Un disco, cuatro canciones, muchos colores. El pegue del root y la sutileza de la electrónica, la elegancia de lo acústico y la potencia del sonido rocker; todo en casi dieciocho minutos de un material que, como el trailer de una película o el prólogo de un buen libro, seduce y deja con ganas.
Hablamos del debut solista del compositor y cantante Gonzalo Brown. Hablamos del simple del frontman de Abuela Coca: la banda tuquera pionera en Uruguay. Hablamos de una de las mejores sorpresas musicales del 2004: “Underbrown”.
Gonzalo Brown nació hace 30 años y según el librillo del CD tiene “aspiraciones: muchas, deseos: todos y concreciones: pocas”.
Creció en un “hogar de mujeres”: madre, abuela, tres hermanas y una prima. Además de ser el más pequeño, era el más extrovertido: el que hablaba en lo actos de la escuela y el que actuaba en los campamentos.
Con amigos del liceo Dámaso con los que iba en las vacaciones a San Luis, formó Adictos al ocaso: el grupo con la que se subió a un escenario por primera vez.
En esa época quería ser profesor de educación física. El tiempo confirmó esa vocación docente,-aunque cambiando de disciplina-, cuando según él su “madre artística”: Nancy Guguich (integrante del legendario Canciones para no dormir la siesta) le dijo “es hora” y pasó de alumno a profesor. Desde entonces integra Cantacuentos: una propuesta músico-teatral para niños.
Además es cantante y frontman de Abuela Coca: la banda pionera en Uruguay en fusionar el rock con los ritmos más latinos, mixtura que fuera nomenclada como tuco y que les deparara una extensa trayectoria, varios discos editados, contratos con multinacionales y giras en el exterior.
“El Brown” como se lo conoce popularmente, forma parte de esa generación de músicos como Martín Buscaglia (su “hermano” artístico entonces), Samantha Navarro, Gustavo Montemurro y los mellizos Ibarburu, entre otros; que nacieron durante la dictadura militar y vivieron el retorno a la democracia siendo todavía muy chicos. Que fueron más cultores de la bossa nova que del rock uruguayo post dictadura, que son más herederos de la fusión de Eduardo Mateo que del canto popular y que conjugan la onda aldeana del Polonio con el costado más democratizador de la globalización. “Cyber hippies” como alguna vez titulara el periodista Carlos Bassi.
Su debut solista, es un simple de 4 temas producido por la dupla Gonzalo Brown – Patricio Petrucelli y editado por el sello Perro Andaluz.
“Marrón es el color de mi piel, de mis ojos, de mi apellido, de mi pelo y de todo lo que se ve de mi a primera vista. Una especie de hombre monocormático producto de un hombre negro a quien desconozco y de una mujer blanca a la que amo.
Con la música de este proyecto intento mostrar lo que hay por debajo de la epidermis que, en tantos problemas al mundo metió e increíblemente aún hoy mete, mostrar algunos de los colores con los que me identifico y que están por debajo de la piel más allá del marrón.
Que les caiga bien esta paleta de colores, suyo Brown”.
Con esta suerte de misiva, de carta de bienvenida se inicia el librillo de este material cuyo arte -a cargo de Ariadna Méndez- es un buen ejemplo de cómo es posible hacer, con pocos recursos, productos muy cuidados desde el punto de vista estético.
“Todo puede suceder en esta vida” es lo que primero que se escucha. Ese es el nombre del primer surco y es la única frase que se dice y se repite en portugués, en inglés, en francés, en alemán, en italiano, en holandés, en árabe, en chino.
Según Brown esta canción, que es la más potente y la más rocker de las cuatro, es una especie de “‘A redoblar’: todo puede suceder en esta vida, lo negativo también, pero me inclino más por volcar la energía hacia lo positivo”.
“Fermentando la mente” es el –acertado- corte de difusión de la placa. Una exquisita combinación de sonidos electrónicos, con efluvios de reggae y bossa nova que, asociada a un versátil manejo vocal, resulta una composición súper climática.
