SieteNotas

Ana Prada, en viaje consigo misma

3/6/2006

Vivió en el campo, ha sido “la chica surfista” de La Paloma, se recibió de psicóloga, y hoy, con treinta y cinco años, Ana Prada, una de las cuatro vocalistas del cuarteto “La Otra”, acaba de sacar su primer disco: “Soy Sola”.

Entre mate y mate nos confesó que: “Con soy sola no quiere decir que está en soledad, sino que va a la existencia del ser como único”.

Influenciada por la música desde niña, se considera dentro de una “corriente” denominada “El Templadismo”. Por esta razón, también dialogamos, vía e-mail, con Daniel Drexler sobre “El Templadismo” y explicó que es “una especie de marco teórico para la creación de canciones desde la cuenca del Río de la Plata. El clima templado de nuestra región parece reflejarse en partes importantes de su trabajo. No pretende ser un movimiento, ni una secta críptica, ni mucho menos… Ana, entre otros, también estaría dentro de esto”.

“Soy Sola” va a salir primero en Argentina, con el aval de “Los Años Luz”: sello discográfico independiente, y después se va a importar para nuestro país. La presentación oficial va a ser en agosto en el Teatro Florencio Sánchez de Paysandú, de donde es oriunda.

Ana, ¿sos sola?

No, y sí.

¿Cómo?

Te explico. Como yo nací en Paysandú y me crié allí, cuando llegué a Montevideo yo siempre jorobaba, con la guitarra y las trenzas, diciendo que era del campo y que era “sola”: esta sería como la aparte más chistosa del nombre del disco. Pero fundamentalmente tiene un sentido más filosófico y universal: todo esto apunta a la unicidad del ser, a la existencia del ser como único. De hecho, yo trabajo con un grupo de adultos mayores y frecuentemente en los talleres viene una señora que me dice: “yo no puedo venir porque soy sola”; y en realidad todos somos solos por más que estemos acompañados. Nacemos y morimos solos. El nombre del disco viene desde hace mucho tiempo. “Soy Sola” existía antes de que “La Otra” estuviera en un impás.

¿Por qué te separaste del cuarteto vocal “La Otra”?

Este año cumpliríamos nueve años, pero no es que yo me separé del cuarteto, es que Sara Sabah quedó embarazada y como tuvo un embarazo complicado y estuvo muchos meses a quietud absoluta, esto llevó a que “La Otra” se detuviera un poco… Sarita siempre fue el alma máter del grupo desde el punto de vista artístico, es el pilar (cuenta con orgullo). Por tanto, oficialmente el cuarteto no se disolvió, nos tenemos que sentar a hablar… estamos viendo qué hacemos…

¿Cuándo te cayó verdaderamente la ficha de sacar tu propio disco?

La idea de mi disco la había empezado a trabajar estando el cuarteto en plena actividad. Yo vengo trabajando en este disco desde hace dos años, y en pleno proceso me fui con “La Otra” a grabar a Córdoba. En ningún momento pensé en dedicarme sólo a hacer mi carrera solista. Si bien es cierto que empecé un nuevo camino musical, mío y personal, que no tiene nada que ver con que si el cuarteto existe o no, yo iba a convivir con ambos caminos.

¿Qué considerás que diferencia a estos dos caminos?

En “La Otra” yo tenía un papel mucho más pasivo, hice sólo un arreglo; la que tenía un rol más activo era Sarita.

Y hoy, ¿cuál es tu papel?

Yo en primer lugar cambié en el sentido de que yo ahora puedo hacer cosas que antes no creía; pasé de definirme sólo como intérprete a ser compositora; di un paso muy importante. También gracias a haber estudiado y ser psicóloga, encontré en mí lugares adonde nunca había ido, lugares de infancia. Creo que ya con el hecho de hacer una canción estás en un estado emocional importante, estás como en un romance con esa canción. Es un ejercicio mental y emocional que antes yo no había hecho.

¿Cómo te imaginabas tu disco?

Yo tenía dos o tres temas míos, otros temas en co-autoría con Patricia Kramer, que es cantante y compositora, y además tenía la idea de juntar canciones de autores contemporáneos, de mi generación, pero tampoco quería que me quedara un disco ensalada (se ríe). Carlos Casacuberta me ayudó mucho.

¿Por qué Carlos?

