SieteNotas

Los Shakers, El mejor grupo de rock latinoamericano de la década del ‘60 (Cap.1 - Beatlemanía)

16/3/2009

BEATLEMANÍA

Hacia fines de 1963 se edita en el hemisferio norte el quinto simple de Los Beatles (‘I want to hold your hand’ / ‘This boy’), disco que se convierte en el primer número uno que logran en los Estados Unidos. Entre el 7 y el 22 de febrero de 1964 realizan su primera gira por ese país, con un éxito de tal magnitud que deja atónitos a todos los músicos y cantantes pop norteamericanos, quienes no pueden entender qué está pasando. La beatlemanía ha alcanzado definitivamente al Tío Sam.

Es precisamente en el año 64 que empieza a ganar fuerza la vorágine beatlera por nuestras latitudes. Durante un buen tiempo, los medios de comunicación los presentan casi como una curiosidad, y propagan los chismes sobre unos "jóvenes melenudos" que logran sacar de sus casillas a miles de jovencitas, llevándolas a protagonizar escenas de histeria colectiva nunca antes vistas. La mayor parte de la gente –incluso los futuros fanáticos– oye hablar de ellos antes de escucharlos. Para los adultos, Los Beatles no dejan de ser una moda que, como tantas otras, pronto pasará, y todo volverá a la "normalidad". Sin embargo, algo mucho más profundo está detrás de esto, algo que en su momento es inexplicable, pero que se hace patente frente al impacto que produce su música.

JAIME ROOS — Fue en el año 63. Yo tenía nueve años. Me acuerdo que era un domingo a eso de las 7... 8 de la noche y que habíamos vuelto de pasear con mis padres. Se prendió una radio y apareció ‘Love me do’ ... o ‘Ámame’ como se la traducía aquí... y entonces se me puso la piel de gallina... cuando escuché aquella primera canción, me hizo quedar dando vuelta sin haber recibido ninguna de las supuestas armas propagandísticas, ya que no sabía quiénes eran, ni si tenían el pelo largo; era un niño que de pronto escuchó algo que lo golpeó y punto.

EDUARDO RIVERO — Lo que yo escuchaba a los doce años era el Club del Clan, Violeta Rivas, Palito Ortega, ese tipo de cosas. Para mí, y para toda mi generación, la música pop era eso, no era otra cosa. La brecha generacional era una cosa espantosa en ese momento. Por ahí empecé a escuchar los primeros programas de radio que le hacían el caldo gordo a todo esto de la música liviana argentina, y también otras cosas livianas italianas como Rita Pavone y Mina.

En el año 64, yo estaba en sexto de escuela y aparece un compañero mío, Hugo Pérez, que volvía de vivir en Nueva York y dice: "ustedes no saben lo que es la verdad de la vida, la verdad de la vida son Los Beatles". Yo no tenía la menor idea de lo que era eso y el tipo seguía hablando todos los días del mismo tema. En semana de Turismo nos fuimos para Paysandú con mis padres y paramos en el bar Beyruti de Trinidad y en una máquina de discos estaba el simple de ‘I want to hold your hand’. A mí fue como que me hubiera pasado un ferrocarril por la cabeza. En ese momento me cambió toda la escala de valores de lo que es la música. Me di cuenta que las cancioncillas de Palito Ortega, que hasta ese momento me parecía que eran la bandera de la juventud, eran productos de plástico totalmente. Ahí pensé que Hugo Pérez tenía razón.

Para los reyes del 65 mi vieja me regaló dos discos de vinilo: A hard day’s night y Otra vez Rita de Rita Pavone. En esos tocadiscos que tenían un pincho y los discos iban cayendo de a uno yo ponía los dos, cuando terminaban los daba vuelta y los volvía a poner. A los dos o tres días el único disco que subía y bajaba era el de Los Beatles, el otro quedó guardado por completo [risas]. Después me di cuenta que millones y millones de tipos en el mundo sintieron el mismo impacto cuando apareció eso. Los tipos tocaban y cantaban como nunca nadie había cantado antes. Además, la tímbrica que usaban era diferente, las gargantas se colocaban distinto, eran voces más agudas que las de los cantantes pop tipo Palito Ortega, Raúl Lavié, Johnny Tedesco y todos esos que escuchábamos por acá. Y la tímbrica de los instrumentos también era totalmente insólita.

