SieteNotas

Firpo Trío, final del juego

5/5/2006

Jazz de exportación de la mano del Power Trío

Hace casi treinta años, Luis -amante del brit-rock y fanático de los Beatles-como muchos jóvenes quería divertirse, descubrirle nuevos colores a los sonidos que empezaba a experimentar. Y fue así que, desde Villa García, llegó a Suecia con más dudas que sueños apretaditos entre las manos…

Años después, luego de algunas idas y vueltas, se reencuentra con el público uruguayo en una Zitarrosa que lo recibe de brazos abiertos para poder disfrutar de un jazz que conserva en sus raíces los matices de la vieja escuela, pero que ha ido incorporando nuevos estilos, volviéndolo más contemporáneo a la vez que nos seduce desde su verdadera esencia: la improvisación.

Luis Firpo nos recibió en la escuela de música de Todomusica Montevideo Shopping, en donde cumple tareas como docente; allí nos habló de lo que fue y lo que está por venir para esta banda como pocas en su estilo que hay aquí, en nuestro país.

Luis, ¿como definirías la música de Firpo Trío?

¿Mis músicas? Como la de un tipo de mi edad que empezó escuchando a los Beatles, que sintió esa revolución que hubo en la música. Ustedes no se dan cuenta porque están inmersos en este mundo, pero yo todavía tengo como un recuerdo muy leve de lo que era la música antes de los Beatles.

Se le daba mayor importancia a la parte de exploración…

Mirá, te digo que Los Beatles fueron como una revolución, eran tapa de diario, eran una cosa fantástica, y bueno, gracias a los Beatles yo ingresé a otras músicas. Aparte de que en mi casa se escuchaba música clásica, porque mi vieja tocaba el piano y daba clases todo el día, por otro lado era la música de la radio, y gracias a la radio aprendí a escuchar otras cosas, a Los Beatles que me prepararon; ahí empecé a escuchar jazz, blues y todo estaba ok. Ahora los pibes son más: “bueno, yo soy metalero, no me llevo con el punk”, y en mi época como que estaba todo bien.

¿No pesaba tanto el tema de las tribus urbanas, como que todo era válido?

Sí existía un poco eso, pero vos ibas a otros tipos de tribus, como bien dijiste, a buscar cosas para nutrir tu música; entonces yo, ya te digo, tengo formación de rock pero incursioné en cosas de jazz para tratar de mejorar mi rock and roll o para aprender… o en la música clásica o el blues; primero empecé con el blues, esa música que ni siquiera sabía que se llamaba blues, escuchando a Cream, a los bluseros ingleses, a Jeff Beck, a Peter Green, todos esos guitarristas que increíblemente tocaban esa música y yo no sabía ni que se llamaba blues.

Teniendo en cuenta que venís de una familia que fomentaba el interés por la música, ¿incursionaste en otros instrumentos?

Sí, jugaba un poco con el piano y unas quenas. Tenía un grabador viejo en mi casa y jugábamos a hacer música; siempre jugué a eso. Ya te digo, yo tengo ese “approach”, esa forma de ver la música que es como un juego. Para mi es natural componer y armar música.

¿Se te hizo difícil, a lo largo de estos años, no perder lo lúdico en la música y mantener esa capacidad de asombro, pese a los cambios vertiginosos de esta última década?

No, por suerte nunca perdí eso, y aparte acá, dando clases, de repente vienen y te traen cosas que yo no escucharía habitualmente en casa, pero que después lo vas escuchando y decís: “¡ah!, pero está bueno”. Y tanto en el rock, como en el jazz o como en el blues, hay como mojones, como que la música va mutando y está bien que así sea, va cambiando con los años.

En el rock: Nirvana, cosas así, como que decís: esto es bien puntual, como lo fue Police antes o esos grupos que yo te nombré de mi época… o en el hard-rock: Metallica. Hay discos que son clave; o los Chilli Peppers ahora; y todo es rock pero todo va cambiando, hay miles de rock distintos y eso es lo bueno, me parece.

Y en el jazz pasa lo mismo, no es lo mismo un jazz del año ´40, que uno del ´70, que un jazz de estos días; siempre tienen elementos del hip-hop o de las cosas que hay ahora. Que eso es un gran error que yo veo que tenemos los rioplanteses con el tango, que no se fue “aggiornando”.

El asunto es mantener el espíritu; en el jazz pasa eso, vos mantenés el espíritu del jazz que es la improvisación; de repente las herramientas no son las mismas, no vas a tocar con clarinete y un contrabajo, utilizás los instrumentos del momento… es lo mismo que el tipo que filma: en el ´60 filmaría con un Súper 8, ahora filmará con otra tecnología, pero es una herramienta al servicio de que vos puedas crear algo con eso.

