SieteNotas

Los Redonditos de Ricota en Estadio Centenario

22/4/2001

Una fiesta de la impostura

Cuenta la leyenda que cada tanto, -en blanca noche- el viejo cacique Solari abandona su refugio en Lúzbulo y se dirige al templo, seguido por las tribus ricoteras.

Dicen que cuando el jefe de la tribu llega al templo hipnotiza a sus seguidores mientras que Skay - el chamán de la tribu- los sumerge en estado de trance con la ayuda de un puñado de riffs indestructibles, disparados desde el mismísimo cielo y con destino expreso al infierno.

Domingo 22 de abril, Estadio Centenario.
Público: 20.000 personas.


Patricio Rey volvió a Montevideo después de más de una década de ausencia, pero esta vez llegó con el peso sobre sus espaldas de ser la banda de culto (nunca mejor aplicado el término) más grande de Sudamérica y un auténtico mito que ha sido alimentado con los años.

La fiesta comenzó desde temprano, ya que las bandas –sobre todo argentinas- coparon la zona del Parque Batlle y gran parte de la ciudad desde la noche del sábado.

Miles de remeras con inscripciones ricoteras, banderas y cánticos de hinchada de fútbol inundaron el Centenario apenas se abrieron las puertas a las 16:00 horas.

A las 8 en punto de la noche, y esta vez no solos, ya que los teloneó La Tribu Mandril, tomaron Los Redondos el escenario con "El pibe de los astilleros", con el coro más potente que alguna vez haya escuchado el viejo Estadio Centenario.

Siguieron con "Un ángel para tu soledad", una canción tan hermosa como la noche que comenzaba; después vino "Morta punto com", con algunos problemas de sonido que fueron solucionados en el siguiente tema: "Templo de momo", poderosísimo.

El set siguió con más temas de Momo Sampler; como "La murga de los renegados" y "La murga de la virgencita", una canción destinada a ser un clásico, con un riff de viola impresionante.

Luego de un parate bastante extenso (10 minutos, el más largo de los tres que hicieron a lo largo de la noche) vino la parte fiestera del recital, con "Te voy a atornillar", "Ñam fri fruli fali fru" enganchada con "Mi perro dinamita", que hicieron bailar hasta a los vendedores de chorizos típicos del estadio.

Tocaron también "Tarea fina", un temazo de La mosca y la sopa, que creo que nadie esperaba escuchar, en una versión buenísima.

El indio dirigió la palabra por primera vez: "...acá no hay países, esta ciudad es muy bonita, son gente muy hospitalaria, yo los conozco, vamos a respetarlos...". Luego de estas palabras de concordia dirigidas hacia las huestes argentinas, se largaron con una impresionante versión de "Nuestro amo juega al esclavo" un clásico con una letra memorable.

Pasó otro de la vieja guardia, "Preso en mi ciudad" y luego vino el momento más emotivo de la noche con "Juguetes perdidos", dedicada a Walter Bulacio, -fan ricotero asesinado a golpes en una comisaría hace 10 años-. En ese momento se desplegaron una cantidad inmensa de banderas que tiñeron de emoción al Centenario y a los corazones.

Para el segmento final del show -luego de la segunda pausa- vino la parte más fuerte, con temas como "Nueva Roma", "Queso ruso" (monumental) y "Vamos las bandas", con un coro que se debe haber escuchado hasta en la fortaleza del Cerro.

En el final, como siempre "Ji,ji,ji", el himno de la banda y de las bandas, con los cimientos del estadio que amenazaban con ceder ante esa explosión de adrenalina. Un final a toda fiesta en una noche que seguramente ninguno de los que estuvo ahí va a olvidar.

En cuanto a la banda, más allá de algunos problemas técnicos al comienzo del show, es una aplanadora que suena compactísima en los temas más fuertes, y que se suelta en gran forma en los más calmos.

El más destacado de la noche fue Skay Beilinson, un auténtico guitar héroe mezcla de Keith Richards y The Edge, con un arsenal de recursos y efectos espectaculares, de los que hecha mano especialmente en los temas nuevos, mostrando una constante evolución en su sonido.

Dos bateristas para mover la máquina en gran forma, muy bien Walter Sidotti y su colega en la ocasión y muy sobrio pero tremendamente efectivo Semilla Bucciarelli en el bajo.

Muy buen trabajo el de Sergio Dawi en saxo; brindando la cuota de vuelo necesaria junto con Skay, un dúo imperdible.

Un capítulo aparte para el Indio Solari, que con su sola presencia sobre el escenario se lleva la atención del público. Es sin dudas un tipo con mucho carisma, y el pilar fundamental de la banda; además cantó muy bien.

Pero más allá de lo musical, lo que más impacta de Los Redondos es esa comunión tan especial con su público, que genera religiosamente una atmósfera de devoción que contagia inevitablemente a quienes están de por fuera de la religión ricotera. No creo que este fenómeno se de en alguna otra banda de rock del mundo en este momento.

Gente de todos los rincones de Argentina ( banderas de Salta, Mendoza, Tucumán...) y de Uruguay (Salto, Cerro Largo, Rocha...) se reunió para tener una fiesta en paz y así fue, lo que pasó afuera es otra historia -para policiales- y tiene un trasfondo social muy profundo y complejo que todos conocemos (aunque muchos miren para otro lado, esa gente está de por fuera de la sociedad, no por elección propia, sino por el sistema mismo que los condena a ser desclasados, y en estas manifestaciones masivas ven la oportunidad de expresar su rabia... no los justifico, pero tampoco los condeno.)

Resumiendo, una noche de fiesta impresionante a cargo de una banda sin poses que no necesita del marketing ni de los medios de comunicación masivos para tener éxito. Un caso único, mezcla de independencia, rebeldía y capricho: una quijotada.

En un mundo al que le hace falta un poco de impostura, Los Redondos la recuperan en beneficio del viejo rock and roll.

Javier Bermúdez

Comentarios
10/3/2004 | PABLO CEBREIRO
hoy es 10 de marzo del 2004 y te juro ke todavia se me kaen los nako cuando me acuedo de ese momento.Lucio,ke nos kiten lo bailao.
24/6/2002 | micaela caceres
si,si,yo estuve ahi,y puedo decir q fue el mejor toque q vi en mi vida,te sube una adrenalina q no la podes controlar,y te cantas todo hasta no mas poder,fue hermoso,y unico muy unico,la abundancia de gente agitando te hace no parar ni un minuto,y yo fui a ver a los redondos no a los porteños.
agradesco aver visto a los redondos antes de morir,"vamo los redondos"
9/11/2001 | Fernando Diz
Como aullé ese rocanrol por dios, que encantador estuvo el infierno esa noche, que puedo decir de la mejor banda de rock, y además la fiesta la hacemos todos los redonditos, a todos los patéticos viajantes nos vemos en Santa fé!!!
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