Gastón Rodríguez presenta “Antología. Los naipes de Espartaco”
1/2/2007
¿Qué otro título habías manejado para el disco y por qué se terminó llamando así?
Desde un principio Antología simplemente, ya que de eso se trata. Es una recopilación que funciona como una única y extensa canción, editada sin espacios entre tema y tema, entrelazando sin un orden cronológico predeterminado. Es una intensa visita por toda la historia que me une en relación a la creación de canciones. Desde los tempranos días de la primera oportunidad que tuve de grabar en un estudio profesional el tema El ilusionista, hasta las últimas tomas de las canciones que fueron producidas este año.
Pero hubo un momento fundamental, en el que este disco se fue perfumando con el ambiente de la narración Los naipes de Espartaco; narración que justamente recrea un sueño que me fue acompañando durante mi adolescencia. Es un sueño tan particular en donde conviven sin contradicciones la última conversación que mantuve con mi padre cuando aún era un niño, la figura de Espartaco protagonista principal de aquella conversación y en definitiva el origen mismo de esa atracción tan poderosa, “que de una vez y para siempre”, me llevó a realizar mis propias canciones.
La forma en la que el director y actor teatral Eduardo Cervieri leyó y grabó este texto, dejó completamente claro que ése relato llevaba el espíritu de todo el disco, y le daría nombre
¿Qué diferencias y qué similitudes tiene con respecto al material anterior?
De todos tiene algo ya que se incluyen temas de cada uno de ellos: de Surnacimientos, de Aguafuertes Montevideanas en coautoría con Walter Bordoni y de Gaviotas de Fuego, todos editados por el sello Ayuí-Tacuabé.
Con respecto a Surnacimientos que es el inmediato anterior, es sin duda muy diferente. Para definirlo en pocas palabras, Surnacimientos es un saludo y a la vez una búsqueda de nuestros orígenes colectivos, es luminoso, está desbordante por tanto nacimiento y es una obra claramente estructurada; mientras Los naipes de Espartaco, intenta ser la planta sobre la que alguna vez escribió el uruguayo Felisberto Hernández (el escritor de cuentos que más disfruto en leer). El gran Felisberto lo manifestaba en Explicación falsa de mis cuentos con estas palabras “que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea”.
¿Cuál es el corte de difusión de la placa y si no hubiera sido ese track, qué otro surco del CD hubiera sido?
Si una canción de seis minutos de duración puede considerarse de esta forma, sin duda Canción del hombre de “ningúnlugar” fue concebida para iniciar el disco. Para mí es fundamental porque me permitió trasmitir con algo de humor e ironía, un destino a esta altura. Ese destino es el de no sentirme perteneciente a ninguno de los movimientos estéticos que prevalecieron o fueron moda pasajera de nuestra música, me refiero desde que estoy haciendo canciones por supuesto.
Esta canción precisamente ubica al personaje que narra su propia historia como un cantautor, que vive y crea “mirando de afuera” tres épocas muy definidas en los últimos años: la canción comprometida, la canción divertida y por último la que debe ser enfurecida. En todos los casos el “hombre de ningúnlugar” queda fuera de este juego, en “off side”.
A su vez queda tiempo para hacerle alguna guiñada al entrañable personaje de la película El submarino amarillo, el “nowhere man”, citando incluso por medio de la elocuente guitarra de Guzmán Peralta en el final del tema, las primeras notas de esta recordada canción de Los Beatles. Y si no fuera ésta, Milagros de la memoria podría ser perfectamente un corte, ya que es un tema que nunca tuvo ese lugar y al que siempre le guardo una preferencia, por tener el raro privilegio de hacerme sentir que es la primera, cada vez que la escucho o la tocamos en vivo.
¿Cuáles son –en orden- los tres temas que más te gustan del disco y siguiendo ese orden, cuál ocupa el último lugar?
Voy a decir algo que nunca se dice, “son como mis hijas y por los hijos uno no puede hacer diferencia…”, suena conocido ¿no?, pero juguemos este juego.
Me referiré solamente a las nuevas canciones y a las que más apasionadamente he escuchado por razones varias y ellas son Canción pasajera, Milonga de lo que empieza y Toco la luna… dejando fuera El hombre de “ningúnlugar” que ya fue suficientemente referida. Volviendo a esta tres mencionadas, de distinta manera recrean estilos que me seducen muchísimo. Canción pasajera es muy ambiciosa por cierto, intentando un estribillo “sin principio y sin final” algo que todos buscamos de una u otra forma, al estilo de una balada trovadoresca con fuertes dosis de tecnología, una mezcla y un color que me hacen sentir muy bien representado. Milonga de lo que empieza retoma el aire cálido y de ensueño de aquellas noches de verano, en las que con mis hermanos escuchábamos a un tal Alfredo Zitarrosa, es pura memoria. Finalmente Toco la luna surgió por influencia de “los tocos” a los que se refería casi como un estilo el talento de Eduardo Mateo.