Un poco la idea que vos mencionás fue lo que logró plasmar la gente de Bajo Fondo…

Claro, y ese sería un tango de ahora; hecho con la electrónica se puede hacer otra cosa. Yo mismo con mis músicas, no digo que toque tango, pero obviamente nací y viví acá, iba al boliche, escuchaba a Gardel, a Julio Sosa y en determinada manera te empapás… Por eso estoy a favor de este tipo de música que toco yo; y siempre toqué eso.

Así que lo que hace Firpo Trío lo podríamos definir como una música de fusión, integradora de estilos…

Sí, sí, de fusión de ritmos latinos y de música de mi época, que va desde el ´60 hasta hoy día.

Respecto a los medios de comunicación, vos hoy mencionabas la importancia que tuvo la radio en tu formación musical, ¿cómo ves los medios hoy día?

Mirá que siempre fueron muy pocos los programas… yo escuchaba uno que se llamaba “El Contemporáneo”, de los hermanos Restuccia, y era un programa en el que te recitaban un poema, en el que podías escuchar jazz, tango de vanguardia o rock and roll; cosas muy variadas, pero no era una cosa comercial. Mirá que también estaba “Aquí está su disco”… Pienso que es una herramienta fundamental para que la gente conozca otras cosas.

Yo pienso que pasa por ahí, como que no hay opciones; si pasan una música mía, que a veces lo he visto, la ponen en una cortina de un informativo, pero no pasan un tema completo… Creo que debería haber más diversidad, o no diversidad, sino un programa específico: mirá, hoy tengo un programa que va de ocho a nueve en una FM que suena bien y que pasan jazz de lo que está pasando hoy en el mundo o pasan rock que no es punk del año ´77, porque hay otro punk ahora, otros grupos de rock con esa actitud… o que pasen el punk del año ´77 donde te digan: “Bueno, estos eran los Pistols, estos eran los Ramones, después vinieron estos”, pero a manera de informar, de instruir. Entonces vos te hacés una historia y decís: “Este viene de acá”, que era con lo que yo aprendí. Yo escuchaba a Louis Armstrong, y esta es una escuela de trompetas, y de Louis Armstrong la evolución es Miles Davis y cuando te querés acordar ya sabés de dónde viene. Y la gran cantidad de las cosas pasan por la información que vos manejás, porque si el común de la gente no tiene información, no puede discernir. A veces vienen y dicen: “Qué bien que toca el baterista de Maná”. Y yo escucho y digo: “Ese baterista toca como un baterista que toca otra cosa de gente que no conocen”; pero la gente, la referencia que tiene es esa.

En realidad sí me gustaría hacer otra cosa como más militante y demostrarle a la gente que hay otra música, pero la verdad es que a veces no tengo tiempo. (Risas)

En el año ´83 fuiste parte de Zaffaroni, con quien llegaste a grabar tres discos y tuvieron la oportunidad de actuar en Buenos Aires y Mar del Plata. Contame un poco acerca de esa experiencia.

Antes, con Gustavo (Rodríguez), habíamos tenido otro grupo, que fue más o menos pionero en esta corriente, que se llamó el “Barón Rampante”, junto con Siddhartha y otras bandas más que había acá, allá por el ´77, tocando ese estilo de música, y después continuamos eso con Zaffaroni. En aquel entonces, nosotros tampoco encajábamos muy bien, porque para lo roqueros de ley, nosotros éramos “jazzeros” y cuando íbamos a tocar al Hot Club, la gente de jazz decía: “No, pero eso que tocan ustedes es rock and roll”. Así que siempre estuvimos medio en tierra de nadie… pero con Zaffaroni tuvimos más trascendencia porque, justamente, en esa época nos metimos en algunos festivales de rock importantes y pudimos ir a algunos festivales de jazz en Argentina bastante importantes también; y se podían hacer discos, la gente compraba discos.

¿La primera experiencia en la grabación de discos fue con Zaffaroni?

Sí, anteriormente habíamos grabado pero no estaba la infraestructura esa que después se armó con Carbone, de grabar con el sello Orfeo. Hubo eso antes, cuando yo todavía no era músico porque era más chico, que fue la época de Tótem, Psiglo, ahí si hubo una industria de rock nacional bastante importante a la que yo no llegué porque yo empecé a tocar a los diecisiete años y esa onda se terminó cuando yo tenía doce, que fue la época que vino el oscurantismo y se acabó absolutamente todo.

