SieteNotas

Buenos Muchachos en el Teatro Solís

24/10/2013

El Teatro Solís recibe el Antídoto de Buenos Muchachos

 

El Teatro Solís está emplazado en las esquinas de las calles Buenos Aires y Rincón, en lo que fue la ciudadela de Montevideo. Fue durante el siglo XIX un punto de encuentro para la clase alta montevideana, que concurría finamente ataviada para presenciar las obras que allí se representaban…  

 

El pasado jueves 24 voy llegando al lujoso teatro –refaccionado hace quince años- y el contraste se hace evidente: un grupo importante de jóvenes vestidos informalmente haciendo la clásica previa antes de un toque de rock and roll. Veo canguros negros, tetrabrick y un ambiente distendido y tranquilo.

 

Cuando voy entrando el muchacho que va delante apaga un cigarro flamantemente legal en el  cenicero de la entrada y hacemos la fila. Al costado hay una mesa con una olla plateada enorme y vasitos verdes con un extraño líquido verde (licor de menta). Alguien comenta: “Es el Antídoto”. Así es. Así se llama el espectáculo que hemos venido a ver.

 

“Cuando estás mal, el Mundo está llamando y nada es el final cuando la música está llegando”, canta Pedro Dalton en el primer tema del concierto. Curiosamente la iluminación del teatro, con esos falsos candelabros y sinuosa luz, le queda muy bien a la música climática y oscura que hace el grupo; un aire gótico se sugiere también.

 

En cuanto al sonido no hay dudas de que se trata de la misma banda garagera que a principios de los 90s comenzaba a ensayar en Montevideo. El comienzo del toque es intenso y emocionante, el público, que llena los cinco pisos del teatro, es uno de los más cálidos y espontáneos del rock uruguayo; un público fiel y cómplice.

 

Sorprende que el escenario esté despojado de amplificadores: estos se encuentran detrás de escena. Además de Pedro Dalton en voz, Marcelo Fernández en guitarra, Gustavo Antuña en guitarra, Mauricio Figueredo en bajo y José Nozar en batería, se han sumado a la propuesta el guitarrista Francisco Coelho y el  tecladista Ignacio Gutiérrez. Si bien la guitarra extra hizo que fuera más difícil distinguir el clásico entramado de guitarras –marca registrada del grupo–, el sonido del teclado se acopló perfectamente.

 

A pocos temas de a haber comenzado el toque, el repertorio se vuelve menos rítmico y decae energéticamente, pero vuelve a levantar con la interpretación de uno de sus mejores temas, Temperamento, canción que aumenta la intensidad gradualmente -al modo de cierta música electrónica- y que integró el afamado disco Amanecer Búho,  lanzado en 2003. Parece que el techo del viejo Teatro se va caer en cualquier momento ya que la gente canta y se sacude en las butacas y un numeroso público está de pie en los palcos superiores. El protocolo está a punto de quebrarse…

 

El repertorio del recital estuvo dividido entre los seis discos de la banda, priorizando su segundo disco Aire Rico, uno de sus mejores trabajos. De su tercer disco, Dendritas Contra El Bicho Feo, grabado en Buenos Aires, se destacó Brother Day, uno de los temas más interesantes, con influencias de muy difícil rastreo, algo así como una muñeira gallega tocada por Nirvana. Comentario aparte merece la excelente versión de Desestrés, sostenida en el sonido del piano y la voz de Dalton.  

 

Al final del show, la formalidad que sugería el suntuoso Teatro se desvirtuó totalmente durante la interpretación de De a Dos Mejor, con todo el público de pie cantando y bailando, algunas personas ya al borde del escenario esbozando una suerte de pogo y la banda entregada –como desde el primer minuto-, dejando toda su energía sobre el escenario.  

 

Así, Buenos Muchachos cerraba su segunda noche en el Solís convocando a más de dos mil seguidores que disfrutaron de todos los matices que esta banda montevideana puede ofrecer.

 

Fabián Echandía

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