosa que no existía: siempre se hablaba que la música uruguaya no era divertida. Lo que ha sido el fenómeno de la música tropical es eso: no tiene ninguna otra función que divertir, nada más. Pienso que hoy día prima de repente esa función sobre otras, en ese sentido sí ha cambiado; pero con respecto a lo que decíamos, a la forma de hacer música es la misma.
Lo que sí es diferente es el profesionalismo: hay un profesionalismo enorme en la música uruguaya. Se hacen las cosas mejor que en otras épocas y eso se nota claramente en los resultados: el material discográfico que se ha editado últimamente en Uruguay es de un nivel artístico y técnico impresionante. Todo el mundo se mueve con un nivel profesional que de repente en los ‘80 no lo tenía nadie. Eso ha sido una cosa buena que la música uruguaya ha ganado.
Sabemos que hay mucha cosa para mejorar, ni que hablar, en lo que respecta a toda la parte institucional de la música uruguaya ¿no? O sea la falta de una ley de difusión, ahora también esté el tema de la ley de autor, muchas cosas que ni siquiera muchos músicos uruguayos son concientes de que están sucediendo y que les afectan directamente.
Yo creo que hay que tener muy claro las cosas buenas que la música trae y las contrapartidas. Pero también hay que estar un poco agradecido con lo que se obtiene de un país del cual milagrosamente se sigue teniendo posibilidades. Porque que haya esta enorme cantidad de artistas de buena calidad, de discos que se editan acá, para un mercado que no existe a nivel de otras partes del mundo; es una cosa maravillosa. O sea es milagroso que en Uruguay exista todo eso, cuando supuestamente somos un país que estamos en una absoluta crisis económica, donde cualquiera pensaría que sería imposible apostar a cosas culturales, sabiendo que además siempre es lo primero que se recorta y sabiendo que sería mucho más rentable dedicarse a otra cosa. Porque yo qué sé, si vos querés poner un negocio yo no sé si pondrías un sello discográfico en Uruguay; y si querés poner algo que funcione, no sé si pondrías un boliche de música uruguaya en vivo; y sin embargo es increíble que lo poco que hay, exista.
En un país en crisis, que se editen discos para un mercado tan chico sabiendo que los márgenes de ganancia no son muy grandes, que se monten obras de teatro, que se hagan películas sabiendo lo mismo; es maravilloso. El arte uruguayo tiene esa cosa de estar hecha a pulmón, entre nos. Es horrible porque sería bueno que también fuera un negocio ¿no? que si vos tenés un disco y el disco camina bárbaro y vendés mucho, que en algo te cambie la vida. Y en realidad no te cambia mayormente la vida. Pero está bueno porque es gran parte de la garantía de que la música uruguaya es absolutamente auténtica en su creación, en su forma de existir; y porque también hace pensar que en Uruguay se comprueba que realmente lo rentable económicamente, no es siempre lo más importante.
Analía Camargo