Y las declaraciones de ese tenor: "me cambiaron la vida", "me rompieron la cabeza", "nunca había escuchado algo parecido", podrían citarse por decenas.

En materia de difusión radiofónica, se produce un hecho relevante en el mismo año 64. En setiembre, Rubén Castillo es designado director artístico de CX 8 Radio Sarandí. La programación de "La Nueva 8" incluye varios programas de música beat entre los que se destacan: Musical 35 (de Castillo, 13 a 14), Desfile de Popularidad (también de Castillo, 16 a 17), El club de las Cinco (de Reynal Alberto, 17 a 18), Beatlemanía (de Elías Turubich, 18 a 18.30), Constelación (de Carlos Martins y Oscar de León, 18.30 a 19.30). Esta propuesta se irá ampliando con el correr del tiempo, con el agregado de Dedique su disco de Rubén Castillo, y Señoras y Señores de Carlos Martins, en su clásico horario (inamovible por años) de las 22. Entre todos ellos, Beatlemanía se constituye en una audición imperdible para ese grupo de jóvenes beatleros, que aumenta inconteniblemente.

El 10 de julio de 1964, The Beetles llegan a nuestro país. No se trata de un error tipográfico (es así, con doble ‘e’) sino de unos "Beatles truchos" que, a pesar de su bajísimo nivel, provocan cierto revuelo a causa de la furiosa disputa que protagonizan los canales 4 y 12 de televisión, por defender la primicia. En menos de un mes, nos vuelven a visitar otros "Beatles". En este caso The American Beatles, un sexteto integrado por tres chilenos, un venezolano, un peruano y un colombiano que, comparados con los de la doble ‘e’, no suenan tan mal. Llegan a llenar el cine Trocadero el 31 de julio.

Estas presentaciones despiertan la absurda ilusión de que los "verdaderos" puedan llegar hasta nuestras latitudes. Eso no ocurrirá jamás. Sin embargo, unos muchachos que han sabido recorrer los tablados junto a su padre unos años atrás, y que ahora tienen una muy respetada participación en diversas agrupaciones dedicadas al jazz, están gestando lo que pronto se transformará en la banda de rock más importante de Sudamérica durante esta década.

HUGO FATTORUSO — La panadera había estado en Londres y se trajo un disco simple con ‘Love me do’. Y esa fue la primera canción de Los Beatles que escuché. Todo empezó entonces en la panadería de Justicia y Lima. Yo no había leído nada sobre Los Beatles. Y justo a los pocos días dan en el cine 18 de Julio "Llegan Los Beatles", el primer cortometraje de ellos, anterior a la película "A hard day´s night". Y ahí ya me ganaron, ¿no? Enseguida vino aquel grupo The American Beatles... Llegaron enseguida de ese cortometraje y tocaron en el cine Trocadero, creo. Muy pibe de la cabeza, me embalé mucho y dije: "Yo quiero ser de Los Beatles". Algo así. "Quiero hacer un grupo de éstos".

Es entonces a mediados de 1964 que Hugo, Osvaldo y Roberto "Pelín" Capobianco (que vienen haciendo jazz juntos en el Trío Fattoruso) se meten con armas y barajas en el "juego" de formar un conjunto a imagen y semejanza de los colosos de Liverpool. El nombre elegido para la nueva banda es Los Shakers. Pero lo más notable de este asunto es que ese "juego" no sólo consiste en imitar la estética de los "Fab–Four", sino en largarse al duro desafío de componer temas propios dentro del mejor estilo beatle. ¿Componer como Los Beatles? Sin duda una decisión loca, muy difícil y sin precedentes en el Río de la Plata. Sin embargo, el talento de estos muchachos permitirá salvar, con alta calificación, la prueba de fuego a la que ellos mismos quisieron someterse.

