SieteNotas

Libro Rock que me hiciste mal, Cuando la fama no es puro cuento

29/12/2006

Fernando Peláez, autor de De las cuevas al Solís, ha concebido un nuevo hijo literario: Rock que me hiciste mal, pero esta vez la paternidad es compartida y celebrada junto a Gabriel Peveroni.

Rock que me hiciste mal es más que un anecdotario de nuestra música, es la historia latente de 46 años de rock nacional condensada en 104 páginas a todo color, pero resguardando los detalles más relevantes que mitificaron a bandas que hoy son íconos de nuestra cultura y que lo harán con aquellas que van camino de serlo…

Fernando Peláez conversó acerca del rock y alguna que otra yerba.

¿Se puede decir que "Rock que me hiciste mal" es una suerte de biografía autorizada o no autorizada del rock uruguayo?

En los dos tomos de “De las cuevas al Solís” (con 800 páginas y 1000 imágenes en total) intenté desarrollar la historia del rock en Uruguay de las décadas del 60 y 70 siguiendo los acontecimientos mes a mes y, en algunos casos, día a día. "Rock que me hiciste mal" es un trabajo completamente diferente, pues así se nos planteó el proyecto de parte de Banda Oriental. Se trata de pinceladas, de instantáneas, sobre los momentos y hechos que consideramos más relevantes dentro de estos 46 años de rock uruguayo. Creo que es un “libro objeto”, con excelentes fotos en color, que va a resultar muy atractivo para un sector muy amplio de gente. No está dirigido exclusivamente a aquellos especialmente interesados y entendidos en estos temas. De todos modos, pensamos que el contenido está lejos de ser “light” y en una segunda lectura más atenta se pueden encontrar muchos detalles. Tiene que verse como un titánico esfuerzo por resumir la biografía del rock uruguayo en 104 páginas. Biografía autorizada por los autores y la editorial.

¿Qué cosas motivaron tu acercamiento a la música, más allá de las inquietudes propias de quien gusta de la música, y en este caso del rock?

Hace diez años yo no conocía personalmente a ningún músico, a ningún comunicador, a ningún artista, a ningún periodista. Siempre había sido tan solo escuchador y espectador. Me lancé entonces a la locura de idear “De las cuevas al Solís” a partir de una gran manija que me dieron algunos amigos y mi esposa Alicia. También a partir de la edición de “Razones locas”, el notable libro de Guilherme de Alentar Pinto sobre la vida de Eduardo Mateo. Ese trabajo me partió la cabeza y, al mismo tiempo, me sirvió para darme cuenta que si no me apresuraba iba a ser imposible rescatar toda una historia que parecía estar condenada al olvido. Después de editado “De las cuevas al Solís” me llegaron muchas invitaciones para colaborar en programas de radio (como aquel ciclo en “Mundo Cañón”), en artículos periodísticos, en integración de jurados (como en los premios Graffiti), para participar en algunos seminarios. Todos me abrieron las puertas con mucho cariño y, lo más importante para mí, haber tenido la oportunidad de generar nuevas amistades con un montón de músicos y comunicadores.

¿Cuál creés que fue la década que le puso el alma al rock nacional, y qué bandas destacás de ella?

En todas las etapas los músicos uruguayos de rock tuvieron que pelearla desde abajo, desde muy abajo, creyendo y apostando a sus propuestas, cuando éstas eran inicialmente desconocidas y marginadas por la mayor parte de nuestra sociedad. Desde Los Estómagos y Traidores en la apertura democrática del 85 a la formidable presencia musical del Níquel 89-94 cuando el movimiento pos dictadura había sucumbido. Pero nombrarlos a todos sería como intentar recorrer varios libros. Me animo a mencionar dos casos bien diferentes y distantes en el tiempo. Allá por 1967 el Kinto elaboró una propuesta originalísima que sentó las bases de una nueva música popular uruguaya. Con bestias como Mateo, Rada y Urbano, ellos fusionaron (por primerísima vez) el beat, el rock, la bossa y la psicodelia con el candombe y otros ritmos latinos. Y no lo hicieron siguiendo algún modelo (Santana aun no era conocido) sino que realmente crearon. Cuarenta años después encontramos a La Trampa, que sin adoptar ningún elemento del Kinto, también logra una original propuesta eminentemente rockera, con excelentes textos y con permanentes búsquedas en algunas raíces folclóricas. Tipos que, en el momento de su mayor popularidad (recontra merecida), no se sientan en los laureles y continúan revolviendo sus cabezas en la búsqueda permanente de imaginar, profundizar y elaborar la verdadera naturaleza del rock de acá.

