Julio Cobelli, La inconfundible guitarra uruguaya
29/11/2007
Es uno de los mejores músicos que Uruguay ha parido. Virtuoso, versátil y de estilo inconfundible. Como guitarrista de tango es un referente máximo. Ha transitado una etapa fundamental de la música nacional acompañando a Alfredo Zitarrosa. Valorado y querido también como maestro de varias generaciones, Julio Cobelli habló en exclusiva con DelUruguay.net.
A más de treinta años de carrera, ¿cómo se autodefine Julio Cobelli en su calidad de artista?
Yo soy un guitarrista que ha transitado mayormente por el folclore, el canto popular y el tango, aunque también he tocado otros géneros como candombe y milonga ciudadana o campera.
Comenzó estudiando guitarra con su padre, Floro Cobelli, ¿cómo recuerda aquellos primeros años?
Mi papá, que todavía vive (tiene ochenta y ocho años) cantaba milongas, criollitas, vals. Nacido en Durazno, en un paraje del campo que se llama Elías Regules, desde muy joven empezó a cantar y a acompañar a cantores de su edad. Y le daba clases a un alumno y me llevaba a mí -que en ese momento tenía doce años- para que aprendiera. Un día finalmente tocamos un valsecito juntos y descubrí que la música era lo que me gustaba. Luego continué mis estudios de guitarra junto al payador Walter Apesetche y más tarde de la mano de Hilario Pérez comencé mi vinculación profesional con Alfredo Zitarrosa, en los años ´70.
Y paralelamente ingresa al mundo del tango y empieza a acompañar a cantantes incluso que llegan desde Argentina
Con Hilario acompañamos a Anselmo Grau, Raúl Lavié y varias cantantes de tango de esa época. Había mucho trabajo en aquellos años: se hacían grabaciones, espectáculos de tango, peñas, de todo.
¿Era muy diferente el Uruguay de aquellos tiempos?
Sí, en el ámbito musical era otra cosa. Había más trabajo. En los años ´70 había tres grupos de guitarra distintos. Hoy, prácticamente no lo hay, o lo que hay no es bueno. Se trabajaba de otra forma, había programas de radio, trasmisiones de televisión. En el año ´79 yo empecé a trabajar en un programa en Canal 5 que se llamaba Café concert, junto al guitarrista Alberto Larriera, el maestro César Zagnoli en el piano y Hugo Díaz en el bandoneón. Se hacía todos los jueves y allí actuaban, además de los cantantes uruguayos, aquellos grandes que llegaban desde Argentina, como Alberto Marino, Roberto Goyeneche, Guillermo Fernández, entre otros; y nosotros los acompañábamos. Luego, a principio de la década de los ´80, todo fue decayendo. Por el año 1978 había cerrado Teluria, La Cumparsita y otros lugares típicos.
¿Qué sucede? ¿El tango empieza a encontrarse con otros géneros competidores que le roban el interés del público?
Yo creo que antes había un público mucho mayor que era muy seguidor del tango y que tenía a donde ir a participar, en peñas, en lugares bailables; muchos grupos de tango y orquestas tenían donde tocar. Pero también creo que el tango siempre está. No es que está muriendo o que viene muriendo, sino que hay gente que lo está matando.
¿Considera que el tango como género musical, sigue evolucionando o se ha estancado en materia de creación y renovaciones –como muchos consideran- con Astor Piazzolla?
Piazzolla es sin duda el exponente más importante del tango moderno. Es increíble que aún, luego de tantos años, haya gente que lo discuta. Pero va a ser el Bach dentro de doscientos años. Yo creo que el tango ha evolucionado en alguna medida. En el caso de los escritores de tango, no sé si tanto. Está Cacho Castaña, Chico Novarro o Eladia Blázquez (fallecida hace dos años), pero no son Homero Manzi, no son Juan Carlos Discépolo u Homero Expósito.
Horacio Ferrer sigue escribiendo...
Ferrer es un fenómeno, lo que pasa es que hay mucha gente que no entiende lo que él escribe, que es muy bueno. Horacio–Astor era la dupla ideal, él era el poeta perfecto para Piazzolla. Pero para un escritor nuevo, yo creo que debe ser difícil escribir un tango hoy en día, porque los poetas contemporáneos, por su edad, no han vivido esos años, no han mamado las experiencias. Hay excepciones como Cacho Castaña, que ha logrado dar a sus letras un enfoque bellísimo, caso “Garganta con Arena” o el tango a Tita Merello. Con respecto a los cantantes, en los años ´40 había muchísimos y todos cantaban bien. Hoy, en Argentina hay sólo tres que cantan bien. Rubén Juárez es el mejor, Guillermo Fernández y, de las mujeres, María Graña. Hay gente que no conozco y que tal vez canta bien. Y en Uruguay, en el caso de la gente joven que está cantando, hacen, por ejemplo, tangos de Gardel y no los interpretan correctamente, no están bien acompañados, cambian las melodías. No hay precisión. Yo creo que uno con el tango es más exigente que con otros géneros. El tango me da la sensación que está más marcado con la cosa seria. Pero de todos modos, me parece muy bueno que los jóvenes uruguayos se sigan interesando por el tango. Este género también necesita de ellos.
Ahora, usted desarrolla además una actividad muy destacada como docente. A su casa vienen a tomar clases jóvenes músicos -en algunos casos, populares en la escena musical montevideana- como Nicolás Ibarburu o Guzmán Mendaro de Hereford, y según usted ha dicho, tocan muy bien el tango. ¿Esto es una señal de que el tango continúa evolucionando ya que las nuevas generaciones lo siguen aprendiendo, interpretando y re-creando?
