SieteNotas

Néstor Vaz Quinteto, para cambiarle la cara al tango

6/8/2005

Oriundo de Florida y actualmente viviendo en el barrio de Malvín, Néstor Vaz tenía las puertas de su domicilio abiertas para recibirme en aquella nublada mañana sabatina. Influenciado por Aníbal Troilo, ha interpretado el tango de punta a punta, y, en ocasiones, ha sobrepasado sus límites experimentando en el folclore, el rock y hasta en el ya conocido tango electrónico de “Bajofondo Tango Club”. Si bien ha asimilado elementos de cada género, ahora regresa a la esencia. “Néstor Vaz Quinteto” se propone recorrer el tango a partir de exponentes como Gardel y Piazzola, para dejarnos algunas de sus creaciones más íntimas.

Además de músico sos geólogo. ¿Llegaste a ejercer?

Sí, la geología ocupa hoy el cien por ciento de mi tiempo laboral. De todas maneras, en los últimos años como músico he estado trabajando más en el exterior, porque aquí hay poco trabajo. Ahora, revitalizado con esta formación del Quinteto, que debutó hace poco, y la verdad que tengo muchas expectativas.

¿Y cómo viene la mano?

Ahora tocamos solamente en “La Colmena”. En esta etapa estamos conformando el grupo, conociéndonos musicalmente, para después encarar la grabación del disco. El espectáculo que presentamos se llama: “Gardel, Piazzola y algo más… Para cambiarle la cara al tango”.

¿Cómo es eso?

Eso es más que nada un slogan de marketing, quizás no corresponde que uno diga una aseveración tan irrespetuosa. Pero lo que nos proponemos no es abarcar la historia del tango, que es riquísima y vastísima, sino plantear simbólicamente dos épocas, dos concepciones, como la de Gardel y la de Piazzola. Uno uruguayo y otro argentino, uno de principios de siglo y otro de fines de siglo pasado, uno del tango cantado y otro del tango instrumental. El “algo más”, pretende modestamente colocar nuestras creaciones y composiciones instrumentales. Entiendo fundamentalmente que no hay arte que no evolucione, y nosotros tenemos la responsabilidad y la obligación de poner a la música a consideración de la gente. Prefiero eso, exponerme y mostrar lo que uno ha creado.

En el Quinteto vos componés y hacés los arreglos de los otros instrumentos. En tu carrera ya habías trabajado como arreglador y director musical.

Sí, he trabajado en muchos espectáculos siempre vinculados con el tango, como arreglador y como músico de Gustavo Nocetti, desaparecido hace pocos años, y he conformado muchos tríos, septiminos y otras formaciones.

Cómo bandoneonísta ¿qué formación aprovechás más?

Yo creo que he disfrutado con todas. He trabajado mucho con un gran guitarrista y amigo que se llama Julio Cobelli, haciendo tango clásico. Pero siempre tuve la idea de armar este quinteto, de buscar la sonoridad del formato. Es una aspiración que tenía hace muchos años y tuve la suerte de dar con colegas y músicos adecuados para este proyecto, para que cada uno pueda explotar su talento y su capacidad.

Además estuviste en teatro y cine. Tu papel fue de músico digamos, pero ¿hiciste algo de “actuación”, te pedían que tocaras con alguna postura en especial?

Solamente en una película que se llama “Otario”, dirigida por Diego Arsuaga. Es una película uruguaya, en la que aparecíamos con los colegas tocando en un cabaret; fue una linda experiencia. Está bueno comprender cómo lo que vos toques se puede relacionar con las imágenes; es un desafío muy interesante. Una vez yo compuse un tango estando en Canadá, allá había unos cineastas, canadienses por supuesto, que estaban haciendo una película; escucharon el tango, les interesó y la quisieron. Lo curioso fue que la composición, que es anterior al video, pudo ser relacionada con imágenes por tipos que ni conocen el origen de tu música. O sea, qué imágenes le sugiere.

