La Vuelta de Traidores
Ellos saben bien: Montevideo Agoniza
Traidores volvió a tocar en vivo, luego de dos años de silencio, el pasado sábado 7 de octubre en el Teatro de Verano. Sólo unas 2000 personas fueron testigo de un espectáculo frío, del que se esperaba mucho más.
Hace 15 años salía a la calle el primer compilado de rock uruguayo, un disco de vinilo llamado "Graffiti", donde eran presentadas en sociedad algunas bandas que por ese entonces no habían editado aún su primer disco. De Neoh 23, ADN, Los Estómagos, Los Tontos, Zero y Los Traidores solo sobrevivieron algunas. Los Tontos están de regreso hace un año pero con nueva formación, Los Estómagos se transformaron en Buitres hace 10 años y Traidores se ha separado y juntado unas 4 o 5 veces desde aquel compilado. De todas formas, celebrar los 15 años de su primera canción editada y repasar toda su carrera eran buenas excusas como para volver una vez más a los escenarios. De eso se trató el show que Traidores (el artículo "Los" lo perdieron por el camino durante los '90) ofreció el sábado 7 de octubre en el Teatro de Verano.
En 1998 Traidores había vuelto con un espectáculo acústico y un disco en vivo que lo respaldaba, "Traidores en la profunda Noche" (Koala, 1998). Después de dos años de silencio, en los que el guitarrista Víctor Nattero se radicó en Buenos Aires, Traidores anunció su regreso con una superproducción detrás. Y aclararon: Traidores es Víctor Nattero y Juan Casanova (vocalista), los demás músicos pueden variar siempre. Así que en el bajo volvió a acompañarlos Daniel Jacques (quien ya lo había hecho para el disco "Radio Babilonia"), e incorporaron al joven Fernando Alfaro en la batería. En diversas notas a la prensa se cansaron de explicar que Traidores no volvía, que ellos siempre están y que tocan cuando pueden.
Dos meses de difusión nunca antes empleada para un artista uruguayo, una inversión en infraestructura para el show sin precedentes para una banda de rock nacional, la grabación del show en vivo en audio y video, auspiciantes varios, publicidad en todos los medios, la promesa de nuevas canciones, los 15 años de "Graffiti" y el regreso después de dos años de silencio no fueron suficientes para llenar el Teatro de Verano.
La noche del sábado hacía frío, afuera y adentro del Teatro de Verano. Seamos honestos: nunca hace calor en ese lugar (deberían cambiarle el nombre al popular anfiteatro), aunque muchas veces el calor lo brinda el espectáculo en sí, esa energía que resulta del contacto entre una banda y su público. Pero la entrada valía $ 150 pesos por anticipado, digamos que el show fue frío desde esa instancia, demasiado caro para el público que los sigue, y muy pretencioso tratándose de lo que fue.
El show anunciado para las 21:00 horas comenzó a las 21:15, y solo el primer anillo del Teatro de Verano estaba completo. Telas blancas decoraban el fondo del escenario alfombrado, y en desniveles se encontraban la batería y los sitios que ocuparían los músicos invitados. A los costados colgaban dos enormes torres de sonido, y varias cámaras se encontraban en puntos estratégicos para filmar oficialmente el evento. La cabina de sonido contaba con equipos de última generación, y era comandada por el técnico Daniel Blanco, quien hace 14 años grabó el primer disco de Traidores, "Montevideo Agoniza" (Orfeo, 1986).
Una breve introducción dio pie a "Radio Babilonia", la primera canción de las 30 que tocarían esa noche. Seguiría "Golpeando puertas", "Bailando en la oscuridad", "La luna no cuelga del cielo", y una emotiva "Invierno en la fábrica", canción que pocas veces tocaron en vivo, que nunca grabaron en ningún disco, y que el público jamás olvidó. "Crónica del sur", "Máquina", la vieja "No estoy loco" y la desesperada "Niños" precedieron al saludo que Juan Casanova envió al público, celebrando los 15 años de la primera aparición pública de la banda. Inmediatamente tocaron uno de los dos temas nuevos que presentaron esa noche: "Días y noches de amor y de guerra", canción que, según sus palabras, nada tiene que ver con el libro del escritor Eduardo Galeano, y que sonó como un tema que perfectamente podría haber estado incluído en el disco "Radio Babilonia" (Monitor, 1995), último trabajo en estudios de la banda hasta la fecha.