Elegí un par de anécdotas ocurridas durante el proceso de grabación.
Mirá empecemos por el final. Algo que me viene sucediendo hace tiempo y que este disco ha intensificado por juntar canciones de diversas épocas, es el hecho casi siempre asombroso del atento oyente que une finalmente quien es el o la autora de la canción que le fue acompañando durante tanto tiempo (a veces como una compañera fiel aún en los períodos más duros). Esto nos ha pasado a todos y llega el día que decimos ¡¡¡Pero mirá quien era el que cantaba esto!!!... y frases así.
En este caso alguien que no viene al caso y que me conoce hace un par de años, sólo sabía que yo hacía música, pero ni idea de que se trataba. Hace unos días fue a dar con este disco porque alguien en común se lo prestó para escuchar, la consecuencia es que me lo encuentro al otro día tocando a mi puerta para decirme algo por el estilo “no lo puedo creer, esa canción “El ilusionista” la vengo escuchando hace años y es de las que más quiero, cuando la oí en el CD no lo podía creer que fueras vos el que me había estado cantando durante tanto tiempo, vine porque no podía dejar de decírtelo personalmente”…
…Y la otra tiene que ver con el principio, con la primera sesión de grabación al comenzar a recopilar con el técnico de sonido Álvaro Reyes el material de los discos anteriores, seleccionando los temas que irían definitivamente. Escuchamos prácticamente todas las canciones que había grabado hasta el momento durante varias horas que duró la sesión, este viaje literalmente “me dio vuelta”. Cuando salí del estudio estaba tan emocionado o conmocionado por escuchar inclusive temas que hacía años no merecían toda mi atención, que caminé sin rumbo durante aproximadamente media hora según pude comprobar luego. Cuando me di cuenta que estaba en una esquina de alguna calle que no llevaba un rumbo previsto, recordé un instante lejano en las clases de armonía con mi profesor y amigo Esteban Klísich, por cierto hace ya bastantes lunas… En aquella ocasión estudiando al mango los oscuros secretos de la armonía le manifesté a Esteban que me encontraba completamente perdido, que no sabía para qué lado agarrar. Esteban con su generosa sonrisa me recordó que él mismo había formulado esa pregunta a su profesor, el inolvidable Abel Carlevaro, a lo cual el maestro le respondió “…¿estás perdido muchacho?… vas por buen camino, vas por buen camino…”.
La última: ¿cuántas estrellas le darías? Fundamente su respuesta.
Es casi imposible por mi forma de ser que yo pueda ponerle una calificación tan precisa, creo que a cualquier obra. Pero no quiero ni por asomo hacer ninguna trampa al estimado discodromo.
Lo único que se me ocurre en este momento con respecto a este disco, es que en todo caso conviven dentro mío dos calificaciones muy diferentes de acuerdo a cómo y cuándo lo escucho. Por ser este CD como mi casa, ser el mejor lugar en el que puedo estar, en el que surgieron las canciones que me han contagiado un delicado y terco perfume libertario, porque se trata de una verdadera fortuna dentro de tanta miseria, es sin duda un lugar al que considero un cinco estrellas. Pero, pero... y siempre hay un pero, si me sale el músico, el letrista o el productor detallista y molesto, siempre tengo la impresión que faltaría alguna estrella para una mejor calificación, en cada rincón de lo que he hecho.
Así que, aquí me quedo con ser lo que soy, con sus luces y sus sombras, sin juzgarlo; aprendiendo a disfrutarlo, mejorarlo y compartirlo cada vez más, porque sospecho que es de lo mejor que me ha pasado en este corto viaje.
Data
Artista: Gastón Rodríguez Aroztegui
Título: Antología “Los naipes de Espartaco”
Sello: Ayuí - Tacuabé
Año: Noviembre 2006
Arte: Diego López Brandón
Grabación: Tomas de sonido, masterizado de las nuevas canciones y remasterizado para esta antología, a cargo de Álvaro Reyes. Tomas y mezclas de temas originales editados en discos anteriores a cargo de Diego Verdier en Surnacimientos, Oscar Pessano en Aguafuertes Montevideanas y Walter Linás en Gaviotas de Fuego.
