SieteNotas

Eduardo Darnauchans, De cantos y desencantos

17/6/2001

Estamos en el casi mítico bar Outes, en el centro de Montevideo, a media cuadra del teatro en el que Eduardo Darnauchans estuvo presentando hasta hace unos días el ciclo "Darno x 3", celebrando sus treinta años con la música. Nos sentamos con él en una de las pocas mesas que hay en la parte de arriba; temas de conversación no nos faltan: le pregunto sobre su particular modo de cantar, su relación con el público, el por qué de sus diez años sin grabar un disco de estudio... Darnauchans mira a los ojos, contesta pausadamente y fuma. Así, mansamente, salió este mano a mano con uno de los referentes del canto uruguayo.

No es poca cosa llenar tres semanas seguidas un teatro, incluso quedando gente afuera...

Dado como está la plaza en estas temporadas sí que es difícil, es una cosa bastante difícil. Por suerte hemos trabajado... el teatro es un teatro que no llega a las doscientas localidades ¿no?, pero con todo... dadas las carestías y demás avatares uruguayescos uno se siente contento de que la gente responda.

¿Vos como te sentiste en el escenario los otros días?

Yo me siento por lo general siempre bien, en especial esta vuelta me sentí muy bien, porque el público es un público muy cálido, un público que te responde, que te hace silencio, que aplaude cuando tiene que aplaudir y sabe bien cómo es. Aunque como tú decías hoy, antes de la nota, no conozcan algunos de los códigos de mi generación ¿no?, pero igual son respetuosos de ellos... que no es tampoco una cosa extrañamente hermética ni nada por el estilo, simplemente una manera... son treinta años de música que llevo yo en el lomo.

Esos treinta años, ¿de qué son?

Desde mi primera actuación profesional y mi primera grabación montevideana, que fue en el ’71. Así lo cuento yo.

Y el hecho de que hace tanto que no grabes, ¿por qué se da?

En parte porque no tenía muchas ganas de grabar, porque no son muy atractivas las condiciones en las que estamos ahora para grabar en Uruguay una vez que el sello Orfeo desapareció y todo nuestro material está en Argentina ¿no?

¿Pero eso no te lleva a querer hacer un material nuevo?

Lo que pasa es que el tipo de producción nacional que hay no sé si va a encarar una producción grande. Yo preciso una producción grande. O si no, derecho viejo, un disco en vivo. O todo o nada.

Cuando decís producción grande, ¿a qué te referís?

Con muchas horas de estudio y de trabajo. No diez horas y afuera ¿no? Sé que lo que estoy diciendo puede parecer pretencioso, pero es así. Las horas tienen que estar para que uno busque y busque y busque.

Ahora, ¿no sentís que esa falta de discografía nueva te aleja un poco de una generación joven como la mía?

Claro que siento eso, cómo no, más que bien que lo siento, pero bueno, las cosas se han dado así. El fin del siglo se me vino así a mí.

¿Cómo te ves vos?, ¿baladista, musicalizador de poesía, trovador...?

Soy un baladista. Los baladistas somos solistas que trabajamos sobre textos... un poco el paradigma que inventó Dylan en Estados Unidos, Donovan en Inglaterra, o en Escocia, perdón, Serrat, Sabina, toda esa barra en España... Cohen en Canadá y en el mundo. Es eso ¿no?, el hombre con su canción. Mucho más allá que otras cosas. Y eso se tiene que defender con uñas y dientes, con una base musical muy efímera; vos viste que son dos guitarras y un bajo, y en este caso la voz de un servidor que ya tiene unos cuantos años de desengaños ¿no?... de cantos y desencantos.

En el caso tuyo la voz como instrumento.

Yo a veces toco la guitarra en algunos temas, pero fundamentalmente lo que hago es cantar.

Pero, en cuanto a la forma de interpretar, hay una búsqueda...

No, sí, claro. No es inocente como en mis primeras épocas. Obviamente yo he robado, he escuchado, he hurtado respiraciones, fraseos... una serie de cosas ¿no?, que hacen al oficio del cantante.

Lo de la respiración... incluso en los discos ¿no?

Sobre todo si yo soy asmático tengo que saber cómo respirar.

Sí, pero el tema de que se escuche...

Ah, sí, que se escuche. También, sí, sí.

Como buscando una cercanía.

Buscando sí, porque ahí está una garganta, unos pulmones, una boca, unos dientes, una lengua, unos labios; no es un muñequito "michael jacksonesco", que no se sabe si canta él o canta un enano que tiene en la nuca.

¿Laburás mucho el tema de la colocación de la voz en los temas? O sea, ¿cuándo elegís una canción sos de ponerte y laburarlo, buscarle cada rincón?