En marzo del año pasado, me encontré con Carlos en una reunión familiar después de que Jorge Drexler -mi primo hermano- se ganó el Oscar. Ese día se armó “cantarola” y mi primo Daniel me obligó a cantar. A Carlos le gustó y me propuso trabajar juntos. Yo dije: “Este ómnibus pasa sólo una vez” (se ríe con euforia). Yo iba los viernes de tarde a su casa y le llevaba las letras que iba componiendo. Carlos me exigió “apoyar la cola en la silla” y decir: me pongo a trabajar, porque la creación y el arte es algo de talento y mucho de esfuerzo. Las ideas no te caen solas. Descubrí que ese trabajo es muy lindo.

¿Qué significó ese tiempo para ti?

Esa fue la etapa más maravillosa de todo este proceso. Este tiempo me hizo crecer personalmente, madurar. Por primera vez pude estar conmigo misma haciendo cosas mías. Ese trabajo personal de buscar canciones adentro y sacar temas fue un proceso muy movilizante; en vez de hacer terapia hice canciones (se ríe). Este fue un viaje interno mío; además ahora me siento mejor persona porque soy menos criticona, menos egoísta, valoro más el trabajo de los demás. Es como que te das cuenta lo difícil que es y cuando uno está más contento consigo mismo, está más contento con los demás y con el mundo que lo rodea. La felicidad de haber hecho este proceso es el éxito en este momento.

En una entrevista que leí decías que tenés un estilo abrasilerado por un lado, una veta criolla por otro y que en definitiva sos como “un cóctel muy interesante”. ¿Tú que opinás?

Yo he tenido muchas vivencias diferentes a lo largo de mi vida. Trabajé en el campo como peón, así como también de tripulante de proa en un velero en Punta del Este; he sido la chica surfista de La Paloma… veraneaba allí y conocí gente distinta a la que vivía en Paysandú. Por otro lado, tenía abuelos paternos intelectuales vinculados a la educación, a la UNESCO, y mis abuelos maternos eran camperos y fueron los que me criaron… Quizás por todo esto soy medio una coctelera (se ríe).

¿Tu disco creés que también es una coctelera?

Mi música tiene mucho aire de campo: hay milongas, chacareras, valses criollos, hay una canción que tiene un aire abrasilerado pero en realidad está milongueada, tiene un aire de cosas litoraleñas, suena acordeón, suenan guitarras, también el toque electrónico de Casacuberta pero sin abusar; los instrumentos son acústicos y grabados en vivo. En realidad, no tengo una misión especifica con respecto a lo que quiero transmitir, recién estoy con “los pañales puestos y gateando” y pude sacar esto de mi. Básicamente son canciones de amor y desamor; quizás, el disco tiene un mensaje de soledad y un aire nocturno, pero no hay una intencionalidad definida. Yo llegue acá a los diecinueve y tengo treinta y cinco años, viví lo mismo acá que en Paysandú, pero me di cuenta que los lugares de la infancia te marcan a fuego. Dejé de buscar por el lado de lo urbano y recién ahí pude componer.

Pero ya no es a capela como lo hacías antes…

No (se ríe). Es bien distinto cantar a capela porque exige esa conexión entre nosotras por las voces, ahora estoy descubriendo un mundo nuevo, estoy aprendiendo a transmitirle a los músicos lo que yo quiero y ellos me muestran variaciones; aprendo en esa ida y vuelta (explica convencida). Yo compongo con una guitarra. Sigo haciendo música popular pero no es folklore puro ni tampoco es un rock and roll ni un pop urbano, es difícil definir mi disco, es una fusión interna pero no hay una intencionalidad clara de fusionar ciertos instrumentos con otros… (Mientras me muestra el cuaderno en donde compone, cuenta) El disco es bastante folklórico, tiene aires de Río Grande Do Sul, de Uruguay, de Argentina, de esta franja donde se está empezando a definir un nuevo movimiento que se llama “El Templadismo”. En este forman parte Daniel y Jorge Drexler y parecería que mi música también, porque mis canciones son de autor musicalizadas, que tienen un aire de campo pero también una cosa urbana en su temática, en las letras…

¿Qué es “El Templadismo”?

Responde Daniel Drexler:
Si tuviera que definir El Templadismo en pocas palabras te diría que es una especie de marco teórico para la creación (en mi caso de canciones) desde la cuenca del Río de la Plata. No pretende ser un movimiento, ni una secta críptica, ni mucho menos. En todo caso sería un movimiento “de hecho” ya que con varios creadores como Kevin Johansen, Carlos Casacuberta, Jorge, Fernando Cabrera, Vitor Ramil, me encontré, de una forma natural, en un punto de gran coincidencia estética e ideológica… Nunca hubo una reunión donde decidiéramos lanzar -por ejemplo un manifiesto-. Todo está pasando de forma natural, en charlas de a dos o de a tres y la verdad que no interesa si tal colega o tal otro pertenece o no. El Templadismo es una fuente abierta para el que quiera acercarse a beber, para el que quiera integrarse al debate.

