Diane De Luxe
Contrabajo: Nicolás Ascone. Flautas: Pablo Osma. Batería y Percusión: Jorge Trasante. Piano: Daniel Magnone. Batería: Roberto Galleti. Guitarra, Bajo eléctrico, arreglos y dirección musical: Daniel Lagarde. Sonido: Luis Restuccia. Dirección Escénica e iluminación: Omar Varela. Producción: Paola Escobar. Promoción: Mayra Barragán.
La última imagen sónica que tenía de Diane Denoir, era la de haber escuchado vinilos (compilados como “Música de acá” o “Musicasión 4 y ½” de hace más de 30 años publicados por el sello “De la Planta”); allí podía oírse una voz totalmente despojada y hasta minimalista (pero definitivamente expresiva) de una muchacha cantando canciones de Eduardo Mateo: Diane Denoir. Todo muy cargado de reverberación que creaba un ambiente cuasi misterioso y muy adecuado para aquella música. Nadie sabía nada acerca de ella (“dicen que se fue, dicen que está acá...”), incluso en una oportunidad llegué a ver la carátula de un vinilo suyo por el rabillo del ojo, pero no mucho más. Un verdadero misterio.
Realmente desconozco el derrotero de esta artista, pero al comenzar el espectáculo apareció una Diane Denoir para mí desconocida desde el punto de vista interpretativo (nunca la había visto en vivo), casi otra, pero manteniendo los atributos que la hacen memorable. Una forma de cantar casi idéntica a su forma de hablar, pero había algo más, un dominio de la escena, un oficio que convirtió a la Sala Zitarrosa en un living compartido con amigos íntimos o en un club nocturno a las cuatro de la mañana. Y lo más increíble, cantando aún mejor que lo que lo hacía antes. En su caso, Diane hizo de su experiencia un aprendizaje y los resultados fueron tangibles durante el espectáculo. Una artista excepcional.
La selección del repertorio fue espléndida y equilibrada, los hilos centrales fueron las canciones de Eduardo Mateo y luego todo derivó en canciones de su propia autoría junto a Adela Gleijer, de Chico Buarque, Ivan Lins, Vinicius de Moraes, Urbano, Pipo Spera y algún otro que no recuerdo. Todo encajaba y todo tenía que ver con todo. En cuanto a géneros musicales estuvieron presentes el jazz, la bossa-nova, la milonga y algunos aún no etiquetados, pero esto último ¿a quién le importa?
Los músicos que la acompañaron no se quedaban atrás, la banda sonaba segura y sin fisuras. Desde Nicolás Ascone y Jorge Trasante como base rítmica, Daniel Lagarde como nexo entre lo rítmico y lo armónico en la guitarra española y la dirección precisa, las melodías de Pablo Somma decorando las canciones, más el aporte de Alberto Magone al piano, redondearon un espectáculo formidable. Pero hubo más, hubo momentos realmente memorables de Daniel Lagarde cuando empuñó el bajo eléctrico y demostró (¡como si necesitara demostrar algo!) que es un grande en el instrumento. Y hablando de grandes, la frutilla en el postre fue el maestro Roberto Galleti que interpretó las dos últimas canciones del show en la batería, dando una verdadera lección del instrumento y haciendo que la sala se pusiera de pie y aplaudiera a rabiar.
Mención aparte merece Luis Restuccia, que con un manejo consciente del espacio sonoro logró un sonido espléndido y acertado para con el acontecimiento, aplicando los efectos en tiempo real y sin excesos con la sola finalidad de resaltar el trabajo vocal de la protagonista de la noche y recordarnos que el sonidista, también forma parte de la banda.
La penúltima mención aparte es para Daniel Lagarde, quien estuvo a cargo de los arreglos y la dirección musical que fueron sobresalientes desde todo punto de vista, especialmente porque su trabajo no hizo más que resaltar la calidad interpretativa de Diane Denoir.
La última mención es para Diane que sigue cantando, sigue soñando, sigue creciendo y está entre nosotros. Si se vuelve a presentar, no se la pierdan.
Renzo Teflón