SieteNotas

Pablo Traberzo, blues con sinceridad

3/7/2004

En 1996 Pablo Traberzo graba un disco junto a dos destacados músicos de blues de nuestro país y tras presentarse dos veces ante auditorios repletos, finaliza el año cumpliendo un sueño: tocar con B.B. King.

Las experiencias siguen alimentando su esencia y el trabajo intenso construyendo su técnica. Hoy, como principal guitarrista de la Pablo Traberzo Banda, hace vibrar el blues en el corazón de quién lo escucha y en una fusión perfecta con Gonzalo Farrugia, Quique Lafourcade y Adrián Hernández, muestra lo que es, poniéndole un sello de autenticidad a cada nota que se desprende de su guitarra.


¿Me equivoco si digo que el estilo musical que más te gusta es el blues?

Yo me considero un guitarrista de blues. Digamos que trato de tocar blues, pero con un encare muy personal. No trato de hacer blues de Chicago ni blues de Texas, trato de hacer blues a mi forma. Generalmente tomo el blues como hilo conductor y le voy agregando cosas de otros estilos. Muchas cosas de jazz, de rock and roll -en cuanto al sonido y la actitud de toque-, pero sin abandonar ese hilo conductor. Me sería imposible hacerlo, el blues es lo mío.

¿Qué es lo que encontrás en él que logra conquistarte?

La libertad en cuanto al momento de improvisación. Yo me considero un guitarrista más bien de improvisación que de tocar canciones. Si a mí me decís: “tocate una canción” y me das una guitarra yo quedo en blanco. Cuando improvisás sabés cuál es el territorio en el que te podés mover y tenés la libertad de ver qué es lo mejor que puede funcionar en ese momento exacto. Con la improvisación el mismo tema no suena dos veces igual, porque vos tenés un estado de ánimo particular en cada momento. Me pasa con el disco: la gran parte de guitarras está muy improvisada y para reproducirla en vivo tengo que poner el disco y sacar nota a nota porque no sé lo que toqué. Y eso es lo bueno, lo lindo que tiene el blues, que de repente con tres acordes tenés una libertad muy grande.

Es claro que en nuestro país hay muy pocas bandas que hacen blues, sobre todo a nivel de los músicos jóvenes. ¿Qué explicación le encontrás?

Estamos en un medio en el que el blues es solamente para determinado grupo social. Las radios no pasan blues y sólo se puede acceder a él comprando discos. ¿Qué pasa? Hoy comprar un disco cuesta mucha plata por lo que no todo el mundo puede hacerlo. Hay una decadencia económico-social que lleva a que la gente no tenga plata, no pueda comprar discos y que además no tenga la motivación para investigar. Entonces si no hay información, si la gente prende la radio y no escucha blues, no sabe qué es. Cuando digo la gente me refiero a la gente joven, que de repente escucha la radio o ve MTV y no hay nada que se parezca al blues. Los tipos consumen y reproducen lo que está a su alcance y el blues hoy en día no está al alcance de nadie. Es diferente a lo que pasa, por ejemplo, en el medio americano, en donde el blues es una cosa de consumo popular. A vos te puede gustar o no, pero tenés la opción de escucharlo en la radio o en canales de cable especializados. Si no lo escuchás es porque no querés, entonces ahí sí hay una elección. Acá no tenemos elección. Y por otro lado hay un montón de prejuicios con respecto al blues que hace difícil que la gente desinformada se interese. Se lo tilda de música aburrida, de música muy bajón, cuando no tiene nada que ver con eso...

¿De dónde crees que surgió ese prejuicio?

Y es un prejuicio general. La música se ha tomado siempre como un medio de diversión y nos han enseñado a olvidarnos de que no es solamente para mover el cuerpo, sino también para mover el alma. El problema es que la música que te mueve el alma es la que ponés para escuchar y no para bailar o para divertirte, entiéndase el buen jazz, el buen blues, la buena bossa nova, mismo la música clásica, y como que no existen. Vos prendés la radio y tenés un 1 % de eso. Entonces con la concepción de que la música es sólo un instrumento de diversión, lo que yo toco pasa a ser como muy under. Cosa que no me preocupa para nada, porque yo estoy tocando lo que quiero tocar y no estoy buscando llenarme de plata ni ser famoso.

