UNA BOCANADA DE AIRE RAMONERO
Casi dos mil personas colmaron La Estación el 25 de agosto. Atrasando veinticuatro horas la Noche de la Nostalgia, Marky Ramone brindó un espectáculo inolvidable tocando durante una hora veinticuatro temas de Ramones detrás de su legendaria batería. Montevideo era uno de sus destinos en la gira "The Ramones 30th Anniversary Tour" en la cual también recorrió Chile, Argentina y Brasil.
En su visita anterior, en 1998, el batero que caracterizó la música ramonera vino acompañando por la que era su banda: Intruders. Esta vez fue diferente: viajó con Sebastián “Expulsado” (de la banda argentina Expulsados) y en cada uno de sus destinos la producción responsable del espectáculo eligió un guitarrista y un bajista para acompañar tamaña batería. En este caso la realización del espectáculo estuvo a cargo de Piedra Rodante Producciones, quienes seleccionaron a Hugo Díaz y Héctor Souto de Trotsky Vengarán, cuyo desempeño no llenó todas las expectativas, sobretodo en el caso del guitarrista. Hugo, quizá presionado por sus nervios o por saber que estaba en el ojo de la tormenta, tuvo varios errores de tiempo y en un momento obligó a que se detuviera el toque durante un par de minutos para afinar la Mosrite que usó durante la noche.
Era la noche de Marky, y como era de esperarse, se lució mucho más de lo que solía hacerlo en Los Ramones, sin llegar al punto de realizar un solo o destacarse en exceso sobre el resto. Pese a estar en sus cincuenta, nadie puede dudar de que los años lograron mejorar su capacidad para no dejar de sonar ni una milésima de segundo. La mayoría de su repertorio fueron clásicos, como “Rock away beach”, “I wanna be sedated”, “Sheena is a punk rocker” y “The KKK took my baby away”. Las perlas del espectáculo de Marc Bell fueron la interpretación del tema “Outsider”, que Los Ramones no solían realizar en escena. Otra fue la dedicatoria a Johnny, Joey y Dee Dee del tema “Life is a gas”. Y el enganche clásico de “Today your love, tomorrow the world” con “Pinhead” realizado de una manera extraordinaria. Estos detalles llevaron al espectáculo a un nivel casi inimaginable de unicidad y goce.
Telonearon Motosierra y La Sangre de Verónika, ambas víctimas de la mala organización. Con dos baterías en escena, ya que una era para uso exclusivo de Marky, la que usaron Hugo Gutiérrez y Álvaro “Walo” Crespo no se veía desde abajo, escondida detrás de los parlantes. A esto se le suma el mal sonido que tuvieron, dado que las pruebas fueron de casi treinta minutos, apurados por problemas de tiempo. Incluso Motosierra se vio forzada a terminarla cuando se abrieron las puertas del local, mientras ellos aún probaban sobre el escenario.
Más allá de los inconvenientes, las bandas cumplieron con creces el cometido. Un Motosierra que ocupaba sólo la mitad del escenario sorprendió con un show apasionado, hasta agresivo, que desafiaba al público todo el tiempo. Marcos Fernández, su vocalista, dejó boquiabiertos a quienes nunca habían visto la banda cuando comenzó a tumbarse en el suelo y a realizar gestos obscenos con el micrófono y con el guitarrista. La Sangre le dio un toque especial a la noche al interpretar temas que no forman parte de su repertorio habitual como “Extraño”, “Tan Fría” y “Elijo no elegir”; más allá de los clásicos “Hari – B”, “Por favor mátame” y “Mugre y Furia”
Es casi obligatorio destacar el gesto de Andrés Burgueño (voz y bajo de La Sangre) quien subió al escenario con una remera de Diasepunk. Esta es una banda tributo a Ramones, bastante popular en la escena under, que a su juicio "merecía estar en este toque".
La rivalidad entre Trotsky y La Sangre se hizo latente cuando, a los diez minutos de comenzado el toque de Marky, un grupo de fanáticos hicieron sentir en todo el local el cántico de "Los de Trotsky son todos putos" frente a lo cual Hugo Díaz respondió tomándose los genitales. La fiesta volvió a la calma cuando Sebastián Expulsado pidió "un poco más de respeto" y Marky deslizó un "Well, well" que rogaba por tolerancia. Pese a que algunos auguraban un final violento, para tranquilidad de algunos y decepción de otros, acabó como merecía, una fiesta inolvidable donde toda la atención iba al formidable personaje que estaba tras los platos.
"I see you next year"... ojalá...
Andrea Martínez