Nochecita típica de tablado; cielo estrellado y una brisita que por momentos incomoda. Entrando por la calle empedrada, que conduce al patio de la vieja casona del Club Banco La Caja Obrera, ya se puede oír la marcha camión que inunda el barrio La Blanqueada.
El mismo lugar donde el año pasado miles de personas festejaron al grito de “dale campeón”, está casi vacío. Es que el ensayo todavía es a “puertas cerradas”, por eso sólo algunos conocidos se arriman para compartir, entre panchos y cervezas, los primeros acordes.
La “barra de La Catalina”, como les gusta autodenominarse, está en plena “pasada” de la retirada. Al mando de la batuta de Martín Duarte, que este año regresa como Director Escénico tras la ida de Tabaré Cardozo, ajusta una y otra vez el coro hasta encontrar la nota certera.
En un momento el grupo se dispersa. Le toca el turno a la batería. El director se acerca y guitarra en mano ensaya algunas partes que luego conformarán los distintos bloques. De golpe... grito y aplausos; es que llega un regalo inesperado, un gran banderín de Nacional que enloquece a la multitud y denota la pasión tricolor. Por supuesto no puede faltar la foto. Y allí van, prontos para inmortalizar el momento.
Recreo mediante vuelven al trabajo. Las mismas estrofas, una y otra vez, una secuencia interminable, indudablemente no apto para ansiosos... Ahora sí, un merecido descanso de no más de quince minutos pero tiempo suficiente para que Martín Cardozo en el bombo, Maxi Pérez en redoblante y “Samanta” en platillos, improvisen un solo de batería al ritmo de samba que ayuda a la distensión.
El disfrute se percibe en el aire. Los nervios, que seguro los hay, no se hacen notar. Es que Agarrate Catalina ya es una murga con oficio. Desde su aparición en el 2001 en “Murga Joven”, no ha dejado de evolucionar en su calidad artística y eso lo confirman sus dos primeros premios y haberse convertido en un “fenómeno” que revolucionó la categoría. Este reconocimiento le valió una gira por Argentina (estuvieron en Buenos Aires, Rosario, Mendoza y fueron declarados de “Interés Municipal” en la cuidad de Tandil) y por Europa (se presentaron como “Embajadores Culturales” en París y España).
A punto de partir nuevamente hacia Buenos Aires, como invitados especiales para inaugurar la temporada de verano de la cuidad, Yamandú Cardozo, Director Responsable y letrista, sigue apostando al espíritu que le dio vida a este proyecto: la autenticidad, la alegría, los sueños...
¿Están en plena prueba de música?
Estamos probando una cosa que el año pasado nos dio mucho resultado, que es tener muy masticada la música; o sea, ensayar primero la música separada de la letra y después juntar la letra.
¿Por dónde sorprende la Catalina?
Tenemos unas cuantas opciones de espectáculo. Vamos a intentar hacer una cosa que esté buena y estamos con muchas ganas de poder cumplir el desafío de poder hacer una cosa distinta a nosotros mismos en estos dos últimos años. Eso es lo que más nos gustó del año pasado: que el espectáculo era completamente distinto al de “Los Sueños”, desde el punto de vista estético, desde el punto de vista de la dirección musical de los bloques. Y este año estamos tratando de que sea diferente, por eso tenemos una cantidad de cosas que nos entusiasma mucho y estamos ponderando cuál es la que más nos gusta para que quede redondeada una cosa diferente. Por lo menos en la partida de la creación, tener esa honestidad de decir: “bueno, intentemos hacer otra cosa”, sobre todo para no quedarnos, seguir creciendo y tener la chance de experimentar otras cosas.
Hay murgas que apuestan más a la dramatización con un estilo más teatral. Ustedes, desde los comienzos, se volcaron hacia el humor y la ironía. ¿Siguen por ese camino?
Hay ciertas condiciones que van a seguirse manteniendo. Vamos a intentar una búsqueda diferente, situarnos en otro lugar para proponer una estructura artística diferente, con ciertas condiciones. La ironía, el humor, van a seguir estando porque es una condición insoslayable de lo que nosotros entendemos que es la murga.
“El Tiempo” (2004), “Los sueños” (2005), “El mundo” (2006). Los espectáculos temáticos ya son característicos de La Catalina. ¿Se repite este tipo de propuesta?
Sí. Vamos a intentar que tenga una coherencia general. Es una cosa que nos proponemos siempre: que todo tenga que ver. Sí nos planteamos un espectáculo global que todo tenga estrictamente que ver. Es el estilo que vamos manejando hasta ahora y que nos sirve.
Otra de las cosas recurrentes es la imitación que realiza Martín Cardozo, que se ha vuelto como un “clásico” infaltable. ¿Estará presente nuevamente?
