Desde el primer ensayo en un “garaje subterráneo de Montevideo”, hasta su primera aparición en escena frente a un grupo de amigos en “un cumpleaños el primero de febrero de 1992 en la casita de Solymar”, con quince años de trayectoria, cinco discos editados y una original e inconfundible estética musical, los Buenos Muchachos presentan su último trabajo.
Climático, íntimo, una auténtica exploración de los sentidos, para dejarse llevar... o por qué no, como ellos mismos expresan: “Hoy, la emoción de tocar, tiene que erizar, en cualquier lugar...”. Grabado enteramente en Uruguay y masterizado en Argentina “Uno con uno y así sucesivamente” tiene diez canciones, temas propios, versiones de otros autores e invitados especiales...
¿Cómo se gestó el trabajo? ¿Por qué la necesidad del disco en este momento?
Gustavo Antuña: Arrancamos con el “Amanecer Búho”, que lo hicimos en el 2004. Pasó ese tiempo y ya teníamos como casi un disco pronto, y hablando con el sello como que ya era un momento para empezar a trabajar. Y empezamos a trabajar a principios de este año. Grabamos en junio y julio pero empezamos a maquetear antes, por marzo, abril. Tenemos la costumbre de hacer, antes del disco, nuestros propios discos de maqueta para ya ir preparados al estudio.
Definen a su trabajo “Dendritas contra el bicho feo” como un “disco introspectivo de esos que cuesta entrar pero una vez dentro no se sale más...”. ¿Se puede aplicar el concepto a este disco o va por otros caminos?
Pedro Dalton: Totalmente. A diferencia del “Amanecer Búho”, es un disco más intimista, es un disco más climático, tiene nada mas que diez canciones, como que no sobra ni falta nada. Para mi quedó una buena obrita, es un muy buen disco, a nosotros nos encantó.
Un disco, como expresión artística, es en mayor o menor grado una revelación sintomática, anímica. ¿Qué estados quedan reflejados aquí? ¿Qué les interesa transmitir, básicamente?
Pedro: Uno escribe en base a la música y ahí surgen cosas que son referentes directos de lo que está sucediendo en el momento, de lo que estás viendo, acompañado por esa música. Entonces cuando se arman las letras, se arman en base a esas dos cosas, en base a lo que uno vive y a lo que está compuesto. Es más introspectivo, no sé si decir como planteos o replanteos. Es un disco mucho más climático. Estamos como más tranqui.
Gustavo: Más grandes...
Pedro: Cerca de los 40... Con respecto al anterior creo que son distintos y es lo mejor que nos pudo pasar.
El título sugiere una noción de continuidad. De hecho la propuesta musical transita por ahí, hay un estilo bien marcado. ¿Esto también se plasma en las letras? ¿Se expresa una temática general?
Pedro: No. Viajan por cosas distintas. Son según las sensaciones que te produce la música y cada canción es como cada canción.
Gustavo: Nunca nos lo planteamos trabajar así. Se fue dando. Hacemos las canciones y después como que los discos son un armado, depende de cada disco.
¿Cuál es la impronta, el sello personal de Buenos Muchachos más evidente en este trabajo?
Pedro: Yo diría que es el tema dos: “Y la nave va”, el corte que quedó como difusión. Para mí ese tema es como que define el estado mental nuestro. Una cosa que me dijo Pablo Stoll es que en este disco se define la estética de Buenos Muchachos y creo que tiene mucho que ver.
Generalmente, las bandas con ciertos años de trayectoria y cantidad de material editado pasan por el momento “bisagra”, donde se produce un quiebre, en donde se reafirma el estilo trabajado o se plantea un cambio de rumbo en cuanto al perfil artístico a seguir. ¿Cómo sienten este disco?
