Dicen que la vocación artística, a veces, se manifiesta tempranamente y que cuando llega no se abandona jamás. Pero el compromiso es otra historia... Una historia que comienza de pibe cuando escribía poemas, tocaba la guitarra y cantaba ópera en obras musicales. Una conciencia crítica que despierta a través de su primera canción “Milonga de ventipocos”, escrita durante la dictadura militar. Una coherencia que sustenta casi veinticinco años de carrera, más de quince discos editados y ser uno de los cantautores más reconocidos de la música popular uruguaya. Compromiso y consecuencia que se reafirman en su reciente trabajo: “Pablo Estramín, en vivo”, donde se plasma la emoción y la magia de ese momento único entre el artista y su público... aquellos por los que “escribe y canta”. A mediados de noviembre, entrevistamos a Pablo Estramín.
Tu primer disco fue “Cantacaminos”, editado en 1982, junto a Eduardo Larbanois, Mario Carrero y Juan José De Melo. Desde aquella primera experiencia has recorrido un largo camino que ha sido acompañado por tu público, por tu gente. Este último trabajo lo presentás como un homenaje, justamente, a todos ellos. Es tu primer disco grabado en vivo. ¿Por qué sentís que era el momento de realizar este trabajo?
A mí siempre me gustó escuchar discos en vivo de otros artistas. Tienen como una cosa que me llegan más cuando están grabados en vivo. Y me pareció que en este momento sí tenía un repertorio como para elegir de todos mis discos algunas canciones como para llegar a una cifra de temas que pudieran conformar un disco. En muchos discos míos han aparecido cosas muy importantes y faltaba una que es básica, que es la presencia de la gente. Ahí hay canciones que yo dejo de cantar y cantan ellos. Y parecía bueno trasladar el corazón de todo lo que hago en una grabación. Por eso lo hicimos. Fue un desafío también. Me dio mucho trabajo conseguir una mezcla del disco que me conformara. Iba a salir el año pasado, a mí no me gustó lo que iba quedando y lo suspendimos y recién ahora, a fines de setiembre, lo editamos. Ahora sí quedé conforme. Además también están ahí participando Larbanois-Carrero y Pepe Guerra, que son compañeros y amigos entrañables que han significado y significan mucho para mí. Y estuvo también en el espectáculo, aunque la grabación en vivo no la pudimos editar porque hubo problemas técnicos insalvables, Agarrate Catalina; pero en el DVD, que algún día sacaremos, va a estar la participación de ellos en El Plaza.
¿Qué es lo que más te emociona?
Se trasmiten cosas que van más allá de mí o más allá de los músicos. Realmente siento que es diferente.
Seguramente elegir las canciones no te habrá costado mucho trabajo porque están los “clásicos” que todo el mundo pide y quiere escuchar y que ya se han vuelto una especie de patrimonio musical. ¿Cómo trabajaste el repertorio?, ¿es un disco que se armó prácticamente solo, que está hecho por el público en cierta medida?
En parte, porque hay algunos que no están. Pero en parte sí, sabiendo que íbamos a grabar, pasear un poco por las canciones que la gente pide siempre, las más representativas de lo que hago. Quiso ser eso sí, por supuesto.
El único tema nuevo que incluye el disco es el último track: “Cuando llora la esperanza”, canción grabada en estudio que también ya tiene producción audiovisual. ¿Cómo fue la historia de esta canción?
Yo escucho, como todos, programas de radio, las cartas que mandan a los medios, la gente pidiendo aumentar las penas y los castigos… como que el aumento de la represión es la única forma de combatir la inseguridad y la violencia que vivimos. Para mí pasa por otro lado. Yo no creo que ninguna comunidad o ningún país puedan tener una paz auténtica, duradera, que se base en la represión. Para mí más bien tiene que ver a cosas vinculadas a crecer con dignidad, a tener la posibilidad de crecer como persona libre, a cosas que están emparentadas con la educación, con el afecto. Les decimos, a través de la publicidad, a los chiquilines que si vos no tenés una campera o unos championes de tal marca no existís como persona. Y no se lo puede comprar. Y cuando uno es chico se resiente y reacciona de diferente manera. Yo no justifico la violencia, para nada, porque yo también he sido víctima, pero aun así yo sigo pensando lo mismo, que no es por ahí: “garrote no arregla nada”, como dice la canción. Y por ahí la gente no está de acuerdo. Me decían como que yo estaba justificando eso. Pero era un riesgo que sabía que iba a correr. Pero en general mucha gente se ha puesto a pensar. Y es una de las pocas canciones que la gente empieza a aplaudir por la mitad.