“Lo que me acuerdo de esa canción es que la empecé a tocar y fluyó así, en la guitarra, súper rápido... Y la sensación que tenía –ahora tal vez me siento un poco así- era, ¿viste cuando la cabeza no da más?, ¿cuándo sentís que se te prende fuego el cerebro? Bueno así: estaba superado, saturado de pensar, dolido (...) “Creeme que quiero creer” que es como: fah estoy sabiendo de todas las cosas que me están haciendo mal o estoy sabiendo de todas las cosas que me pueden hacer bien y creeme que quiero aceptarlas y reconocerlas pero no estoy pudiendo y no sé por qué. Creeme que quiero creer y quereme a la vez que quiero querer también”.
“Agradece da la vida cada amanecer y cada anochecer”, así empieza el track número 3 y también el track número 4 y así iba a empezar el disco en su momento. La pieza se llama “Hermoso hasta el final” y figura en dos versiones: la primera más despojada, en formato acústico: cajón y guitarra española, según Gonzalo “más cool, más elegante, de salón”. Y la segunda electrónica, “detonada” por Patricio Petrucelli, a la que según Brown estaba dispuesto a incluir sin escuchar porque sabía que le iba a “partir la mente”.
“Yo estoy construyendo mi casa en Parque del Plata. Una noche unos carpinteros y unos obreros habían estado trabajando entonces había quedado todo caotizado hasta el otro día que volvían. Estaba mi novia sentada en un entrepiso y yo estaba sentado en el piso de abajo con la guitarra y me puse a tocar esta canción y salió así, como está grabada. ‘Agradece a la vida / Cada amanecer, cada anochecer / Mira las sierras -las sierras de cuchillas eléctricas porque estaban haciendo un trabajo de madera- como abren las maderas que serán tu hogar / Y será hermoso hasta el final / Cada bicho tiene su lugar / Este nicho todo mío / Pajarita vuelve al nido / Te prometo que será hermoso hasta el final / Quién seré quién será quien abre las puertas / Algunos quieren salir otros quieren entrar / Y cualquier lugar puede ser hermoso hasta el final’. Que tiene por supuesto una connotación más general: eso de encontrarse cada uno en su lugar y ser auténtico y ser el mismo en donde esté”.
(…) “Así vino, así caminó el “Underbrown”: solito y con la gente que está cerca: ‘me seguís la cabeza’, ‘me seguís la cabeza’; dale, vamos. Esto es el producto. No hay más nada. No me vengas con historias, no me intentes ganar la cabeza. Esto es: si te sirve dale, vení y sino quedate al lado y todo bien”.
De ese camino y de cómo ha sido y es transitarlo, hablamos con Gonzalo Brown.
Seguramente ya te lo deben haber comentado: a priori podría pensarse que el primer material discográfico de Gonzalo Brown tendría más que ver con Abuela Coca. Capaz que era obvio porque si hacés un disco solista debe ser porque necesitás expresar otras cosas...
Claro, viene un poco por ahí... Hay también como una cuestión de que se empieza a asociar a la gente, se empieza a encasillar. Entonces dicen él es vocalista de una banda de rock latino, ska, reggae, candombe, murga, que es Abuela Coca. Él es eso y no es otra cosa, ¿entendés? Y una persona es un montón de cosas. Yo soy hermano, soy hijo, soy constructor de mi propia casa, soy novio, soy tío, soy Cantacuentos, soy estudiante, soy docente... Soy un montón de otras cosas y escucho un montón de música que no tiene nada que ver con Abuela Coca. Es más: la minoría de la música que escucho diariamente tiene que ver con Abuela Coca. Entonces tenía la necesidad espiritual, anímica, artística de poder mostrar otra cosa. Otra cosa que también es parte de mí, que también soy yo y que tal vez más que nunca soy yo porque está todo como yo quería.
Entonces estás absolutamente conforme.
