Luis Di Matteo, tocando lejos del barrio
19/6/2002
Luis Di Matteo vive en Uruguay, en el barrio Buceo, pero toca en Europa. Hace casi veinte años que realiza permanentemente conciertos y giras en el viejo continente. En sus trabajos conviven la música clásica, el tango, el candombe y la milonga. Curiosamente, pese a tener un perfil marcadamente uruguayo, lleva largo tiempo sin tocar en nuestro país y admite, a su pesar, que no ve perspectivas de cambio que le permitan presentarse en vivo ante su gente en un futuro cercano...
- ¿Por qué es que vas y venís del país todo el tiempo?
- Yo desde el año 1983 voy a Europa, concretamente a Alemania. Ahí me encontré en ese mismo año con quien es todavía mi representante y editor de discos y de partituras. En la ciudad de Bremmen vive él. Desde entonces realizo por Alemania y países limítrofes, y no tan limítrofes, giras y conciertos sueltos. A veces voy a tocar a lugares en que me esperan músicos para acompañarme, por ejemplo un quinteto de cuerdas, como pasó en Helsinki en el 2000. He ido a Viena también donde me espera otro grupo de cuerdas para cuando llego yo con las partituras; ensayamos cuatro o cinco días y ahí hacemos un concierto o dos, o una gira eventualmente en el país donde llego. Y bueno, todo esto que te cuento por lo general se repite tres veces al año. Todo empezó en el ’83... ¿por qué?, porque es una necesidad musical y económica.
- Pero, ¿lo buscaste allá o te vinieron a buscar ellos?
- Me vinieron a buscar. La primera vez en el ’82 me mandaron un telegrama y a partir de ahí se concretó para marzo del ’83 mi primera llegada a Europa.
- ¿Qué habían escuchado ellos de vos que les despertó interés?
- Hay una pequeña historia que siempre cuento: en el ’82 vino Germán Prentky, violoncelista hijo de una familia de músicos uruguaya que tiene su formación clásica. El estaba estudiando en ese momento en Alemania. Vino de paseo a Montevideo en el ’82 y me encontró a mí bastante deprimido, haciendo buena música, música instrumental, pero me vio mal y entonces me dijo: “Luis, si querés yo me llevo material de prensa y discográfico, me llevo algo para allá, voy a hablar con unos amigos a ver qué pasa”. Bueno, se contactó con unos amigos allá que eran algunos estudiantes de la academia de Detmold, que es uno de los lugares donde está enclavada una de las mejores escuelas de música de Alemania, y esos músicos, algunos amateurs, se interesaron mucho en esa música y organizaron ellos mismos para el año siguiente dieciocho conciertos. Traje muy poco dinero en aquella oportunidad, pero gracias a eso entré en contacto, como te decía, con mi representante y a partir de ahí empezaron a venir giras cada vez más frecuentes y más largas... también edición de discos. Mi primer disco lo grabamos en junio del ’83 y salió a la venta en el ’84 en Europa. Ya tengo siete discos editados en Europa.
- Imagino que te deben respetar bastante...
- Sí, no sé.
- ... Bastante más que acá, capaz.
- No, la gente acá me respeta también. Pero acá hay algo muy extraño, hace poco me dijo uno: “Di Matteo, vos sos una leyenda acá”. Bueno, las leyendas son cuando uno ya murió (risas). Louis Amstrong es una leyenda también, Frank Sinatra es una leyenda, yo que sé. Pero la gente pregunta: “¿cuándo vas a tocar acá Luis?, ¿no tocás nunca?”. Pero a la hora de tocar nadie se interesa. Yo he presentado proyectos en Montevideo para hacer algún concierto bien hecho acá y siempre fueron rebotados. La gente me respeta, creo. No soy famoso pero soy muy conocido en Europa ¿no? Porque a través de los discos, de las presentaciones, de lo que se habla... sí, puedo decir, estoy muy contento con Europa y me siento muy bien y estoy cómodo.
- ¿Siempre en tu música asociaste lo que es clásico con lo popular?
- También, como no. Hay personas en Europa que sienten que hay algo de jazz también, cosa que no es así. Lo que hago yo es música con raíces de tango, milonga y candombe, perteneciente al Uruguay. Y hay también de clásica, porque yo desde muy joven escuché mucha música clásica, cosa que hago todavía ¿no? Me nutro de toda esa música que me llena espiritualmente.
- Te digo por aquello de que a veces los músicos clásicos miran con un poco de desprecio a las cuestiones más populares ¿no?, a la música popular.
- Sí, son los músicos menos cultos. Pero lo hacen.
- A veces lo entienden al revés ¿no?, como que lo de ellos es más cultura, algo superior, digamos.
- Es la música como matriz esa, no se puede negar. Pero no es la mejor tampoco. No hay una verdad. La música popular no es una casualidad. No se hizo porque Bach hizo música alguna vez y alguien dijo: “lo vamos a sacar a Bach para hacer un tango”, no. Eso no se puede explicar como se va formando hasta que se transforma en un tango, en una habanera, o se transforma en una salsa, en rock, o que sé yo, o en otra cosa que sea popular ¿no?
- Y a vos a la hora de componer: ¿dónde se te junta eso?, ¿de dónde sale?
