“Los sonidos de esa época me emocionan, me seducen” –dice Le Giba refiriéndose a los años sesenta, y quienquiera que oiga su disco Ofrenda (Tarántula Recording Co., 2006), podrá tomar nota de ese flujo sanguíneo corriendo por las venas de su música. Un poco de los Beatles, otro de los Beach Boys, los Moody Blues, o los Doors, pero no en plan retro levante sin aportes personales. En Le Giba ese espíritu del pasado vuelve de manera natural y en un paquete que encierra varios elementos contemporáneos.
CANALIZANDO ESTILOS
¿Cómo Le Giba llega a ese sonido confluencia beat-post grunge-electrónica? ¿Cómo es posible una influencia de conceptos tan amplios en el tiempo?
Las canciones de este proyecto y las que llevo a las otras bandas de las que formo parte como Ganges, nacen en su mayoría de la misma forma: con la guitarra acústica y mi voz, así es como comenzamos a grabar las canciones del disco “Ofrenda” con mi amigo músico Fog -que tocó y creó infinidad de sonidos-, y luego íbamos generando la atmósfera según las características del tema.
Cuando compongo no pienso en la forma que va a tener el tema, en su estructura, su ritmo… soy impulsivo, explosivo, siento la necesidad de hacerlo y salen, después trabajo en ello. Uno va tratando a través de los años de crear una manera personal de comunicarse, en ese proceso de búsqueda también están las influencias que nos nutrieron o que nos nutren. Escucho y trato ahora cada vez más de escuchar de todo. Tanto me gusta Víctor Jara como Los Ramones, Nick Drake como At the Drive In, Viglietti como Ella Fitzgerald, el Canario Luna, Syd Barrett, Felisberto Hernández, Kafka, Artaud o “El Flaco Jesú del Tunda Prada”, yo que sé, miles de ejemplos. Soy ecléctico y ese eclecticismo navega en las canciones de Le Giba.
Por lo que explicás, tu música no parece ser el resultado de estar al tanto de lo que suena en el mundo. ¿Conocés bandas retro rock anglosajonas que abreven en los sesenta como vos?
Más o menos… Conozco sí la movida que hay ahora, aunque no estoy muy interiorizado, o más bien, no me interesa mucho estar al tanto de cuál es la banda o el sonido que está de moda o que está sonando. Llegó un punto en que me harta un poco. Escucho mucha música sin importarme en qué años fue hecha o si es moderno o no, y no quiere decir esto que ignore a las bandas actuales. Me guío por lo que siento y si me llama más la atención escuchar a Woody Guthrie que al último disco de Franz Ferdinand o Keane, lo hago. De cualquier manera conozco bandas como los Strokes –que me gustaron hasta el segundo disco-, los Coral, Los Flaming Lips; me gusta Devendra Banhart, me encantan las bandas del sello Elephant 6 Records que en verdad no son retros sino que toman elementos de la época sixtie y cada uno lo canaliza según su estilo, como lo hacen Apples in Stereo, o Neutral Milk Hotel, o The Olivia Tremor Control. La moda retro por moda no está para nada bueno. Si hay un interés verdadero por rescatar cosas de épocas pasadas eso me parece que aporta y está bien; ahora si tú quieres sumarte a la onda de bandas retro, con los peinados, pins, ropas, imitando eso, no me parece que sea productivo, que aporte algo.
¿Por qué creés que tanto vos acá como ellos allá, ahora buscan materia prima en esa década?
Es como inconsciente. En mi caso estoy tan identificado con todo eso que sí o sí se mezcla en mis composiciones… para mí ya no tienen época esas músicas, son eternas, atemporales, escucho el disco “Revolver” de los Beatles y no me alerto de que fue lanzado en 1966, lo escucho y es mágico, trasciende el tiempo. Los años 60 me interesan mucho en todo sentido. Lo mío no se trata de añoranza o de retro (tan de moda hoy); retornar a aquello significaría ir para atrás. Está bueno tomar de cada época lo que nos interesa y de alguna forma nos alimenta a cada uno como ser o como artista.
¿Qué te impulsa a tener más de un proyecto musical? ¿La necesidad de hacer cosas diferentes?