Seguramente algo va a tener. Eso siempre ha venido funcional al espectáculo. Entonces si pinta y está bueno que hagamos una imitación que Martín haga ahora, está buenísimo. No queremos condicionarnos .Tiene que haber una imitación, tiene que estar el Rafa en los cuplés, tiene que haber un solo de batería... Si cuadra y está bueno para el espectáculo, lo hacemos.
Los textos siempre han sido el punto fuerte de esta murga. Tanto en las presentaciones como en las retiradas (que han sido premiadas), se nota un muy buen trabajo narrativo, que se supera año a año. Una de las cosas que La Catalina mantiene siempre es el sentimiento esperanzador, la sensación, mas allá de todo, de alegría y disfrute que se trasluce en las letras...
Para la creación está buena la oscuridad y está buena como estética y uno a veces trata temas que son serios y no son muy alegres, pero siempre creo que está bueno poder encontrarle una vuelta. Siempre uno se puede inventar alguna puerta y si no hay una puerta habrá alguna ventana. Creo que alguna grieta en la desesperanza tan firme y tan planteada que tenemos en los tiempos que hoy vivimos, siempre se puede encontrar. Y esa es la idea. No prometer la felicidad eterna, pero tenés la chance de perseguirla. Entonces, rescatar eso sí nos interesa mucho porque es lo que nos pasa a nosotros. No es que hagamos pedagogía con esto, ni es una cuestión de profetas. No es que estemos parados en un pedestal diciendo: “ustedes, simples mortales que van al tablado hagan esto, esta receta mágica que les da La Catalina”. Esta es la manera que tenemos nosotros de también esperanzarnos, de seguir cargando nuestras cruces y nuestras alegrías y este es el lugar donde muchos de nosotros estamos más felices. Entonces lo que decimos nos involucra, entonces claro que estamos intentando que tenga una cuestión esperanzadora.
Parecía que el espectáculo 2005, con aquella presentación inolvidable del Pepe Mujica, iba a ser muy difícil de superar. Sin embargo, duplicaron el desafío y se llevaron el primer premio nuevamente. Se convirtieron en un fenómeno social que ayudó, en cierta medida, a revindicar y potenciar al género. Esto implica una exigencia cada vez mayor por parte del público que siempre espera más. ¿Sienten esa presión permanentemente?
Sentimos que seguimos dando pasos que no pensábamos que se podían dar con esta velocidad y con esta intensidad. No lo sentimos como peso y como prueba, no porque lo tomemos a la ligera, todo lo contrario. Todo esto, de esta cosa tan rápida que nos pasa, de viajar, de mostrar lo nuestro, de que pongan a la venta las entradas y se agoten en 24 horas, como nos paso el año pasado en la liguilla (que hubo un “piquete” en la puerta); hacer 130 tablados, que vuelvan las murgas a tener la mayor cantidad de tablados (que antes los tenían los parodistas); todas esas cosas intentamos que no nos pese y que sea una bendición. Decir: “si va a estar el teatro explotando de gente, esperando vernos, bueno, que eso sea una alegría, tenemos la suerte de que nos pase esto”. Entonces estamos intentando que eso no funcione como un lastre para las alas sino que al revés, sea un empujón. Obvio, va a llegar un momento en que a la gente no le guste tanto la murga o se rompa el idilio, no sé, eso vendrá con el tiempo, es una cuestión natural. Lo que estamos es muy concentrados en disfrutar lo que nos pasa, sabiendo que no es eterno.
Siempre que te referís al Carnaval reivindicás a la fiesta de los barrios, a salir a ganarse a la gente y no pensar sólo en la competencia. No hay dudas que a la gente ya se la ganaron. ¿Pero cómo hacen para mantener ese espíritu, esa coherencia sin caer en el exitismo?
Son como dos cosas muy disfrutables. Es divino los que nos pasó y no reniego; no decimos: “no nos importa nada”. Obvio que concursamos y aceptamos las reglas del concurso. Nos pareció un síntoma de madurez si íbamos a estar en el concurso aceptar esas reglas, sin transar. El Carnaval nos encanta, lo aprendimos a amar con las cosas hermosas que tiene, con las cosas que no están tan buenas y con las cosas decididamente feas. Entonces me parece que valorizamos el concurso, disfrutamos cuando ganamos… había miles de personas festejando, estuvo divino, pero no es lo único y no es la prioridad. Y eso es cierto y aunque suene a discurso, es cierto que va a ser. Porque el Carnaval sin los barrios no es nada. Porque si sacan los tablados y sólo queda el Teatro de Verano, capaz que hay alguna murga que va, yo creo que no va nadie; es decir, nadie acepta esa condición. A nosotros nos tocó ir cinco veces al Teatro de Verano pero hicimos 130 funciones más, entonces no lo podés equiparar.
