Gardelita
Diecisiete años, la gracia nata y el tango en el corazón.
Francis Andreu, el nuevo descubrimiento del productor de Adriana Varela, Horacio Pessagno, es una joyita tanguera. Amante del tango y fiel seguidora de Adriana, esta "pebeta" de tan sólo diecisiete años canta como si fuera hija de Gardel.
El 28 de Febrero de este mismo año, la joven fue sorprendida por Pessagno cantando emocionada mientras se dirigía a los camarines de Adriana Varela, luego de culminar el show que esta última había ofrecido. A las pocas semanas, Francis estaba grabando un demo en Bs.As. y firmando un contrato por cinco años que la llevó a presentarse ante un Café El Ciudadano colmado y ansioso por verla en acción.
El domingo cuatro de Agosto, El Ciudadano fue desbordado por una multitud de gente de las más diversas edades, que acudió esa noche para presenciar lo que fue el maravilloso debut de Francis Andreu. Desde temprano las puertas estaban abiertas recibiendo a familiares y amigos, que se entremezclaban con otros que nunca la habían oído cantar. Para ellos debe haber sido toda una sorpresa, ya que una voz tan potente y sincera no se oye todos los días.
El clásico ambiente de El Ciudadano, que es el indicado para un espectáculo de estas características, y un escenario casi vacío, iluminado con luces suaves, que se vio repleto de todo tipo sensaciones una vez que Francis subió y entonó las primeras notas de Anclao en París. Momentos antes de que ingresara a escena, el señor Alberto Magnone (reconocido pianista uruguayo y compositor), quien la acompañó con una performance excelente de cada una de las melodías, se puso de pie frente al micrófono principal y dio un pequeño y simpático discurso para darle la bienvenida a la nueva artista.
Miles de aplausos la recibieron, y fueron esos mismos aplausos los que la ovacionaron a lo largo de todo el show. Las diez marcó la hora del comienzo y tangos como De Barro, Mano a mano y Madame Ivonne no tardaron en hacerse escuchar. Francis se movía con gracilidad y con una fluidez poco común para una chica de su edad y para ser la primera vez que se presentaba en público. En seguida se adueñó de todas las miradas e hizo palpitar los corazones con una fuerza indescriptible.
La presentación se dividió en dos bloques, con un intervalo de veinte minutos para que la diva saliera nuevamente a tanguear. En el primer bloque, su desempeño había sido extraordinario, y a pesar de que confesó estar un poco nerviosa, su intranquilidad no se percibía en absoluto. Fue en la segunda rueda que algunos infortunios le valieron un "Bue, me equivoqué...", pero su espontaneidad la ayudó a salir fácilmente del problema y hasta a provocar risitas acogedoras entre los presentes.
Francis se caracteriza por esa personalidad tan suya sobre el escenario que la diferencia de otras cantantes novatas. Por otra parte, la gente no podía dar crédito a sus oídos mientras se deleitaba con un romántico Como dos extraños, un encantador La última curda y un profundo Cuesta Abajo. Cada canción tenía un destinatario que ella confesaba a sus escuchas sin ningún tipo de vergüenza, y tampoco se reprimió a la hora de pedir palmas o coros que le fueron otorgados con entusiasmo.
En el repertorio no sólo había clásicos del tango como Por una cabeza, sino que Francis compartió con el público composiciones de Alberto Magnone y su mujer, Mónica Bottero, a quien le dedicó especialmente Tango Par.
El segundo bloque dio por finalizado a la medianoche, y la muchacha se despidió agradeciendo el apoyo recibido. Sin embargo, y como era de esperar, las bocas no dejaron de silbar entre gritos y aplausos, y Francis volvió a aparecer dando paso a dos temas que fueron el broche de oro para una velada que no quería llegar a su fin. Las Cuarenta y Naranjo en flor conquistaron por entero al auditorio. Un final muy emotivo para el show de una joven que se arranca la voz desde el alma y que "canta el tango como ninguna".
Viviana Scirgalea