Como muy bien decía Ezequiel Martínez Estrada en “La radiografía de las pampas”, el clima y la geografía de una región tienen un peso muy importante en la forma de pensar de sus habitantes. El “humor” de los creadores refleja en gran medida el paisaje que los rodea. Escuchando la música de Björk o la de la movida de Bristol, se puede “adivinar” el frío, así como se puede intuir la luz solar intensa que hay detrás de la música “Axê” de Salvador de Bahía. Con Jorge tratamos de empezar a darnos cuenta cuánto había influido la posición geográfica en nuestra postura estética y en la de nuestros colegas. Si bien me gusta mucho Björk y Carlinhos Brown, y disfruto mucho oyendo lo que hacen, claramente me sentiría extraño creando exclusivamente dentro de sus coordenadas. El clima templado de nuestra región, ni muy frío ni muy caliente, la geografía suavemente ondulada de la penillanura, el agua, parecen reflejarse en partes importantes de mi trabajo, del de los músicos que cité más arriba y de Ana Prada, entre otros.

“SE ESTÁ RECONOCIENDO A LA MÚSICA COMO UNA PROFESIÓN”

Ana, habrás vivido más de una situación amarga en tu vida ¿no?

Sí, y la primera canción de mi disco lo cuenta muy bien. “Amargo de Caña” habla de Paysandú. Cuando yo escribí esta letra estábamos en plena crisis, se iba mucha gente al exterior entre dieciocho, veinte y treinta y cinco años. Se fueron siete mil jóvenes, era una ciudad que se deprimió. Recordaba mis lugares de la infancia y me vino una tristeza de querer volver a ser chica y estar protegida en mi casa, en mi ciudad, con mis padres. La canción además hace mención a “La parada esperanza”, que es una parada de tren que queda a 10 km. de Paysandú y es un pueblo en el que se hacían bailes. El tren no pasa más y esos pueblos murieron…

¿Seguís extrañando tus pagos?

(Mientras me ceba un mate confiesa) Amo las dos cosas, me encanta donde vivo, a media cuadra de la playa, pero si pudiera hacer plata y comprarme un campito me lo compraba e iba y venía; en el campo siento que no me falta nada, en la ciudad, sí. Yo estoy en Buenos Aires y me deprimo, necesito dosis de naturaleza. Sin embargo, también preciso otras de urbanismo: si no veo al público por mucho tiempo, siento que me falta algo; soy parte de las dos cosas.

¿Con “Soy Sola” que quisiste contar?

Esta canción describe el momento de una fiesta de campo: te busco, sigo bailando hasta que te encuentro, pero me voy sola. Es una canción media onírica que parece como un sueño porque es delirante.

¿Te identificás con un Tentempié?

“Tentempié” alude a la dicotomía, a los dos polos de cada uno: te digo una cosa y hago otra; lo que debo y lo que quiero hacer: pasión y sacrificio. Ese vaivén al borde del precipicio en el que muchas veces nos encontramos.

¿Qué es lo que viene después?

La idea es: quiero romper esta realidad (sopla el charco que es como si rompiera un espejo) para poder volver a encontrarme en una realidad contigo. Pero después la canción vira y no va a intentar otro sueño con la pareja: voy a andar lo que viene después de ti; no porque llore te voy a olvidar, pero igual voy a tratar lo que viene después.

“La Maleta” es una co-autoría con tu madre.

Esta canción es un poema de mi madre, del año ´79, que ella me dio. Mi madre trabajaba en un liceo frente a una plaza y había unas palmeras bien derechas y ella estaba pasando por un mal momento, se tenía que ir del país, y las miraba para no derrumbarse… Las palmeras reflejaban esa actitud soberbia, erguida que hay que tener (explica con entusiasmo) parar seguir adelante.

“Tierra Adentro” es una canción bastante melancólica…

Se la hice a mi abuela cuando estaba muy enferma. Yo estaba en Montevideo y me avisaron que me fuera para Paysandú, y esa noche hice esta canción que refleja que le quiero escapar al tiempo e ir tierra adentro para rescatar los momentos que perdí sin estar con ella. (Liliana Herrero, folclorista argentina, grabó este tema en su disco “Litoral”.)

