Hace tiempo que queríamos realizarle una entrevista a Fernando Cabrera. Es, a nuestro modesto entender, uno de nuestros compositores más refinados, poseedor de una manera de interpretar que genera en vivo momentos de una comunicación casi mágica con el público. En esta extensa charla hace referencia entre otras cosas a su público, la difusión, sus discos, el Carnaval, las dificultades de vivir de la música en Uruguay, las necesidades culturales causadas por la dictadura y las facilidades que otorgó esa coyuntura a su carrera.
la magia en vivo
Me quedé pensando después de tu recital del otro día en Agadu en lo que a veces generás en la gente que te va a ver. Hay como una energía media especial ahí flotando cuando vos estás tocando, ¿vos lo sentís eso desde arriba?
Lo empecé a sentir más que nada en los últimos años, más claramente que al principio de mi carrera. Y la verdad que sí, es algo muy difícil de describir, pero hay algo sí. Hay algo que es muy fuerte. Me parece que se establece una cosa muy espiritual entre el público y yo. Sola. Nadie la busca, nadie la organiza, no es que yo desarrolle toda una liturgia ¿entendés? No, se da sola.
A mi me da la impresión de que el público, no sé si es que ya se acostumbró o que ya me conocen de antes, porque incluso a los que van por primera vez también les pasa, se establece un silencio así, absoluto, un silencio increíble; o sea, se meten. Todos nos metemos en algo, ellos y yo. Hay un gran nivel de atención. Para mí eso es muy emocionante, entonces se va retroalimentando en el correr del recital, porque la emoción ayuda mucho al desempeño artístico.
Si vos estás frío, distante distraído, es una cosa. Ahora, si vos estás super concentrado, super atento a lo que estás haciendo y al mismo tiempo además aparece un matiz como el misticismo, o como de algo medio espiritual, entonces ya el resultado puede ser increíble.
Va más allá del respeto...
Va más allá sí. Yo no sé definirlo, te relato lo poco que puedo apreciar, porque no te olvides que yo también tengo que estar super concentrado en cada palabra, en cada nota de la guitarra, en cada matiz, en la velocidad, pero por momentos me doy cuenta o consigo por una fracción de segundo verlo todo eso desde afuera en medio del recital... Y bueno, no me animo mucho a intentar definirlo porque me parece muy mágico. Lo único que deseo es que ojalá siga sucediendo.
Me decías el otro día que vos entrás como en trance...
Sí, como en trance, sí.
¿Es algo que buscás vos para encontrar la concentración adecuada o surge solo?
Surge solo. Y es más que nada en los últimos años. Antes, cuando era más joven, cuando recién empezaba, yo estaba mucho más colgado, mucho más preocupado por la cosa concreta, por la afinación de la guitarra, por la voz, por la garganta, por la letra, por todo eso; estaba en un mambo más realista ¿no?, más de tener control sobre las cosas concretas del recital.
En los últimos años todo eso empezó un poco a quedar de lado, quizá debido a otra cosa que me ayudó a mi también, desde la mitad de mi carrera para acá, que es la confianza; el sentimiento de confianza en lo que estás haciendo. Cuando vos tenés confianza dejás de estar tan preocupado por los detalles y esas cosas, entonces eso te permite estar mucho más natural y más dispuesto a otros tipos de experiencias que si estás muy preocupado por lo concreto no las alcanzás.
¿Antes no llegabas a ese grado de confianza, o no tenías confianza?
No tenía confianza. Era mucho más inseguro de los resultados de lo que hacía. Se ve que una cosa trae la otra. De repente la propia aceptación y cariño del público de a poco fue haciendo que yo tuviera más confianza en mi mismo. Entonces ahora todo eso se multiplica, yo subo al escenario ahora muy tranquilo, muy feliz, ya como sin pensar que vaya a pasar nada malo, al contrario. Antes, por ejemplo, me ponía nervioso unos días antes, estaba tenso; ahora deseo que lleguen cada vez más. Me he dado cuenta que es uno de los momentos de mi vida más felices y más plenos. Entonces bueno, se da eso que vos notaste con el público, y es una maravilla.
los discos propios
¿Sos un tipo obsesivo musicalmente hablando?. Te lo digo en cuanto a que se nota mucho trabajo detrás de cada canción, detrás de cada postura, como que nada es porque sí, ¿me explico?
