Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple de cierto modo son el triángulo que sirve de base al heavy metal. Mientras que los liderados por Robert Plant dieron el toque psicodélico, Deep Purple se encargó de mostrar el lado más sinfónico y Black Sabbath el lado más duro y satánico. De ahí en adelante los herederos de estas bandas se propagaron por todo el mundo hasta nuestros días.
Uno de esos herederos es Herrumbre, la banda formada por Marcelo "Yeti" Dos Santos (guitarra), Ignacio Dos Santos (guitarra), Marcelo Blanco (batería), y Pablo Blanco (bajo y voz). Y es precisamente Pablo quien en esta nota nos presenta Perros Cimarrones: el nuevo disco de Herrumbre.
- Perros Cimarrones lo empezaron a grabar a mitad del año pasado ¿no?
- Mirá: entramos a grabar en GR Estudios en junio de 2002 y se terminó de grabar, mezclar y masterizar en setiembre de 2003. Después salimos a llevar la propuesta del nuevo material de este segundo disco, que para una banda de heavy metal de acá no es para nada fácil, aunque nosotros tenemos como soporte el trabajo de años y la perseverancia de nunca bajar los brazos, que nos sirve como respaldo muy grande por más adversidad que se te meta adelante. Igual de todas maneras estuvimos hablando con mucha gente, con muchos sellos y bueno, uno de los últimos en hablar fue en Sondor. Le trajimos la propuesta, eso fue por allá por fines de octubre, principios de noviembre, se estudió, les gustó la y se firmó contrato a fines de noviembre del año pasado, y el disco salió el 11 de febrero de 2003.
- Aunque sé que Sondor tiene en su catálogo grupos de rock, el fuerte de este sello es la música tropical. ¿Cómo tomó la gente de Sondor en un principio la propuesta de ustedes?
- Lo aceptaron bien. Incluso habían escuchado el primer trabajo nuestro que había salido por Ayuí, que se llamó Tiempo Arriba y Sangre Adentro. Cuando nos propusimos idear este segundo disco queríamos hacer un montón de cambios sin perder la línea, queríamos subir los escalones que venimos subiendo siempre, pero queríamos mejorar el sonido... queríamos mejorar un montón de cosas y quedamos muy conformes en lo que fue el producto que se grabó.
Sondor por suerte aceptó bien, más allá que somos una de las pocas bandas de heavy metal que quedan. La gente de acá se portó muy bien con nosotros, tanto Manuel Abal como Lorena Acosta que es la encargada de marketing y prensa de Sondor. Es el principio de una relación que está muy bien entablada y se hablan las cosas como se tienen que hablar, y estamos procurando darle toda la difusión posible.
- Recién hablabas de diferencias con el primer disco: ¿básicamente qué diferencias tiene este disco?
- Mirá: con Tiempo Arriba... primero hay diferencias de sonido que se han mejorados por un tema de que en el primer disco... el tema plata acá siempre es fundamental cuando vas a grabar. Es así, vos sin plata difícilmente puedas hacer algo salvo raras excepciones. En el primer disco, aunque se preparó el material con la misma seriedad que ahora, contábamos con pocas horas, y tratamos de exprimirlas y hacerlas rendir al máximo. Con Perros Cimarrones tuvimos más horas, dejamos madurar el disco dentro del estudio, le vimos un montón de cosas que se le podía trabajar inclusive sin irnos tan al carajo en las horas. Se maduró, se investigó bien todo lo que fue la parte de sonido, que acá mucha gente no le da pelota a eso, porque no hay gente ¿Cómo te puedo decir?, como el heavy metal no es un producto masivo, el sonido no es algo que a muchos les queme la cabeza. A nosotros sí, porque es una de las bases fundamentales: vos si querés grabar bien, tenés que hablar con el sonidista o el ingeniero de sonido. Nosotros conocíamos al sonidista, habíamos hecho un par de conciertos en vivo con él, inclusive hicimos la pre-producción del disco ahí en GR. Grabamos cinco temas, porque pasábamos de lo que era lo analógico de la cinta al digital, que para nosotros era un paso medio extraño porque no sabíamos lo que iba a sonar en el producto final; porque yo soy de la época de los dinosaurios: a mí dejame con la cinta y con el equipo a válvula.
- Entonces no te tenías confianza al pasar al digital.