También en aquella época de Zaffaroni viajás a Suecia en donde te incorporás a “Latin Lovers”, banda liderada por el saxofonista uruguayo Héctor Binger y por la cual había pasado Jannne Schaffer, ex guitarrista de Génesis y Billy Cobham entre otros. ¿Qué impulsó esa suerte de exilio?, ¿fue por un tema personal?

Claro, yo era amigo del baterista, que ya estaba tocando con Héctor: José Luis Pérez, que es uno de los bateristas más grandes que hay acá; yo un poco más chico ¿viste? Él después vino en una de vacaciones, lo invité a grabar unas cosas, le gustó y las llevó.

¿Y cómo se conocieron con Héctor?

Bueno, él daba clases de batería, yo acompañaba a mis amigos que tocaban la batería en la casa y como sintonizábamos en la música que escuchábamos, nos fuimos haciendo amigos. Y a mi me cambió; en ese momento mucho no me di cuenta de lo que había aprendido con Héctor, que es un saxofonista grande, realmente grosso: es uno de los saxofonistas más cotizados del norte de Europa. Claro, el tipo se fue jovencito de acá y ya con una formación buenísima. Y aprendí muchísimo, de repente tocaba y me esforzaba en tratar de tocar como algún guitarrista que a mi me gustara o que me pareciera un fenómeno, y los tipos se daban cuenta y me decían: “No toques así, ese no sos vos”. O esas cosas que vos odias, que decís: “pah ¿y esto?”. No, ese sos vos, entonces terminás aceptándote. Yo tengo mis referentes como guitarristas, pero en ese momento no sabía sacar lo mío y poner lo otro adelante.

¿Qué expectativas tenías al irte para allá, a enfrentarte a una cultura totalmente distinta a la rioplatense?

Yo digo que estuve ese tiempo como shockeado; aparte, mi amigo, el que me invitó a mí, tenía un pasaje por Brasil, así que se quedó en Brasil y cuando llegué ya no estaba. Tocamos con un baterista argentino, después más tarde llego él. Yo era muy chico, era muy joven y me sirvió muchísimo como para formarme y compartir escenario con tipos que eran monstruosos, tipos de mucho peso, entonces vos mirabas y decías: “¡A la mierda!”. O te decían: “¿Te gusta ese tipo?”. Vení que te lo presento, te ibas al fondo y te sentabas ahí con el tipo y no lo podías creer. Eso estuvo bueno, y me ayudo cuando vine a tratar de decir: “Bueno, soy uruguayo”.

Me pasaron cosas increíbles cuando llegué allá, ensayábamos como si fuera ahora, en el Conservatorio acá, y venían los tipos a vernos cómo tocábamos y decía: “Estos tipos me vienen a ver a mi, que soy uruguayo, de Villa García”. Y claro, cuando volví empecé a apreciar más eso, no te digo acrecentar mi “uruguayez”, no me voy a poner a tocar candombe: eso está, toda esa música pienso que tiene que estar en mi música, dentro del estilo en que estoy yo. No te digo hacerlo más evidente, pero si que adquiera identidad, y a tener identidad en mi sonido y en mi actitud, aunque de repente podría tocar otra cosa…

Pero con tu marca personal…

Claro, eso es lo que estoy buscando.

¿Y cuando volviste te reenganchás de nuevo con Zaffaroni?

Y volví con mis amigos, que en ese momento se va el pianista a Bélgica. Todos tuvimos un momento… creo que a todos los músicos les pasa, que vos querés como salir y ver qué es lo que pasa contigo afuera o ver en qué nivel estás. Y te das cuenta que es como en todos lados: hay miles de tipos que son mejores que vos y hay miles de tipos que son peores. Pero cuando vos sos más chico, y más en aquella época, vos te pensás: “Voy a EEUU y son todos mejores que yo”, y no es así. Vos podés desempeñarte bien en cualquier lado; hay gente que no sabe tocar y puede hacer una música increíble o gente que toca muchísimo y no puede hacer música. Y lo bueno que tenían en Europa, es que vos tenías continuidad al tocar: tocás hoy acá, mañana de repente no tocás y después tocás dos días seguidos y después vas mil kilómetros para allá y tocaste otra vez y así es todo el tiempo. Y esa es una cosa que no pude volver a lograr acá. Yo, que soy bastante introvertido, perfil bajo, esa es una cosa que siempre extrañás, te enchufás así a conversar con la gente…