Este tema es acorde a un estilo que vos mantenés durante todos tus trabajos, que es reflejar, a través de tus letras, la problemática social, con temas además muy controvertidos. Esto hace que vos adquieras un compromiso, una postura política frente a determinados situaciones que no siempre ocurren en la música, donde los contenidos pasan por cosas más livianas, más despreocupadas. Este disco abre justamente con la canción “Escribo y canto”, donde expresás explícitamente: “Canto por ellos...”. ¿No te preocupa que te tilden de caer en cierta apología de la desesperanza?
Yo creo que está bien ser fiel a lo que uno siente. Yo siento que mi camino en la música va por ese lado. Por ahí he escrito canciones que la gente no está de acuerdo y a mí no me importa, es decir, doy mi punto de vista. Y los comentarios, son comentarios. Por ahí hay gente que tiene terrible convocatoria y a mí no me mueve un pelo. Cuando vos ponés tu trabajo a consideración de los demás, hay gente que le parece bien, hay gente que le parece mal y hay gente que ni fu ni fa. Y son las reglas del juego. Cuando hablamos de las cosas que me pasan, aquello que me involucra, ahí están los problemas de la gente, pero también está el paisaje y también está escribirle a alguna novia que me dejó o a una mujer que quiero conseguir y no puedo, las luchas sociales, es todo… En un disco mío. No todas las canciones son de compromiso pero son las que más trascienden, entonces bueno, por algo será. O porque la gente necesita eso o porque cuando las escuchan dicen: “pah!, este loco me representa”.
¿Entonces como analizás esa postura de que la música debe tener un fin, contener un mensaje, crear conciencia?
No, la canción tiene que ser una canción, una buena canción. Y para ser una buena canción no tiene que pasar exclusivamente por el compromiso. A mí, por ejemplo, una de las canciones de Zitarroza que más me gusta es Stéfanie o el Violín de Becho y no tiene nada que ver. Sin embargo, Alfredo era un tipo súper comprometido en su vida y en sus canciones. Así que no creo que deba pasar exclusivamente por ahí.
Decís que te cuesta escribir y a pesar de tener escritas más de cien canciones, sólo grabaste unas doce. Este disco tiene varios temas versionados. ¿Seguís apostando más al intérprete que al compositor?
Según algunos amigos por un exceso de autocrítica. A mí no me parece que deba, a la hora de elegir un repertorio, grabar canciones porque sean mías: tengo que grabar canciones que sean buenas. Y si a mí lo que escribo no me parece bueno, prefiero pedirle a alguien que escribe mejor que yo. Me pasó con una de las canciones: Teresa, que habla de la violencia hacia las mujeres. Intenté escribir, hice tres o cuatro proyectos y no me gustó ninguno; y le pedí a Mario Carrero y el loco escribió una cosa que me encantó. Uno tiene que ser humilde y tener conciencia de las limitaciones que tiene. Yo trato de serlo y eso me permitió también encontrarme con poetas, con letras de canciones que me parecen bárbaras. Pero apuesto al intérprete hasta acá. Porque el próximo disco voy a intentar hacer lo que se llama disco de autor. Alguna de esas canciones que escribí y nunca grabé, mejorarlas. Han ido quedando unas cuantas para atrás. Si puedo llegar a hacerlo, porque ahora no tengo apuro. De acá a un año y medio, dos años, no voy a editar otra vez, voy a hacerlo con tranquilidad.
En “Trozos de luna”, te arriesgás a utilizar ritmos nuevos como el candombe y la murga. En este disco hay acordeón, guitarras y charango. ¿La intención es reafirmar los sonidos típicos del Uruguay folklórico, volver a las raíces?
