SieteNotas

Revista 45 RPM, Cultura en rotación

6/10/2007

Con la revista digital 45 RPM

No tiene el academicismo ni las clásicas ataduras a viejas concepciones, tan características de las publicaciones culturales realizadas en Uruguay. En 45 RPM por el contrario, hay otro ángulo de acercamiento a los temas, información inencontrable en el resto de los medios, y tránsitos por zonas escasamente relevadas.

Entre sus hacedores hay gente de peso, como el periodista Guillermo Baltar, el artista plástico Marcos Ibarra, la directora de teatro y dramaturga Marianella Morena, el bailarín y coreógrafo, varias veces premiado, Martín Inthamoussú, o el guionista teatral y promotor de los Montevideo Comics, Rodolfo Santullo, y aquellos con quienes mantuve una jugosa y amena charla de café: el ex editor de la revista LadoB y ex conductor del programa radial “Gira mágica y misteriosa”, el Pulga Pavlovich, y el actor de El Galpón y director de la recordada obra “Banderas en mi corazón”, Jorge Bonelli.

PRESENTACIÓN

¿Por qué una revista cultural en Internet? ¿Por motivaciones económicas o por elección?

Jorge Bonelli:
Ambas cosas. La idea de sacar una revista impresa sería lo ideal pero es inviable, y no queremos morir al tercer número, como le pasa a la gran mayoría. Entonces preferimos emitir un número cada mes que no puede estar a disposición de todo el mundo en un quiosco pero que a una determinada cantidad de personas le está llegando.

Parten del presupuesto entonces, de que aún teniendo el dinero para hacer una edición en papel, no habría suficiente público interesado en comprar la revista. ¿La cultura no vende?

Pulga Pavlovich:
En parte es así. Yo estoy convencido que hay un núcleo reducido de gente que gira en torno a la cultura, que los que nos movemos somos más o menos los mismos, tanto si somos creadores o consumidores. Pero además pasa que si vos querés editar una revista con un papel más o menos bueno, con una cantidad de hojas medianamente decente, si querés estar en los quioscos pagando el peaje del sindicato de canillitas, te encontrás con que una revista que viene de Argentina como la Rolling Stone, se vende a menor costo de lo que podrías vender la tuya. Si encima le sumás que mi historia como hacedor de cosas en el mundo de la cultura, ha sido la del pésimo vendedor que nunca pudo convencer a nadie para que le comprara un aviso, por mis características de ser un tipo medianamente conservador en la cuestión de arriesgar, yo tiro la toalla antes de arrancar, y si me proponés hacer una revista papel, yo te contestaría: “bueno, yo escribo…”.

Ahora bien, leer una revista cultural debe ser de las últimas prioridades que se fijan aquellos que navegan en el espacio web. ¿Estar en Internet garantiza la llegada a la gente?

B:
Tenemos poca información al respecto. Sabemos cuánta gente nos visita por mes pero no sabemos si leen una vez que han ingresado a la página, ni si una persona entra varias veces en ese mes. Tenemos cerca de mil suscriptores, gente que mandó un mail para pedir que le enviáramos la revista, gente que está interesada en la misma. Además, la página es visitada por otro millar de personas cada mes.

No pareciera ser éste un buen momento para la cultura. Por un lado, razones económicas han provocado el cierre de dos salas de Cinemateca y por otro lado, la escasa creatividad de los creadores y una digitación de los hechos artísticos que parecen estar más pautados desde las altas esferas que desde el propio hacedor. ¿Comparten este diagnóstico?

P:
Puedo estar de acuerdo… pero… Por un lado me da esa sensación de que falta un cierto empuje desde abajo y que falta creatividad aunque, hablando de música, estamos atravesando el pico máximo de popularidad del rock nacional. Para aquellos que en nuestra adolescencia vivimos el rock siempre de manera colateral, o sea, como un refugio que nunca estuvo en la cresta de la ola y que de alguna manera queríamos que ese tipo de cosa pasara y que el rock pudiera transformarse en algo más sustentable hasta en lo económico, hoy por hoy nos sentimos un poquito viejos. “Capaz que –pienso- yo no veo la parte creativa del asunto porque estoy medio vejete y capaz que el pibe que va a ver Trotsky Vengarán, le resulta lo mejor que le pasó en la vida, y encuentra allí, la veta donde descargar un montón de cosas”. Falta aquel empuje de finales de los 80’s y principios de los 90’s, donde había mucha más variedad de la que se cree. Por el contrario, la diversidad que se asume como rasgo del rock de ahora, es dudosa y parece estar basada en una latinización a la Gustavo Santaolalla. Quizá Kongo Bongo pueda editar hoy y no podía hacerlo en los años noventa, lo cual es bueno pero, ¿eso significa que realmente el público está más abierto, que hay mayor diversidad de propuestas? No estoy muy seguro.