Una vez, hablando con unos chicos que tienen una banda, les planteé la situación de músicos como vos, que son muy buenos pero que no están difundidos masivamente, sobre todo entre los jóvenes. Ellos me decían que la música que hacen algunos virtuosos del instrumento es difícil de digerir, por lo que es sólo para una elite. Quiero conocer la otra parte de la historia.

También eso es un prejuicio, porque decir que el blues o el jazz es para una elite es como decir que la literatura es para una elite. Si yo quiero leer buena literatura me meto, pero si yo no quiero hacer mover mis neuronas más de lo que hago mirando MTV es una posición muy cómoda. Nada es elitista en la medida de que vos te metas y trates de ver de qué se trata. Es todo un prejuicio que te armaste y que en realidad no existe. Con el correr del tiempo, lamentablemente, nos han enseñado a dejar de pensar. Yo soy de una generación donde todavía teníamos la posibilidad de elegir. En mis juegos de niño no entraba el Nintendo, vos tenías que imaginarte un montón de cosas. Como tu cabeza viene funcionando desde chiquito, cuando llegás a determinada edad tenés los elementos para discernir qué cosas son buenas y qué cosas son malas. Lo que es cierto es que hoy en día se generan muchos prejuicios a través del boca a boca, de lo que es el blues en este caso, y después se repiten sin tener idea. Porque yo te aseguro que a esos mismos pibes que me contaste los pongo adelante del escenario y piran todos. El problema es que tienen esa barrera mental que no los deja meterse. Está bien, cada uno elige su forma y yo no soy quién para ponerme a dar lecciones de vida a nadie, pero es una lástima que se pierdan la opción de acceder a un estilo, ya sea el blues o el jazz, por decir que es para una elite a la que ellos no pueden pertenecer.

Ellos también creían que en general a músicos como vos no les interesaba participar de festivales multitudinarios, como por ejemplo el Pilsen Rock, que podría ser una buena forma de hacerle llegar tu música a la juventud. ¿Cuál es tu posición respecto a tocar en festivales así?

Yo personalmente estuve en muchos festivales: toqué dos veces en el Teatro de Verano, toqué en Rocha en un estadio lleno de bandas y en el interior en mil lugares llenos de gente. He tocado acá en espectáculos en la calle al aire libre mil veces... He tocado en la calle en un festival con todas bandas de punk, menos nosotros que éramos la banda de blues, y la gente piraba. Porque yo creo que la gente, más allá de todos sus prejuicios, no es boba. Si vos le presentás una cosa que es digna, que hay laburo y que le ponés onda, lo reconoce. El problema no es qué toques o qué no toques. El problema es que a veces no te convocan. En el festival de Durazno, a nosotros nadie vino a llamarnos y yo defiendo mi pedacito: no voy a ir a pedir que me dejen tocar. Yo tengo 32 años y toco la guitarra desde los 14. Mucho gente me conoce y estoy seguro que la gente que hizo ese festival si le hablás de Pablo Traberzo saben quién es y qué hace. Si no me llamaron es porque no les interesaba. No creo que pase por no querer tocar en esos festivales.

¿Crees que podría generarse el deseo en el público uruguayo de escuchar blues?

Lo que pasa es que es una cosa que va muy de fondo. Tendría que haber una modificación en los sistemas de estudio. Vos te acordarás lo que era la materia música en el liceo. No existe. Hoy ponen al alumno frente a la música como si fuera aburrida, recontra rígida, estricta, una cosa de traje y corbata y no es así. No te insertan en la música, no te enseñan que la música es mucho más que eso... Eso está bien, pero es una parte de la música, hay muchas otras cosas que involucra que no las enseñan. ¿Entonces qué se me puede ocurrir para que la gente tome conciencia de que el blues o el jazz son buena música, si el aprendizaje te cierra los ojos? Yo cosa que no puedo concebir son los grupos de pop latino. Mirá que lo digo con el mayor de los respetos, yo respeto a todo el mundo, pero son tipos que en su mayoría los juntaron porque son medios facheros y les dijeron qué hacer, como si fuera dos más dos cuatro y ya funciona. Y funciona, porque la gente no tiene el poder de discernir si es bueno o malo, entonces es como la muerte a nivel musical. Y de repente miles de personas, que yo sé que tocan fenómeno, están esperando que venga el toque a ver si pueden hacer su noche. Es una vergüenza...