Te iba a preguntar eso. Estuviste por el mundo entero mostrando el tango, ¿cómo lo reciben los extranjeros? El tango nació para la clase baja, relacionado con el alcohol y la prostitución, me da la sensación de que en Europa, está muy distanciado de su origen, ¿es así?

Es muy justo lo que vos decís. El tango tiene origen prostibulario, nació como una música de las capas más bajas de la sociedad de Bs. As y Montevideo. Se bailaba en los prostíbulos de ambas ciudades, es un fenómeno cultural interesantísimo. Pero después, en el Río de la Plata conquistó las capas altas, llegó a los salones y a las esferas altas de la sociedad. Posteriormente se expandió por el mundo, y éste no respeta esos códigos de su nacimiento original.

Hay quien dice que el verdadero tango es el porteño…

Yo toco tango desde que nací. Por lo tanto, creo que algo de esto conozco. No creo que haya tanta diferencia entre el tango argentino y el nuestro. Debe haber alguna diferencia rítmica en cuanto a la marcación, y si vos tomás algunos referentes lo notás. Lo que tiene el argentino, es una mayor cantidad de gente que ha aportado al tango. Pero no hay una diferencia significativa para decir que el “verdadero” es el argentino.

¿El bandoneón es más aprovechable en el tango porteño?

No hay una forma de tocar el tango en Bs.As., hoy día, si vos tocás allá, hay multiplicidad de opciones y de ofertas: hay tango hecho por rockeros, hay de todo, por lo tanto tampoco creo que haya una forma uniforme de tocar tango en Argentina.

¿Cómo te cae eso de que los rockeros hagan tango, o los murgueros como “Los Mareados?

Creo que sirve desde el punto de vista de la divulgación y la entrada a otra gente; no te olvides que hace algunos años “Los Estómagos” también hacían tango. Lo interesante del tema es ver por qué esa gente toca tango.

Porque algo tiene…

Exactamente, porque aunque vos seas un pibe, en tu matriz como ser humano, al ser uruguayo o argentino, está el tango en algún lugar, sea por tu viejo o por tu abuelo.

¿Musicalmente te parece que en algunos casos se le falta el respeto al tango?

Mientras se respeten ciertos códigos que el tango evidentemente tiene, yo no soy quién para juzgar que esté bien o esté mal. Siempre que no se suban al carro del tango como un oportunismo, bienvenidas las propuestas que logren captar más adeptos. No debemos perder de vista el hecho de que es una música riquísima y que merece ser tratada con respeto.

¿Grabaste con Bajo Fondo?

Sí, en un principio no sabía bien qué era; en realidad no sé bien lo que pasó con eso: yo grabé. Ese producto no me dio ninguna satisfacción y tampoco me enriqueció musicalmente. Esto lo he discutido con mis colegas, como verás yo trabajo rodeado de computadoras, pero una computadora no puede sustituir nunca al músico. Las computadoras se hicieron para facilitarle la comunicación al hombre, pero no es el sucedáneo de un instrumento o de un músico naturalmente. Para serte claro, yo no entiendo a esa persona que sube a un escenario con cinco o seis computadoras y hace música.

Ahí sí hay un cambio en lo sociológico porque convengamos que a los consumidores quizás ni les importe el tango, sino el lado electrónico.

Probablemente estén por los sonidos. En definitiva la música son sonidos. Yo creo que los emisores naturales de esos sonidos son los instrumentos musicales. Eso es así, desde que el hombre está en la tierra empezó a golpear piedras, y después fabricó el tambor. En cualquier sociedad que vos conozcas, no precisás computadoras para hacer música.

Además al seguir los esquemas de la computadora se va perdiendo el aura…

Cuando vos tocás, es mucho más que una nota, esa nota es parte de tu vida. Va en cómo la toques, hasta donde te comprometas con esa nota… vos no podés desligarte de tu vida cuando estás tocando. En ese aspecto, creo que una computadora no lo puede lograr. Evidentemente hay gente que tiene que tener talento para esas cosas…

Participaste también en otros géneros, estuviste con Larbanois Carrero, Canoura, El Peyote Asesino… contame cómo te fue en cada uno de ellos.

