SieteNotas

Radical, Sobreviviendo en un Perfecto Infierno

27/1/2007

Desmoronando los mitos del metal, Gabriel Brikman abre la puerta del apartamento con su ropa de trabajo: camisa blanca y pantalón de vestir oscuro; adentro, Gabriel Barbieri repone las cuerdas de una guitarra criolla. Los otros integrantes de la banda, Rodrigo Costas y Federico García, no pudieron estar en la entrevista por cuestiones laborales, y es que no es ninguna novedad que acá son pocos los que viven de la música.

Sin fama ni gloria, Radical no busca ni popularidad -“Si es por status prefiero seguir quedándome en mi casa“, afirma Brikman-, ni ostentaciones personales –“el heavy metal no es para lucirse el instrumentista como algo individual“, asevera Barbieri-. Con su primer disco bajo el brazo, buscan marcar una traza en la historia de la música: “Ojalá en 10 años Perfecto Infierno sea un clásico”.

Han dicho en diferentes entrevistas que no son una banda de metal, no son una banda de rock, ¿cómo se definen?

Gabrihell:
En realidad, somos una banda de metal por el género en el que estamos, pero no somos ortodoxos, no somos puramente metal, una banda clásica de metal. Creo que va más con el metal nuevo, post trash y todas las variantes que vinieron después. También hay otros géneros: hardcore, glam, rock, stoner… Es fusión de subgéneros de metal o de rock, pero no es como la del candombe/rock, sino más bien purista, son todos géneros dentro del subgénero.

¿Cómo compone un tema Radical?

Gabrihell:
Nuestra manera de composición es muy del formato canción. Si bien había ideas, el disco se compuso mucho dentro de la sala. Con Rodrigo (Costas, vocalista) tenemos una manera de decir: “Tengo esta letra, me gustaría que la música estuviera por acá”. Estamos con la guitarra acústica y empezamos a buscarle el riff básico y de ahí es un proceso de arreglo con toda la banda, cada uno va arreglando su parte y sugiriendo para otras partes. La composición en general ha sido un proceso muy común, estamos acá y armamos un riff, después con Ro armamos una letra, después con Fefo (Federico García, baterista) se le va buscando los arreglos en cada parte.

Un trabajo más bien en equipo.

Brikman:
Es una experiencia comunista (risas).

Gabrihell: Es una banda que tiene poco de armar canciones “zapando y tirando”. Partimos de ideas, de abstracciones, y de ahí se llega a la canción.

Brikman: Creo que para llegar a la temperatura de un tema tenés que saber de qué querés hablar. Tuvimos la discusión de cuál es la génesis de la canción. Lo que se dio a lo largo del disco es que fuimos bastante ordenados en tomar una idea y trabajarla, no improvisar y hacer una letra, cosa que se da muchísimo en el rock uruguayo. Hay bandas que declaran que hacen eso y se jactan de haber entrado al estudio sin una idea y salido con un disco. Eso se nota cuando lo escuchás.

Ustedes sacaron un EP, Radio. ¿Cuál fue el criterio para elegir los temas?

Brikman: Radio
fue un proyecto que nosotros abordamos con la importancia de un disco. Su objeto era darle a Radical una identidad musical. Se llega al Perfecto Infierno a través de Radio. Lo que quisimos fue hacer un tributo a la radio y a los artistas que nos marcaron, o marcaron los tiempos que queríamos homenajear, que eran los ´80, el segundo nacimiento del rock, el post dictadura. Quisimos ir a canciones que nos gustaban mucho, que no hubiesen sido versionadas, o, si fueron versionadas, hacer una versión mejor. ¿Que el trabajo puede haber tenido sarcasmo a nivel de alguna composición? Sí, obvio, porque tenemos toda la libertad de poder interpretar letras, re entenderlas y re interpretarlas conceptualmente como Radical...

Gabrihell: Sobre todo sirvió de amalgama para unir la banda, para encontrar un sonido, un equipo, y desarrollar un lenguaje. A su vez sirvió de tributo a la época en que nos desarrollamos como músicos. Después doblamos la apuesta con nosotros mismos. Lo próximo, que fue Perfecto Infierno, iba a tener que estar mejor resuelto, grabado y tocado; es algo interno, la competencia con nosotros.

Ganaron un Graffiti, ¿cambió algo?

Gabrihell:
Ganamos un Graffiti, está por ahí arriba (risas). Generó mucho resentimiento hacia la banda por ganarlo, y encima con canciones de otros… canciones punk. Sé que había gente que pensó que tenía que ganar otra banda, que lo habíamos comprado y no sé que más... La plata no nos da para comprar premios...

Brikman: No sólo nos dejó solos como banda, en el género, sino que no significó ninguna oportunidad a nivel de trabajo o facilitar una edición.

¿Qué les dejó?

Brikman:
Nos dejó soledad.

