SieteNotas

Popo Romano, patrimonio nacional

26/11/2005

Uruguay está de festejos, la música está de fiesta. Popo Romano cumple 30 años de actividad profesional como músico. No es casualidad que uno de los bajistas más virtuosos de Latinoamérica coseche la siembra de tres décadas. Entre premios, discos, festivales y reconocimientos de los más grandes, Romano se ganó un lugar de respeto y admiración entre sus colegas de las “cuatro cuerdas”.

En medio de estos 30 años, aparecen interminables giras por Europa, Estados Unidos y Latinoamérica; elogios públicos de destacados bajistas, como Pedro Aznar, Javier Malosetti, Guillermo Vadalá; actuaciones con Eduardo Mateo, Leo Maslíah, Hugo Fattoruso, Jaime Roos, Jorge Drexler, Alberto Magnone, Rubén Rada, Alfredo Zitarrosa, Luis Salinas entre otros, además de participaciones en los festivales más importantes de jazz del mundo.

Con dos excelentes discos solistas editados y una extensa discografía con varias bandas, Romano supo convertirse en un referente de las nuevas generaciones de músicos, con una capacidad única para abarcar los estilos más complejos, como el jazz o el funk y fusionarlos con el candombe y la murga.

Por hacer música para los oídos y no para lo que demanda el mercado; o por una simple costumbre de este país, que siempre lo de “afuera” es mejor y los homenajes se realizan pos-vida, plasmamos en esta líneas un humilde reconocimiento a Popo Romano: un hombre con perfil bajo.

30 años en la música... ¿no es mucho?

Para nada, tengo cuerda para rato. Empecé desde muy chico, en el año 1975, en un grupo que se llamaba Los Campos.

¿Cuándo descubriste que la música era tu vocación?

Cómo vocación a los dieciocho años, pero como amor fue a los catorce años. Hago ésta diferencia porque creo que la vocación es lo que uno va a ser el resto de su vida. Cuando tenía dieciocho años, trabajaba y tocaba el contrabajo en un grupo; después que terminé el liceo dije: “esto es lo que quiero hacer”. Estudié guitarra, me fui capacitando, escuchando música e investigando en los locales de venta de discos qué había de nuevo. Siempre estudiando y aprendiendo permanentemente, la preparación es fundamental en un músico.

¿Cómo mantiene vigencia un artista a lo largo de 30 años, en un mercado como el uruguayo, en que sólo la música comercial subsiste?

Es un país difícil, si tu propuesta no está dirigida a eso que se considera comercial, va a ser muy duro poder difundir tu música y poder promocionar un show. De todas formas, yo siempre me mantuve al margen, toco la música que me gusta y que tengo ganas de tocar. Pero respeto mucho a los músicos que cambian de género o estilo para poder vender un disco más y sobrevivir de esta profesión.

¿Cómo fue evolucionando tu música a lo largo de todo este tiempo?

Es como si te preguntaran si tu vida ha cambiado, o si vos cambiaste mucho, y uno nota que si, que ha cambiado. Hay cosas que he madurado, he conseguido determinados logros, pero también me queda una cantidad de cosas por aprender; tengo ganas de seguir conociendo y descubriendo cosas. Con la música pasa lo mismo. Mi música fue siempre la misma. Siempre compuse, hice los temas y manejé la misma estética de escribir muy pocas letras. Ahora estoy disfrutando mi etapa como solista que comenzó en el año 2000 con mi primer disco personal.

Cuándo escuchás un disco de tus primeros años, ¿cuáles son tus sensaciones; qué sentís?

Por lo general escucho muy poco mis discos, aunque me gustan mucho. Tengo un período absolutamente obsesivo en la etapa de producción del disco, que me lleva mucho tiempo y hace que conviva con él exageradamente durante muchas horas. Después de editado, cuando el disco está en la calle, dejo de escucharlo, me distancio, excepto que sea por un motivo muy en particular.

¿Qué opinás del momento que vive el rock nacional?

Creo que toda la música uruguaya está viviendo un momento muy interesante y de mucho auge. Lo que está sucediendo con el rock y con la música popular en Uruguay no es más que una mirada hacia adentro de los medios de comunicación, de la gente y de los productores de espectáculos. En cuanto a la música, es la misma de décadas anteriores, la que ha pasado por todas las generaciones; este país siempre tuvo artistas muy talentosos. El contenido siempre estuvo, la potencia, las ganas, el entusiasmo y el sacrificio existieron siempre.

Hace años, en una entrevista dijiste que “el escenario es el mejor lugar del universo”. ¿Seguís pensando lo mismo?