Y acá, en Uruguay, sobre todo es más difícil que tocar en cualquier otra parte del mundo: vas y tocás en Buenos Aires y los porteños son más: “¡Opa, loco, vamo´arriba!”, y aplauden. Y acá vos tocás y nadie sabe qué piensan, si se quedaron así porque les gustó o no. El uruguayo es crítico, pero a su vez es retraído; somos para adentro comparados con otra gente, incluso los nórdicos, que yo me imaginaba: más fríos que los suecos no hay, pero después que se tomaron tres cervezas ´tan todos bailando en las mesas y vamo´arriba. Y acá no, y de repente vas y mirás a un tipo y decís: “Sí, estuvo bien, pero se equivocó en tal lado”.

¿Creés que se pierde un poco el disfrute?

Es difícil ponerse en un escenario, es exponerse, tenés que estar un poco inconsciente. Puedo tocar un montón de cosas con la cabeza, pero para tocar con el corazón y con el alma tengo que olvidarme que estoy ahí, tengo que estar como si estuviera en mi casa. Y cuando el Trío logra eso es mortal, es muy potente y es fenómeno, porque logramos un entendimiento en todos estos años, y Marcelo (Posenti) se acopló perfecto.

En el ´93 se disolvieron y a partir de ahí se inicia otra etapa en la vida de Luis Firpo…

Sí, seguimos hasta el ´93 y después yo pensé tocar con mi nombre, porque pensé que iba a ser más ejecutivo, que iba a poder lograr más cosas, porque en un grupo siempre tenés consenso ¿viste?

Y de esa forma como que las decisiones serían más unánimes…

(Risas) Pensé yo, pero en realidad no me salió y terminé con mis viejos amigos, con Gustavo, que ya habíamos tocado antes y que me entiende y mis músicas son como de él… yo no tengo que decirle nada. Y bueno, empecé con un disco, hice otro y ahora voy a hacer otro.

Eran un cuarteto antes, ¿no?

Éramos cuatro, después el pianista se fue a España. Y es más sencillo, me animé a tocar a trío, que en realidad es un formato natural porque siempre ensayamos a trío y después venía el tecladista; siempre se agregó después como para dar un color. La verdad que estoy contento, se contrasta más, se ve más la guitarra.

¿Y como fue la experiencia del 23 de Febrero en la Sala Zitarrosa?

Bueno, yo toqué incómodo ahí, porque hacía mucho tiempo que no tocaba. Yo estoy acostumbrado a tocar normal, sin re-amplificar. Pero después que lo filmamos y lo vi en el video dije: “Ta, no salió tan mal”. Pero cuando me baje, dije: “¡Pah!, salió horrible”. Y bueno, quedó, me gustaría hacer muchas Zitarrosa y también mucho “training” de toques como para poder tocar bien.

¿Y a la gente como la notaste, se enganchó con el espectáculo?

Y son muchos pibes chicos, porque la gente de mi edad de repente te dice: “Me encantaría ir, pero no puedo porque estoy con las nenas”. Se les hace cuesta arriba ¿viste? Y hay como una camada nueva de gente porque son alumnos o amigos de los alumnos que van y disfrutan y les gusta. Pibes de veinte años, de veintidós años y eso me deja contento. Más allá que es una música en la que no cantamos, no es a lo que ellos están acostumbrados.

Pero les abre la cabeza a otras opciones…

Muestra otro color. Nosotros ofertamos eso, si sirve para abrir, bárbaro. Es lo que nos sale a nosotros.

¿Y que tienen previsto para este año?

Vamos a ver qué hace Mario (manager)… tocar lo que se pueda; ahora voy a escuchar eso de la Zitarrosa a ver si podemos hacer un disco en vivo con eso. Escuché tres temas que los hicimos en dvd y ahora capaz que vamos a escuchar dos o tres temas más a ver si podemos agrandar un poco más eso. La idea es ponerlo más lindo, y tendría que tener más toques, porque habitualmente los tipos hacen diez conciertos y eligen los diez mejores temas que tocaron en cada concierto y hacen un compilado. Acá, para el disco en vivo puede ser, para un dvd de repente es bravo porque son tres tipos tocando ahí y es una noche sola. No sé, vamos a ver qué hacemos. Después, me gustaría hacer un disco en estudios, tenemos música para hacer eso y estoy experimentando con unos loops, con unos delay que graban, con los que puedo dejar tocando la guitarra y tocarle arriba, así que veremos…

Bueno, Luis, muchas gracias por todo.

Al contrario, estamos en contacto.

Paola Pacheco

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