B: Yo que provengo del teatro, que soy todavía hasta no sé dónde, integrante de El Galpón, estoy alejado de esta institución hace más de un año porque las propuestas del teatro no me llenan, no me dicen nada, y me resultan totalmente acartonadas y obsoletas. Encuentro quizás un cambio, una diferencia, en alguna de las cosas que ha hecho Gabriel Calderón. No todo, porque he ido a ver su última obra y realmente no me gustó para nada pero, por lo menos, veo un intento, una búsqueda de nuevo lenguaje, de nueva estética, y prefiero eso que seguir haciendo lo mismo.

Por lo que expresan, pareciera que 45 RPM no se propone una cultura de la diversidad, sino que apunta hacia una dirección definida.

B:
Sí y no. Siempre dijimos que nuestra idea era rescatar aquellas cosas que nos parecían con valor artístico. Lo que pasa es que uno a veces piensa “¿cuál es el valor artístico?, ¿quiénes somos nosotros para decidir qué es lo bueno y lo malo?, ¿quién pone la medida?”. Entonces, antes de que saliera la revista ya habíamos estado de acuerdo en escribir sobre lo que nos gusta, sobre lo que nosotros realmente sentimos y haciéndolo con total honestidad.

P: Por suerte el ser humano discrimina entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que le seduce y no le seduce, entre lo lindo y lo feo. En 45 RPM discriminamos también, tomamos partido. Hay cosas que nos gustan y cosas que no nos gustan. Lo que pasa es que no nos sentimos autoridades como para decir: “esto es arte y esto no lo es”. Seguramente para mí, sea mucho más linda la música de Nirvana que la de Queens of the Stone Age pero, ¿cuál tiene más valor artístico? Yo no me siento en condiciones de decirlo pero además no sabría si hay alguien autorizado a dar ese tipo de sentencia. Por otro lado, la nuestra es una revista muy heterogénea y con discrepancias internas, hasta el punto de que alguien que escribe algo llega a desatar el ánimo de otro integrante del equipo de contestarle en el número siguiente.

ESTRELLA CENTRAL

Otras revistas culturales hacen centro en el cine o en la literatura y lo demás gira en la periferia, sin embargo 45 RPM hace centro en la música y lo que orbita alrededor son las otras ramas del arte. ¿Por qué la música?

B:
El que influyó para que la tendencia sea más musical seguramente haya sido yo. Quizá por mi fanatismo por la música, por ser un comprador compulsivo de discos compactos quería que el peso estuviera en lo musical.

¿Sos un comprador compulsivo de todo tipo de música?

B:
Lo mío siempre ha sido el rock pero también soy un gran gustador del blues, el jazz, la bossa nova y el samba. Provengo de una familia donde siempre se escuchó música y entonces desde chico ya tomé contacto con el jazz de los años cuarenta.

¿Seguís escuchando cosas que están sonando hoy?

B:
Sí sigo, no me cerré en los 60’s y los 70’s. Mi rol en 45 RPM es un poco ese: hablar de las bandas indie, de las cosas más nuevas, quizá influenciado por lo que fue Nirvana en los 90’s, una banda que me abrió mucho la cabeza como para poder empezar en la búsqueda de otras orientaciones. Ahora tengo un descubrimiento con una banda del 92, una banda de Steve Albini llamada Shellac, que hacía como siete años que no sacaba un disco y ahora acaba de lanzar un discazo y lo estoy comentando en el último número de la revista.

Una de las cosas que hallé de más interés en la revista, fue la información sobre propuestas musicales poco y nada difundidas en otros medios. Arctic Monkeys, Battles, The National, The Field, Blonde Redhead, no son los grupos que más suenan en las radios. ¿Qué opinan de las otras bandas, las que son más difundidas tipo Franz Ferdinand o The Strokes?

B:
Me parece que a veces surgen con un producto novedoso y después ya al segundo o tercer disco se tornan reiterativas y pierden esa creatividad. Los Strokes se han superado trabajo a trabajo pero Franz Ferdinand se cayó en su segundo disco, y nunca sabés si eso es porque no son capaces de hacer algo mejor o es por presiones de las empresas discográficas, que les exigen que cada tanto tiempo, tienen que tener un disco pronto.

P: Yo creo que en está década está faltando la patada que hubo en casi todos los movimientos anteriores. La última banda que rompió la mesa fue Nirvana.

Después vino Radiohead, una banda con la que en sus primeros años pasó una cosa muy rara: como no se la podía cuestionar por hacer una música pobre, se la sindicaba de ser pretenciosa. ¿Qué significa eso? ¿Ser pretencioso es algo malo?

B:
No, todo lo contrario. A veces se acusa a algunas bandas de ser elitistas inclusive. ¿Y qué? ¿Está mal ser elitista? ¿Está mal apuntar a algún tipo de excelencia en algo?

P: Incluso el disco solista de Tom Yhorke te parte la cabeza... Negar a Radiohead no existe.