Totalmente, el hilo conductor de mis respuestas es que yo hago lo que tengo ganas de hacer, y en cada momento estoy haciendo lo que tengo ganas de hacer, cuando estoy en el escenario es porque tengo ganas de estar ahí, entonces disfruto de ese momento con una fuerza bárbara. No son palabras mías, las dicen muchas religiones, muchos filósofos, y es que se nos pasa por el costado el presente; estamos muy distraídos con cosas que nos jodieron el pasado y nos duelen. Anhelos y cosas que miramos hacia delante que queríamos conseguir y nos las tenemos, algunas disfrutables y otras dolorosas, porque da trabajo llegar, y me pasa que en el momento que estoy en el escenario, siento que estoy vivo, que estoy respirando, con plena conciencia de que eso está sucediendo, y agradezco por ello.

¿Si tuvieras que elegir un show tuyo, cual sería?

Tengo vivencias muy fuertes, haber tocado con Mateo, haber grabado con Zitarrosa, la época con Jaime Roos, los toques con Rada, haber acompañado a Drexler, es muy grande la cantidad de cosas que he tenido sumamente importantes y que han enriquecido mi vida. Un show que lo disfrute muchísimo, fue mi primer toque en el teatro Solís, con el Primer Encuentro de Música Instrumental; por primera vez subí a un escenario y toqué mi música. Curiosamente fue un show que tuvo muy buena repercusión, y excelente crítica. Pero cuando escuché la grabación me pareció que era muy malo, no reflejaba lo que había pasado. De todas formas, tengo un recuerdo agridulce de ese toque, por un lado fue como el comienzo de mi etapa solista, y por otro, esa noche sonamos muy mal.

¿Estás conforme con la música que hacés?

Estoy muy conforme. Lo que hago es lo que soy al día de hoy, también es como decir “estoy conforme con lo que soy”. Indudablemente nada es perfecto, todo se puede mejorar. Siempre hay algo que no te gusta o que no termina de convencerte. Tocaste con los músicos más importantes del país... ¿cuál fue el que más te marcó?

Todos tienen cualidades sumamente valiosas. Es gente de mucho talento en todo sentido, desde lo musical hasta lo personal, son individuos muy fuertes. Yo soy una persona que me gusta aprender; tener la suerte de compartir escenarios, experiencias musicales, giras y poder convivir con grandes de la música, es un privilegio.

Musicalmente sos muy abierto, ¿no tenés prejuicios sobre ciertas influencias?

Toco lo que quiero tocar y escucho lo que me gusta. Me muevo con una amplitud muy grande; toco desde tango hasta jazz o música clásica, y escucho en ese espectro tan grande música de todas partes. Una vez, un tipo de una banda pop latino (pop latino = cumbia), me trajo una partitura de contrabajo que me pareció muy interesante, estaba muy bien escrita, tenía arreglos muy cuidados, y lo grabé con muchas ganas. Si está bueno, me gusta y me hace bien, no me importa el origen de la música. Sea cual sea el estilo me importa aprender, no me pregunto si lo que estoy tocando es o no tal cosa.

Te debe haber surgido la posibilidad de irte para el exterior y seguir tocando afuera. Sin embargo te quedaste acá...

Estuve de gira en Europa varias veces, he tocado en casi toda Sudamérica, he tenido propuestas de Argentina de gente importante, pero sinceramente tengo mi vida formada acá. No tengo ambiciones de tener una mansión en Punta del Este, estoy muy bien en mi barrio de toda la vida, el Buceo.

A diferencia de la mayoría de los músicos, ¿te resulta más fácil componer la música que escribir una letra?

No me fluye escribir textos. En Quo Vadis, que era un grupo con dos vocalistas, había que escribir, no había alternativa. En los comienzos de Quo Vais por el año 1977, había un par de textos míos que sinceramente me parecían muy malos, no me siento para nada cómodo escribiendo. Si escribo algo es por una necesidad, en Quo Vadis tuve que hacer fuerza para escribir, no lo sentí nunca, no tenía ganas y lo que salía no me gustaba para nada.

¿Qué fue lo mejor y lo peor de estos 30 años de carrera?

Lo mejor, los 30 años con la música. Lo peor, la dictadura; con todo lo que generó esa etapa terrible en todos los sentidos para el país. Las radios consideraban despectivo lo que acá se hacía, no pasaban música nacional porque decían que era de baja calidad. Era muy duro poder tocar en esa época.

Popo Romano por 30 años más...

(Risas) Eso sólo Dios lo sabe. Tengo muchas ganas, muchas ideas, no he perdido el entusiasmo que tenía a los catorce años cuando armé mi primer grupo y eso es sumamente importante. Cuando tengo que armar un concierto, ensayo con mucha fuerza, estudio con las mismas ganas que cuando era un pibe, todo eso para poder subirme al escenario y disfrutar. Cuando pierda esa magia, ese día me voy a bajar para siempre.

Matías Velazco

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