- Había algunas dudas que queríamos sacarnos y bueno, cuando hicimos la pre-producción de Perros Cimarrones grabamos cinco temas que están en el disco, quedamos conformes y ahí empezamos a buscarle el sonido con Gustavo Rubertoni que fue el técnico de grabación. Es un pibe de la edad nuestra, tendrá 29 o 30 años y tiene mucha oreja, mucho sentido, mucha orientación, escucha mucho, es un tipo que razona mucho, es muy inteligente... Vuelvo a decir lo mismo, sin menospreciar a nadie, pero lamentablemente es así: algunos sonidistas a veces no te dan pelota, les importa un carajo lo que vos opines; pero al final la que paga las horas es la banda, entonces la que manda es la banda. Si vos buscás un equilibrio entre un tipo que encara, que te sabe interpretar lo que vos querés hacer, y vos le das el lugar y él te da el lugar; encontrás un equilibrio en que las dos personas trabajan sobre un fin común. Pero ya te digo, tuvimos casi tres meses con Gustavo, de lunes a viernes ocho horas al día, éramos como parte de la familia, convivíamos todo el santo día ahí adentro, pero lo pasamos bárbaro.
- ¿Y en cuanto a los temas hubo cambios?
- En la parte de letras hubo un cambio capaz que más frontal, las letras son más frontales. Siempre basando las raíces en lo que estamos viviendo, las cosas que suceden en el día a día. Siempre tomando en cuenta de que somos uruguayos y como vivimos acá. Tenemos amigos, tenemos familia, tenemos un montón de gente conocida y amigos tanto en Montevideo como en el interior; eso también es una de las partes principales que siempre incide en una letra. Por ejemplo: hay temas que son homenajes al público metalero del interior, sin menospreciar al público de Montevideo por supuesto, pero es que las distancias a veces se complican y la gente del interior no tiene tanto acceso como acá en Montevideo. Un show para trasladarlo al interior tiene un costo, y es gente que está en la misma que nosotros, en la misma que todos los metaleros, peleándola, quizás en situaciones más difíciles que acá en Montevideo, por un tema de que al ser de ciudades muy chicas no hay mucho trabajo, y se tienen que ir a chacras o a cuidar casas, o a hacer lo que sea para sacar un vintén para llevar a la casa. Pero volviendo a lo que me preguntabas, las letras han tenido una maduración.
- ¿Quién hace las letras?
- Las letras están a cargo del Yeti: Marcelo Dos Santos y lo acompaña Nacho: Ignacio Dosantos. Son ellos, principalmente. El Yeti trae el texto, después empezamos a trabajar sobre la melodía de lo que va a hacer el tema. Después se hacen retoques, si es que hay que hacer retoques y si quedamos conformes los cuatro, perfecto: se imprime y empezamos a trabajar sobre la melodía del tema. Para hacer un tema si se quiere es fácil, pero buscarle el alma al tema no es una cosa que lo hagas en cuatro horas, e interpretarlo hacia la gente, que la gente sienta tu emoción, es muy difícil. Pero pensamos que logramos eso en Perros Cimarrones: es un disco directo, sin pelos en la lengua, es agresivo... tiene mucha furia. Pero como ya te decía: tiene homenajes a los amigos metaleros del interior que ojalá mucha gente más los tenga en cuenta también.
- ¿A qué se debe el título del disco?
- O sea, si vamos a hablar de Perros Cimarrones, es un término que te infunde mucha potencia. Vamos a las cosas como son: el perro cimarrón hoy no existe, lo que tenemos hoy en día es una mezcla. Pero el perro cimarrón que llegó acá al Uruguay cuando llegaron los españoles y después lo soltaron, era un perro libre, infundía respeto, infundía potencia y se hizo un animal que no tenía frontera. Perros Cimarrones es un poco la definición de que todos tenemos que tratar de llevar esa potencia que tenemos cada uno de nosotros hacia nuestros pares, de decirle: "negro, no te caigas, vamo´arriba que estamos todos juntos", tratar de darnos una mano siempre, en lo que se pueda, tratar de hacer el mayor esfuerzo posible.
- Y ustedes si que tienen que hacer el mayor esfuerzo, porque ya de por sí hacer rock en Uruguay es difícil, pero hacer heavy metal más, ¿cómo se hace para mantenerse diez años?
- Y tocamos de corazón. A nosotros el heavy metal nos llegó al corazón. En la época de la dictadura, cuando las barreras culturales de este país estaban trancadas con un candado, era muy difícil escuchar heavy metal. Pero cuando se levantaron esas barreras culturales y se abrió el Uruguay al mundo, empezó a caer una cantidad de información impresionante, un montón de bandas que yo no conocía y que bueno, a mí me entró por el corazón.
Con los años, cuando Herrumbre tomó vida, ya había bandas que marcaron el rumbo del heavy metal; más allá de los sonidos, más allá de las interpretaciones, los acordes quedaron para siempre marcados. La primer banda de heavy metal que dejó marcado los acordes fue Black Sabbath: fue la que dejó grabado, asentado y registrado cómo se tenía que hacer el heavy metal. Escuchás "Paranoid", escuchás el tema "Black Sabbath" o escuchás "The Century Of Universe", por mencionarte algunos...