Luego vino un set acústico, con los integrantes sentados en bancos altos, y con un trío de cuerdas "extra" ubicados en una altura al costado derecho del escenario. Dos cellos y un violín acompañaron a las canciones "Amanecer" y "Palabras en un papel". Pero descansarían durante el tema "Flores en mi tumba", un clásico de la banda, que fue cantado de forma excelente por Casanova acompañado únicamente por la guitarra electroacústica de Nattero, en lo que fue sin dudas uno de los momentos más emotivos de la noche. El set acústico se completaría con "Como una plegaria (por América del Sur)" y "Profunda medianoche", la canción que identifica y da nombre al disco acústico de la banda, cuyos versos son extraídos de la "Canción de Zaratustra", de Friedrich Nietzsche.
Los instrumentos volvieron a enchufarse para continuar con un set que incluyó "Historia de la calle", "Solo fotografías", "Ella sabe bien" y otro tema nuevo: "Asesinos". Esta canción es la única que esa noche dejó indicios de una búsqueda por parte de la banda, retomando el clásico espírtu combativo con su letra y con arreglos que la alejan del sonido "Babilonia" del cual parece que les cuesta desperenderse. También fueron muy interesantes los nuevos arreglos que le dieron a "Rebel circo", haciendo que una vieja y emblemática canción sonara acorde a los tiempos que corren. Como de rebeldía se trataba, el show continuó con "Canción rebelde", sin duda un orden premeditado por la banda, al igual que los dos temas siguientes: la popular "Hojas en blanco" seguida de "Todos mis papeles" (siempre se comentó que la segunda era la continuación de la primera).
"La lluvia", dijo Juan Casanova, y si bien una gran luna colgaba del cielo, "La lluvia cae sobre Montevideo" fue la siguiente canción, uno de los pocos "himnos" populares del rock uruguayo. Después de tocar "Enemigo del mundo", Casanova agradeció al público presente y expresó: "les damos nuestro corazón, el alma, nuestra vida, nuestras canciones, gracias", y la emoción continuó con "Viviana es una reaccionaria" y una seguidilla de clásicos: "Viviendo en Uruguay", "Juegos de poder", "Montevideo agoniza" y un final muy rockero con una particular y breve versión de "Johnny B. Good". Los bises nos se hicieron esperar, y Traidores se despidió del público con "La muerte elegante" y otra vez "Radio Babilonia".
Traidores ofreció un show frío, marcado por la distancia entre la banda y el público. Más allá de la clásica escena de la banda, desde siempre estática y oscura, un show en un escenario tan grande hubiera necesitado un poco más de feed back entre el grupo y el público. Fueron contadas las veces en que Casanova le habló a la gente, y solo en esos momentos se escucharon ovaciones y cánticos alusivos a la banda. Un pequeño pogo se agitó frente al escenario, barrera de seguridad mediante, durante todo el recital. Al fondo, sobre la tribuna que había quedado sin llenar, colgaban solitarias algunas banderas en honor a Traidores.
El recital de Traidores fue uno de los mejores que dio la banda en cuanto a la calidad del sonido y de la producción, pero podrían haber aprovechado más una oportunidad como esa. No hubo suficiente innovación respecto a lo que habían realizado en los shows de los últimos años. Lo que se anunció como el recital del año no fue más que una buena oportunidad para ver a una de las bandas más importantes del país con una infraestructura que nunca antes tuvieron. La escencia musical de la banda permanece intacta, destacándose el virtuosismo de Víctor Nattero, quien con su guitarra logra conmover y dibujar el auténtico sonido del grupo. Casanova le da el mismo tono a todas las canciones, haciendo que por momentos parezca más de lo mismo, pero su voz no ha perdido la claridad ni la irónica dulzura que son su marca registrada.
Tal vez fue muy pretencioso que Traidores esperara llenar un Teatro de Verano después de estar tanto tiempo alejados de la escena y sin nuevas canciones bajo la manga. Quizás parezca una broma que con el registro de este show se edite otro disco en vivo con las mismas canciones (sería el tercer disco en vivo de la banda). A lo mejor fue poco acertado el precio de la entrada, que dejó tristemente vacía la mitad del Teatro de Verano. Y lo que pudo haber sido una fiesta con la pasión de una multitud fue solo un buen recital que podría haber llenado dos veces el local de La Factoría.
"Y hay que decir que aquí vivir no significa nada, siempre es lo mismo, siempre podridos, acá no pasa nada, Montevideo agoniza y ya nadie la podrá salvar", cantan todavía los Traidores en su particular versión del Himno Nacional, "Montevideo agoniza". Cabe preguntarse si la vigencia de esa canción la decide el público o no es más que el grito de resignación de una banda que se compromete cada vez menos y que podría dar mucho más.
Lorena Bello