¿Por qué elegiste “Dulzura Distante” de Fernando Cabrera?

Fernando Cabrera me dio esta canción que él no cantaba en ese momento y me sentí muy identificada con la letra y con el estilo porque tiene una composición muy criolla en su música.

¿No me ves?

Es una co-autoría con Elvira Rovira que hace poemas y es mi gran amiga y compañera. Tomé un poema de ella y le cambié el estribillo. Participa Patricia Kramer y fue una canción que surgió de una noche de cervezas pero a partir de una idea de Elvira. Es una canción de amor de una persona que tiene que vencer muchos escollos para poder vivir ese amor, pero a esa persona le cuesta entender lo que le está pasando a la otra, por eso no lo ve.

¿Te fuiste al río Queguay a escribir “Brillantina de Agua”?

Al río Queguay iba a pescar de chica. En un momento sentí que no iba a poder componer más, estaba angustiada, a punto “de tirar la toalla”, me fui para el río internamente y vi que es un río plateado, saltarín, que hay rocas, que el agua revienta en las rocas y crea como una brillantina de agua plateada y que llega al río Uruguay pero nunca va a llegar al mar; le cuento mis dolores al río y él es mi cómplice, nos entendemos mutuamente.

“La Red” hace referencia al “encuentro en el chat”…

(Suena el timbre, ladran sus dos perros y le abre a su alumna de canto, “Gabi”) Es una co-autoría con Patricia Kramer. Surgió por entrar en el ciberespacio y todo mi tiempo pasaba por no irme de al lado de la computadora por si se conectaba la persona que yo quería… ¿Quién soy cuando caigo en la red? Me desdibujo por ser lo que vos querés que yo sea…

¿A quién te referís en la letra “Cada mancha de tu cuero”?

Se la hice a mi yegua “La celeste”. El ritmo de la canción es el trote, es el vínculo entre yo y un caballo. En esa canción hay mucho del poema de Oliverio Girondo: “La transmigración”, el tipo transmigra: deja de ser él y se transforma en una piedra, en una mujer, en un árbol. Uno se cuestiona como puede entender las cosas que lo rodean si nunca ha sido caracol, árbol, ni arroyo… eso de tratar de salirse de uno y dejarse llevar por el mundo, por objetos, es un ejercicio mental muy interesante.

¿Muchas veces decís “Pero no”?

Es un valsecito criollo que cuenta que fue muy cobarde pero ya no lo es más. Habla de relaciones prohibidas, pero en un momento se anima a mostrarse con la persona amada y ese vínculo deja de ser prohibido.

¿De dónde sale “Un cuarto”?

Esa canción narra una historia de amor y surgió por una conversación en servilletas que tuve con mi persona amada. Nunca hay que entregar todo el corazón. Me guardo un cuarto de fracción de corazón pero nunca amé así… Es otra co-autoría con Elvira Rovira.

¿No tenés soledad o sos sola?

Es un poema de Gabriela Mistral musicalizado por Samantha Navarro. Resume lo que sería ese viaje de “Soy sola” hasta no tengo soledad… el ser sola es distinto a si tenés soledad o no. Con “Soy sola” no quiero decir que estoy en soledad, digo que soy una individualidad; va a eso, al ser, a la esencia del ser. Cada uno es.

¿Cuánto tiempo te llevó todo este proceso?

Carlos no me vetó ninguna de las canciones que le llevé; la verdad es que fue un proceso súper rápido. (Mientras se toma el último mate) Carlos enseguida coordinó toda la grabación del disco para ver con qué músicos iba a ser. Del 15 de noviembre al 15 de diciembre se grabó todo el disco. Alrededor del 15 de enero terminamos de mezclar…

¿Por qué eligieron un campo de girasoles para la tapa del disco?

Matilde Campodónico hizo las fotos que fueron sacadas dos días de luna llena, en un campo de girasoles, a las tres de la mañana. Fue idea de ella hacer la tapa con fotos nocturnas, porque el disco tiene un aire nocturno. Se hizo en un campo de girasoles porque fue lo primero que vimos cuando salimos a recorrer y nos gustó.

Por último, ¿creés que se le está dando más importancia a la música nacional en nuestro país?

Sí, sin dudas, pero lo más importante es que se está reconociendo a la música como una profesión y eso me parece muy positivo…

Federica Inthamoussu Riet

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