Hablando un poco del disco Un peso, es el primer disco de la Pablo Traberzo Banda, ¿verdad?

Es el primer disco con este proyecto. Yo en el ‘96 estuve en un disco junto a Jorge Zurraco de Las Pajas Blancas Blues, que ya no tocan más, y junto a Juan Faccini del Conde de Saint Germain. Quedamos los tres seleccionados en un casting que hizo X FM para su proyecto Todo por el blues, que consistía en grabar un disco con tres guitarristas de blues del medio. Se presentaron un montón de bandas, porque en los ‘90 hubo un boom del blues y mucha gente que estaba escondida salió a tocar blues porque era la onda. En aquel momento había, no sé, cuarenta bandas de blues sonando en Montevideo. Pero este es el primer disco oficial, sacado a través de un sello.

En una nota que te hicieron dijiste que era un disco contrarreloj, ¿en qué sentido?

Contrarreloj porque no tenemos un mango. Somos todos tipos de clase social media, laburamos todos, nos rompemos el alma, y bueno, para hacer ese disco yo tuve que vender una guitarra. La vendí y con la guita fuimos al estudio y tratamos de hacer lo mejor posible. Grabamos todos juntos para ahorrar tiempo y muchos temas fueron tocados de una sola toma, enchufamos y salió. Un tema del disco, “Indigo”, que es instrumental, no lo ensayamos nunca y salió todo en el estudio. Después otro tema, “Motivos”, es una bossa nova que habíamos ensayado para tocarla con toda la banda y como la grabamos y no nos convenció la terminamos tocando con guitarra española a último momento. El disco lo grabamos en dos días y son 14 temas. La grabación en sí nos llevó unas 16 o 18 horas y la mezcla, que consume más tiempo, nos habrá llevado unas 30 horas. Todo el disco lo habremos grabado en 50 horas. Por eso te digo, está todo hecho muy contrarreloj por una cuestión de plata. No había plata y tenía que salir bien de una. Claro, estuvimos meses ensayando para que saliera. También tengo a Gonzalo Farrugia en la batería, o sea, es un tipo que no se equivoca. Además tanto Quique como Gonzalo son músicos profesionales. Y con Fito, mi violero, toco hace mucho tiempo y nos miramos y sabemos lo que queremos. Entonces cuando te encontrás con gente así las cosas salen, no hay vuelta.

Yendo un poco más a lo personal, ¿cuál es la relación con tu guitarra?

La que se puede contar (risas). Vos sabés que soy bastante loco. Yo generalmente antes de los recitales importantes, cuando le voy a cambiar las cuerdas me encierro solo y es tipo ritual. Pongo música suave, tranqui y no me puede joder nadie. Tranquilo con las cuerdas, con las cosas y le hablo a la guitarra. Es loco pero me da seguridad de que después va a estar todo bien. Sé que subo al escenario con la guitarra afinada, pronta. Yo no puedo estar sin la guitarra. Ahora la semana que viene me voy a la Argentina y ya pensar que me va a faltar la SG me está poniendo como loco. Menos de tres o cuatro horas no puedo estar sin tocar. Además cuando yo me subo al escenario hay una parte de mí que se queda sentada mirando, la parte de la máscara que vos generalmente te hacés cuando estás con gente. Yo soy bastante tímido y retraído, entonces toda esa parte se queda ahí y lo que sube trato que siempre sea mi esencia, trato de entregar lo máximo. Olvido quién soy, qué estoy haciendo ahí arriba. Yo estoy tocando y estoy en trance. Entonces como la guitarra es mi instrumento en ese momento, tengo que tener una conexión muy fuerte con ella... Y te puedo asegurar que la tengo.

Cuando componés los temas supongo que lo hacés con la guitarra.

