En mitad de la semana, nueve y media de la noche del miércoles, con doce grados de temperatura, alrededor de cien personas presenciaron un ensayo de casi cuatro horas. En la esquina de Luis Alberto de Herrera y Urquiza, se sintió el perfume anticipado del Carnaval. Agarrate Catalina, la murga que pisó más tablados el año pasado (alrededor de ciento veinte) y ganadora del primer premio en 2005, demostró que la creatividad no tiene fin y que el esfuerzo y el rigor hacen más fuerte al espectáculo de cada año. Expectantes de ver la nueva propuesta, el público aplaudió el ensayo y se rió como si estuviera viviendo los días de Carnaval. Inclusive, algunos temas se repitieron cuatro veces y la gente acompañó con las palmas al final de cada repetición.
Con once años de trayectoria en diferentes murgas, Tabaré Cardozo es el actual director de Agarrate Catalina. Estricto pero sin perder la paciencia, posee un rol fundamental dentro de la murga: es el letrista, se encarga de la selección musical y es el arreglador coral del grupo. Paralelamente, continúa su carrera artística, pero actualmente decidió, por la responsabilidad que lleva ser el director de la murga, pausar su proyecto. Así y todo y en vías de editar su tercer disco, comenzará a grabar a mediados de este año.
En una entrevista realizada tiempo antes de arrancar el ensayo, Tabaré adelantó parte del espectáculo de la Catalina para el 2006. Cuando recién se sentían las primeras voces del ensayo, Yamandú (hermano de Tabaré) fue a buscarlo a la cantina, donde realizábamos la entrevista. Yamandú se quedó y conversamos hasta ponerle fin a la nota, para luego disfrutar de un ensayo, que en pocos días, se convertirá en un desafío más para la trayectoria de la murga.
¿Cual es la propuesta para este próximo Carnaval?
El eje argumental es cómo esperan el fin del mundo las cucarachas. El tema es el mundo y el hilo conductor lo llevan unas cucarachas, que según la mitología popular, ellas van a ser la única especie sobreviviente en este mundo. Nos enganchamos de esa idea seudo científica y seudo mitológica y partimos de la suposición de qué pasaría si el mundo se terminara. Las cucarachas están esperando ese fin. Acompañando esta temática, hay cuatro bloques más que completan el espectáculo. Uno de ellos es sobre las plantas de celulosa, que es una crítica en contra de ellas y a favor de la ecología: “que traigan la celulosa y que revienten todos los peces”, es parte de la letra irónica en uno de los temas musicales.
¿Hace cuanto que vienen ensayando?
Desde mediados de setiembre pero el armado lleva todo el año. Setiembre ensayábamos una vez a la semana, octubre ensayábamos dos, noviembre tres y a partir de diciembre todos los días inclusive los fines de semana.
¿Cómo trabaja la Catalina para idear los guiones y tomar decisiones?
Nosotros trabajamos en equipo, dentro de ese equipo hay un grupo creativo que somos tres, Yamandú Cardozo (mi hermano) Carlos Tanco y yo. Trabajamos juntos para la idea y para su realización. En total, en la murga, somos alrededor de treinta, veinte personas sobre el escenario, un equipo técnico, utileros, maquilladores, gente en la parte administrativa; todos trabajamos en equipo.
¿Cómo influyó el cambio del gobierno en la murga? ¿Hubo variantes en las temáticas de las propuestas?
La murga tiene una función que la cumplió toda la vida, desde sus inicios, a principios de siglo: siempre criticó al gobierno, una crítica con sátira y de actualidad. En el año setenta se encargó de otro contenido más, el ideológico. Eso cambió radicalmente el destino de la murga. Paralelamente, con esa cargada de tintas, surge el Frente Amplio, la murga se va transformando en un bastión de luchas de persistencias sociales. En la dictadura la murga oficia de bálsamo social, pero siempre es la oposición al gobierno. La gimnasia de estar en oposición puede desacomodar un poco al murguero este año. No tendría sentido hacer una murga oficialista y tampoco destrozar al gobierno por el que toda la vida luchamos como ciudadanos. Crítica de actualidad va a seguir habiendo, en nuestro repertorio le damos palo a una cantidad de cosas puntuales, hechos políticos, y nos reímos, como por ejemplo, de las plantas de celulosa, pero que no es crítica ideológica; la línea ideológica, la murga la sigue manteniendo.
¿Se hace más difícil entonces?
Puede ser, eso dependerá del enfoque que le de cada murga. Para nosotros resultó muy bueno el cambio. Es un espectáculo que critica mucho, con mucha sátira e ironía pero no sólo a nivel de gobierno, sino que mundial.
¿Qué ayuda más al espectáculo, talento, dinero, esfuerzo?
Yamandú: El esfuerzo es lo primero. No tener miedo a romper, tirar y volver a hacer, el rigor es importante. La plata ayuda también a darse el gusto. Capaz que con el esfuerzo solo no alcanza; tal vez con el talento solo tampoco alcanza, pero seguro que con la plata sola no, el dinero no da garantía de nada.
¿Tienen algún tipo de cábala?
Yamandú: Sí, individuales siempre. Tuvimos una vez una berenjena que encontramos en el camión de un compañero que hace feria, alguien la maquilló y la primera semana no se pudrió, bueno, hasta que al fin del Carnaval era una vergüenza y le dimos santa sepultura en el Teatro de Verano. Hay una que es común a todos ahora, que le llamamos “el Momo”: hacemos una ronda y nos agarramos de las manos y convocamos a Momo antes de arrancar algún toque grande o emotivo, antes de pisar los tablados, antes de la subida al Teatro. Y están todos los que trabajan y apoyan a la murga, no sólo los murguistas sino que utileros, amigos, compañeros, novias.
¿Qué es para vos Agarrate Catalina?
Yamandú: Es el lugar que tenemos, los que estamos acá, para venir cuando nos duele el mundo, cuando estamos felices. Es un lugar divino para estar con tus amigos, un espacio donde nos abre la posibilidad de decir muchas cosas, de mostrar lo que sentimos y tenemos ganas de comunicar. Venimos a buscar el abrazo no sólo de amigos sino de la gente, que es una cosa increíble. Momo nos bautizó de una manera que no sé si la merecemos, pero tener esta comunicación con la gente es de verdad increíble. El año pasado lo sentimos a la máxima potencia, en todos los barrios, en el Interior. Se nos juntó un Carnaval con otro: hace dos semanas estábamos haciendo cosas del espectáculo viejo, la gente lo pide, tuvimos que parar porque hay que dedicarle a pleno al que viene. El lugar nuestro es el Carnaval. El año pasado logramos transformar nuestra vocación en una profesión y eso nos lo dio la Catalina.
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