Psiglo, Héroes de papel (Cap.5 - Psiglo en los ´90)
16/3/2000
en un lugar, otro niño
Psiglo en los '90, de cara al 2000
"Los sueños, sueños son. Quizás, pero el sabádo por la noche en AFE, se hicieron realidad. Una realidad que se esperó más de dieciocho años, que otros quisieron callar y desterrar pero no pudieron. Fue un momento que se aguardó con ansiedad. Los niños de ayer que crecimos escuchándolos de la mano de Ruben Castillo en Discodromo. Los chicos de hoy, que como tarea militante se sigue pasando los discos unos a otros. Los adolescentes del ayer, que vinieron a buscar uno de aquellos días, una ilusión tal cual fuente de juvencia. Todos a ver, finalmente, la leyenda, si el mito existía".
El ambiente estaba impregando de varias corrientes de aire. Unos esperando ver a los ídolos de su niñez, otros cargados de nostalgía, otros escépticos y a la espera. Muchos adolescentes, muchos jovenzuelos de otras épocas, mucho gurí con sus padres, en un clima de fiesta y alegría, como si vinieran de un largo viaje aquellos tíos de los que tanto nos hablaron. Las generaciones, y reconocemos que fueron más de una y medio, estaban dadas hasta en forma gráfica. En el centro, frente al escenario y a la usanza de los '70 los "muchachones" en su gran mayoría sentados, a los costados la majuga mezcla con los curiosos y alegres lados de mar de otras épocas. Un escenario moderno, con varias tarimas, batería al centro teclados y guitarras a cada lado, el centro para el frontman. Como nos habían adelantado, un equipo de luces y sonido que no tenía nada que envidiarle al que en este mismo AFE presentaran bandas de otras latitudes. Pantallas de video a los costados del escenario, medida acertada para que nadie se perdiera nada de la fiesta. La música empezó con videos de Pink Floyd, y los puestos de moda por esa inescrupulosa señora llamada Muerte; Queen. Nos asustó, pensamos que todo se teñiría de aires de nostalgia, que el revival se haría presente e inevitable.
La savia nueva: "Dale que va"
Pero la música en el escenario empezó con sangre nueva, de la mano de Gastón Ackermann y "Dale que va". La verdad que hay que estar jodido en la vida para ser la apertura de Psiglo. Y más si hay una gran multitud de personas que durante más de 18 años esperaron para ver al acto central. Sin embargo, estos jovencísimos músicos, no parecieron estar amedrentados por la circunstancia. Arrancaron con "Fusión", un tema en el que la hicieron harina. Una trenza de ritmos y melodías con mucha polenta. Se les nota la escuela Berklee, pero han mantenido el ser aguerridos, sofisticados y tener buen gusto. Un correcto Gastón Ackerman en teclas y voz principal. Rafael Ackermann comandado con solvencia y profesionalismo los ritmos en la percusión. Vientos bien ensamblados. Un guitarrista de rock & roll nato en Hernán Rodríguez (faltó potencia para su instrumento), un correcto baterista, bajista que hizo lo suyo en "Quiero la isla". Lo único que no brilló fue la corista. De buenas dotes vocales, lo que logró con un antifaz y un tul naranja fue que la gente se dedicara a ver su físico.
Su mejor momento fue en "Vamos allá". "Dale que va" dejó a muchos con ganas de escuchar más y de verlos en mejores circunstancias (hubo problemas de monitoreo). La gente no daba más, la espera ya era insoportable. Querían ver a la leyenda, saber si el mito seguía volando en el tiempo. "De mitos y leyendas este pueblito al sur tiene mucho. Y vive demasiado de recuerdos. Pero, distinto a otros que han pasado, como Opa y los Shakers, esto no fue un revival, un tributo a un dinosaurio. No hubo culto al mito, a la leyenda. No fue una muestra de canciones añejas por el tiempo, desempolvadas ante un altar. Fue buscar el futuro que preguntaran hace ya veinte años. La respuesta de Psiglo es vivir en los '90.
El reencuentro, la sorpresa
Con un sonido denso, pesado, y ante todo modernísimo, abrieron con "Gente sin camino", que con nuevos arreglos y sonido no perdió el mensaje ni la esencia. Fue una sorpresa. La personalidad de Psiglo se hizo presente. Logró que la brecha generacional comenzara a desaparecer. Las distintas generaciones se pusieron de pie y comenzaron a mimetizarse. Fueron momentos de incertidumbre, duda y afirmación. Ese ser que llevan cada uno de sus integrantes salió y fue uno solo. Un nuevo Psiglo. Con la misma fuerza del ayer y con la gran vigencia de hoy. Un Ruben Melogno en el cual el paso del tiempo no ha hecho mella en su voz (no pareció que estuviera engripado como dijera el público) manejando la escena y dialogando con el público como cualquier ídolo de estos años '90.