Normalmente la guitarra es fundamental. En general parto de la música porque no soy un escritor. De hecho canto y escribo por una necesidad, toco por naturaleza, que son dos cosas diferentes. Me gustaría poder escribir y cantar por naturaleza, pero yo sé que soy un guitarrista, que no soy un cantante ni un compositor. Pero cuando me pongo a escribir trato de hacer lo más digno que mi talento me permite. Entonces si bien toco naturalmente lo otro me lleva mucho trabajo.

Tenés un tema que se llama “Mi Viola”. Me intriga saber si habla de la relación con tu guitarra.

Es una canción muy vieja que habla de mi relación con la guitarra que tenía en ese momento. Yo soy un fanático de las guitarras en general, más allá de la relación que tenga con la guitarra de momento. Porque no hay una guitarra que sea MI guitarra, yo llegué a tener diez guitarras eléctricas, un fanático, me encantan.

En vivo se te ve muy compenetrado tocando, es como si la guitarra te absorbiera. ¿Sos capaz de sentir la presencia del público al mismo tiempo?

Yo la concepción del público la tengo antes de subir. El trabajo real como músico, es el que hago en el ensayo. Cuando subo al escenario subo a divertirme, no a laburar. Por más que en realidad esté laburando y me estén pagando por lo que estoy haciendo. Yo sé que voy a tocar para el público y que el público quiere escuchar determinadas cosas, pero subo a dar lo que soy. Porque sino sería hipócrita. Yo creo que lo importante como artista es que vos seas sincero contigo mismo. Subo a tocar y si te puedo comunicar con la música soy el tipo más feliz.

Me parece que para poder comunicar con la música hay que tener mucha sensibilidad, ¿crees que sos un tipo sensible?

Sí, yo me considero sensible. Hay una cosa que tiene que ver con las clases de guitarra que doy. Yo lo primero que les digo a mis alumnos es que hay una parte que no se puede enseñar, que es la del talento y la sensibilidad, porque es una cuestión que hace a cada persona. Entonces vos como estudiante de música -y yo me considero un estudiante porque en cada instancia de enfrentarme a la música aprendo un montón- tenés que tener como filosofía, me parece a mí, el poder desarrollar la parte emocional del asunto de una forma muy introspectiva: ponerte a pensar en la música, analizar los códigos que tenés con respecto a lo que es la música para vos. Y a mí me pasa que todo lo que es la música para mí ha sido una forma de vida. Entonces todo lo que hago con respecto a la música me enseña después a poder desenvolverme en lo que es mi vida particular, es lo mismo: la suma de esfuerzos que dan un resultado positivo, el dar para recibir, el ser sincero para después recibir lo mismo... En la música todo eso es aplicable. El tema es que si vos no usás tu cabeza para darte cuenta que la música es mucho más que una guitarra, que eso es sólo una puntita del iceberg, te estás perdiendo la parte más linda de la película, la que se siente en el alma.

¿Dirías que lo tuyo es un don o puro trabajo duro?

Lo que pasa es que la palabra don es medio tramposa. O sea, yo en ningún momento dije: “¡Ho puedo tocar la guitarra!” y salí tocando la guitarra. Yo toqué la guitarra porque estudié mucho tiempo y porque me rompí horas practicando. De repente el don que tengo es el de la paciencia y el de la perseverancia. No tengo un don de músico, pero sí tengo un don de laburante. Es decir, la parte de la creatividad y de la sensibilidad son cosas que las traés, pero que si no las ayudás con laburo te quedás como un tipo que tiene muchísimas ideas pero no sabe como plasmarlas. Por eso en cuanto a la parte técnica de tocar el instrumento yo te puedo decir que me rompo el alma tratando de ser mejor, de apuntar alto. Si me sale bien, me sale bien y si no me sale por lo menos apunté alto. O sea, no me conforma el hecho de tocar determinada cosa y que esté bien. Está bueno generarse una expectativa y tener un nuevo horizonte para seguir remando. Porque el día que vos digas esto soy yo, estoy listo, ya estoy contento, es el día que vos como artista te perdiste, porque estás negando la posibilidad de refrescar tu ser, y eso es una pena.

Viviana Scirgalea

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