Sí, sí. Lo que pasa es que por último se me hace como una cosa que ya lo hago inconscientemente. Al trabajar sobre la composición de la melodía y ver los recovecos que tiene el texto, ya voy viendo cómo tengo que hacer para resolver eso. Que me salga después cuando tengo que hacerlo es otra cosa, pero soy en ese sentido muy exigente. Porque no soy un gran cantante, pero quienes sepan algo de canto sabrán que soy un orfebre, un artesano más que un artista en ese sentido, un buscador.

¿Y encontrás?

Lo que pasa es que, justamente, el trovador lo que hace es encontrar. Y de repente encuentra sí, pero si no busca no va a encontrar.

A mí me gusta mucho eso que hablás a veces de ser zurcidor...

Yo lo tomé de una entrevista que le hicieron a John Lennon. John Lennon solía decir que, o dijo en esa oportunidad, que los periodistas, la gente, el público, creen que un compositor es una persona que de repente una varita mágica viene, lo toca y sale una canción ¿no? Y él decía que él mismo se comparaba con un zurcidor, como un zapatero remendón; pedacitos de melodías que él fue dejando atrás después viene, las pone para adelante con pedacitos de letras y va armando esa zapatilla de cristal ¿no? Pero en base a un zurcido, a un trabajo de artesanía dura.

Aquello de que el diez por ciento es talento y el noventa por ciento es trabajo.

Trabajo, exactamente. En el caso de él también había un plus de genio.

¿Cómo ves hoy la movida musical que hay acá?

Realmente la conozco poco, la conozco muy poco. Me parece muy bien. Yo a veces veo en el canal de la Intendencia (TV Ciudad) lo que podría llamarse los grupos que están; hay algunos que me gustan mucho, otros que no me gustan nada, que son solamente movida, o sea, para bailar y esas cosas está bárbaro, pero me gusta porque hay mucha diversidad, eso es lo que está bueno para mí.

¿Qué música escuchás en tu casa?

Prácticamente no escucho música. Pero cuando escucho música escucho música antigua, me seda mucho, me tranquiliza, cuando no hay conversaciones y esas cosas. Al conversar no se escucha nada. Me gusta mucho escuchar música medieval, me gusta; mis amigos saben y cuando van al exterior, a Francia por ejemplo, a Alemania, me traen materiales del siglo XI, siglo XII, recreaciones ¿no?, creo que no había grabadores en aquellas épocas todavía (risas). Es decir, como si fueran de aquella época. Música religiosa de esa misma época también, o anterior. La monodia, el canto ambrosiano, el canto gregoriano.

¿Y la música de raíz uruguaya?

Lo que pasa es que no escucho mucho ahora. Pero durante mi niñez escuché muchísimo a Osiris Rodríguez Castillo, bueno, a Zitarrosa; a Zitarrosa lo sigo escuchando muchísimo, muchísimo, porque esa colección que editó Posdata está muy buena, siempre salís encontrando alguna cosa nueva, algún ensayo de algo... ese material me parece formidable, lo sigo escuchando.

Aparte el tipo en lo que hacés vos era...

Era un capo. En fraseo, en la respiración, en todo eso ¿no?, un señor. Y bueno, otra cosa que hago es escuchar a Viglietti... material de El Kinto, me gusta mucho escuchar a los Buitres, me gustan mucho los Buitres; me gusta La Tabaré, me gusta una parte de lo que hace El Cuarteto de Nos, sobre todo cuando se vuelven muy irreverentes me gustan más todavía... y bueno, por ahí va... La Trampa, otro grupo que me gusta mucho.

¿Tuviste relación con Mateo en su momento?

Bueno, la relación que casi todo el mundo tuvo, muy superficial. Porque Mateo era un tipo prácticamente inexpugnable ¿no?, siempre andaba... seguramente era un hombre tan débil que tenía que recurrir a una coraza ¿no? Pero sí, tuve, un montón, claro que sí.

Con el "Choncho" (Lazaroff) también.

Con el "Choncho" mucho más. El "Choncho" era un tipazo, aparte de un músico, un cantante, un docente... un tipo que, igual no se puede comparar al "Choncho" con Mateo.

No, sin ánimo de comparar.

La excelencia de Mateo y la del "Choncho" son distintas. Yo creo que Mateo nunca dio clases de nada ¿no? Repito, eso no quiere decir que sea una mala persona, no es así; era así porque el mundo lo hizo así. Como dice la canción: "soy rebelde porque el mundo me hizo así".

¿Y cómo creés que te ven a vos?

Me ven como me quieren ver. Por lo general me ven como un tipo bajoneante, como un tipo huraño, hosco, irónico; yo no soy eso. ¿A vos te parece que yo soy así en esta entrevista?

No.