Mirá, yo no sé si eso es fruto de algo obsesivo o es que tiene que ser así. Esa canción, esa música, esa nota, tiene que ser así. O sea, no lo veo como fruto de una obsesión, sino de que hay que llegar a ese punto para que la música fluya sola y bien. Yo no soy un tipo que me pase ensayando en mi casa, eso te lo pueden decir personas allegadas a mí. No soy esa clase de músico, que me parece bien, que está ocho horas por día con el instrumento, haciendo ejercicios vocales, estudiando; la verdad que no. Soy muy reticente, agarro muy poco el instrumento, o sea, no soy obsesivo.
Me llama la atención. Pensé que eras de andar más con el instrumento abajo del brazo.
No, muy poco. Debería de repente hacerlo más, pero soy perezoso ¿viste? Me preocupo un poco en lo previo a una presentación, pero también son los años ¿no?, yo toco la guitarra desde los seis años. O sea que ya son treinta y siete años haciendo lo mismo: tocando la guitarra y cantando. Eso te forma una naturalidad, ya es algo que la persona ni piensa, es como caminar. Con el paso del tiempo vos te vas familiarizando mucho con el instrumento.
¿En qué género te sentís más cómodo a la hora de componer?, ¿haciendo música para teatro, como compositor sinfónico, creando canciones para tu propio repertorio... por donde te llega mejor eso?
Yo me siento un músico ¿no?, una persona que disfruta incluso como espectador con las más variadas gamas de música. A mí me podés ver en un concierto de cualquier especie, de cualquier tipo. Disfruto con todo lo que suene. Esto no es una pose, es la verdad; a mí me gusta el sonido de las cosas. Entonces, a la hora de hacer algo propio todo me entusiasma. Lo que sí es cierto, es que he tenido una mayor cercanía desde niño con la canción, con la forma canción. Es lo que más he hecho, por donde más se me conoce, y es probable también que me dé un matiz mayor de felicidad. Aparte no olvidemos que la canción es un género híbrido, donde también está todo el mundo literario ¿no?, entonces es un doble placer también. Un doble placer trabajar con las palabras y luego, como una cosa de joyería, encastrarlas en la música o viceversa. La canción es un género formidable.
Tenés alrededor de diez discos editados; nombrame alguno que resaltes en particular por algo, o el que más te guste...
Yo tengo zonas de discos, o canciones, pero un disco entero... siempre hay algo que no te gusta, que te disgusta. En algunos casos también me baso en la opinión de otras personas y del público, que por ejemplo le ha dado su preferencia a Fines, a mi primer disco solista El viento en la cara, o al último, Ciudad de la Plata. Yo durante mucho tiempo tuve una preferencia que era El tiempo está después, un disco mío del año '89, del sello Orfeo, en la actualidad fuera de catálogo y desaparecido. Durante mucho tiempo ese fue mi preferido, ahora no sé.
A veces uno cambia también la perspectiva. El año pasado, por medio de la revista Posdata, hubo una tirada de discos antiguos (colección "30 años de música uruguaya"), y ahí salió entre otros la primer grabación que yo hice, integrando un grupo que se llamaba Montresvideo hace como veinte años. Y ese disco que toda mi vida desprecié ahora lo volví a escuchar y me encantó, me sentí muy ahí adentro. Y era lo primero que yo hacía: tenía veinte años. Ni siquiera era algo personal, era un grupo, aunque habían muchas canciones mías y los arreglos eran casi todos míos; y me sentí tremendamente presente ahí, me vi como en una foto. O sea que incluso me ha ido cambiando eso en el ánimo. Me gusta mucho el disco que hice, que es más que nada instrumental, para El Dirigible. Hay poquitas canciones, la gran mayoría son cosas instrumentales, sin embargo ese disco me gusta mucho, lo siento como un orgullo.
¿Sos de escuchar cosas tuyas?
No. No puedo tolerar escuchar cosas mías.
¿Por?
Porque, yo que sé... siempre hay algo que no me gusta. Una palabra, un verso, una nota, un instrumento, o el tema quedó muy largo o quedó muy corto, o que debería haber repetido ese estribillo; mil detalles que te mortifican.
Pero eso es como un cambio constante. Me imagino que así como cambia para mal puede cambiar para bien varios meses después. Porque en el momento en que lo hiciste tenía que ser así...