Pedro: Yo creo que para mí sigue la estética de la banda, a pesar de haber pasado varios bateros y dos bajistas en nuestras grabaciones. Igual creo que está como muy firme la estética que planteamos. No nos ha sucedido eso como que metés un disco en el cual cambiás la música. Nosotros escuchamos mucha música desde que empezamos a tocar. Al principio quizás éramos muy herméticos, pero muy poquitito… El “Topo” (Gustavo) estudiaba clásico en la Escuela Universitaria de Música, lo cual nos hacía escuchar música clásica. Somos muy abiertos musicalmente, entonces tomamos de acá y de allá. Nos dejamos influenciar inconscientemente por todo lo que escuchamos, entonces es muy difícil decir: vamos a cambiar el estilo musical de Buenos Muchachos, porque para mí ya hay muchos estilos.
¿Pero puede suceder que les interese arriesgarse a probar por otros caminos?
Pedro: Hasta ahora no nos ha sucedido. Hacer tango, ponele, directamente o hacer milonga directamente, no.
Gustavo: Mi madre me dice que hagamos tango a ver si la pegamos de una vez...
Ya han tocado algunos temas en vivo. Estuvieron en el Pilsen Rock, un desafió importante. ¿Cómo los recibió la gente?
Pedro: Bien. Lo que pasa que en el Pilsen no nos conoce toda la gente, ni conocen nuestras canciones toda la gente. Entonces había un par de líneas de personas (unas 100) que agitaban y conocían. Además ya lo veníamos tocando de antes.
¿Pero sienten que está funcionando bien?
Pedro: Sí, está muy bien.
Gustavo: Está nuevo, tiene una semana, está muy fresquito, pero viene muy bien.
¿Cuándo lo presentan oficialmente?
Pedro: En marzo del año que viene. Vamos a ver.
¿Lo van a trabajar en el exterior?
Pedro: Todavía no hemos hablado nada. Argentina esta re-salado para tocar y si no podés tocar el disco, no tiene sentido hacer el cruce del río, llevar material de acá para allá si no podés tocar. Está bravo.
Gustavo: En el sentido que somos una banda chica y todos los lugares que podíamos tocar cerraron con el tema del incendio.
Pedro: Para las bandas chicas está jodido. Todos los lugares pequeños están clausurados y los más chicos que hay abiertos sale muchísima guita tocar, y hablamos que son lugares... el más chico debe ser para mil personas.
¿Igual Buenos Muchachos ya tiene experiencia en la otra orilla?
Gustavo: En el ’99 cruzamos con nuestra primera maqueta del “Aire Rico” a ver qué pasaba, a conocer gente. Empezamos a conocer gente y empezamos a hacer intercambio con bandas y empezamos en esa ida y vuelta y tocamos un montón en Buenos Aires. Durante cinco, seis años estuvimos yendo. Y lo que nos pasó fue eso: empezamos a trabajar con un circuito de boliches chicos, como empezar de cero, no podíamos llevar mil personas. Recién ahora estamos llevando mil personas acá, que para nosotros es un montón. Y empezamos a hacer un trabajo de hormiga. Editamos dos discos allá.
Pedro: En noviembre, en 2004, hicimos una estadía de cuarenta y cinco días. Tocamos como catorce veces para arrancar con un manager de allá, para arrancar justamente a laburar en todos esos circuitos chicos y en diciembre se prendió fuego el boliche y se prendió fuego todo.
Ahora que el disco ya esta en la calle, que ya pasó toda la tensión de producción ¿cómo lo disfrutan?
Pedro: Después de grabarlo lo masterizamos y estuve escuchando durante días seguidos el disco y tenés que hacer un parate porque perdés un poco la noción de lo que estás escuchando.
Gustavo: Todo el proceso del laburo del disco lo escuchás como con otra cabeza. Entonces escuchás la mezcla: y ahora tengo que estar atento y ahí saltó el platillo... Y es diferente cuando lo escuchás relajado.
Pedro: Yo me puse con el volumen bien fuerte “Y la nave va”; que ya lo escuchás por todos lados, en la radio, en todas las notas. Pero una cosa es escucharlo cuando estás hablando con el otro tipo y te va a entrevistar y lo pisa y no sé qué, y otra es ponértelo al mango en tu casa. ¡Pa! Me ericé todo, me encantó haberlo escuchado.
¿Es su mejor disco?
Gustavo: No lo sé.
Pedro: Es el último.
Natalia Castelgrande