- Entonces la primera banda que te partió el bocho fue Black Sabbath...
- Mirá: el primer tema de heavy metal que escuché fue "El Número de la Bestia" de Iron Maiden, yo tenía entre 13 y 14 años. Fue una cosa que cuando [ Bruce] Dickinson pega el primer alarido a mí me cambió la vida. Con los años fui conociendo cómo se canta el heavy metal, cómo se compone el heavy metal, los acordes, los sonidos... y no sólo eso: también se compone de vivir; porque vos la música no la hacés dentro de un freezer, no la hacés dentro de un termo. La música está en la calle, está en esta conversación que estamos teniendo, en un bar, en tu casa; ahí está la música, está en uno interpretarla y cómo plasmarla.
Acá hay autores e intérpretes que fuera de lo que es el metal, por el lado del folklore, gente como Osiris Rodríguez Castillos, Tabaré Echeverri, que era gente pesada, más allá del texto, la música que hicieron en su tiempo hasta el día de hoy es increíble. Es una de las cosas que a uno lo forman también. Mi vieja me despertaba para ir a la escuela y lo primero que escuchaba era la Clarín: Los Zucará, Los Olimareños, Alfredo Zitarrosa. Esa memoria auditiva queda, todo eso queda y son cosas que después con los años te van formando musicalmente e interiormente.
- Incluso ustedes tienen versiones de algunos temas de estos autores.
- En Tiempo Arriba... está "Zafrero" de Echeverri, está "Vea Patrón" de Aníbal Sampayo. Después hicimos una versión de "Maldición de Malinche" de Gabino Palomares con la que quedamos muy contentos. Mucha gente se preguntaba: "¿cómo puede ser que un clásico de los temas contestatarios de Latinoamérica lo hayan girado hacia el heavy metal sin perder la esencia?";, es que justamente va en eso: de que vos conservándole la esencia al tema, puedas transportarlo a donde quieras. Vos podés modificarle alguna cosa, los acordes hacerlos más estruendosos, agregarle un montón de arreglos más; pero también tenés que estudiar la letra del tipo, por qué la hizo, qué es la "Maldición de Malinche"... y es un tema que nos encanta hacerlo en vivo y a la gente también le encanta.
- ¿Los cuatro integrantes del grupo tienen las mismas influencias?
- Sí. Escuchamos Black Sabbath, Iron Maiden, Judas Priest, lo que hace [Rob] Halford como solista. Por el lado alemán está Scorpions, Accept. Los cuatro tenemos básicamente la misma formación musical.
- ¿Y de bandas de rock de acá?
- Hubo una banda que acá no se le dio mucha bolilla, y nosotros tomamos el toro por las guampas y le hicimos dos temas homenaje: la banda se llamó Delirium Tremens. No llegaron a grabar, pero hay dos covers de ellos que están en Perros Cimarrones. Lamentablemente el cantante en el 96´ o 97´ falleció y bueno, cuando se presentó el proyecto para armar el segundo disco, decidimos hacerle un homenaje a Delirium Tremens. Una banda de rock de los ochentas que era rock fuerte, más bien tipo rock and roll pero tenía una cosa muy de aquel tiempo, muy fuerte, sin pelos en la lengua y chau. Aquellos que iban a los conciertos y los veían se acordaran, no fue una cosa masiva.
- Hoy en día quedan pocas bandas metaleras en Uruguay ¿no?
- Somos pocos tirando del carro. Nos gustaría que hubiese más bandas, que estuviesen editando discos, que los sellos se preocuparan más por las bandas, que les dieran más cabida a lo que sucede dentro del género. Lo que pasa es que la situación que estamos viviendo –que nadie la pidió: es un garrón que nos estamos fumando-, no da para que se le de más oportunidad al metal uruguayo. No se le da porque no vende, no es masivo, no es redituable, a muchos no les interesa. A nosotros siempre nos gustó hacer las cosas a pulmón y vamos a seguir haciéndolo a pulmón porque fue como aprendimos a hacer las cosas.
- ¿Y no se vuelve muy cuesta arriba?
- Como siempre, y no nos achica. Al contrario: nos alimenta para seguir pensando en cosas nuevas. Nos gustaría que hubiesen tres o cuatro bandas de gira por todo el Uruguay, que hubiesen muchos más discos en las bateas de heavy metal, que hubiesen mucho más bandas tocando; pero ese no es motivo para bajar los brazos, es motivo para seguir peleándola y seguir mirando hacia delante... Laburando es como salen las cosas.
Nicolás Hidalgo