Estoy absolutamente conforme. O sea por ahí se me ocurren otras cosas y hay cosas que no las hubiera hecho o las hubiera hecho de otra manera, pero quiero decir, lo escucho y digo “Esto es así y así me gusta, está buenísimo de pe a pa, de principio a fin”. Y eso no es poco hoy día: tener la posibilidad de desarrollar una actividad y estar completamente conforme con el producto. Y sí, es cierto, mucha gente me dice: “Lo escuché pero no tiene nada que ver, me sorprendió”.
Hablando de sorpresas, una de las cosas que me llamó la atención fue el uso que hacés de lo electrónico...
Lo electrónico que para mí no es nuevo... De hecho el “Underbrown” yo lo estoy grabando desde el 2000. O sea yo empecé a grabar el “Underbrown” en el 2000. Sucedieron cosas, algunas complicaciones y no le pude dedicar el tiempo. Después en el 2002 empecé a hacer una gestión muy grande con Abuela Coca, me empecé a dedicar full time a Abuela Coca. Fue la movida de Argentina, el cordobazo, Buenos Aires, Bahía, Pernambuco, la gira europea. Empecé a dedicarme de lleno y lo había paralizado. Así que en verdad es un retome de un proyecto que yo tenía desde hace cuatro años. Y lo otro que estaba haciendo antes es mucho más electrónico...
Mirá...
Sí ahora medio como que achiqué...
Igual es un uso y no un abuso, ¿verdad? Es muy sutil.
Sí, si está delicado, está muy pensado. Porque una utilización de un recurso en el momento no apropiado te lleva para un lado, entonces teníamos que tener mucho cuidado con eso. Y el Petru, -Patricio Petrucelli que es con quien estamos haciendo el proyecto, que aparte de ser operador y músico es productor artístico, los dos somos productores artísticos del “Underbrown”-, es muy talentoso. Además yo confío muchísimo en él: yo le digo “Vos sos mi terapeuta”, porque yo quiero hacer una cosa y le digo “Esto viene por acá” y el loco al vuelo interpreta y nos ponemos a laburar sobre eso, ¿entendés? O sea...
Hay una conexión...
Hay una conexión así, impresionante. Y lo electrónico que a mí me simpatiza muchísimo y que le tengo mucho respeto... A las cosas que están bien hechas, ¿no?...
Sí, porque pasa a menudo que uno ve el uso de lo electrónico como en exceso, desvirtuando digamos lo “original”...
Sí, se abusa. Es un tema bien delicado. Es como un músico muy virtuoso que lo invitás a tocar y te mete cosas que están buenísimas pero todo el tiempo, todo el tiempo. Me parece que en todo hay que ser prudente... Ahora todo el mundo tiene una compu, todo el mundo se pone una tarjeta de sonido y todo el mundo hace música electrónica. Y cuidado porque es una cosa de respetar mucho la música electrónica. Desde la utilización que le da Alan Parsons hasta la utilización que le da Morcheeba o Massive Attack. Cuidado. Son señores, no están jugando, no están bajando una cosa de Internet y poniéndola porque es lo último y porque está cool. Eso no es cool, eso es información, después cómo la manejes vos es cool o no.
¿Esos tres que mencionaste podría decirse que son tus referentes en materia de música electrónica?
Mmm... Tampoco tengo un referente, una influencia así demasiado fuerte de alguien en particular. Sí tengo admiración y reconocimiento... No son ellos tampoco... Por ahí Bjyork... o Tricky… Pero igual hay un montón de otras cosas que están buenas. Lo que pasa es que acá por ahí lo que más se masifica o lo que más llega a los medios es lo más comercial dentro de lo electrónico... Se me ocurre pensar, estoy pensando en voz alta... Porque ese otro tipo de material no es difundido mucho a nivel radios ni a nivel de boliche, ¿entendés?
Como decía Darío Iglesias: “Siempre se hace un mundo más grande de lo que uno no conoce que de lo que uno conoce”.