Estás convencido, sí, pasa que uno cambia ¿no? En general, cuando saco un disco, que uno viene de un proceso que capaz que tiene como dos años y que ha estado trabajando con todo ese material, primero componerlo, ensayarlo, la grabación, la promoción, todo; ahí me entra una saturación, tienen que pasar como dos años más antes de que pueda volver a escucharlo, porque siento un rechazo. Después de un tiempo lo puedo volver a escuchar. Pero un disco que yo recién saqué, los siguientes meses o un año después que yo saqué un disco no lo puedo escuchar. Y si lo escucho por ahí porque lo pasan por la radio o algo así, es una cosa que me tapo las orejas. Son locuras ¿no?
¿Será que te castigás mucho en el estudio?, o sea, ¿hacés demasiado trabajo en cuanto a la producción y post producción y te saturás de escucharlo?
Claro, es un cansancio que te queda. Es saturante. Mirá que uno a veces grabando un tema lo escucha quinientas veces. Cuando lo grabás, cuando seguís agregando instrumentos, cuando lo mezclás... es muy desgastador, es una infinidad de veces que lo tenés que escuchar y escuchar y repetir y volver a todo. La cantidad de veces que uno escucha un disco, el que lo hace, es tan grande que la gente creo que no tiene noción de eso. Y cuando el disco sale, que comienza a ser nuevo para los demás, para mí ya es viejísimo.
Te tiene harto....
Me tiene harto. Pasa un poco eso.
para pocos privilegiados
Vos sos de los que mantiene, me parece que te lo escuché decir alguna vez, que en este país se puede vivir de la música. ¿Es así?
Yo lo que pienso es que muy pocos privilegiados pueden vivir de la música. La gran mayoría no. Acá no hay mercado. Y aún esos pocos privilegiados pasan también tremendos altibajos.
¿Vos estás entre los privilegiados?
Entre los privilegiados más de abajo, más pobres, entre los últimos de la lista ¿viste?, cuando ya estás...
Peleando el descenso...
Peleando el descenso permanentemente. Soy un tipo así, de abajo de la tabla. Acá son muy pocos los que pueden vivir de la música.
¿Tenés esa actitud de tratar de vivir de esto, de poder pelear?, ¿o se da el hecho de que no tengas otra opción que vivir de la música?. A lo que voy es a si vos lo tomás como una cosa personal de decir "yo quiero vivir de esto pese a todo"...
Sí, siempre pensé así. Pero la realidad te puede vencer también; acá es muy difícil. El Uruguay es un país muy raquítico, entonces no es sólo la música, en cualquier vocación o cualquier profesión es dificilísimo que vos puedas vivir de ella. No hay mercado, no hay gente, la gente está empobrecida, hay poco consumo de todo, entonces es casi una utopía vivir del arte acá, es casi una utopía. Por eso me siento en ese aspecto sumamente feliz. No sé cuanto va a durar, también lo pienso eso... pero bueno, igual ya fui tan feliz con la música, ya me he sacado tantos gustos, ya he pasado tantas cosas lindas que si se cortara acá me daría por conforme. La vida ha sido muy generosa conmigo. El Uruguay ha sido muy generoso conmigo.
¿Si?
Sí... sí, porque yo no me considero ningún superdotado, ningún tipo particularmente talentoso ni nada que se le parezca y sin embargo he tenido acceso a todos los sueños que un músico puede tener. Grabar, editar, tocar en los mejores teatros, tocar con los mejores músicos de tu país, tener videos, viajar; he recorrido cantidad de países gracias a la música sin sacar un peso de mi bolsillo, ¿qué más podés pedir? Me queda muy claro que yo no soy un genio, que yo no soy Bob Dylan, yo no soy Chico Buarque, no soy un tipo así... un gran talento, soy un tipo del montón. A pesar de eso y en un país como este, en donde todo es dificilísimo, me han pasado una cantidad de cosas hermosísimas. No puedo estar más que agradecido.
Capaz que no sos tan "del montón"
Yo sé lo que mido.
¿Alguna vez pensaste en largar todo?, ¿o de repente irte para otro lado a tocar, seguirla por otro lado?
Lo pensé sí, pero no es fácil. Lo intenté pero no me salió. Lo intenté en Latinoamérica y en Europa, pero no fue posible enganchar.
¿Por una cuestión musical?
