bueno para escuchar

Diego Martino en vocales y guitarra rítmica, Guzmán Mendaro en guitarra líder, Frank Lampariello en el bajo, Rodrigo Trobo en la batería, y Martín Paladino en los teclados; logran que todo encuentre su lugar, y que cada detalle haga una poesía de la melodía que sale de sus instrumentos. Y sí, los pibes saben tocar; de eso no hay duda.

Las butacas del teatro se llenaron apenas se abrieron las puertas, a eso de las 22 horas, cuando un montón de adolescentes se hizo camino hacia lo que sería un buen espectáculo. El público de Hereford es un público fiel, que no defrauda pero que tampoco se entrega. La presentación fue contundente, con temas acústicos y eléctricos, con interacción de los músicos con la gente, y con un ritmo que se adecuaba al lugar; sin embargo, faltó fuerza del otro lado del escenario.

Previo al inicio del show, se dejó escuchar el típico cantito de aguante a la banda, entremezclado con silbidos y gritos generalizados; pero después del arranque los motores se quedaron fríos casi por el resto de la noche. Recién sobre el final, algunos cuerpos buscaron el pogo para el eléctrico, mientras que otros se acomodaron al borde del pasillo para ver mejor; pero de todos modos, no fue de los toques donde el público responde con más ganas. Pudo ser consecuencia del acústico, o de las dimensiones y comodidades del teatro como la "anti- sede rocanrolera", pero cuando el rock pega en el alma no hay nada que lo detenga.

La idea de la banda parecía ser presentar su último disco: Documentado Electro Acústico, que salió al mercado hace pocos meses atrás, y que está conformado, en su mayoría, por temas viejos documentados en vivo en su anterior producción discográfica, y algunos más recientes.

"No te dejaré caer en el infierno" encontró su lugar en el punto de partida, entre sonidos electroacústicos y una ambientación de relax sobre el escenario. Los cinco Hereford, sentados en sillas, y tomándose su tiempo entre tema y tema, fueron dándole vida a cada creación de su nuevo trabajo. "Turbulencia", "Hombre de atrás", y "El verdugo de tus sueños",fueron algunos de los elegidos para el comienzo. "Lo más simple de las cosas" fue de seguro uno de los más ansiados y aplaudidos. Con su atractivo acústico y la dulce armonía que la envuelve, conquista a la mayoría, que escucha fascinada.

El clásico "Perdición" fue, como acostumbra, de los temas que logró mayor apoyo de los espectadores. Alentados por "Chirola" (Diego Martino), corearon el estribillo y acompañaron con aplausos. Pero la participación más activa tuvo lugar después del segundo bloque, donde un set de temas eléctricos levantó un poco la energía adormecida.

"Rata" y "Globo a las estrellas", este último con la participación de Marcelo Fontanini: vocalista del grupo Snake, ocuparon los primeros lugares. Luego llegaron las nuevas canciones: "La vida es un juego" y "No voy a caer", y las sorpresas: un enganchado entre "Debiste Pensar" y "Todo está bien", que contagió y se hizo sentir entre los escuchas. Con "Bienvenida al show" los más "conservadores" saltaron de alegría y la falta de un "Live Wire" a pura polenta dejó con ganas a los amantes de AC/DC.

Una retirada y una vuelta a escena marcaron el final del toque, con la repetición de "Turbulencia" y "Hombre de atrás", pero esta vez en formato eléctrico. Un poco de agite en el frente le dio una dosis de adrenalina al cierre, pero ésta quedó atenuada por las luces encendidas de la sala, que permitían ver mejor a los músicos y a sus seguidores, pero que le quitaban magia a la performance.

De todos modos el trabajo de los chicos de Hereford valió la pena. Dejaron una vez más en claro que, cualquiera sea la forma que tomen sus canciones, siguen logrando un sonido limpio; y que los arreglos, que se ponen mucho más al descubierto en la parte acústica, no cumplen el rol de relleno, sino que son elementos claves para conseguir esa precisión que los caracteriza. Todo encuentra su lugar indicado y da como resultado, algo bueno para escuchar.

Viviana Scirgalea