Gabrihell: Pero a su vez esa soledad nos ayudó a componer este disco. En vez de mirar para afuera miramos para adentro, tomamos la apuesta de hacer un disco nuevo y aplicar lo que aprendimos con Radio. Fueron tres meses que nos encerramos a tocar y nada más, justo Fefo tenía una sala de ensayos y la aprovechamos. Íbamos tres veces por semana a tocar las canciones, a armar nuevas y en tres meses estaba compuesto todo un disco.

Brikman: Esa soledad nos dio también un purismo estético, un no estar pendientes.

Gabrihell: Como que volvimos a la matriz del metal pero sin renegar de todas las influencias que tenemos, que están incluidas. Condimentos como hardcore, crush, stoner, rock, black, trash… si tenés que definirla es una banda trash con muchos condimentos.

Ustedes estuvieron en el Urban Metal Fest, que creó mucha expectativa en torno al metal, ¿sirvió para algo?

Brikman:
(burlonamente) “El renacimiento del metal” (risas). Estuvo bueno. Lo que se logró fue crear que el show fuese el atractivo para ir a descubrir las bandas. Fue eso.

Gabrihell: Creó mucha expectativa en la gente, en un momento que no pasaba mucho, que no había el renacer del metal este del que se habla. Puede ser leído como un renacer, o como que la prensa le empezó a prestar un poquito de atención mientras la gente siempre estaba ahí, siempre estuvo ahí.

Brikman: Hicimos un trabajo prolijo, no dejamos de ser quienes éramos para comunicarnos con los medios, que es fundamental. Las bandas eran las bandas, no nos poníamos más lindos, o más agradables, no. Íbamos a hacer prensa a todos los medios con nuestra propuesta, que es algo que el metal no debe descuidar. El heavy metal es un mundo independiente del rock. No es parte del rock uruguayo, debe relacionarse de la mejor forma posible con él, pero no es parte. Un disco de heavy metal debe estar con los de heavy metal, el disco de Radical debe estar al lado de Metallica, Megadeth, Black Sabath, Slayer; no donde está La Tabaré, o donde está Hereford; y adoro a los chiquilines de Hereford, no es un tema personal.

El metal uruguayo dentro de Uruguay, para lo que son los medios o el público masivo, ¿está bien representado por bandas como Rey Toro o Crepar?

Gabrihell:
Yo creo que el metal uruguayo, con esas palabras, está bien representado. Pero nosotros somos metal, en eso no somos uruguayos.

Brikman: Creo que se puede reformular la pregunta a si el heavy metal está bien representado por las bandas uruguayas.

Gabrihell: Y eso va por cada uno. En mi lectura, Radical existe porque estas bandas no llenan el lugar que nosotros ocupamos o nuestra expectativa musical. Creo que para el mercado interno, cumplen, en el externo es otra cosa, ahí capaz que son obsoletas.

Brikman: Celebro que haya bandas que puedan haber trascendido umbrales, pero no todas tienen que hacer el mismo camino.

Gabrihell: Nosotros justamente vamos por otro camino, y en eso bien por ellos que hacen su camino y bien por nosotros que hacemos el nuestro. Mientras todos estemos contentos...

El hecho de que haya bandas que sí buscan ser un poco más abarcativas y cruzar esos umbrales, ¿no deforma un poco el género?

Gabrihell:
Si no está premeditado y vos fuiste fiel a tu propuesta y te compran 20 mil discos de un saque, vos no tenés la culpa. Pero si vos te encerrás y decís: “Quiero que esto suene en la radio, en la tele...”, ahí hay que ver qué condición estás haciendo, eso es algo personal de cada músico.

Brikman: Yo espero que esta experiencia de banda nos permita construirnos como músicos. Nos juntamos por este tipo de música, por este sonido, por este norte, nosotros queremos hacer esto. Lo que venga en función de esto, está bien. Ahora, si tenemos que hacer concesiones estéticas para lograr un suceso de popularidad, yo no lo haría a esta altura del partido. No me interesa ser popular, sí que la música de Radical pase a la historia. Es diferente. Una cosa es cuando vos hacés una traza en la historia de la música. Y otra es cuando vos tuviste una sobre exposición mediática, tocaste para mucha gente y estás en el tapete. Eso es efímero, lo que queremos es permanente.

En una entrevista dijeron que el metal no era disfrutable, ¿por qué?

Brikman:
No, el metal es disfrutable.

Gabrihell: Lo que no es algo divertido es como se vende todo esto. Es algo jodido, no divertido. Es otra manera de disfrutar.

Brikman: No es “Enjoy it” No es (burlonamente) “ven, adquiérelo y disfrútalo, ya está ready to play”, no es eso. Ese concepto también abarca toda una filosofía. Es por eso que nosotros en vez de ir al mp3 vamos al vinilo, y no por reaccionarios.

Gabrihell: Apuntamos más a un disco como un concepto de obra que a una canción que sea un hit en la radio. Queremos que el flaco que lo compre escuche las 14 canciones y no una, la banda apuesta a eso.

Chopper, Alvacast y Cross. ¿Una banda que pueda ser referente dentro de 10 años?

