Once Tiros, Abuela Coca y La Trampa en Buenos Aires
1/9/2006
Tres visitas
Once Tiros – Abuela Coca – La Trampa
Encontrar una banda uruguaya anunciada en la cartelera de un diario de Buenos Aires ya no sorprende a nadie. Nombres como Once tiros, Astroboy, Trotsky Vengaran o Hereford, pasaron de perfectos extraños a ser moneda corriente en los reductos donde se toca rock por estas costas, sin hablar claro, de los tres Luna Park de La Vela Puerca o de No te va gustar, que le sigue los pasos de cerca.
Si consideramos la enorme expansión que tuvo el rock en Uruguay los últimos años y la cercanía de una plaza con tanta tradición en el género como la argentina, el fenómeno se explica solo. Pero el mercado no es lo único que cuenta. Hay también cuestiones de innegable afinidad cultural entre ambas orillas y sobre todo, una nueva actitud de muchos músicos de generar un intercambio que hasta el momento era inédito.
Sin embargo, no todos corren la misma suerte a la hora de hacer las valijas y emprender el cruce. Al igual que ocurre en el plano local con bandas como la Bersuit o Los piojos, los galardones de popularidad se lo vienen llevando sobre todo aquellos que apuestan a la fusión del rock con géneros de raíz latina (y me tomo el atrevimiento de incluir a Jamaica como integrante de “lo” latino).
Tres visitas sucedidas la última semana dan cuenta de ello. Once Tiros, Abuela Coca y La Trampa, se presentaron en días, lugares y situaciones distintos, pero todos con un mismo objetivo: Darse a conocer y sembrar una expectativa para futuras visitas. Casi un volver a empezar en un medio desafiante pero más prometedor que nunca.
Once Tiros - Pisando Firme
Viernes 1 de septiembre, El Teatro – Colegiales
Alguna vez lo que hoy se conoce como El Teatro fue un cine del barrio porteño de Colegiales. Ya no hay pantalla ni butacas pero la fachada mantiene la elegancia y sofisticación de las salas de antaño. Al igual que su hermano gemelo del barrio de Flores, en El Teatro caben unas 1500 almas, aunque esa noche se contaron algunas menos. Era la primera vez que Once Tiros llegaba al local de la avenida Lacroze con la misión de cerrar la velada, y los muchachos de Saratustra, varias veces anfitriones, esta vez fueron sus teloneros. Desde el primer acorde de Televicio y durante casi 30 temas, la descarga musical fue arrolladora. Había clima de victoria sobre el escenario. Con la banda atrás sonando afiladísima, el “negrito” sacó a relucir sus mejores galas de frontman y se mostró imparable. “No soy bueno para hablar y menos delante de tanta gente, pero quiero agradecerles por estar acá, nunca tocamos para tanto publico”, dijo emocionado. Y la gente se lo devolvió con una ovación y una fiesta que parecía no decaer nunca. Once Tiros destila espíritu adolescente. Se palpa en la energía de su música, en lo directo del mensaje y también en la edad del público que lo sigue. Temas como “Pal Charco”, “Drogado” o “Lacanao” lo testimoniaron y fueron una invitación al pogo y al canto a rabiar de la gente. Hubo también lugar para presentar temas nuevos y para el ya clásico “boludeo” del gordo Bruno con bolero e intento fallido de beso incluidos. Para el final, “Lo más valioso”, esa que esta dedicada al público más fiel, sirvió de simbólico cierre. La noche porteña esperaba afuera fría y lluviosa pero a nadie parecía importarle. Once Tiros había encendido el fuego en El Teatro.
Abuela Coca - Los padres de la Criatura
Fiestas Clandestinas, sábado 2 de septiembre, El Teatro –Colegiales
“Tengo un gran respeto por todas las bandas que se ganaron su lugar y creo que hicieron mucho mérito para ello”, respondía un políticamente correcto Gonzalo Brown a la pregunta sobre si Abuela Coca podía ser considerada una suerte de “Padre (o madre) de la Criatura”. La alusión era clara. Estuvieron entre los primeros de una camada de músicos que fusionaron rock, ritmos latinos, reggae, ska y demás yerbas pero a la hora de recoger laureles no acudieron a la cita.
Por eso aquella noche, en la denominada “Fiesta Clandestina” (uno de esos paradojales slogans marquetineros donde se anuncia que “nada debería estar prohibido”, pero...) la expectativa por ver a la abuela crecía a cada minuto. Tras los locales Aminowana y con El Teatro que explotaba, finalmente supimos de qué se trataba.
El artesano, primer tema del concierto, pareció el preanuncio de la forma en que estos músicos se dispusieron a modelar el toque. Con manos firmes pero delicadas, Abuela Coca fue potencia y sutileza. Tan espirituales como el reggae (de gran factura por cierto), y a la vez con una crudeza que por caso recordó a bandas como Rage Against the machine. Puente entre sensualidad caribeña y melancolía rioplatense, ante todo Abuela Coca desbordó musicalidad y mostró un vocalista de una calidad y calidez como pocos.
