Canciones para no dormir la siesta, Más que una leyenda callejera (Cap.1)
16/12/1999
Junto a Jorge Bonaldi repasamos la historia de la agrupación que renovó la forma de hacer música para niños.
INTEGRANTES
La formación inicial de Canciones para no dormir la siesta, integra por orden alfabético a Jorge Bonaldi, Horacio Buscaglia, Nancy Guguich, Leticia Laurenz, más conocida en esa época como "Leticia" , Gonzalo Moreira, Jaime Roos y Walter Venencio. (De la formación inicial, al disolverse Canciones, solamente quedaban tres de esos integrantes). La última formación, a partir de 1988 y siendo una de las más estables, tiene como base por orden alfabético a Jorge Bonaldi, Susana Bosch, Coco Fernández, Nancy Guguich, Gonzalo Moreira, Guzmán Peralta y Carlos Vicente. Fugazmente la integraron Pippo Spera, que realizó una brevísima temporada en 1976 y Urbano Moraes, que incluso llegó a hacer algunas grabaciones que después no se publicaron. Aparentemente no se pudo adaptar al grupo y por esa situación se alejó. Esos dos músicos entraron porque en 1975 Jaime Roos y Jorge Bonaldi se fueron a España para conformar el conjunto Patria Libre, junto a Jorge Lazaroff y Raúl Castro.
MUSICA PARA NIÑOS
El gran mérito de Canciones para no dormir la siesta fue el haber sentado las bases de lo que podríamos llamar la existencia regular de recitales en vivo de música uruguaya para niños. Si bien el repertorio inicial no era estrictamente de música uruguaya, sino más bien adaptaciones y algunas composiciones propias, después se pasó a una canción uruguaya de autor para niños. Inicialmente, Canciones para no dormir la siesta al debutar en la sala Mercedes de El Galpón, estaba concebido como un espectáculo para niños donde ya se preveía que no se iba a manejar un hilo argumental, como era habitual en las obras de teatro para niños. El formato de tipo revisteril que trajo Canciones estaba derivado de la creencia de que no era conveniente intentar sustentar durante una hora y media o dos la atención del niño a través de una obra de tipo argumental. Se pensó, en ese entonces, en hacer algo mucho más dinámico, como pequeños cuadros auxiliados por la música y fundamentalmente por la canción. El tiempo y el devenir de las cosas fue transformando a Canciones para no dormir la siesta en un verdadero conjunto de música para niños con un sonido propio. La aportación estética no fue muy importante, pero si existió un sonido propio y ese sonido tiene su origen en Walter Venencio, integrante desde 1975 hasta 1979, notable músico injunstamente olvidado. Las desavenencias internas casi constantes a lo largo de 15 años, a la par que la permanente generación de micro-situaciones de poder dentro del grupo, motivaron el alejamiento de distintos músicos de real valía. También la de Venencio.
Canciones pertenece a una generación de artistas músicos, que se plantó encima de los escenarios de una manera muy distinta a como lo venía haciendo la generación precedente, de `cantores de protesta´. Pertenece a la generación de Los que Iban Cantando y otros artistas que lograron vínculos muy distintos con el público y con el manejo del espacio físico y de las plateas. Generó otro tipo de relaciones, llegando al contacto físico conla audiencia, cosa hasta el momento inédita El impacto de Canciones para no dormir la siesta es, entre otras cosas y fundamentalmente, emotivo y masivo. Dentro de la población uruguaya, en todo el país, fue un grupo de incidencia masiva, pues con el paso del tiempo la gente tomaría su trabajo como referente para el entorno familiar y la formación de los niños en el entorno escolar. También en el plano anímico; no hay que olvidar que Canciones para no dormir la siesta tuvo su impacto fundamental en una época muy particular: la Dictadura. El éxito inmediato del grupo se debió a que, de una manera absolutamente premeditada, Canciones proponía exactamente lo contrario que lo que proponía la Dictadura. La propuesta más visible era el optimismo, la ligazón entre las personas, un cierto aire de desobediencia civil; y esto era exactamente lo contrario de lo que promovía el régimen militar: el aislamiento de la gente, el miedo, el terror, la disgregación y la negrura. A esto Canciones para no dormir la siesta oponía un brillo que la gente percibió de inmediato. Es curioso como, a través de un espectáculo para niños, se pudo generar una situación tal de desacomodo de lo que proponía el régimen, que en sus primeros tiempos, en el primer año de existencia, Canciones resulta espiado por la Dirección de Inteligencia y Enlace, siendo uno de los primeros números artísticos, según se cuenta, en sufrir semejante situación.Todo esto se convertiría en una especie de marca, de sello de fábrica que, con el tiempo, llevó al conjunto a los escenarios más grandes y a situaciones tales como realizar funciones en trasnoche, exclusivamente para gente adulta, sin variar el material que se manejaba con los niños. Tal, el origen de la leyenda callejera que hoy tiene Canciones.
HACIENDO HISTORIA
La trayectoria montevideana se inicia en 1975 (19 de junio) en la sala Mercedes del Teatro El Galpón, con llenos permanentes, pasando luego, brevemente, a la sala grande. En los primeros meses de 1976, se produce la arremetida contra la cultura por parte de la Dictadura. Se clausuran y se expropian las dos salas de El Galpón, lugar donde en esos momentos, Canciones, que ya había integrado a Pippo Spera y a Susana Bosch, estaba haciendo el inicio de la temporada. Resultado, los instrumentos quedan secuestrados dentro de la sala grande del teatro. Por precaución, durante un tiempo, el matrimonio de Nancy Guguich y Horacio Buscaglia (militantes del Partido Comunista), se radica en Buenos Aires, más que nada como medida preventiva. Eso da lugar a una disolución temporaria de Canciones, que se prolonga hasta 1978. En el ínterin (1977), Horacio Buscaglia dirige un espectáculo a dúo de Susana Bosch y Walter Venencio que se llama "Para cuando llueva", que de alguna manera da una continuidad a lo ya empezado con Canciones. De alguna manera, ellos perpetuaron el recuerdo de Canciones para no dormir la siesta, en un momento en que se relanzaba la canción popular a través de lo que se llamó el Canto Popular. En 1978 la vieja guardia del grupo es convocada nuevamente a conformar el espectáculo. Jaime Roos ya estaba radicado en Europa , pero Bonaldi retorna a Montevideo en 1977 para conformar Los que Iban Cantando y luego se reincorpora a Canciones para no dormir la siesta. Se reformula el conjunto con Gustavo Ripa, que permaneció hasta 1988 y por ausencia de Susana Bosch, se suman Jorge Lazaroff con Cecilia Prato, hasta fines del 80 cuando abandonan el conjunto. Queda así una formulación más estable que integra también al "corto" Buscaglia en escena hasta el año 1985, en que opta por marcharse para dedicarse a otro tipo de cosas. Se consolida así un sexteto con: Bonaldi, Bosch, Guguich, Moreira, Ripa y Vicente; esa fue la médula, la espina dorsal de los grandes momentos que vivió Canciones para no dormir la siesta, haciendo espectáculos en el Palacio Peñarol, en el Estadio Centenario, etc, etc. En los años 78, 79 y 80, el conjunto se radica en el Teatro Circular.