Sí, hay toda una nueva movida. Lo que yo les digo a estos muchachos que vienen a tomar clases es que siempre hay que mirar para aprender. Esto es un oficio. Y les insisto en que hay que aprender a acompañar, hay que verlo al cantor de costado, de atrás, porque uno no sabe lo que el cantante quiere hacer, si va a ir más lento o más rápido. Tocar solo es otra cosa. El tango es un género fácilmente criticable por aquellos que saben y que marcan lo que está mal guiándose por sus referentes máximos a quienes les tienen un gran respeto. Hoy hay muchos intérpretes que están deformando el tango, porque en vez de escuchar a los grandes referentes, miran a otra gente que no viene del tango pero que está en la radio, en la televisión, en el diario y por eso valen; y les copian y deforman las melodías y las letras. Hay mucha falta de información. Y no se respeta fielmente el espíritu de lo que se creó. Es importante tener autocrítica y no “creérsela”, porque uno siempre tiene algo que aprender. Cuando yo fui a grabar con Roberto Grela a Argentina, en el año ´82, -yo tenía treinta años-, él me preguntó: “Pibe, ¿cuánto hace que tocás la guitarra?”. Yo le respondo: “hace ya unos años, yo tocaba con Zitarroza en los años ´70...”. Y Grela remata diciéndome: “Mirá pibe, yo toco desde el año ´29, estamos en 1982 y todavía sigo aprendiendo”.
Hagamos un punto y aparte en el tango porque quiero hablar del Julio Cobelli intérprete de otros géneros como el candombe, acompañando también a su compañera la payadora Mariela Acevedo, con quien, por cierto, ha realizado recientes giras por la región. ¿Estos otros géneros lo apasionan tanto como el tango?
¡Sí! Yo he transitado por casi todos los ritmos nacionales: milonga, gato, cielito, vals, candombe. En el año 2001, grabamos con Mariela el cd “Alas en Abril”, que son trece temas inéditos de los cuales soy autor y arreglador de las melodías. Con Mariela acabamos de regresar de una gira por la región y la payada es valorada porque no es un género que lo puede interpretar cualquiera. Con ese don de la improvisación se nace, no se aprende.
Y precisamente Julio, interpretando el cancionero típico nacional ha representado a Uruguay en muchos países del mundo, incluso en lugares donde nuestra cultura no llega fácilmente, como, por ejemplo, África. ¿Cómo vivió esa experiencia?
Fue en junio de 2003, en Angola. Fuimos con el grupo Antaño acompañando a Ledo Urrutia y actuamos en “Casa 70” y en el “Festival Internacional de Calulo”. Era raro ir a Angola a tocar tango, en un lugar donde hacía poco había terminado la guerra luego de veinte años. Un contraste fuerte. Gente muriéndose de hambre pidiendo en la puerta de lujosos hoteles, barrios que no tienen luz y otros residenciales que tienen de todo, barrios que tienen agua y otros no. Tocamos en un lugar que está a 200 kilómetros de la capital transitando por rutas destruidas. Eran tantos pozos y tanta piedra que terminé con dolores en la espalda y en la cintura. Finalmente, llegamos a un pueblo donde no había agua. Allí sólo encontramos un chorro de agua de donde la gente del pueblo tomaba y se bañaba. Cuando llegamos al lugar donde teníamos que actuar, no lo podíamos creer: un escenario de primer nivel mundial, de cuarenta metros de largo, pantalla gigante, un sonido y unas luces espectaculares... era otro mundo. Delante del escenario, las primeras filas estaban destinadas para los políticos y autoridades muy bien empilchados y detrás de ellos miles de personas, el pueblo, que hacía horas que estaba esperando para ver qué era eso del tango. Niños desnudos, una masa de gente custodiada por militares con sus armas en mano, un panorama nunca visto. Antes de nuestra actuación, subió al escenario un grupo de baile de Angola que hacía su versión de La Cumparsita, una perfección increíble. Cuando terminamos de actuar, que fue un éxito, teníamos que ir uno por uno, todos los integrantes de la banda, a saludar a las autoridades que estaban en la primera fila. Como un ritual. En definitiva, una mentira, una gran hipocresía frente al pueblo. Más allá de esto, fue una experiencia formidable tocar tango en África. También estuve en otros lugares del mundo donde el tango es muy apreciado, especialmente en Europa y Norteamérica. He ido muchas veces a Holanda y Alemania como solista y acompañando a otros músicos que están viviendo allá. En unos meses regreso una vez más para realizar una gira. Es interesante la valoración que hacen del género y el respeto a los artistas.
Acaba de lanzar un álbum titulado: “Julio Cobelli interpreta a Alfredo Zitarrosa”, que incluye trece clásicos de su repertorio. ¿Qué es lo próximo que se viene de Cobelli en materia discográfica?
Acabo de grabar un disco editado por el sello Sondor junto al pianista Raúl Medina y donde participa el prestigioso clarinetista Fiora Friedman. Hay algunos temas de mi autoría con arreglos, por ejemplo, del bandoneonista Miguel Ángel Trillo. Y hay muy lindas versiones de clásicos de la música de las Américas con arreglos de tango y milonga.
Escuchar:
JULIO COBELLI interpreta “PALOMITA BLANCA”, del álbum “El sentir de mi guitarra”
Ana Karina Rossi