Horacio Ferrer, Que cien años no es nada
15/1/2000
Nació en 1933, en medio de la historia del tango. A los quince años ya estaba ante el público, trabajando y estudiando, vinculándose con artistas y en la noche y en los boliches y en los cabarets y en las radios. Ha conocido a todos los más viejos, que eran jóvenes a fines del siglo pasado, y es amigo de todos los jóvenes de las últimas generaciones... Horacio Ferrer resume cosas importantes, no accidentales, y rasgos de todo un siglo que siguen vigentes en el día a día del tango.
vanguardismo y bohemia
Seguramente el tango tendrá otros desarrollos u otros caminos y otras onduras diferentes en el siglo que viene, pero este siglo será irrepetible. Ocho generaciones, desde 1895 hasta la más reciente que es la de 1985, han hecho una obra muy importante.
Tal vez un rasgo de toda la historia del tango haya sido de que el tango siempre fue vanguardista. Siempre hubo algunos locos como Carlitos Gardel, Julio Decar, Enrique Santos Discépolo, como Agustín Carlevaro, como Piazzolla y como yo mismo, que quisimos hacer una cosa diferente, sobre la base de lo que estaba creado, una cosa distinta.
Y otra característica de la historia del tango y de los artistas que hemos militado en la historia del tango, ha sido la distancia con el dinero. Es decir, nunca hicimos este arte para ganar dinero, si para llevar una vida profesional. Yo no voy a negarme a cobrar los derechos que me corresponden, como el de autor, pero no he forzado para nada lo que yo hago, al contrario, siempre me gustó hacer una cosa distinta aunque fuera rechazada por el público, hacer algo que quiera una personalidad. Y eso me parece que ha sido una norma general de todos los artistas del tango. Si hay alguna excepción no la conozco.
Así que vanguardismo y bohemia han sido dos rasgos típicos de la historia del tango y sus artistas. Estos dos rasgos, ser vanguardistas, estar expuestos a que la generación anterior se disguste con lo que uno hace, nunca ha obstado para que la generación siguiente volviera a ser un alboroto y una cosa nueva. Eso me parece que es una constante dentro de este siglo de tango.
Por otra parte, los períodos de opacidad han sido a veces porque todas las artes tienen momentos en que los artistas se sienten agotados o el público no comprende un nuevo mensaje o se aburre del mensaje antiguo. Ha pasado en el jazz, ha pasado en la pintura, ha pasado en la dramaturgia universal, ha pasado en el cine. Entonces, lo lindo del tango ha sido que ha vivido una historia en el Río de la Plata y en el mundo, como se dice ahora, de bajo perfil. Nunca estuvo el tango alineado como en una especie de carrera de fórmula uno, para competir con la ópera o con el rock o con la música urbana o con la música brasilera; no, ha sido una historia independiente, una historia matizada y linda.
cine sonoro y larga duración
Llegando el siglo que se avecina, hubo dos hechos técnicos que así como en el pasado obraron en contra ahora obraron a favor.
Por ejemplo, alrededor de 1930 actuando las orquestas de tango en Montevideo y Buenos Aires en salas de cine mudo, aparece el cine sonoro. Hecho técnico que además permite la aparición de la música en Estados Unidos en gran escala y con gran atracción, con grandes comedias musicales; y el tango pierde esa batalla y le cuesta recuperarse.
La aparición del cine sonoro, la desaparición del cine mudo fue un apagón grande, pero el tango logró superarse, digo el tango en general, baile, música, canto, orquestación...
Al llegar 1950, hubo otro hecho técnico que al tango lo perjudicó enormemente: la aparición del disco de larga duración.
El tanguero siempre ha sido muy selecto para elegir su repertorio, para tratarlo, para organizar la estética de cada versión. Es muy exigente consigo mismo y con sus colegas, muy exigente en la elección de obras y en el trabajo de la obra. Los viejos discos, antiquísimos discos de 78 revoluciones, que eran de dos obras por disco, eran como la dosis perfecta. Una vez por mes el artista de tango elegía sus dos versiones y grababa y se presentaba ante el público para que el público lo aceptara o lo rechazara. Cuando en el año ´50 aparecen las bajas revoluciones y aparece el disco de larga duración, el tango no puede competir, porque hay que poner doce o catorce versiones y todas juntas una vez por año. Ya no es lo mismo que como quien dice que una película de estreno por mes es una buena dosis para que una cinematografía se preste con su público. Un festival con catorce películas de una sola tirada, una vez por año, no es lo mismo.
CD y TV cable
Pero ahora aparecieron dos hechos técnicos que han sido por fin a favor del tango. El disco compacto permitió el desentierro de todo el repertorio del tango. En Suiza, en Inglaterra, se han reeditado hasta las versiones de tango anteriores a 1920 y son muy deficientes, pero con el disco del CD se ha logrado un reciclamiento de las versiones que ahora se escucha muchísimo mejor. Entonces, el mundo entero ha empezado a escuchar el repertorio del tango entero, un tesoro de melodías, de letras, de interpretaciones, de arreglos, fantásticos.
Y el otro detalle es la revolución técnica que es la televisión por cable.
