Tango Mayor en Sala Zitarrosa
17/2/2007
Tango como Gardel manda
Por lo nostálgico de sus letras, por lo abrasivo del bandoneón, por lo levitado de su baile, el 2 x 4 bien interpretado, bien bailado, y hasta bien actuado, puede llegar a ser un espectáculo increíblemente penetrante. Tango Mayor supo explotar todos los secretos musicales del género, y adicionar nuevos elementos, para regalarle a su público una hora y media de tango puro con su espectáculo La Novia Perdida de Gardel.
Ya era la novena función del espectáculo que estuvo todos los viernes, sábados y domingos de febrero. Aún así, la sala estaba bastante poblada, lo cual evidenció la gran expectativa del público y la buena recomendación en el boca a boca.
Lo excepcional de “La Novia Perdida de Gardel” es la mixtura entre tres disciplinas: interpretación musical, actuación y baile. Laura González, como Laura Montalbán, lucía un vestido negro acompañado con una chalina blanca, simbolizando su personaje: un fantasma perdido entre el tango y la muerte, en una desconsolada búsqueda de su amor: “... por eso cuando llega a mi alma el duro redoblar, me dan ganas de rezar...”. Bajo la dirección escénica de Fernando Toja -quién, al igual que ella, proviene del Teatro Circular-, la actriz y cantante se adueñaba del protagonismo entre tema y tema, pero cuando la música invadía el lugar, se hacía a un costado para darle todo el espacio a los músicos, salvo excepciones cuando intentaba inútilmente atraer su atención.
El baile funcionó como complemento a lo musical y lo actoral. A cargo de Elena Vilariño y Omar Correa, éste último profesor en Joventango, su volar sobre el escenario lograba la abstracción del público únicamente hacia esos dos cuerpos. Una lástima que aparecieran en pocos temas.
Los clásicos rememorados en la velada formaban parte del habitual repertorio de Gardel; el gran comienzo estuvo de la mano de “Chiqué”, a la cual siguieron “La Mariposa”, “Golondrinas”, el reconocido “Bandoneón arrabalero”, “Cuesta abajo” -canción que titula la película que da lugar a la obra-; “Aquel tapado de armiño” y “Yira yira”, que no podían faltar. Una estupenda versión de “Volver” durante la cual se retira la novia y deslumbra el baile, genera el momento culmine de la noche; pero, sorprendentemente, el último acorde sonó con “Melodía de arrabal”.
Ya el nombre Tango Mayor nos vaticina un buen espectáculo, y no se merecen menos, no sólo por lo que generan cuando hacen música, sino también por la trayectoria individual de cada uno y del grupo en su conjunto. Sobre el piano los dedos de Álvaro Hagopián –quien es Director Adjunto de la Filarmónica- que se encargó de la dirección musical de la obra; el bandoneonísta: José Lagrecca también presente en la Orquesta Filarmónica; Charlie Cardozo con su contrabajo, quien además integra un conjunto de jazz reconocido: Ensamble de Jazz Gitano; y Ricardo Olivera, destacado cantor en las orillas del Río de la Plata.
Como formación, luce los mejores exponentes del tango de hoy en día, por ello su breve trayectoria –tienen sólo dos años como conjunto- puede ostentar varios logros, entre ellos el representar a Uruguay en el Primer Festival de Tango de Washington, realizando también una gira por todo Estados Unidos; o el honor de cerrar diversos festivales y acontecimientos del género, como la Semana Gardeliana.
La grandeza de La Novia de Gardel era de esperarse, y superó las expectativas que generaba tan prestigiosa trayectoria. Gardel quiera que siga así.
Andrea Martínez