Producción: Ayuí – Tacuabé, Producción GRA, con el apoyo del Fondo Nacional de Música (FONAM).
Desde un principio Antología simplemente, ya que de eso se trata. Es una recopilación que funciona como una única y extensa canción, editada sin espacios entre tema y tema, entrelazando sin un orden cronológico predeterminado. Es una intensa visita por toda la historia que me une en relación a la creación de canciones. Desde los tempranos días de la primera oportunidad que tuve de grabar en un estudio profesional el tema El ilusionista, hasta las últimas tomas de las canciones que fueron producidas este año.
Pero hubo un momento fundamental, en el que este disco se fue perfumando con el ambiente de la narración Los naipes de Espartaco; narración que justamente recrea un sueño que me fue acompañando durante mi adolescencia. Es un sueño tan particular en donde conviven sin contradicciones la última conversación que mantuve con mi padre cuando aún era un niño, la figura de Espartaco protagonista principal de aquella conversación y en definitiva el origen mismo de esa atracción tan poderosa, “que de una vez y para siempre”, me llevó a realizar mis propias canciones.
La forma en la que el director y actor teatral Eduardo Cervieri leyó y grabó este texto, dejó completamente claro que ése relato llevaba el espíritu de todo el disco, y le daría nombre
¿Qué diferencias y qué similitudes tiene con respecto al material anterior?
De todos tiene algo ya que se incluyen temas de cada uno de ellos: de Surnacimientos, de Aguafuertes Montevideanas en coautoría con Walter Bordoni y de Gaviotas de Fuego, todos editados por el sello Ayuí-Tacuabé.
Con respecto a Surnacimientos que es el inmediato anterior, es sin duda muy diferente. Para definirlo en pocas palabras, Surnacimientos es un saludo y a la vez una búsqueda de nuestros orígenes colectivos, es luminoso, está desbordante por tanto nacimiento y es una obra claramente estructurada; mientras Los naipes de Espartaco, intenta ser la planta sobre la que alguna vez escribió el uruguayo Felisberto Hernández (el escritor de cuentos que más disfruto en leer). El gran Felisberto lo manifestaba en Explicación falsa de mis cuentos con estas palabras “que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea”.
¿Cuál es el corte de difusión de la placa y si no hubiera sido ese track, qué otro surco del CD hubiera sido?
Si una canción de seis minutos de duración puede considerarse de esta forma, sin duda Canción del hombre de “ningúnlugar” fue concebida para iniciar el disco. Para mí es fundamental porque me permitió trasmitir con algo de humor e ironía, un destino a esta altura. Ese destino es el de no sentirme perteneciente a ninguno de los movimientos estéticos que prevalecieron o fueron moda pasajera de nuestra música, me refiero desde que estoy haciendo canciones por supuesto.
Esta canción precisamente ubica al personaje que narra su propia historia como un cantautor, que vive y crea “mirando de afuera” tres épocas muy definidas en los últimos años: la canción comprometida, la canción divertida y por último la que debe ser enfurecida. En todos los casos el “hombre de ningúnlugar” queda fuera de este juego, en “off side”.
A su vez queda tiempo para hacerle alguna guiñada al entrañable personaje de la película El submarino amarillo, el “nowhere man”, citando incluso por medio de la elocuente guitarra de Guzmán Peralta en el final del tema, las primeras notas de esta recordada canción de Los Beatles. Y si no fuera ésta, Milagros de la memoria podría ser perfectamente un corte, ya que es un tema que nunca tuvo ese lugar y al que siempre le guardo una preferencia, por tener el raro privilegio de hacerme sentir que es la primera, cada vez que la escucho o la tocamos en vivo.
¿Cuáles son –en orden- los tres temas que más te gustan del disco y siguiendo ese orden, cuál ocupa el último lugar?
Voy a decir algo que nunca se dice, “son como mis hijas y por los hijos uno no puede hacer diferencia…”, suena conocido ¿no?, pero juguemos este juego.
Me referiré solamente a las nuevas canciones y a las que más apasionadamente he escuchado por razones varias y ellas son Canción pasajera, Milonga de lo que empieza y Toco la luna… dejando fuera El hombre de “ningúnlugar” que ya fue suficientemente referida. Volviendo a esta tres mencionadas, de distinta manera recrean estilos que me seducen muchísimo. Canción pasajera es muy ambiciosa por cierto, intentando un estribillo “sin principio y sin final” algo que todos buscamos de una u otra forma, al estilo de una balada trovadoresca con fuertes dosis de tecnología, una mezcla y un color que me hacen sentir muy bien representado. Milonga de lo que empieza retoma el aire cálido y de ensueño de aquellas noches de verano, en las que con mis hermanos escuchábamos a un tal Alfredo Zitarrosa, es pura memoria. Finalmente Toco la luna surgió por influencia de “los tocos” a los que se refería casi como un estilo el talento de Eduardo Mateo.