Es cierto, contamos con una ventaja esa noche: vimos una banda hecha y derecha a la que se le notan los años de ruta y sabe muy bien como llevar el barco a buen puerto. Pisaron y caminaron el escenario con autoridad, cautivaron a la gente con música y palabras y dejaron en claro que el mito, bien construido estaba. Para la ficha técnica quedará que en la lista de temas, la mayoría fueron de “el cuarto de la abuela” y “el ritmo del barrio” pero la verdad, poco importa. Esperamos ansiosos volver a ver y escuchar a la abuela muy pronto, que así sea.
La Trampa: Los nuevos de la clase
Viernes 8 de septiembre, Sociedad Italiana de Morón
Para ver a La Trampa no sólo hubo que esperar mucho tiempo, sino que además hubo que viajar. Ok, no fue para tanto. Una hora de travesía cruzando la capital hacia el oeste nos depositó en la Sociedad italiana de Morón, un viejo club de barrio que los tiempos post Cromañon transformaron en salón de recitales. La escena era realmente under. El afiche de la puerta anunciaba, además claro de La Trampa, a Fisurados y La Covacha, dos bandas de pura cepa rockera del oeste bonaerense.
Después de varias demoras, dichos y contradichos, cerca de medianoche La Trampa salía a escena ante un centenar de personas que, a excepción de algunos llegados desde Uruguay, no tenían idea de que iban a ver. Si tuviera que elegir una palabra para resumir el debut de los uruguayos, sería “breve”. Y también agregaría, corto, escueto y hasta “avaro”. Las complicaciones de la prueba de sonido habían dejado muy poco margen de tiempo y la lista de temas sumo apenas nueve. Sin embargo, además de ser testigos del primer toque de la historia del grupo fuera de su país, asistimos a una gran lección de música. Alto voltaje de hard rock y mucho años de experiencia transformaron la indiferencia de los primeros acordes en un, por lo menos, entusiasta aplauso cuando luego de “las décimas” abandonaron el escenario.
Después del concierto, en un clima ya más distendido, charlamos con el guitarrista Garo Arakelian sobre sus impresiones de aquella primera experiencia.
¿Por qué tan corto el show?
Nosotros vinimos con la idea de tocar más pero se complicó la prueba de sonido, había poco tiempo y había que compartirlo con las otras bandas. Los nuevos de la clase éramos nosotros y pasa un poco siempre así. Uno puede ser centro de atracción por algunas razones pero no quiere decir que uno tenga protagonismo.
¿Por qué tardaron tanto tiempo para venir a Argentina?
En realidad hacía muchos años que habíamos perdido interés por venir a Buenos Aires. No nos resultaba una cosa viable porque veíamos que Argentina estaba solamente permeable a una parte de lo que ofrecía Uruguay y habíamos dejado un poco la idea de lado y nos habíamos concentrado en incidir solamente en nuestro país. Lo que pasó este último año a nivel musical en ambos países, nos cambio la perspectiva radicalmente.
¿Cómo vivieron esta suerte de nuevo “debut” de la banda?
Nosotros venimos a Buenos Aires de forma totalmente ingenua, venimos con toda la vestimenta de adolescente desde el punto de vista afectivo, es como tener dieciocho años. Venimos a mostrar lo que podemos ofrecer sin una historia atrás que nos avale.
Es buenísimo y no nos pasa desde hace mucho tiempo que haya gente que te está escuchando de otra forma, por primera vez. Desde el escenario se ve la lógica frialdad de gente que te está mirando y cuando termina el show termina aplaudiendo porque le gustó mucho la banda, nos pasó lo mismo que cuando empezamos en Uruguay pero con la experiencia de haber tocado quince años.
Daniel Hofer
Fotografías: Abuela Coca (Paula Penedo), Once Tiros (María Vaccarezza)
27/10/2006 | Leandro Altea Hola gente..yo estuve viendo a once tiros y realmente es una banda que va creciendo dia a dia.. y yo soy argentino y el otro dia escuche un tema de una banda uruguaya--referido al materialismo..sinceramente lo escuche una vez y decia algo como que a la madre la tuvo que martar porque era mas barato un asilo que un entierro. y que el hijo cuidaba a una abuela y si se pòrtaba bien hasta traia empanadas.. muy bueno el tema y queria saber si alguno me pudiera decir el nombre del tema y en especial el nombre de la banda...por favor escribanme a mi mail que es leandroaltea@hotmail.com y desde ya muchas gracias.. un abrazo y suerte |
3/10/2006 | Mónika Yo estube en ambos toques de la Abuela Coca, el del Estudio bar en Castelar, y en la Fiesta Clandestina de Colegiales, ambos fueron toques re buenos super divertidos! la babnda dio lo mejor como siempre!!!! Representando a nuestro paisito de la mejor forma posible asi que ta! se disfruto pila de la fiesta y esta buenisimo que se de la oportunidad de que bandas nuestras legendarias como esta, con un sello propio y sumamente original salgan al exterior a mostrar lo nuestro. Ojala siga creciendo asi abuela Coca y el Rock Nacional , siempre sin perder la magia y el OBJETIVO! felicitaciones tambien a bandas como La Trampa, Los titos, La Vela Puerca, y muchas otras que estan marcando historia en la Música Nacional,... y todo mi cariño a Abuela Coca que a demás de ser una banda referente ya se ha convertido en una forma de ver el mundo, en un estilo de vida que va de boca a boca y de corazón a corazón.... |