Además, la murga tiene esa cuestión de que no deja de ser un intento desesperado de comunicarse y eso se lleva a cabo en los barrios. Disfrutamos las dos cosas pero en los tablados intentamos esforzarnos al máximo, hacer la mayor cantidad de tiempo que se pueda porque me parece que ahí es el ámbito primero de la murga y donde se expresa bárbaro. Seguimos teniendo como fundamento principal el hecho de la fiesta. No olvidarse de la fiesta del Carnaval.
El nivel de competencia se ha ido incrementando y eso se nota en las propuestas cada vez más exigentes que se exhiben. ¿Cómo imaginan que será el Carnaval 2007?
Hay gente para todo. Hay gente que se cuelga. No estoy haciendo un juicio de valor sobre las personas, pero hay gente que se cuelga más y hay gente que se cuelga menos. Yo conozco tremenda buena gente que se enrosca en un nivel de competencia que a mí no me gusta para nada. A mí me encantan las banderas hasta que sirven para pegarle a otros, me encantan las camisetas hasta que te tapan los ojos. Es divino ser hincha de una murga hasta que la camiseta te impide disfrutar, ahí ya se entra a complicar. A ese punto nosotros no queremos llegar ni locos y la gracia es irla esquivando como una cosa que te viene corriendo de atrás; la gracia es correr más rápido.
Ser primer premio los pone en un punto de referencia donde todas las miradas apuntan hacia ustedes. ¿Sienten que es “salir a ganarle a La Catalina”?
A haber ganado dos años seguidos, de una manera como inesperada y de una cuestión como de explosión, es obvio que uno pasa a trasformarse un poco en referencia en el sentido de decir “hay que ganarle al campeón”. Lo último que se vio de murgas en el Teatro de Verano, antes de que lo tiraran abajo y lo hicieran de nuevo fue La Catalina, entonces lo que le queda en la retina es eso a la gente. Y aparte tuvo un espectáculo que tuvo una amplia aceptación, incluso entre los compañeros carnavaleros; entonces me parece que a priori se puede intentar hacer eso pero después se verá. Capaz que hay otras murgas que están más buenas.
Este concurso va a tener una alta presencia de “Murgas Jóvenes”. No sale La Mojigata pero si están Demimurga, Quimera, Queso Magro y Japilong. Esa presencia hace, indudablemente, que la Murga como genero artístico, comience a variar estilos, lenguajes, actitudes. Además permite un ámbito de expresión muchas veces negado a las nuevas generaciones...
Está buenísimo porque no todas las “Murgas Jóvenes” somos un bloque monolítico que pensamos una cosa, entonces dentro de ese lenguaje hay cantidad de caminos, entonces cuanta más pluralidad mejor. Yo siento que nosotros tampoco inventamos mucho, no siento que somos los Beatles del carnaval. Revolvemos distinto las cosas que ya había. El aporte máximo que le dio “Murga Joven” al carnaval es el público. De abrirle las ventanas de la cabeza a otro público y al atraer gente nueva airear al público del carnaval. Público virgen sin los vicios del público carnavalero, público sanamente irreverente, entonces ese público entró a crecer en cantidad y entró a generar una nueva manera de ver carnaval.
El carnaval es un lugar de expresión que en otro lado no se les permite a los uruguayos. Es una herramienta de comunicación tremenda. Yo no tengo acceso a estar del otro lado de la televisión o de la radio o de los diarios sino fuera por la murga. Yo, como joven de barrio, ¿dónde digo lo que quiero decir? Si tengo acceso a prender la tele o la radio y escucho y veo, ¿y dónde largo yo para afuera? Acá hay 20 tipos de mi edad que nos pasa algo por el corazón y lo queremos sacar para afuera. ¿Dónde? El lugar que nosotros siempre vimos de chicos era el carnaval.
AGARRATE CATALINA son:
Director Responsable
Yamandú Cardozo
Director Escénico y Arreglador Coral
Martín Duarte
Cuerda de Primos
Yamandú Cardozo
Matías Beracochea
Martín Cardozo
Leonardo Viana
Andrés Pazos
Darío Rabotti
Cuerda de Sobre Primos
Carolina Gómez
Victoria Gómez
Ivana Amarillo
Cuerda de Segundos
Carlos Barraza
Richard Parado
Eder Frutos
Diego Pérez
Maxi Pérez
Rafael Cotelo
Batería
Nicolás Arnicho (bombo)
Diego Busstelo (redoblante)
Humberto Orique "Samanta" (platillos)
Letras
Yamandú Cardozo
Tabaré Cardozo
Carlos Tanco
Natalia Castelgrande - Paola Pachecho