Pienso que se dieron muchos factores, entre ellos mi ánimo también. El hecho de que yo no soy el típico luchador, tesonero, que golpea en todas las puertas y siempre está preparado. La propia confianza en tu producto... yo soy una persona realista, sé que lo que hago es minoritario, nunca va a ser algo de masas o algo popular. Lo que yo hago es para una minoría: eso se repite en cualquier parte del mundo. Si pasa acá en Uruguay donde están mis compatriotas, que somos todos iguales, que nos entendemos, y yo tengo un público pequeño, mucho más difícil va a ser en un país desconocido, porque mi producto no es un producto que lo pueda agarrar una multinacional del disco o una gran productora y colocarlo en el mercado latino. No, no existe. Lo que hago no es Ricky Martin, yo hago una cosa más compleja, con letras más volcadas a lo poético, eso achica mucho el espectro del consumidor.
Con músicas también que buscan y tratan de ser variadas, entonces el espectro mío es muy pequeño; la gente a la que yo le puedo vender algo es muy poca. Si es poca acá, mucho más difícil va a ser meterlo en España o en México, mucho más difícil; no hay público para lo que yo hago. Entonces bueno, una vez que comprendí eso me tranquilicé un poco ¿no?, dije: "bueno, este intento no lo hago más, es al 'santo botón', no voy a perder más energía en intentar ir a trabajar en otro país, ya sé que eso es en vano. Mejor me quedo en mi pequeño país donde tengo poco público y dificultades, pero que al mismo tiempo me pasan muchas cosas lindas también". En otro lado yo no soy nadie, tengo que empezar de cero, en cambio acá yo levanto el teléfono y sé que hay una cantidad de personas que van a responder porque ya me conocen. No sólo me conocen, además me tienen respeto.
carnaval y candombe
En materia de música uruguaya en general, en cuanto a lo que son nuestros ritmos más arraigados, y vinculándolo a la idea que muchas veces tenemos de exportar música nuestra, yo creo que nosotros nos pensamos que nuestros ritmos pueden tener una entrada mucho más fácil a un mercado europeo por ejemplo, que lo que realmente puede pasar. Porque me parece que tal vez nuestra música está preparada para entrar, pero la cabeza de los tipos de allá no está preparada para recibir una música que tiene sus cosas bastante complejas, y no hablo sólo de lo tuyo, hablo de murga, candombe, milonga, cosas muy de acá. ¿Cómo lo ves eso vos ahora?, ¿cómo lo veías cuando te fuiste?
Sí, tenés mucha razón. En general la música uruguaya es compleja. Lo único exportable que podríamos tener nosotros en la actualidad, por ejemplo, sería algo como Los Fatales, porque después el resto es todo muy complejo. Quizá eso refleje también un poco la forma de ser que tenemos los uruguayos, sobre todo los uruguayos de clase media, que tenemos mucha información, tenemos la cabeza muy entreverada siempre. Entonces a la hora de reproducir un hecho artístico también pasa eso, el fruto siempre es denso, cargado, sobrecargado.
Son cosas muy difíciles de compartir luego, muy difíciles de vender. Por eso quizá un fenómeno como el de la música tropical uruguaya pudiera tener alguna posibilidad de exportación, porque bueno, es algo más concretamente dirigido a lo bailable, a la diversión, a lo "pa'arriba". Si encontraran o pudieran encontrarse en niveles de producción más o menos empatables con el resto del fenómeno latino, por ahí podrían meterse. Ahora, lo otro, lo que yo hago, que es más bien la figura del cantautor digamos, eso ya pasó de moda. El cantautor no tiene la importancia que tenía hace veinte años. La gente cambió, es menos reflexiva, está menos dispuesta a sentarse en su living a escuchar a un tipo que le dice poemas o cosas profundas.
Antes sí había un público para eso, ahora hay menos, no quiere decir que no haya, pero hay menos. Y las generaciones jóvenes no están ni ahí con eso, salvo excepciones. Las generaciones jóvenes son mucho más light y le escapan a lo reflexivo. Son más de la pantalla y menos del libro.
De todas formas, ¿no notás que hay un acercamiento mayor por parte de los jóvenes hacia el candombe y la murga? Tal vez sólo como diversión, pero tomando elementos más auténticamente nuestros como referencia.
Ha crecido mucho en el gusto popular el candombe y la murga. El candombe es una manifestación... lo lindo del candombe es que se junta una cantidad de gente en una esquina y están varias horas tocando. Es una música instrumental, solamente de percusión, no tiene ningún otro instrumento, es muy de trance también, y además es complejísima. O sea, tiene demasiados inconvenientes como para poder ser convertido en algo de consumo. Es más bien una cosa ritual, que la gente va y hace, no comprás un disco, te comprás un tambor, practicás y te sumás a la cuerda de tu barrio, o sea, sos parte, y eso me parece maravilloso, una manifestación increíble.
