"sin pensar en la recompensa"
Los 55 años no se le notan a simple vista: sigue siendo un tipo esbelto, delgado, con un look súper juvenil y con mucho swing.
La edad se le nota en el manejo que tiene sobre el escenario (es un poeta, pero también –y aunque no parezca- es un verdadero showman) y fundamentalmente en la música que hace (ahora coquetea con sonoridades electrónicas y logra fusionarlas de manera magistral con todas sus influencias anteriores: jazz, funk, rock, bossa).
Por eso, a 34 años del inicio de su carrera con Almendra, el Flaco Luis Alberto Spinetta consigue seguir sorprendiendo.
Después de Pescado rabioso (agrupación que duró dos años y dejó cuatro discos), Invisible (banda con la que transitó por la fusión y el jazz), Jade (grupo con el que grabó cuatro fonogramas más) y Los socios del desierto (trío que formó a mediados de la década del ’90) y luego de discazos como "Kamikaze", "Tester de violencia", "Mondo di cromo", "Silver Sorgo", de hitos como "Pelusón of milk" (el disco el más vendido de toda su carrera) y de obras compartidas igualmente espléndidas como el doble "La la la" que realizara junto a Fito Páez; Spinetta reaparece e impresiona, seduce y deslumbra, corrobora y no deja lugar a dudas.
Lo hace acompañado de una banda formidable (Javier Malosetti, Daniel Wirtz, Claudio Cardone, Graciela Cosceri, el Mono Fontana, Nico Cota y su hijo Valentino) y presentando su flamante CD "Para los árboles": un material sencillamente estupendo.
El concierto pautado para el 19 y postergado por el partido Uruguay – Brasil (¡bendito país!) para el 26; tuvo lugar en las instalaciones del Cine Teatro Plaza, marcó el cierre del ciclo de Recitales Patricia y fue, sin exageraciones y sin eufemismos, brillante.
Significó una recorrida básicamente por su nuevo trabajo discográfico, que fuera dedicado a la guitarrista recientemente fallecida María Gabriela Epumer y que según su creador debe ser leído en clave de Carlos Castaneda: "Castaneda dice que en la tradición de los toltecas los árboles son aquellos brujos que eligieron el camino más corto y fácil para lograr la trascendencia y como si fuera un castigo, quedaron transformados en árboles. A mí me gusta pensar que los árboles son guerreros que equivocaron el camino".
Entre árboles y guerreros, música y poesía, sonrisas y aplausos, transcurrió uno de los mejores shows del año.
Show donde Spinetta dijo "La vida es entrega, sin pensar en la recompensa" y donde esas palabras no fueron solamente eso, se hicieron carne, confirmando y demostrando que, además de un músico soberbio, es un artista consecuente.
Analía Camargo