- No sabés, eso no lo podés explicar. Eso es una cosa que es inherente a tu personalidad, tiene que ver contigo mismo, con tu vida, con todo lo que viviste, con todo lo que escuchaste, aunque mi mayor influencia siempre fue el tango, porque desde niño estuve vinculado con el tango. Pero yo cuando escribo no estoy pensando en que suene a “tal” cosa o que suene a “tal” otra, escribís y resulta eso. Escribís la música, yo escribo todo, está todo escrito, no hay ninguna improvisación.
- ¿Y cómo resolvés el tema de llevar el candombe más para otros lados, de arrimarlo a otros estilos?
- Bueno, tenés que pensar en hacer tu música, que siempre va a prevalecer aunque no te lo propongas. En el candombe tenés que pensar cómo suenan los tamboriles. La división de los tamboriles cuando tocan, tenés que más o menos conocer qué es lo que hace cada tamboril del grupo. Pero por lo general tenés una idea general de los tamboriles tocando juntos. Entonces si vas a componer obras de “Candombe Uruguayo”, como se llama mi último disco europeo, y “a la Di Matteo”, por decirlo de alguna forma, tenés que pensar en el candombe. Y tiene que tener un ritmo de candombe, en algún momento tiene que aparecer el candombe. Alguien tiene que decir: “bueno, esto parece candombe”, o algunos dicen: “bueno, esto es más bien milongón”, que es cuando tocan el candombe lento. Pero no todo es explicable.
- A veces uno le da mucha vuelta ¿no?, y al final es música...
- Eso es lo que decía la gente en el último concierto que hicimos, “nos fascina la música” decían. Los alemanes son tipos muy receptivos y muy preparados para escuchar la música, muy cultos. Te dicen cosas después de los conciertos que no podés creer que te lo digan. Con una capacidad que vos terminás diciendo: “no lo había pensado”.
- ¿Y cómo nos ves a los uruguayos en esa onda de ser receptivos o no, o de pensar las cosas?
- No estoy al tanto de cómo lo hace la juventud. Porque como no toco en Montevideo he perdido el contacto con la gente joven. Mi música es más bien para la gente joven. Yo quisiera hacer un concierto para gente entre 15 y 30 años; con documento de identidad: mayores de 30 no pueden entrar... Porque ahí empieza a venir la joda ¿no? Que “el bandoneón tiene que tocar tango”, que “¿y por qué no tocó La Cumparsita?” (risas), “¿por qué no tocó ‘tal’ o ‘cual’?” y te empiezan a mirar hasta con odio, la gente ¿no?, y otros quizás con asco (se ríe).
- O con envidia.
- No, con envidia no. Les da rabia que por qué tocás esa música rara, entonces es mejor que no entre de esa gente comprometida; porque el tanguero es como el viejo jazzista: es un tipo muy cerrado, quiere tango, tango y tango. El jazzista también, del jazz no lo sacás. Es muy general eso. La gente no está preparada para escuchar muy bien la música ahora, lamentablemente mi opinión es esa. Y es por culpa de los medios de difusión. Porque los medios de difusión se empeñan cada vez más en darle basura a la gente, esa es la verdad. Los medios hacen méritos para que las masas no aprendan a escuchar buena música. Aquello de que “eso no es comercial”, “¿a quién le va a gustar eso?”, “eso es muy aburrido”. Hay música buena y aburrida, pero hay música muy buena y menos elaborada que no es nada aburrida, al contrario.
-¿Te da bronca eso?
- Me da bronca porque la gente no... no te acompaña. Vos fijate lo último que se está escuchando, es una vergüenza. ¿Y eso quién lo canta?, lamentablemente los niños. Y los niños son los que están aprendiendo, son los que asimilan ahora. Y cuando tengan 30 años, como la música no les va a interesar porque van a ser médicos, o feriantes, o dueños de un supermercado, o carteros, yo que sé... y al tipo no le va a importar la música. Por lo tanto desde la niñez el tipo escuchó lo peor de música, no sabe nada de música, y va a ser un individuo de la sociedad que no absorbió lo mejor de esta vida: la cultura que es lo que nos forma ¿no? Me da bronca sí. Me da bronca y me siento impotente.
- ¿Te sentís mal por vos también? Que de repente vos acá con la gente no...
- Exactamente, claro. Yo quisiera tocar para el pueblo del Uruguay. Pero no está preparado. Es como si vos a los 20 años nunca fuiste a ningún centro de estudio, no sabés leer ni escribir, y de pique te mandan al liceo; no: tenés que ir a primer año o a jardinera ¿o no? No podés ir a cuarto de liceo. Tenés que empezar por la escuela. Es lo mismo. Al tipo de repente le ponen a Di Matteo, a Piazzolla, por ejemplo, y dice: “¿y esto qué es?, que cagada es esto; no lo entiendo eso, es demasiado pensado”, es así.
-¿Y eso no fue siempre así con los medios? ¿Antes cómo la veías?
- No, era mejor. En la década del ’70 tenías que saber tocar, sino no podías tocar en ningún lado, nosotros lo vivimos. Todos. La mayoría de los tipos que estábamos arriba teníamos que tocar bien, tocábamos bien. Nos esmerábamos y se hacían las cosas bien. Ahora los viejos se murieron, otros se fueron del país, el nivel musical bajó... cuanto más sencillo mejor; la gente no quiere pensar.
Juan Castel