Gabrihell:
Es medio soberbio ponerse a predecir la historia…

Brikman: Ojalá en 10 años el Perfecto Infierno sea un clásico. No hicimos un disco para que sea vendido en forma rápida, o para que sea consumido y “vamos todos“. No, hicimos un disco que, esperamos, haga historia.

Se habló de un material llamado Revolución, ¿qué fue de eso?

Gabrihell:
Fue poner la carreta delante de los bueyes… Fue el primer nombre del disco, y después nos dimos cuenta de que el disco no era Revolución, era otra cosa.

Brikman: Podemos hacer una entrevista de ocho páginas de por qué se cambió el nombre, en qué contexto se hablaba de Revolución dentro del heavy metal, de los tiempos que vivíamos; y en qué contexto estamos hablando de Perfecto Infierno.

¿Por qué Perfecto Infierno?

Gabrihell:
La obra empezó a tener identidad por sí misma, cuando había que ponerle un nombre a eso, era Perfecto Infierno. También por lo que habíamos vivido, veníamos de un año de mucha soledad, de estar muy por fuera, era un Perfecto Infierno. Son conceptos muy pesados tanto perfecto como infierno y en conjunto arman otro concepto pesado.

¿Cuál fue el tema de difusión?

Gabrihell:
Milagro. Es irradiable, dura cinco minutos y medio, justamente la canción más radiable. A su vez está buenísimo, yo la otra vez jodía en una radio y les decía: “Desde Pink Floyd que no pasaban una canción tan larga”, porque ahora todo el mundo hace canciones de dos minutos. Nosotros apostamos a una canción de cinco minutos y medio y, a su vez, vos escuchás la canción y no te aburre, tiene todo lo que tiene que tener.

Brikman: Eso también es una apuesta Radical: “¿Cuál es el corte?”. “Este”. “¿Cuánto dura?”. “Cinco cincuenta”. “Ah, no lo puedo pasar”. “Bueno, lástima”.

Gabrihell: En realidad, terminás diciéndole: “Si somos músicos pasalas”. Que nosotros hablemos, no va a cambiar la historia, lo que va a quedar son nuestras canciones.

Brikman: A nosotros nos salió esa canción, tiene que durar eso, y si la quieren pasar bien, y si no, mala suerte, se la están perdiendo. ¿Sabés qué pasó en las radios? El tema más extremo, el más pesado, fue el que más pasaron: Chupando lata. Cuando nos hacían una nota, nos presentaban con ese tema.

Gabrihell: Yo creo que lo tomaron como algo distinto, no se mostraba eso por ese lado.

¿Todos los temas fueron compuestos en esos tres meses de grabación?

Gabrihell:
No, habían temas que venían del año pasado, de la transición. La banda se conformó cuando entró Fefo que habían algunas canciones anteriores que a su vez fueron re escritas y re arregladas. Al tener un nuevo baterista, que resolvía las cosas de otra manera, la música cambió mucho, hubo que re arreglar muchas cosas. La canción que se llama Ni olvido ni perdón, se llamaba Revolución, es totalmente diferente. Milagro también, los arreglos musicales cambiaron todos. Se laburó mucho.

¿Quedaron muchos temas afuera del disco?

Gabrihell:
No, casi todo lo que se compuso está grabado, se decantó muy poca cosa. A su vez, hicimos muchas veces los temas, se les daba, probábamos un arreglo, nos gustaba, quedaba parte, volvíamos a probar, hubo mucho de eso.

¿El disco sigue una línea clara, o es bastante diverso?

Gabrihell:
Yo creo que tiene una línea clara y a su vez es diverso. Se nota a dónde va la banda y el norte que tiene, pero hay un abanico grande dentro del género.

Brikman: Es un disco de Radical, con todo lo que implica. No es moverte como un caballo con las orejeras y los ojos tapados apuntando para un lado. De hecho fue un desafío para la banda y para los integrantes renovar los textos, poder cambiar sin miedo a cambiar, o poder afirmarte donde te tenés que afirmar. Entonces el disco también tiene una amalgama de géneros, que sintetiza en muchos aspectos todo el vocabulario del heavy metal actual. Tenés desde lo clásico hasta lo extremo: trash, stoner, hardcore, rock and roll, black metal, trash metal, death metal, extreme metal, cosas sinfónicas. Es un disco que hace honor al nombre de la banda.

¿Es bastante complejo?

Gabrihell:
Es más complejo que lo acostumbrado, tiene mucha música, mucha información para decodificar. Si bien está en el formato canción, hay muchas cosas que capaz que le tenés que meter tres, cuatro escuchadas para entender la sintonía de la banda. Apostamos a una obra, del tema uno al catorce. Creo que eso también hace que haya que meterle más oreja al asunto.

Brikman: Como eran los discos antes.

Gabrihell: Fue armado como un vinilo, con una cara A y una cara B. En el tema siete termina la cara A y en el ocho empieza la cara B. Fue pensado así, como que te levantabas, sacabas la púa y lo volvías a poner. Nosotros conocimos el rock así.


+ información www.radicalcore.com
Si querés escucharlos: www.myspace.com/radicalcore

Andrea Martínez

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