Claro. Aparte lo que a mí más me tienta es lo más alternativo, lo más arriesgado, lo que tiene más búsqueda y no lo que va a una fórmula que es efectiva. ¿Entendés lo que te digo? Porque yo también con el “Underbrown” podía haberlo hecho: agarro una base, le pongo un “chingi chingi chingu chang”, me pongo a cantar arriba y hago 60 discos por año. Que es un poco lo que pasó con el producto llamado “pop latino”. No estoy diciendo ni que esté mal ni que esté bien, no me importa si está mal o si está bien, lo hicieron o sucede. Los tipos agarraron una fórmula: agarraron una unidad temática como bastante básica, bastante popular, bastante burda líricamente; agarraron un ritmo muy pegadizo, dijeron vamos a darle a esto medio tropical, medio no sé qué; lo producimos que suene todo re afinado, re fuerte, -está el Haza atrás que es un salado-; componemos, decimos tanga decimos no sé qué mojo y los matamos, les rompemos la cabeza. Y es lo que hacen y funciona. Y los discos suenan increíble. Yo el otro día estaba en un boliche y pusieron un coso así y dije “Con razón la gente se muere”: sonaba impresionante. Lo que pasa es que el fondo de lo que hay es como vacío o hay nada, pero después el producto está buenísimo, el sonido está buenísimo.
Entonces también podría haberlo pensado desde ese lugar si se quiere y sin embargo a mí lo que más me tienta es pensar en ubicarme a mí como persona, en intentar decir las cosas que salen desde mí, desde mi intelecto y desde mi corazón. Y ser auténtico con eso y hacer algo con lo que yo realmente me goce y me cope. Entonces la utilización de los recursos también va en relación a eso.
Y te juntaste con gente que piensa igual, por lo menos Pepi [Felipe Abuchalja que ha trabajado en la producción y en la difusión del CD] me decía eso: que se había colgado a laburar en el proyecto porque realmente le gustaba, le parecía interesante.
Sí, yo tengo gente alrededor mío que está colgada con esto y que quiere laburar con el “Underbrown” y que cree en el mensaje que se da. En el mensaje sincero, simple, honesto y de gozadera, musical y recontrauruguayo... Tampoco tuve una buena respuesta de otros círculos más empresariales...
¿A qué te referís, a sellos?
A sellos y a particulares, a productoras...
¿Pero llevaste el material?
Tuve contactos con algunos sellos y cosas pero es como el infierno. Porque empezás a negociar y ahí empieza la cuestión: “No, tenés que tener un tema más pegadizo”. Yo estoy haciendo un simple que son 4 canciones y había lugares que me decían “No, traeme 20 canciones y de las 20 canciones yo voy a elegir”. Y las va a elegir un tipo que de repente no sabe nada de música, que capaz que leyó tres libros en su vida, ¿entendés lo que te digo? Un tipo que lo que tiene es un capital, una empresa y lo ve desde ese lugar y yo lo respeto, pero esto es otra cosa. A mí me gustaría tratar de defender el sueño utópico de poder hacer algo que vos sientas y quieras y que sea real, que sea honesto y que pueda funcionar, aunque sea en un circuito muy pequeño. Y no que yo tenga que salir con una bandera de “Legalizer”, ¿entendés? “Rasta for all” como un estúpido. O que tenga que salir con una bandera que diga “Cumbia tanga”, ¿entendés? Si puedo evitarlo, si puedo no hacerlo, voy a tratar de seguir desarrollando mi actividad artística de esta manera.
Entonces infiero que la razón por la cual no tiene más temas el simple es...
Plata.
Exclusivamente recursos.
Claro: yo quería hacer un disco, pero no encontré apoyo como para hacerlo.
La idea del “Underbrown” es que sea como una carta de presentación para poder grabar en su momento algo más pesado, un disco más completo o por lo menos más convencional. Es como un adelanto de una cosa mayor que no sé qué tiempo puede llevar, porque estamos en Uruguay, porque es un proyecto independiente, porque realmente no hay plata y esto lleva plata… Vamos a ver... Es una negociación que hay que hacer con sellos, con gente que se mete, que opina, cosas no son fáciles... Nunca una negociación es fácil...
