SieteNotas

Palangano en Bar.c.lona

30/6/2007

Divertida renovación

Dos mujeres vestidas a lo retro. Dos hombres caracterizados como mujeres. Dani Umpi a pasos del escenario ¿qué se puede esperar? Algo muy alternativo, muy “loco”, que de a ratos puede rozar lo ridículo.

Olga, Poli, Soyper y “la Picchio” forman este extraño cuarteto llamado Palangano. Acompañados por dos guitarras, una criolla y otra eléctrica, vocean a cuatro voces “Tus abdominales son lo más, ¡me re gustás!” y letras similares en un tono muy irónico.

Tan extraño show se vio el sábado 30 en Bar.c.lona, bar que abrió sus puertas en el mes de junio en Canelones y Ciudadela, donde antes era Amok. Un pequeño lugar, cuyas paredes están adornadas con fotos de diversos artistas y simulaciones de cortes de diarios con noticias fantásticas; una de ellas decía “Lula declara que se terminó el hambre en Brasil ó el hambre en Brasil da comienzo al plan Sed Cero” y sobre el título se veía al presidente de Brasil con un vaso de chopp en la mano.

En un ambiente muy agradable, el escenario no tiene más de diez centímetros de alto, y se encontraba adornado con paja para la ocasión. Sobre él, las cuatro jirafas con sus respectivos micrófonos y las dos guitarras apoyadas sobre la pared no daban mucha idea de qué se iba a escuchar en el correr de la noche cuando ésta empezó. Los chicos de la banda bailaban al ritmo de Miranda y música electrónica; ya por su estilo, chocante a primera vista, se podía suponer que no sería un toque común y corriente.

Pasadas las tres de la mañana, los cuatro personajes entraron en acción: una de las chicas, Poli, se colgó la guitarra eléctrica. Vestía una calza negra hasta las rodillas, una remera verde de una tela muy extraña y sobre él un chaleco negro; unos lentes de ver tapaban prácticamente toda su cara. A su izquierda, “la Picchio” –que en realidad es un hombre– tenía su pelo largo sujeto en una media cola, cubría su cuerpo con una bata de algodón, de esas que usan las abuelas, debajo de ellas, llevaba unas medias can can largas, rajadas, debajo de una minifalda negra. Un poco más allá, Olga calzaba zapatos rojos de punta, una calza floreada en tonos pasteles y unos lentes de sol súper grandes con marco verde chillón. El cuarteto lo cerraba, en la otra punta, Soyper –de “soy persona”, según él mismo dijo– con un mono verde adornado con ligas multicolores y un par de colitas en lo alto de su cabeza. Y esa era simplemente la primera impresión.

Palangano aprovecha la voz como instrumento, su música se basa en la combinación entre las cuatro voces, que algunas veces suenan a capella y otras se complementan con las guitarras y algún otro adorno de percusión, logrando un todo muy completo con pocos recursos.

Para algunos de sus temas usan la melodía de canciones de otros autores, como la de “¿Por qué te vas?” de Attaque 77 o “Más de lo que te imaginas” de Amistades Peligrosas, y le agregan una letra de su autoría. La impetuosidad del grupo quedó claramente demostrada desde un comienzo, cuando el segundo tema que tocaron lo terminaron antes de tiempo, luego de un firme “Esta canción es una mierda, basta”, de “la Picchio”. Luego de un comienzo difícil, medio torpe y a los ponchazos, por momentos hasta ridículo, la banda logró acoplarse sobre el escenario, llegando a crear una muy buena comunicación con un público que se destornillaba de la risa con las ocurrencias del cuarteto.

“No controles mi forma de bailar, no controles mis vestidos”, “Esta noche nos vamos a revolcar, mi amor”, “Somos Palangano, vamos de la mano” fueron algunos de los versos que se escucharon en un espectáculo sumamente entretenido, notoriamente sentido por sus creadores. Este cuarteto que no se enmarca dentro de ningún género musical, sino que, simplemente, se divierte.

Andrea Martínez

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