Elegí un par de anécdotas ocurridas durante el proceso de grabación.
Mirá empecemos por el final. Algo que me viene sucediendo hace tiempo y que este disco ha intensificado por juntar canciones de diversas épocas, es el hecho casi siempre asombroso del atento oyente que une finalmente quien es el o la autora de la canción que le fue acompañando durante tanto tiempo (a veces como una compañera fiel aún en los períodos más duros). Esto nos ha pasado a todos y llega el día que decimos ¡¡¡Pero mirá quien era el que cantaba esto!!!... y frases así.
En este caso alguien que no viene al caso y que me conoce hace un par de años, sólo sabía que yo hacía música, pero ni idea de que se trataba. Hace unos días fue a dar con este disco porque alguien en común se lo prestó para escuchar, la consecuencia es que me lo encuentro al otro día tocando a mi puerta para decirme algo por el estilo “no lo puedo creer, esa canción “El ilusionista” la vengo escuchando hace años y es de las que más quiero, cuando la oí en el CD no lo podía creer que fueras vos el que me había estado cantando durante tanto tiempo, vine porque no podía dejar de decírtelo personalmente”…
…Y la otra tiene que ver con el principio, con la primera sesión de grabación al comenzar a recopilar con el técnico de sonido Álvaro Reyes el material de los discos anteriores, seleccionando los temas que irían definitivamente. Escuchamos prácticamente todas las canciones que había grabado hasta el momento durante varias horas que duró la sesión, este viaje literalmente “me dio vuelta”. Cuando salí del estudio estaba tan emocionado o conmocionado por escuchar inclusive temas que hacía años no merecían toda mi atención, que caminé sin rumbo durante aproximadamente media hora según pude comprobar luego. Cuando me di cuenta que estaba en una esquina de alguna calle que no llevaba un rumbo previsto, recordé un instante lejano en las clases de armonía con mi profesor y amigo Esteban Klísich, por cierto hace ya bastantes lunas… En aquella ocasión estudiando al mango los oscuros secretos de la armonía le manifesté a Esteban que me encontraba completamente perdido, que no sabía para qué lado agarrar. Esteban con su generosa sonrisa me recordó que él mismo había formulado esa pregunta a su profesor, el inolvidable Abel Carlevaro, a lo cual el maestro le respondió “…¿estás perdido muchacho?… vas por buen camino, vas por buen camino…”.
La última: ¿cuántas estrellas le darías? Fundamente su respuesta.
Es casi imposible por mi forma de ser que yo pueda ponerle una calificación tan precisa, creo que a cualquier obra. Pero no quiero ni por asomo hacer ninguna trampa al estimado discodromo.
Lo único que se me ocurre en este momento con respecto a este disco, es que en todo caso conviven dentro mío dos calificaciones muy diferentes de acuerdo a cómo y cuándo lo escucho. Por ser este CD como mi casa, ser el mejor lugar en el que puedo estar, en el que surgieron las canciones que me han contagiado un delicado y terco perfume libertario, porque se trata de una verdadera fortuna dentro de tanta miseria, es sin duda un lugar al que considero un cinco estrellas. Pero, pero... y siempre hay un pero, si me sale el músico, el letrista o el productor detallista y molesto, siempre tengo la impresión que faltaría alguna estrella para una mejor calificación, en cada rincón de lo que he hecho.
Así que, aquí me quedo con ser lo que soy, con sus luces y sus sombras, sin juzgarlo; aprendiendo a disfrutarlo, mejorarlo y compartirlo cada vez más, porque sospecho que es de lo mejor que me ha pasado en este corto viaje.
Data
Artista: Gastón Rodríguez Aroztegui
Título: Antología “Los naipes de Espartaco”
Sello: Ayuí - Tacuabé
Año: Noviembre 2006
Arte: Diego López Brandón
Grabación: Tomas de sonido, masterizado de las nuevas canciones y remasterizado para esta antología, a cargo de Álvaro Reyes. Tomas y mezclas de temas originales editados en discos anteriores a cargo de Diego Verdier en Surnacimientos, Oscar Pessano en Aguafuertes Montevideanas y Walter Linás en Gaviotas de Fuego.
Producción: Ayuí – Tacuabé, Producción GRA, con el apoyo del Fondo Nacional de Música (FONAM).