A mí me han citado muchas veces como músico de sesión. Una linda experiencia fue con Laura Canoura, que participé en su disco “Interior”; es una excelente música y muy buena amiga. Otra fue con el Peyote, que grabé unos temas. La gente se preguntará “¿qué hace el bandoneón ahí?”. Ni me acuerdo qué temas grabé, pero había unas letras que eran terribles.

¿Y es algo que te sentás a escuchar ahora?

No, te digo más, ese disco no lo tengo. No porque no me guste, sino porque no me lo dieron y después no lo conseguí. Pero lo voy a tener como recuerdo aunque sea para mis nietos. Todas esas experiencias a mí me enriquecen.

¿Pero te quedaste con gusto a poco?

Sí, pero esa fue una experiencia que me gustó más que la de Bajo Fondo. Constituye más desafíos que lo otro. Con Larbanois Carrero grabé en dos o tres discos de ellos, y ahora en los últimos años estuve tocando en su banda. Ellos son amigos míos hace muchos años. Primero que es un honor tocar con dos tipos que son primeras figuras del canto popular, y segundo que ahí tocábamos tango y canciones del norte, era muy variado, son tipos muy abiertos y fue una experiencia muy gratificante.

A setenta años de la muerte de Gardel, ¿alguna reflexión? ¿Qué ha dejado y cómo va evolucionando su música?

Gardel, si es cierto que era uruguayo, sin duda es uno de los más conocidos del mundo entero. Fue el cantante líder de su época a nivel mundial, un avanzado. Y si era el compositor de sus músicas, fue en mi concepto uno de los más grandes músicos uruguayos. Lo que es increíble es la vigencia, a veces no nos damos cuenta, pero yo te puedo aseverar en este momento que debe haber en el mundo dos o tres lugares que estén escuchando alguna canción de Gardel. Personalmente nunca fui un tipo “gardeliano”. Mi padre escuchaba a Troilo, y yo me lo puse a escuchar más adelante en mi carrera. Es un tipo que te conmueve, como todos los grandes artistas: Beethoven, Van Gogh… él tuvo una vida dura y siempre sentí una especial fascinación por ese tipo de artistas.

Y su música es mucho más compleja de lo que la gente piensa, ¿no?

Claro. En realidad la música no es compleja, porque las melodías “gardelianas” son recordadas fácilmente. Lo que es interesante son las posibilidades armónicas que tienen, podés agregarle y quitarle muchas cosas.

Bueno, para retomar e ir cerrando la entrevista, contame un poco más del Quinteto y sus futuros proyectos.

El Quinteto está formado por Jorge Nocetti en guitarra, que es una de las incorporaciones nuevas que normalmente acompaña a Laura Canoura; Matías Craciún, también recién incorporado: un violinista de veintitrés años con mucho futuro. El “Cono” Castro, que es el contrabajista con quien trabajamos hace muchos años; Álvaro Hagopián, que es un excelente pianista con muy buena dinámica y yo al bandoneón. La siguiente etapa será grabar el disco, supongo que saldrá en lo que va de este año.

¿Por lo pronto dónde van a andar tocando?

Por donde venga, la situación está muy difícil. Hay muy poco trabajo para el músico y mal remunerado, y eso te desestimula. Hoy mi vida se sustenta con la Geología pero trato de no olvidarme del bandoneón que en momentos difíciles siempre está conmigo, y me permite conocer lugares del mundo que de otra forma, difícilmente conocería. Fundamentalmente llevar una música de tu país a otros, conocer otras gentes, ver cómo reaccionan, cómo interaccionan con tu música, y eso es un desafío realmente interesante. La verdad es que estoy en lo mío, estoy en el tango, si hay algo sepa hacer bien y que me llene de satisfacción es el tango, es así.

Rodrigo Ribeiro

Comentarios
24/9/2010 | Patricia
grande nestor. copa escuchar tu bandoneon en los discos de nocetti
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