Hugo deja sus instrumentos habituales (bajo y teclados) para encargarse de la guitarra, Pelín va a ser el bajista y Osvaldo el baterista. El formato de cuarteto es una exigencia: invitan a su amigo Ringo Thielman para la otra guitarra. Pero Ringo se divaga o se desinteresa del proyecto y falta a los primeros ensayos. Apresurados por completar la formación, hablan con Carlos "Caio" Vila - otro amigo- , quien es un experimentado baterista a pesar de su corta edad. Caio no está totalmente convencido de dejarse el pelo largo, pero luego de pensarlo, termina aceptando. La integración de Los Shakers se ha completado: Hugo y Osvaldo en primera y segunda guitarra respectivamente, Pelín en bajo y Caio en batería.

OSVALDO FATTORUSO — El Palacio de la Música tenía un programa de televisión, y como nosotros no teníamos guita para comprarnos instrumentos, les hicimos varias actuaciones gratis a cambio de tres guitarras Sonny Boy y un equipito. Las fabricaba el Palacio y eran pesadísimas y durísimas. Te quedaban las manos llenas de callos. Pelín le sacó el mango a una y le puso otra madera, así, sin trastes.

Los pelos empiezan a crecer, las composiciones a tomar cuerpo, y Los Shakers hacen algunas presentaciones en televisión, en la cueva El Gallo Rojo, en Orfeo Negro y alguna que otra boite de Carrasco y Parque Rodó. En la temporada veraniega 64-65, Hugo tiene arreglado un contrato para tocar el piano (junto a Bebe Bassi en batería y Juan Lamas en bajo) en la boite Carrousel del Hotel Casino San Rafael de Punta del Este. En ese mismo momento, le surge a Los Shakers una invitación para presentarse en los eventos bailables del parador "I Marangatú". Hugo tiene que coordinar entonces sus papeles de pianista de jazz y de guitarrista y cantante beatlero.

HUGO FATTORUSO — Yo estaba tocando también en el Hotel San Rafael... Entonces le pedíamos prestado el auto al disc–jockey Nolo Mainero, que era el que tocaba los discos en "I Marangatú", y salíamos como pedrada hasta allí en la Parada Cinco, para llegar a tiempo para tocar con Los Shakers. Pero al segundo fin de semana de hacer eso, chau. Se llenó "I Marangatú" y se armó algo impresionante hasta el fin de la temporada.

La repercusión de estas presentaciones es tremenda, al punto que las páginas dedicadas a cubrir los sucesos de "Punta" no pueden dejar de mencionarlas: "Tocan Los Shakers y los gestos y los movimientos de los jóvenes andan por el enardecimiento". "El grupo uruguayo Los Shakers ameniza con gran éxito los bailes juveniles de I Marangatú [...]". Terminada la temporada y de vuelta en Montevideo, casi no tienen tiempo de descansar: Miguel Loubet (productor y pianista de Los Wawancó) golpea la puerta de la casa de Hugo y va directo al grano: "¿Vos sos Hugo Fattoruso?... mirá, yo vengo de la Argentina... la compañía Odeón quiere que graben allá". Esta vez aceptan, se compran cuatro buzos negros y sendos pantalones del mismo color, cargan con sus instrumentos y equipos y viajan a Buenos Aires en el Vapor de la Carrera. El "recital de despedida" lo hacen en La Cumbre, un club de su entrañable barrio La Comercial.

OSVALDO FATTORUSO- La idea era grabar un par de temas y volvernos. Llegamos, armamos y tocamos para el productor al que nunca habíamos visto.

Luego de interpretar tres covers: ‘My Bonnie’, ‘I wanna be your man’, ‘See you later, alligator’, y un par de temas propios, José Angel Rota - director artístico de Odeón- no duda un segundo y los ficha inmediatamente.

OSVALDO FATTORUSO - Al terminar, el loco dijo: "Se me quedan acá un mes para grabar lo que quieran. Vayan a un hotel de primera clase que vamos a grabar un long play".

Los muchachos vuelven a Montevideo para recoger sus pertenencias y abastecerse de ropa. Cuando vuelven y bajan del avión en el Aeroparque de Buenos Aires, se encuentran con un recibimiento espectacular que incluye un muy organizado aparato periodístico. Entre decenas de flashes, se destacan siete fotografías que serán las elegidas para incluirse en la contratapa del primer larga duración del grupo. Rota tenía preparado todo el circo, en un intento claro de emular la llegada de Los Beatles a Estados Unidos.