Después otro fenómeno que me parece interesantísimo de la música uruguaya contemporánea es el Carnaval en general, en todos los géneros. Es un fenómeno increíble de manifestación artística popular. Pasan cosas muy interesantes en el Carnaval.
Me parece que no nos hemos dado cuenta de lo que tenemos
No, porque se lo menosprecia un poco. En el Carnaval se manifiesta artísticamente todo el mundo, o sea, no hace falta ser instruido musicalmente, no hace falta ir a un conservatorio, no hace falta recibirse de músico para integrar una comparsa, un grupo de parodismo o una murga. Es directo, es el pueblo manifestándose artísticamente, en sus parámetros que se van desarrollando con los años y se van convirtiendo también en una cosa muy refinada.
Aparte esa persona que vos decís que no fue a un conservatorio o que no tuvo estudios formales de música, llega a ser una figura popular.
Totalmente, pero aparte desarrolla lo suyo de un modo muy refinado. Porque vos en Carnaval te podés encontrar con percusionistas, con platilleros y redoblantes de murga que te morís, en un nivel increíble. Y te encontrás con cantantes que son buenísimos. Y letristas, y vestuaristas, y escenógrafos... todo una cantidad de personas que se están manifestando.
Hay mucha cosa, y se llegan a veces a puntos muy altos que ya uno no sabe a que pertenecen, porque ya rompen las barreras del Carnaval, como por ejemplo lo que fue este año Contrafarsa. De Contrafarsa agarrás lo que hicieron este último año y lo ponés en cualquier teatro del mundo sin avisar de que se trata y el público se muere. No importa que sea Carnaval, que sea Uruguay, no importa; es impresionante, el nivel te da miedo. El Carnaval uruguayo es un fenómeno que aparte me parece que va en evolución.
Me llama la atención, volviendo al tema candombe, que no lo hayas usado mucho en tus canciones...
Yo hice tres candombes nomás en mi vida: Al mismo tiempo, que lo hice para Mateo, cuando teníamos el dúo con él; Punto muerto; e Imposibles. Son los tres más o menos de la misma época. Me parece que el candombe es un ritmo muy difícil para convertirlo en canción, para hacer canción con él. Porque es muy abigarrado, el candombe da mucha información, es demasiado complejo.
Todo el enramado rítmico del candombe es tan complejo, es tan denso, son tantas las subdivisiones, son tantos los golpes, tantos los distintos juegos que se van haciendo entre tambor y tambor, que encima meterle arriba de eso una armonía, una melodía y una letra, me parece que convierte el producto en una cosa realmente muy densa. Habría que encontrar una manera, como hacía El Kinto, de hacer canción con el candombe pero limpia, o sea, sacar todas las subdivisiones, con lo cual un poco deja de ser candombe. Entonces, para hacer canción me parece que es demasiado. No te olvides que surge como percusión. Es una música de percusión, es muy complejo. Por eso yo un poco le escapo, no encuentro la manera más cómoda. Otros me lo discutirán, de hecho acá hay millones de tipos que hacen candombe ¿no?, desde Rada, o Jaime (Roos); ellos podrán, yo veo esa dificultad. Me gusta el candombe, pero como lo que es ir a las Llamadas, verlo en una esquina...
O sea, no te rinde...
No me rinde, para canción no.
mercado de buenas y malas
¿Medís mucho qué es lo que te rinde y lo que no te rinde a la hora de componer, a la hora de preparar un disco?
Pienso que debería ser más medido, más estudioso de lo que yo mismo hago, más analítico. Lo soy, pero pienso que debería ser más. Tendría que haberlo sido más en mi carrera.
Rubén Olivera dijo que él sentía que tenía que haber grabado menos discos...
Sí, yo también. Yo más que él todavía porque él grabó menos que yo. Tal cual, si yo hubiera sido un poco más frío en ese aspecto, menos entusiasta, tendría que haber sacado muchos menos discos, mejores. O sea, seleccionando, dejando de lado muchas canciones. Ese es un poco mi arrepentimiento de mi carrera. Ya ves como este país ha sido generoso conmigo, me ha permitido grabar lo que se me antojó.
En parte son las ventajas del país chico...
Sí porque hay menor competencia, es cierto eso.
O sea, la parte buena creo que es esa, estás más cerca de la posibilidad de grabar.
Ah, y también la dictadura. En la dictadura grababa y hacía carrera cualquiera.