El nombre –que me parece genial- también alude un poco a eso…
Nosotros somos -cuando digo nosotros me refiero a mi vínculo más estrecho de amigos- mucho del juego de la palabra, nos divierte. El juego “Underbrown” y “Underground” tiene que ver también con la metodología de trabajo. Esto es under pero no por elección: no es que elegí y dije voy a trabajar así con mi vínculo de amigos, voy a hacer esto de esta manera y no de otra. Fue por una cuestión de necesidad. Mejor dicho: por elección, pero también por necesidad. Porque a mí me gustaría estar trabajando como estoy trabajando, con el vínculo de amigos que estoy trabajando, pero poderles pagar, ¿entendés? Poder decir “Ari el laburo que hiciste del arte es impresionante, tomá 500 dólares”. .Poder decir “Tenemos que armar una puesta en escena, ¿Beto que necesitás?”. Sin embargo tengo a mis amigos dando vueltas para conseguir todo. Ese es el lado under si se quiere porque realmente es under. Me parece que es pro porque la actitud de trabajo que tenemos es pro y el compromiso es pro, pero los recursos son súper under. Los recursos, no la actitud, porque acá funciona un under mal entendido, porque acá under resulta ser una pocilga, mala calidad, low file, ¿entendés? Y yo estoy presentando un material under pero que suena y te parte la cabeza. ¿Entendés lo que te digo? No es under de bizarro, desde ese lugar; es under por una cuestión de necesidad, por una cuestión real de medios y de posibilidades, no por otra cosa ¿entendés?
Me resulta curioso cómo hablas de “el” “Underbrown”, hay como una personificación…
Sí, es verdad... Eso tiene que ver con algo que está en el librillo del disco. En el librillo yo digo “Que el producto no nos coma”. Y el producto es el “Underbrown”, ¿entendés? Lo que quiero decir es que mi intención no es que el “Underbrown” se termine transformando en una cosa por la que yo tenga que sacrificar todo mi ser y todo lo que soy. No quiero que el tipo me absorba, que el “Underbrown” como proyecto me absorba y me meta en ese lugar otra vez como me pasó con Abuela Coca. Yo siento que a mí el producto Abuela Coca tal vez me comió y me devolvió y me colocó en un lugar. Que está buenísimo, o sea tocás con Abuela Coca y es como una topadora, ¿entendés? Porque es una banda muy poderosa, todos son músicos muy salados, suena afinada, los arreglos suenas increíbles, hace música latina, o sea es cool, ¿entendés? En ese palo es cool. Pero es como tan grande todo que te termina colocando en un lugar que después decís “Pero yo no soy eso”.
Yo siempre digo si la gente se piensa que yo estoy en mi casa agitando y saltando todo el día, o escuchando ska y reggae todo el día, está recontra equivocada. O sea yo me levanto y prendo el SODRE, ¿entendés lo que te digo? Si la gente se piensa que estoy bardeando todo el día o que estoy todo el día fumando, está recontra equivocada. Nadie está todo el día haciendo una sola cosa. Yo hago otras cosas, yo tengo horarios, tengo compromisos... Entonces si la gente piensa eso está mal, ese no soy yo. No sé como es que llegó esa información a su cabeza pero yo no soy así. Perdón si desilusiono, pero yo soy muy de tirar el ídolo abajo siempre, esa imagen la apedreo inmediatamente. Entonces yo digo eso: “Que el producto no nos coma” o sea, separemos las aguas: este es un producto artístico, musical, es una búsqueda musical individual, es una búsqueda mía como persona que soy hijo, que soy hermano, que soy tío, que soy estudiante, que soy novio, que soy amigo, ¿entendés? Tengo mucho miedo a eso otra vez, entonces quiero hacer como otra cosa del “Underbrown”. Quiero que el “Underbrown” sea una cuestión a la que yo me dedico como persona y no al revés.
Analía Camargo