Los productores han apostado en serio y Los Shakers superarán con creces las expectativas que en ellos se han depositado. La histórica primera sesión de grabación se hace el día 23 de marzo de 1965. El primer simple incluye dos temas de Hugo y Osvaldo: ‘Rompan todo’ (‘Brake it all’) y ‘Más’, y se convierte inmediatamente en un rotundo éxito en ambas orillas del Plata. Más aún, la canción de la cara A está destinada a constituirse en uno de los clásicos del rock rioplatense de todas las épocas. Enseguida sale otro simple con una gran versión de ‘Sigue buscando’ (‘Keep Searching’, anterior éxito de Del Shannon), y ‘Sólo en tus ojos’.

A mediados del 65 se edita el primer elepé del grupo –titulado simplemente Los Shakers–, que además de ‘Rompan todo’ y ‘Sigue buscando’, incluye doce canciones de autoría propia. El tratamiento vocal, instrumental y armónico es de alto vuelo, y remite permanentemente a Los Beatles.

GUILHERME PINTO — [...] Los recursos compositivos (los ritmos y riffs básicos, el recurso en la forma a "middle eights", el ámbito tonal expandido por frecuentes pasajes de modo mayor a modo menor) son puro Beatles 62–64, así como los criterios arreglísticos (sobre todo los juegos vocales y la concepción sencilla de los solos de guitarra, sonido muy reverberado, aparición de la armónica aquí y allá, utilización de la pandereta y de las palmas, etcétera). [...] Todo está increíblemente bien hecho para un grupo de provincia, y canciones como ‘No fuimos’, ‘Corro por las calles’ y ‘La larga noche’ podrían figurar sin vergüenza entre los temas menores de los primeros discos de Los Beatles.

Cabe aclarar que no se trata de ningún tipo de plagio, ya que las estupendas melodías son realmente originales. Sólo Osvaldo sabe algo de inglés, y es allí donde se produce la mayor deficiencia de la banda: un "dudoso" canto en inglés, con expresiones y pronunciaciones inexistentes. Quizá sea éste el motivo principal por el que nunca podrán ingresar al mercado anglosajón.

Los Shakers se convierten en el grupo estelar del programa argentino de televisión Escala Musical, que se emite por el canal 13 todos los domingos a las dos de la tarde. Pero la "Escala" es además una especie de agencia de representaciones que regentea diversos recintos de bailes por toda la ciudad, donde se presentan los artistas que ella misma promueve. De ese modo, el grupo uruguayo comienza a tener una muy intensa actividad tocando todos los fines de semana en distintos puntos de Buenos Aires.

CAIO VILA - Nosotros teníamos un promedio de quince shows semanales. Los jueves teníamos dos confiterías. Los viernes ya hablamos de tres shows. Los sábados, cuatro y hasta cinco shows. Trabajábamos con doble equipo y doble camioneta, es decir, terminábamos en un lado, íbamos a otro y ya estaba todo armado. Amanecíamos a las cinco de la mañana en la otra punta de Buenos Aires.

El sonido de Los Shakers en vivo es muy superior al del resto de los conjuntos de la época. No es para menos: los cuatro ya tienen una vasta experiencia como músicos de jazz y de bossa nova, han integrado diversas orquestas y han participado en grabaciones de jingles. Dando muestras de una notable capacidad para adaptarse a tocar distintos instrumentos, Hugo y Osvaldo no han tenido mayores inconvenientes para transformarse en unos correctísimos primera y segunda guitarra de un grupo beat. El caso de Pelín es quizá más llamativo: ha integrado orquestas de tango, y hasta la mismísima Banda Sinfónica de Montevideo. Además, toca el bandoneón.

HUGO FATTORUSO — Pelín me quiso enseñar a tocar el bandoneón, pero eso sí que es difícil. Las escalas del bandoneón están por cualquier lado, y además se tocan "para adentro y para afuera"... y entonces le dije "dejá Pelín".

De hecho, lo que se escucha en sus discos es prácticamente un toque en vivo. Es decir, tocan al mismo tiempo las dos guitarras, bajo, batería y cantan, igual que si estuvieran actuando en un baile. Todo eso junto es grabado por una máquina Ampex de dos canales, a lo cual agregan un doblaje de voces y, eventualmente, algún otro instrumento.

Fernando Pelaéz

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