alabanzas: no sobran pero alcanzan
Era domingo y para colmo, comenzaba la semana santa, criolla, ciclística o como quieran llamarle. No había nada que hacer y entonces: milagro, invitación, carta abierta para contemplar algo de rap con cerebro. Apto para todos los oídos.
Con bases de hip hop tradicional y con texturas y frecuencias de música electrónica de procedencia diversa; La Teja Pride volvía a presentarse en la siempre gris y casi desolada noche montevideana.
Aunque se hicieron esperar, pasada la medianoche las voces de Davich, Leonidas y Lorena, las guitarras de Coco y Daniel, el bajo de Ivan K y los sonidos de Ismael (sampler) llevaron a 60 personas de excursión por la city.
Sin estridencias de ningún tipo, La Teja Pride mostró su desinterés por el formalismo mezclando en la parte musical, una propuesta compleja e interesante.
Arrancaron con mucha potencia y algunas “Fórmulas” y se marcharon planteando una interrogante o quizás buscando una respuesta: “¿Y si tuvieras?”. En el medio, hubo algo así como 60 minutos plenos de “Estaciones”, “Cien fuegos” y “Locuras cuerdas”. 60 minutos ampliamente aprovechados con una corta pero nutrida agenda de temas que no dejó afuera casi ningún track de su disco “Filosofías_de_Insomnio”.
Al final, la perla de la noche fue la invitación a sus colegas de Contra las cuerdas para acompañarlos en el tema: “Van a encontrarte”.
Así, una vez más, los integrantes de La Teja renovaron el vínculo con muchos de sus fans y comprobaron que con sus rimas conscientes, sus letras directas -más racionales que la paranoia habitual del hip hop político- y su combinación sónica; son uno de los grupos menos ortodoxos y más arriesgados de esta generación.
Si bien escucharlos -y verlos- en escena puede que no te cambie la vida, al menos te alterará la forma de oír el tiempo y te brindará la oportunidad de abrir tu cabeza para encontrar que este equipo contiene la fórmula ideal que la escena under montevideana estaba reclamando.
Leticia Fraga