En oportunidad de una entrevista a Roberto Musso, acerca de los comienzos del Cuarteto de Nos, el mencionó que la difusión inicial fue gracias al "Under montevideano" que existía en la década del 80`. ¿Creés que aun hoy existe un circuito “under” en nuestro país, o quedó sepultado bajo la mediatización de la cultura?

Siempre existirán circuitos under. Y de ahí saldrán los nuevos Mockers, Kintos, Días de Blues, Estómagos, Motosierras, Mateos, Umpis y Príncipes. Pero también está claro que para poder vivir de la música en nuestro país tenés que llegar a otro público. Y, aun así, es muy difícil poder vivir de la música. El gran desafío es lograrlo sin abandonar tus reales ideas y convicciones en cuanto a creación.

¿Cuáles son las principales falencias que tiene el rock uruguayo en estos tiempos?

Dentro del rock uruguayo “en sentido amplio” encuentro un énfasis en el ska y el reggae. Musicalmente, se ha apartado del blues y del candombe. ¿Raro no? Aunque me gusten (y me gustan) casi todos los discos editados en los últimos años, yo me sigo desayunando con un blusacho y un camdombazo todos los días… ¿será por eso? Creo que le falta candombe y blues. O mejor aun, una nueva y original forma (no tengo idea cuál es) de fusionar el candombe. Quiero decir original, diferente a la de Rada y tantos otros, o a las preciosas estilizaciones que ya ha hecho Jorge Galemire. Ojo, no estoy diciendo disparates como que “el candombe y la murga son nuestros verdaderos ritmos”. Pero obviar el candombe me parece un extremo.

Hoy en día hay quienes aseguran que en el ámbito de la música nacional también existen los monopolios e incluso que ello muchas veces responde a intereses económicos y/o políticos. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

No creo que la música esté respondiendo a “intereses políticos” de ningún tipo. Por otra parte, no conozco lo suficiente sobre el funcionamiento del sistema como para poder opinar contundentemente al respecto. Salvo por la positiva, en el caso de sellos como Perro Andaluz y Ayuí, que siempre han apostado a la creatividad y el nivel independientemente de modas y estilos. Ahora bien, tengo entendido que alguna gente que está apoyando la movida está ganando mucho dinero. Y me parece muy bien, bárbaro. Pero hay que tener cuidado de no cerrar puertas. Las empresas y los músicos más populares que lideran este movimiento tienen una responsabilidad ética. Como la tuvo y la encaró acertadamente Tótem a comienzos de los 70; que era una cooperativa de 7 integrantes (los músicos más el manager) que se repartían las ganancias en 7 partes iguales con total transparencia, y que practicaba varias políticas solidarias que favorecieron la apertura del mercado.

Sí estoy enterado de algunas decisiones empresariales que han proscrito, por ejemplo, a los músicos de blues en los últimos 5 años. Pablo Traberzo es un guitarrista fenomenal, que deslumbró con sus actuaciones en España (cuando lo llevó de gira el Flaco Barral) y en la propia meca norteamericana del House of Blues (cuando lo llevaron el año pasado unos yankies que lo vieron tocando en un boliche de la Ciudad Vieja). Sin embargo, (y salvo el caso de amigos y seguidores) no ha conseguido en nuestro país ningún apoyo económico fuerte para poder grabar un disco en buenas condiciones.

¿Con qué se van a encontrar aquellos que adquieran el libro?

Con un resumen de los momentos que creemos más trascendentes de la historia del rock en nuestro país, acompañado por fotos en color que no dejan de sorprenderme. El libro tiene al menos tres lecturas diferentes. Una: recorrerlo como un álbum de fotos. Otra, que sería algo así como una “primera lectura”, que puede resultar atractiva para los adolescentes que sólo conocen lo ocurrido en los últimos años. Y también una “segunda lectura” más profunda, donde los interesados especialmente en el tema, o los que han vivido con intensidad alguna de las épocas, podrán descubrir detalles y revivir aquellos momentos.

¿Qué cosas sentís que les quedaron en el tintero a ti y a Gabriel? ¿Amerita un "Rock que me hiciste mal" segunda parte?

Muy pocas, si tenemos en cuenta el formato y la filosofía del proyecto que nos plantearon. Estamos muy conformes. Ahora, visto con la perspectiva de algunas semanas de editado, creo que me faltó un capítulo dedicado a... que lo descubran los lectores. Y, tal vez, podamos colgarlo en poco tiempo en la Web.

Paola Pacheco

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