Gonzalo Farrugia comandando los ritmos con gran solvencia y una técnica de bombo con pedal doble que no tiene nada que envidiarle a ningún monstruo de hoy. Un Jorge García Banegas que mostró un trabajo de permanente búsqueda de climas y atmósferas, como si estuviera viajando por la galaxia con este Psiglo 1993. César Rechac haciendo latir su bajo cual corazón agitado de quinceañero tras un objetivo: mostrar su nueva personalidad, su nueva piel. Luis Cesio en la jungla de las seis cuerdas con un sonido muy actual, dando pinceladas con sus nuevos colores. Ya desde el arranque se estuvo ante algo distinto. Los temas de antes sonaron nuevos, actuales, con una nueva personalidad.
El cerebro se abría nuevamente. Y como un adolescente con acné los Psiglo mostraron una cara nueva, una piel que evoluciona, que crece. No faltó ninguno. Desde "Catalina", "No pregunten porqué", "Piensa y lucha", "Siénteme" (muy bien los vientos de Nelson Varela y los acertados coros de Rossana Taddei, Malena Muyala y Liese Lange) hasta "No tiene razón de ser" y "Cambiarás al hombre" de Psiglo II.
El encuentro de varias generaciones
Fue "En un lugar un niño" donde la audiencia se volvió una sola, se había roto la brecha generacional, la leyenda empezaba a morir. Fue el preludio. El probable dinosaurio decía adiós y para siempre. La emoción tuvo su momento máximo en el sentimiento, la garra que solo puede dar un género: el blues. "Es inútil" fue la traducción, el vehículo expresivo de varios corazones en uno solo. Un Melogno en su mejor momento de la noche, un lúcido Farrugia, un Rechac intimista y personal, un García Banegas que parecía estar recreando los climas de un tango de Piazzola en un cabaret de un lugar en el mundo. El mito latía, pero cada vez con menos fuerza. El cerebro, el "Psi", se hacía cada vez más fuerte, fue el inicio de la crónica de una muerte anunciada. Mirando hacía el 2000 se engendraba un nuevo niño, el momento estaba por llegar.
Los sonidos del nuevo Psiglo
Llegó con sonidos nuevos en "Sentir Montevideo" y se hizo realidad en "Sueños". Era el nuevo Psiglo que se hacía presente y dejaba en la arena de aquello que más de uno quiso que fuera un circo romano, un pasado, un ser dejó de existir. Se terminó el posible revival. Había nacido un nuevo niño. Nos dejaron con las ganas de escuchar más. Las nuevas canciones son muy modernas, tiene mucha fuerza y personalidad. Nos dejaron con gusto a poco. Queríamos más picantes calientes.
Después de todo esto, que fue tan largo y que duró tan poco, la gente no quería que se fueran. Ni Banegas en su solo ni el impresionante Farrugia cuando realizó el suyo que le valió el grito unánime de ¡Grande pelado!. Los bises fueron interminables, tocaron con el corazón, incluso la emoción los hizo cometer algunos yerros como en el final de "Gente sin camino", la entrada de "Vuela a mi galaxia" y un pequeño homenaje de dos compases a sus raíces con "Black night" de los Deep Purple, del final de "En un lugar un niño "que no querían terminar. Los "pibes" de Psiglo estuvieron solícitos y atentos con todos aquellos que se acercaron a verlos en el backstage, con una humildad de pibes de barrio que no pensaban los quinceañeros, jóvenes y veteranos con su prole que los habían puesto en un monte Olimpo.
Fue una inyección de vida, de mirar más allá del horizonte. Psiglo logró lo que otros mitos y leyendas de su tiempo como Deep Purple, Led Zeppelin, Uriah Heep o por estos lares de la Cruz del Sur llamados Almendras, Serú Girán , Opa, Shakers, no pudieron. Estos cinco uruguayos sacaron de un cajón de entrañables recuerdos un mito, una leyenda, y la mataron. Este es un nuevo Psiglo, buscando un lugar, con toda humildad como cualquier banda de hoy en estos años '90. La esencia, la personalidad que los distinguiera existen, el "Psi", ese cerebro de cinco cabezas respira y vive en el presente. Es Psiglo 1993, de cara al año 2000. Mostraron que el espectáculo tiene dos protagonistas: músico y audiencia, y como en la corte del rey carmesí, los bufones que creen que todo lo saben nada pudieron. Que este alumbramiento sea el inicio de una llama que ilumine a nuestra cultura. Bienvenido querido gigante. La vida sigue y tu dirás qué futuro tendrás.
Ficha técnica del concierto:
El concierto del Psiglo: Sábado 20 de marzo de 1993. Estación Central (AFE), 21 hs.
"Dale que va": Gastón Ackermann (teclados y voz principal), Rafael Ackermann (percusión y voz), Hernán Rodríguez (guitarra y coros), Gabriel Kardos (bajo), Diego Socolovsky (batería y coros), Sergio Tulbovitz (percusión), Claudia Diez (coro).
"Psiglo": Ruben Melogno (voz), Luis Cesio (guitarras), César Rechac (bajo), Gonzalo Farrugia (batería), Jorge García Banegas (teclados). Invitados: Liese Lange, Malena Muyala, Rossana Taddei, trío de vientos liderados por Nelson Varela.
Ernesto Sclavo
*Reportaje de Ernesto Sclavo publicado en el diario "La República" de Montevideo, Uruguay, el martes 23 de marzo de 1993.