B: Hoy venía escuchando uno de los discos menos promocionados, el Amnesiac, ¡y es un discazo! Vos los oís a los tipos y ves que hay algo diferente, que están en la búsqueda permanente y eso me gusta. Cuando los tipos son creadores y tienen una preocupación de no repetirse, de buscar fusiones con la electrónica y con lo que venga. Me gusta esa desfachatez de hacer cosas sin que les importe si vende o no vende.

Otro dato de 45 RPM es la notoria ausencia de música nacional. ¿A qué se debe?

B:
Sucede que no queremos estar comentando discos de manera obligada y ya en las primeras conversaciones para hacer la revista, decidimos hablar de aquel disco nacional que nos conmoviera, que nos tocara alguna fibra.

¿No hay en la música uruguaya actual demasiada cosa que los conmueva?

B:
A mí por lo menos, me sorprende muy poca cosa.

P: En mi caso, me pasa que últimamente siento que me pongo viejo y en la música, lo último que me ha conmovido está en el tango. La Orquesta Típica Fernández Fierro, Francis Andreu. Escuché recientemente el disco de Mónica Navarro y me resultó interesante.

B: Igual, en el último número aparece el comentario del disco de Astroboy, y unos números atrás se publicó algo sobre Buceo Invisible, una banda donde encontré algo diferente. Los Buenos Muchachos no los comentamos por una cuestión de tiempo, pero es una de las bandas uruguayas que más me gustan y tengo todos sus discos originales, cosa que siempre trato de hacer: comprar el original del artista nacional.

P: También sucede que muchas veces nos gustaría tener un disco para comentarlo pero no podemos acceder a él tan fácilmente. Un disco que ahora querría escuchar es el último de La Hermana Menor.

ABORDAJES

45 RPM tiene un encare de los temas más global que local, más como sobrevolando el planeta. ¿Me equivoco?

P:
Sabemos que de alguna manera la globalización nos acerca un poco al mundo y creo que tenemos cierta actitud de apertura, de mirar las cosas no solamente desde el rinconcito de tu casa, y de mostrarlas de la manera menos pueblerina posible.

Otra característica pasa por ver fenómenos como el de “Gran Hermano” no como un elemento necesariamente nocivo. Con ese tipo de notas se paran en la vereda de enfrente de la corriente general, al igual que cuando Guillermo Baltar escribe un artículo crítico como “El club de periodistas muertos”. ¿Qué concepto tienen ustedes del periodismo uruguayo?

P:
Yo creo que la prensa uruguaya le está debiendo al país un gran diario. La Diaria tiene esa pasta pero sucede que en 16 páginas no se puede mostrar mucha cosa. La radio últimamente nos está debiendo bastantes cosas... ¿qué hay de noche para escuchar? Se nos fue Alejandro Ferreiro, ¿y ahora? Salvo por la presencia de Carlos Tanco, la televisión me deja bastante que desear...

Pero hablando del periodista más específicamente, ¿se puede decir que está cumpliendo con su rol?

P:
Me parece que, o todos tienen la misma agenda, o acá no pasa mucho.

B: A la hora de preguntar es claro que no son originales, o que toman un hecho y desconocen todo lo que sucede alrededor, en el país, en la calle, en la gente, en la política. No sé, yo pensé que con el cambio de gobierno los periodistas se iban a animar a hacer otro tipo de cosas...

P: Sí, en cuanto al tipo de preguntas, me parece que se confunde el querer preguntar sagazmente con ir al choque buscando la reacción del entrevistado. Interesante es preguntarse si es que estamos de acuerdo en que el periodismo no nos está dando lo que esperamos, si se debe a los medios que de alguna manera trancan la pelota, o si la causa está en el propio periodismo.

Por un lado el periodista tiene que vivir de su trabajo y si el medio lo presiona para que haga ese trabajo de una determinada manera, deberá cumplir con esa premisa para no perder su fuente de ingresos...

P:
...y obviamente que además existe lo que son las presiones indirectas. No creo que la cosa se plantee tipo: “si no hacés tal cosa te echamos”; siempre hay formas más sutiles pero yo recuerdo al Aldo Silva de la radio y no es el mismo que está en la TV. O recuerdo al Gerardo Sotelo que estuvo en CX 36, que ejercía determinado tipo de periodismo y ahora, parece ejercerlo desde otro lado.

B: Mientras decías esto, pensé en Daniel Figares, un tipo que tuvo, tiene y mantendrá un perfil de periodismo y sin embargo no está en los medios.

Pasó con Jorge Lanata también. Estaba haciendo un buen programa de TV y lo levantaron.

B:
Claro, y entonces aquellos que se comprometen, que tienen principios, no tienen lugar...

P: Ahí estás diciendo indirectamente, que los que tienen lugar no se comprometen y no tienen principios.

B: Y puede ser, ¿por qué no?

Leonardo Scampini

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