Me gusta compartir con diferentes personas, diferentes propuestas. Además, con una sola banda no me alcanza para plasmar todas las ideas que tengo y las que me pueden aportar otros amigos músicos, artistas. No me gusta quedarme en un lugar, estancado. El proyecto “Le Giba” es solista hasta ahí nomás, en el disco participan creando y aportando unos cuántos amigos. Por eso aunque diga que es mi proyecto solista, es relativo. Siempre estoy tocando con alguien o hay alguien aportando escénicamente en los shows y aunque sea yo el que compone las canciones, están abiertas al aporte de los demás músicos. Me encanta eso. Ahora después de cinco años nos juntamos nuevamente a tocar con mi amigo Gabriel Araujo (primer bajista de Ganges) y vamos a hacer temas del disco y otros que tengo guardados por ahí.
¿Cuál de estas dos palabras te pegan más: esperanza o desesperanza?
Esperanza. Soy positivo, lucho a diario por lo que quiero y siempre pienso que lo que me rodea va a mejorar o que van a pintar cosas mejores… aunque me bajoneo también y en esos momentos pierdo estabilidad.
¿Ves a la gente de tu generación y a la gente que te acompaña en la ruta, con esa misma visión positiva sobre el futuro?
“A la gente de mi generación” no podría decirte, es una pregunta muy general. Pero a la gente que me acompaña o con la que estoy en contacto, sí, la veo con una visión positiva. Siempre sabemos todas las dificultades que hay y todos los bajones, pero está el “vamo´ arriba”, no hay que quedarse quieto y meterle, sin aflojarle. El mundo y este momento del planeta está difícil, es complejo, pasa de todo en todo momento y uno tiene que estar despierto y a veces generar mecanismos de autodefensa para andar por ahí, pero siempre creo que hay que verse a uno mismo en la esencia de cada uno (la energía transparente que no ha sido dañada) y eso tan profundo volcarlo para generar caminos opuestos a los que nos violentan cada día.
El disco fue grabado de forma independiente a través de Tarántula Rec. Ese sello, ¿es un emprendimiento personal o colectivo? ¿Cómo se las arreglan para distribuir y vender el disco?
Es un emprendimiento personal e hiper artesanal. Salvo el diseño de este disco que lo hizo Erika Bernhardt -una artista amiga que siempre colabora en la parte de imagen con nosotros- siempre me encargo de los diseños, las tapas, compro las cartulinas u hojas con raras texturas, y se hace todo a mano: cascola, tijera, impresora, y siempre tratando de buscar y explotar la creatividad. Por ejemplo, los discos son empaquetados en sobres del tamaño de un simple de vinilo y adentro viene el CD. El “Ofrenda” fue lo más pro, mandé a imprimir las tapas a imprenta. En cuanto a la distribución, se hace a pulmón, llevándolo a todos lados, a las disquerías que te lo aceptan, a las radios, a los toques, armando feria de discos y fanzines, de mano en mano, contactándome con gente de otros países. En esta semana voy a mandar el disco y otras cosas a Argentina a un sello de música experimental con el cual me conecté vía e-mail: “NOSESO Records”. También conocí a Ángel Atienza de Perro Andaluz y me pareció alucinante, un divino. La movida la genero yo, hay una cuestión energética dentro mío que no me deja quedarme quieto.
¿Tarántula edita otras bandas además de la o las tuyas?
No. Más bien es un sello armado para que mis laburos tengan una firma y un toque artístico que sea característico; llamémosle así. Les doy para adelante a mis amigos con sus músicas y comparto y ayudo en sus proyectos, pero sólo edito mis cosas.
¿Ofrenda ha sido presentado en vivo?
El único toque de presentación fue el año pasado en “El Living” junto a Koshka de Argentina. Toqué con la viola acústica y Santi Nicolenco (batero de Ganges) en el Xilofón. Versionamos temas del disco. Este año tengo ideas para presentarlo, tocar en lugares alternativos como casas, teatritos y generar un espectáculo que no se quede solamente en lo musical. Hay ideas rondando y craneándose.
Leonardo Scampini