Yo sustituí los arreglos instrumentales de algunas canciones, que originalmente fueron grabadas con instrumentos de vientos, con trompetas… los sustituí por arreglos de acordeón o de guitarras en un gesto que quiere ser claro de reafirmar la raíz folklórica de nuestro pueblo. Yo estuve muchos años en una búsqueda que, si bien tenía una base de raíz folklórica, coqueteaba con otras cosas. En este momento, a esas mismas canciones les he dado como otro condimento que las acerque más al folklore nuestro. El acordeón es un instrumento folklórico en el Uruguay, pero no se lo considera así del Río Negro para abajo. Entrando a Paso de los Toros, Tacuarembó, la parte norte del litoral, la frontera con Brasil, el acordeón es un instrumento casi más folklórico que la guitarra. Y acá, en el sur, no tenemos mucha costumbre. Como yo anduve por esa zona, viviendo por cuestiones de estudio hace muchos años, siento esa sensibilidad hacia ese tipo de instrumento; y bueno, he tratado de incluirlo. Es difícil conseguir acordeonista. Amaral, que grabó conmigo en el disco, viene en algunos momentos puntuales, en algún espectáculo importante o en las grabaciones, porque es el acordeonista de Pepe Guerra. Yo no he podido conseguir que trabaje conmigo. Quiero integrarlo a la banda apenas consiga uno.
A pesar de que transitás por ritmos típicos del folklore, una de las características es que tus textos no son gauchescos. Como vos decís: hablan de temáticas que tienen que ver con condiciones propias del que vive en el Interior del país pero no desde una propuesta rural, sino desde un estilo particular, un inconfundible estilo Estramín. Esto te ha permitido llegar no sólo a ese público del Interior sino a ganarte un espacio importante en la capital. ¿Creés que tu sello particular se basa en haber encontrado una propuesta que logra abarcar las diversidades, más allá de las diferencias?
Lo que yo sí he podido es encontrar un lenguaje que nos abarque. Yo soy un montevideano que vivió en la campaña y tengo el mismo repertorio para cantar en una escuelita en el medio del campo que en El Plaza. Y bueno, hay un lenguaje que nos abarca. Yo no uso el estilo gauchesco porque sentiría como estar disfrazando algo. Yo trato de elegir el lenguaje de las canciones de la forma que yo hablo. Puedo tocar la problemática rural sin necesidad de usar ese lenguaje. Me parece que ha sido un buen camino hasta ahora.
¿Este recurso de manejar otro lenguaje y apelar a una fusión de ritmos, que hace la propuesta artística mucho más dinámica y atractiva, te sirvió para llegar al público más joven?
Lo que pasa es que yo soy un rocker camuflado, como dicen algunos... Eso es medio inexplicable. No va por el tema de los sonidos, porque yo ahora lo que quiero hacer es reafirmar mi raíz folklórica, y si pasara por un planteamiento musical, de legarle más a la gurisada, yo haría otra cosa: usaría un sonido más parecido al que gusta hoy a sus oídos, o al que están recibiendo por parte de los medios, que a mí también me encanta. Porque cuando escucho en mi casa música es muy difícil que escuche folklore, escucho a las bandas de acá o escucho La Bersuit, que me encanta. Es como una cosa media mágica.
Es notoria la convocatoria que tenés con los jóvenes. Y eso seguramente se debe a que apostás mucho a las nuevas generaciones. Tenés un tema dedicado a ellos, trabajás con ellos y apoyás sus propuestas; sos un consumidor del rock uruguayo, por ejemplo. El arte de tapa del disco es una radiografía que revela fielmente esto. ¿Creés que hay un despegue del género folklórico o canto popular?
La tapa del disco la sacó Aldo Novick en el Festival del Olimar. Yo no tengo palabras para decir lo que fue esa noche. Había gente que decía que se parecía al Pilsen Rock pero de folklore. Y había momentos que realmente yo tuve que parar porque me sentía súper emocionado. Y se está dando que mucha gente, cada vez más joven, se está acercando. Yo creo que está muy emparentado el momento del rock con la canción popular porque también hay mucha cosa de rebeldía en lo nuestro, de no ser funcionales al sistema. Y no me siento funcional al sistema, creo que las bandas tampoco. Entonces eso de la rebeldía, de mostrarse con autenticidad creo que hay mucha cosa común.
¿Podemos decir entonces que quizás el próximo disco tendrá alguna participación de algún rocker?
Seguramente que sí porque siento hacerlo. Yo no preciso que me arrimen público y no es por soberbia que lo digo, es porque es así. Pero sí siento que es una forma de mostrar agradecimiento o hacer como un homenaje o un reconocimiento invitarlos a participar conmigo en alguna canción. Me gustaría mucho, lo he pensado.
Natalia Castelgrande