a clase

Pensá en tu mejor profesor y en la materia educativa que más te gusta. Juntá estas dos cosas y el resultado es lo que vivimos el 1° y 2 de agosto en el Salón Rojo de la Intendencia Municipal de Montevideo.

Los profesores: Alfredo Rosso (periodista, redactor y entre otras cosas miembro fundador de la legendaria revista "Expreso imaginario" y actualmente conductor y productor del programa "La casa del sol naciente" en la radio Rock & Pop), Fernando Pau (periodista, co-autor de "The magic land: a comprehensive guide to south american rock" y colaborador ocasional de "La casa del sol naciente") y Fernando Peláez (autor del libro "De las Cuevas al Solís: Cronología del rock en el Uruguay" tomos 1 y 2). La materia: La Historia del Rock.

La venida de los esclavos africanos a América dio el punta pié inicial al seminario que, el viernes 1° los profesores Rosso y Pau se encargaron de dar desde las 12:30 hasta (descanso de 45 minutos mediante) las 6 de la tarde. El sábado el turno fue para el profesor Peláez y el rock nacional: el comienzo fue a las 10:30 de la mañana y los sonidos uruguayos duraron hasta el mediodía. A las 14hs. el turno fue nuevamente para Rosso y Pau, y de ahí en más el seminario se extendió hasta que prácticamente nos echaron de la IMM. Las charlas eran respaldadas con canciones clave de la historia del rock (por los parlantes se escucharon temas como "Cathy’s clown" de The Everly Brothers, "Run to the hills" de Iron Maiden o "Never, never" de Los Shakers) y con algunos videos que sirvieron para ilustrar la historia desde lo audiovisual.

Durante dos días los tres profesores no sólo enseñaron y explicaron la historia del rock, sino que también la vivieron y nos la hicieron vivir. Desde los grandes eventos hasta las pequeñas anécdotas, los tres disfrutaban cada parte de la historia que contaban y gozaban con cada canción que escuchaban. Nosotros también lo disfrutábamos y mientras algunos grababan lo que decían, otros tomaban apuntes, otros aportaban datos y todos escuchábamos; yo me dejé llevar por la música a través del tiempo. Durante esos dos días viajé hacia el sur norteamericano de los años treinta para ver a Robert Johnson hacer el pacto con el diablo, después bailé con Elvis y Little Richard mientras los papás se escandalizaban, y me aburrí en la escuela junto a Chuck Berry. Después viajé a Alemania para ver a Los Beatles foguearse en los bolichitos de Hamburgo y crucé a Inglaterra para ver tocar blues a una banda que recién empezaba: unos tal Rolling Stones. En la costa californiana surfié con los Beach Boys, consumí LSD junto a Jeferson Airplane, le hice el amor a Janis Joplin, ayudé a John Fogerty a borrar unos masters de Creedence y fui a un concierto de Greateful dead. También me maquillé y usé zapatos de plataforma para escuchar el glam de David Bowie y Marc Bolan, hice pogo con los Ramones en el CBGB y me dejé estafar por los Sex Pistols. Ya en Montevideo vi a mis viejos bailar en el Sporting con el jazz de los Hot Blower, vi a Eduardo Mateo tocar con El Kinto y me vi a mí mismo en la adolescencia comentando con amigos la fuerza de Nirvana.

En estos tiempos en que la cultura cae a pasos agigantados y que a los dueños de los medios de comunicación uruguaya parece no importarles en absoluto el rock (mientras escribo esto la X FM trasmite por última vez y sé que la 91.9 increíblemente está tecleando) es muy bueno que se den estas iniciativas. Por lo menos para demostrar que el rock no es sólo música, sino que también es cultura y un modo de pensar y sentir la vida. También sirve para dejar claro que aunque nos quiten todos los medios y lugares, nosotros seguiremos, como dice la canción de Martha & The Vandellas, bailando en las calles.

Nicolás Hidalgo