¿Con la movida del Canto Popular?... ¿cualquiera agarraba bandera decís?
Había una gran necesidad de parte del pueblo de que hubiese músicos y discos. Estaba todo vacío porque los que originalmente detentaban esos sitios, se habían tenido que ir del país. Los músicos no estaban acá, estaba todo vacío. Eso facilitó mucho a que apareciéramos una cantidad de gente nueva. El campo estaba libre y había una gran necesidad social de que hubiese manifestaciones artísticas. Eso facilitó mucho. En esa época cualquier mediocre cantaba en el Palacio Peñarol delante de cinco mil personas, grababa discos; yo incluido. Yo también me siento favorecido por ese "changüí" que hubo. Hoy en día un muchacho de veinte años que quiera empezar una carrera musical acá tiene todas las puertas cerradas. En aquel entonces yo no tuve ni que pedir para hacer una carrera musical, poco menos que otros me empujaron a eso.
¿Fue malo eso?, ¿hizo mal?, mirándolo unos años después...
No lo sé. Capaz que fue malo en hacerme creer que las cosas iban a ser siempre tan fáciles. O me hizo creer a mí que estaba bien lo que yo hacía... yo que sé, sentís la mano en el hombro todo el tiempo, gente que te impulsa, que te empuja, te facilita, actuaciones, un sello discográfico... pero no hay que olvidarse que había una gran necesidad para que eso pasara, y había un gran vacío. No estaba nadie: no estaba Zitarrosa, no estaban Los Olimareños, se había ido Viglietti, había desaparecido el movimiento de rock, no había nada. Entonces claro, era fácil entrar ahí.
De hecho después eso se esfumó.
Muchos desaparecieron después. Quizá yo pasé por ese filtro después y quedé, que esa sea un poco mi defensa ¿no? Yo también pude haber desaparecido.
¿Cómo ves ahora las posibilidades que hay en cuanto a la difusión?
Cero. Alguien joven que quiere empezar una carrera musical acá yo no sé que tiene que hacer.
¿Y para vos?
Y para mí es también más difícil que hace unos años. De todos modos, yo tengo una cosa hecha, vos a mí me estás haciendo una entrevista, ¿qué quiere decir eso?, que yo todavía concito la atención de algunos. Pero el que hoy empieza, el que no lo conoce nadie, ¿qué hace?. Está todo cerrado, las radios, los canales de televisión...
¿No sentís que a veces nos mienten?. En cuanto a que se la tiran de que están apoyando y en realidad no pasa nada...
Son empresas, son empresas particulares. No abro juicio, digo, son empresas. No son el Estado, no están al servicio de la comunidad, son empresas, solamente pueden ganar. Van a hacer todo aquello que les dé ganancia, y lo que no les dé ganancia no. La única lógica es esa. Mirá que te repito: no abro juicio, no digo: "está bien" o "está mal". Además la televisión funciona del mismo modo que esa tienda, ese bazar, o aquella farmacia; son empresas. Punto.
¿Qué vas a hacer en estos días en materia de presentaciones en vivo?
La carpa Municipal, Sala Zitarrosa con Dino, el teatro El Sótano de Carrasco, el pub Don Lotario... eso.
¿Qué se siente compartir un espectáculo con Dino?
Y, yo que sé, es un padre ¿no? No quiero avejentarlo, pero voy a que cuando yo era un chiquilín él ya era famoso. Cuando yo tenía trece o catorce años el ya era Dino. Montevideo Blues, Los Gatos, Los Moonlights, todos esos grupos... ya había hecho Milonga de pelo largo, ya había hecho esas canciones que forman parte de la historia de la canción uruguaya.
Es lo mismo que me pasó cuando trabajé con Mateo ¿no?, raro... otro de los privilegios que te decía de lo generoso que ha sido este país conmigo. Fijate vos que tengas un ídolo en tu adolescencia y unos años después estés trabajando con él, mano a mano. Es loco eso ¿no? A mí ya me pasó varias veces: me pasó con Darnauchans, con Mateo, con Rada, con los Fattoruso, con Dino; es muy fuerte eso, muy fuerte... Que vos los ves a los catorce años en un escenario, así... embobecido, pensando que eso para vos es inalcanzable, que es algo que está fuera de tu perspectiva, y unos años después estar vos con ellos en el mismo plano, grabando un disco, tocando en un escenario... son cosas que no vale la pena ni intentar describirlas, porque no hay palabras.
Juan Castel