Una experiencia mística
Supernova genera el efecto de una marea, cada una de sus composiciones va aumentando en fuerza sonora, en complejidad musical, hasta finalizar estrepitosamente, como rompiendo contra una roca. El clímax de cada uno de los diez temas que interpretaron daba la seguridad de que el próximo no podía ser mejor. Pero sí lo era y así, minuto tras minuto, la certeza de “ESTO es música” se enraizaba más y más.
Las luces de la Zitarrosa colaboraron en gran medida con el ambiente creado en la sala, donde uno sentía cómo dejaba de escuchar con el oído para sentir las emociones que despertaba cada nuevo sonido; una increíble comunicación emocional que logra el conjunto frente a su público. Conexión posible sólo por la unicidad de cada uno de sus conciertos: Supernova improvisa sobre el escenario y la trama musical que despliega por medio de la fusión de instrumentos, exige mucho más que una apertura meramente auditiva sino también conceptual.
Esto obedece a su búsqueda, ellos afirman intentar encontrar una nueva actitud, la creación de la estructura en el momento a partir de la relación de ese momento. Filosóficamente (no es sólo una banda de música, sino que tienen toda una actitud por detrás) reconocen la incertidumbre y el caos como parte infaltable en la expresión de la naturaleza y de su concepto de expresión artística, donde lo espiritual se conecta con lo que va más allá de lo cotidiano.
Supernova nace en el 2000 como grupo de amigos y de ahí creció este proyecto musical tan peculiar. Si bien generan un sonido único, por su propia naturaleza de incertidumbre y constante deslizamiento entre fronteras musicales, no se puede cerrar su creación a un género exclusivo. Tiene algo de jazz, tiene algo de celta, tiene algo de tribal, pero prevalece la fusión “aventurera” de distintos componentes de una infinidad de géneros concretos.
Cualquiera de sus integrantes tiene antecedentes sumamente considerables: Popo Romano en el bajo, es quizá el más reconocido. Ganó el premio FABINI al mejor bajista y compartió escenario con músicos a la altura de Eduardo Mateo y los hermanos Fattoruso. Tocó el contrabajo en la Orquesta Sinfónica del S.O.D.R.E. Editó varios discos con distintas formaciones, participó como invitado en otros tantos e incluso tiene en su haber un trabajo llamado “Cortinas”, donde él mismo toca la mayoría de los instrumentos. Juan José Casal en guitarras, integrante también del septeto “Los Casal”, que interpreta música celta. Claudio Martínez en guitarras, uno de los miembros fundadores de “La Chacha Francisca” en 1986. Daniel Escanellas en vientos, también integrante de “Los Casal” y otro de los miembros fundadores de “La Chancha…”. Freddy Kerber en percusión, acompañante de Popo Romano en algunas de sus perfomances individuales como bajista y forma parte de una de sus bandas paralelas. Gustavo Cuneó en batería y percusión, quien compartiera escenario con músicos de la talla de Martín Ibarburu y Leonardo Carbajal.
Asimismo, tuvieron músicos invitados: Gustavo Ripa, de Cuencos Tibetanos, que interpretó solo sobre el escenario una composición cuyos únicos sonidos eran los que desprendía mediante el roce de un conjunto de vasijas; y Daniel López en los teclados que toca en la banda de Jorge Schellemberg y suele acompañar a Inés Saavedra en sus shows.
Prometiendo una vivencia única en cada una de sus presentaciones, Supernova deja un sentimiento de desdén hacia la música “de radio”, se hace difícil escuchar cualquier cosa después de vivir esa experiencia mística.
Andrea Martínez