El tango es un hecho por excelencia visual, es muy teatral. El disco interrumpe esa fluencia del artista que está en escenario haciendo su composición, su gesto, su rostro, los solistas instrumentales de violín, de bandoneón, de piano, de guitarra, todos hacen una composición teatral, están viviendo cada obra como su propia vida, y eso es muy visual. Cuando existían los cafés con orquestas era como lo ideal, porque no era una sala muy grande, era para cien personas, con una buena luz y escuchando a sus artistas.
La televisión por cable ha repuesto de una manera ubicua y continua, para todo el mundo, a los artistas de tango. Tomados de viejas películas, tomados de películas documentales o especialmente filmados todos los festivales que se hacen en el mundo, incluido el de Montevideo, uno ve a todos los artistas del tango del Río de la Plata, cantantes hombres y mujeres, bailarines, orquestas, pequeños conjuntos de aquí, de Japón, de Suecia, de Francia y Alemania, de montón de países, que aparecen editados en vivo.
En estos últimos quince años ha habido una verdadera eclosión por motivos técnicos. El tango seguía siendo bueno pero le faltaban unas bocas de expendio, por así decir, y las ha tenido. Eso es lo que me parecen dos rasgos muy importantes del tango de fin de siglo como apronte para el siglo que viene.
incorporación de la mujer
Y otro dato que aparece importantísimo es la incorporación de la mujer. Siempre estuvo en el tango, porque no se puede bailar el tango sin mujer, pero nunca había habido la integración de las mujeres a las orquestas. Siempre eran todos hombres, igual que en las orquestas sinfónicas. Por ahí hoy vos te encontrás con una arpista, bandoneonista, violinista, pianista, guitarrista, todo, contrabajista, todo lleno de chicas, no solamente en Buenos Aires sino en Japón, en Francia; la orquesta de Juan José Mosalini está integrada casi toda por franceses que son mitad hombres y mitad mujeres, que tocan con un entusiasmo...
Eso me parece una buena novedad, una importante novedad, la aparición de esa juventud de mujeres, aparte de cantantes y bailarinas, las que hacen tango. Me parece otra cosa importante porque además entonces el acopio de talento es superior.
Y como decía un mexicano: "porque en Méjico somos todos muy machos" y un andaluz le dijo "mire, en Andalucía somos hombres y mujeres y la pasamos bastante bien"; y entonces me parece muy bien que en el tango sean hombres y mujeres.
biografia
Poeta y recitador. Medalla de honor de La Sorbonne, Universidad de París IV, Gran Premio de Honor de SADAIC, Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, ciudad en la que lleva su nombre la esquina de las avenidas Corrientes y Callao.
Renovador y vanguardista de la poesía del Tango con el compositor Astor Piazzolla a partir del tango-operita María de Buenos Aires en 1968 y de los tangos Balada para un loco, La bicicleta blanca, Existir, Mi loco bandoneón, Chiquilín de Bachín, Balada para mi muerte, Poema en sí mayor, La última grela, Libertango y otros.
En 1954, con Jorge Seijo, Mario Arroyo, Carlos Vallarino y Boris Puga, fundan El Club de la Guardia Nueva de Montevideo, paladín de la renovadora historiografía del Tango. En 1989, en Buenos Aires, fundará y presidirá la Academia Nacional del Tango de la Argentina.
Ha recitado y grabado sus versos en todo el mundo y por su interpretación en Austria, de María de Buenos Aires en el papel de "El Duende" con el maestro violinista Gildon Kramer recibe en 1999, en Estados Unidos, la nominación al premio Grammy.
Otras obras de concierto son El Pueblo Joven (Oratorio de dos mundos, TV de Alemania, con Piazzolla, en 1971), Oratorio Carlos Gardel (T. Colón de Buenos Aires, con Horacio Salgán, 1985) y Poema Coral París Tango (estrenado en Francia, con Juan J. Mosalini, 1999).
Sus libros de poemas son Romancero canyenegue, Canciones, Loquita mía. Ya se que estoy piantao, Existir, y otros dos (Picasso y Megamos) aún inéditos.
Sus otros libros Fray Milonga (cuentos), El Tango su historia y su evolución, Historia sonora del Tango, El Libro del Tango (crónica y diccionario, presentado en La Sorbonne), Buenos Aires es Gardel, (sobre fotografías de Rafael Wollman), El Siglo de oro del Tango (presentado en Oxford), La Epopeya del Tango Cantado e Inventario del Tango (este último con la colaboración de Oscar del Priore), Pichuco en París y su Obra Completa (1951-1991) en 3 tomos.
Ha compuesto también con Stamponi, Jairo, Tarantino, De Caro, Troilo, Garello, Chico Novarro, Daniel Piazzolla y en Europa con Charles Aznavour y Doménico Modugno. Ha traducido obras de Vinicius de Moraes.
Hijo del educador uruguayo Horacio Ferrer Pérez y de la cantante argentina Alicia de Ezcurra, nace en Montevideo, en 1933, y desde 1984 es, también, ciudadano argentino. Está casado con la pintora porteña Lulú Michelli. Es desde 1992, Académico de la Academia Porteña del Lunfardo, en el sillón de Celedonio Flores.
Carlos Bassi