Bueno, me ven así... Los que no me conocen y quieren que yo tenga un personaje, bueno, yo no tengo ningún problema, yo se los desarrollo en los recitales. Pero aquí, en la intimidad de esta pequeña mesa, estas paredes rugosas, este grabador enfrente, soy como soy, sencillamente un ser humano común y corriente que lo que lo diferencia de algunos otros es que canta y compone canciones, apostó eso a su vida; apostó en eso su vida. No es una apuesta muy segura ¿no?, a nivel de la bolsa de valores no cotiza mucho (se ríe)... Sí cotizan las multinacionales del disco, las que nos han puesto la pata en la garganta. Es bueno decirlo. En el Uruguay, como es un mercado chiquito, para qué van a jerarquizarse las cosas, por eso me parece muy bien que existan este tipo de vías de comunicación como el deluruguay.net éste de ustedes, que bueno, colabora.

Acerca.

Acerca... que nosotros también existimos ¿no?, y que no somos muñequitos. A veces tenemos que mandar un muppett a un recital, para ser ese personaje, pero una vez terminado eso... hay que pagar la luz, la contribución inmobiliaria, cambiarle las cuerdas a la viola, y a veces no da el dinero.

¿Alguna vez te sentiste así en cuanto a tener que impostar un personaje?

No, impostarlo nunca. Me salió natural, salió naturalmente. Uno no puede ser el mismo cantando que hablando. Por algo uno no canta en ópera ¿no? Vos no me hacés musicalizada la pregunta y yo no te canto en una tercera la vuelta, o en una murga. Es decir, yo tengo que expresarme cantando, trato de no ser exagerado. Pero es necesario a veces despojarse de los problemas de uno, de sus nanas, de sus propios problemas personales para compartir con el público; de repente hacerlo reír un poco, hacer un chiste, decir una tontería, a veces se desafina una guitarra y hay que cubrir ese silencio, o ese momento en que hace "doing – doing – doing – doing" (imitando la afinación de una cuerda), ahí sale un poco ese personaje que yo llamo muppett.

Eso que vos decías de cómo se te ve es algo real, de repente hay como una sensación de que podés ser un tipo oscuro o un tipo, no sé si diría bajoneante, pero hay algo de eso y está bueno que puedas contar como lo ves...

Yo por lo general no desdeño cuando tomo temáticas para trabajar a nivel de texto y su soporte musical de la oscuridad del ser humano, y mis propias oscuridades. Eso no quiere decir que no haya tremendos rayos de sol que se filtren.

A veces se puede confundir con profundidad...

Bueno, creo que a veces se puede confundir con profundidad. Yo intento ser profundo a veces, y a veces intento ser oscuro también. Por eso separé los términos ¿no? Ahora, que yo diga de mí mismo que intento ser profundo está bien, que yo diga que lo logre es otra cosa.

Y los uruguayos en general, ¿crees que somos un poco oscuros, o grises?

Somos una nación bastante chata ¿no? Por ejemplo, hacemos un raconto de cómo está vestida la gente en este lugar, vamos a ver que ¿cuántos amarillos, rojos...? Es todo azul, gris, marroncito... Y es así, la manera de ser es así. Yo no sé por qué será eso, supongo que será por una extraña nostalgia de no sé qué que tenemos.

No crees que sea una frase hecha esa de "uruguayos grises"

Uruguayo gris, no, creo que no, yo hablé de una especie de... el uruguayo se vive quejando (risas)

¿Nos falta sentimiento de comunidad?

Creo que sí. Ahora, ese sentimiento de comunidad yo pienso que tendría que ser mucho más amplio. Yo no sé si abarcaría todo el Mercosur, pero sí el sur de Brasil, el litoral argentino y la provincia de Buenos Aires ¿no?, muy parecido, muy parecido. Ese país cultural o país musical del que hablaba Ayestarán creo que... no sé si llegará hasta el norte de Brasil o hasta el norte de Argentina o hasta Paraguay, no sé; pero que hay una identidad hay. Y excede nuestras fronteras.

¿Te sentís empapado de esa identidad a la hora de componer?

Sí, de alguna manera sí. No puedo escapar, soy de acá. Lo que pasa es que lo que yo a veces evito es dar lo de raíz folklórica directamente. De repente yo te estoy tocando una melodía que te puede parecer una melodía de balada pop, y estoy tocando una milonga. Como la pudo haber tocado Yupanqui. Estoy pasando gato por liebre. Y es lo mismo; porque la métrica es la misma.

¿Hoy por hoy que estás preparando?

Estoy viendo realmente si vale la pena que yo grabe un disco o no. Estoy buscando los temas que yo tengo compuestos; hay temas que tienen veinte años de compuestos y que nunca nadie los escuchó. Hay temas que estoy componiéndolos todavía, hará dos meses. Temas que tienen dos años de compuestos que toqué por primera vez el otro día en el ciclo, por ejemplo. Material tengo como para dos discos. El tema es si merece la pena ser. Porque sacar un material como quien saca chorizos a mí no me gusta. Me gusta que valga la pena, para mí... ¿eh?, que soy mi único juez. Después que está hecho, que se lo lleven los perros. Si al público le gusta, bueno, sería lo mejor del mundo; pero inicialmente el juez soy yo.

Juan Castel

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