SieteNotas

Ruben Melogno, vomitando en el mismo tarro

19/6/2002

A principios de los ´70, formó parte de una de las bandas más influyentes en la historia del rock nacional: Psiglo. Y rápidamente se convirtió en una de las voces más representativas y características de una generación efervescente en ideas, preocupada por la realidad social y política que se vivía y por sus consecuencias inmediatas... que en su caso, definitivamente lo alejaron del país.

Treinta años después, Ruben Melogno regresa, de toda una vida en España, con el grupo Genético, acompañado por su “hermano” de ruta: Hermes Calabria y por sus respectivos hijos: Adrián Melogno y Marcelo Calabria.

En la entrevista que sigue -contacto vía e-mail- Melogno no sólo recordará la agitadísima vida de los años ´70, la consecuente emigración y los logros en la “madre patria”, sino que además adelantará, brevemente, lo que va a ocurrir el próximo 28 de junio en La Factoría, cuando dos generaciones distintas se encuentren en un mismo escenario y compartan, con gente de ayer y de hoy, un único repertorio: “actual, realista y moderno”.


- A comienzos de los ´70 , luego del furor masivo provocado por los SHAKERS en los ´60, muchos jóvenes uruguayos, influenciados por los rockeros del norte, empezaron a encaminar sus vidas hacia la música. Vos fuiste parte de ese movimiento. Teniendo en cuenta tu experiencia, ¿cómo describirías ese ambiente de música e ideas para un nuevo mundo “posible”?

- No estoy seguro que ese ambiente de música e ideas sirva positivamente para un nuevo mundo, porque de hecho, si miro a mi alrededor y observo el mundo en el que ahora vivo, veo que el hombre sigue siendo el mismo de siempre, sólo que con más poder destructivo. Así que creo que aquel movimiento sólo sirvió para aquellos momentos y si hoy sucediera lo mismo que en aquella década, no tendría más trascendencia para el futuro que el hermoso hecho de haber podido estar en él.

- En el año ´71, y aún tocando en OVNI 87, Gonzalo Farrugia y Jorge García Banegas te fueron a buscar para que pasaras a ser el nuevo vocalista de PSIGLO. ¿Qué cosas recordás de ese primer encuentro? ¿Y qué te llevó a decidir a favor de PSIGLO?

- Fue un encuentro muy grato, que me llenó la vida con renovada ilusión. Con compañeros y amigos de OVNI 87, habíamos luchado mucho por ese grupo y no había pasado nada extraordinario; y yo, que había puesto tantas expectativas en él, me sentía algo triste y confundido al ver que cada uno de los componentes empezaba a tomar rumbos diferentes. Entonces me propuse aguantar el grupo como fuese, y como conocía desde hacía tiempo a WESTERN UNION –grupo donde tocaba Hermes Calabria-, les propuse de fusionarnos. Al principio éramos como siete y me encantaba como sonaba aquella fusión. Pero el tiempo transcurría y tampoco pasaba nada importante, por lo que, al surgirme otras oportunidades, las empecé a aceptar: COOL COFEE –gira por Brasil-, DÍAS DE BLUES, OPUS ALFA, etc. Y cuando ya casi había tirado la toalla, vienen Jorge y Gonzalo, la recogen y me la ponen otra vez en la mano. Fui a un ensayo y nos gustamos. Su música era energía como ellos y sus canciones tenían fuerza. Me gustó su alegría, su simpatía, su deseo de triunfar, de ser algo, de hacer cosas, de romper moldes... Además tenían la misma locura que yo, eran atrevidos, divertidos y sabían entablar buenas relaciones en el mundo musical. Así que cuando empezamos a unir nuestras ideas enseguida hubo química, porque esa locura en la que coincidíamos no era cualquiera, era una demencia especial que vomitábamos todos en el mismo tarro; la música y cómo hacerla.

- En ese momento, ¿cuál era la propuesta, no sólo musical, de PSIGLO?

- Social, política, preocupada por el momento que estábamos viviendo y por sus consecuencias. Después de unos ´60 tan hermosos yo no podía creer lo que nos empezaba a caer encima en los ´70.

-Eran muy jóvenes, sin embargo, se destaca la profundidad y el trabajo de las letras. ¿Cómo era el proceso de creación?¿En que cosas se inspiraban?¿Tenían una visión de las cosas como grupo o individualmente?

- Nunca, que yo recuerde, nos planteamos nada con respecto a las letras. Todo salió fluido a través de esa locura de la que te hablaba anteriormente. Sólo copiábamos la vida. Éramos como pintores, a veces paisajistas, a veces algo abstractos. Por pincel usábamos notas y por pintura las palabras. Nada era muy repensado. Nuestra música era como la acuarela, tenía que quedar bien al primer trazo. Y aunque tenemos hechos algunos óleos que también han quedado bien, nos satisfacía mucho más la frescura de acertar con el primer color.
La vida misma nos inspiraba y la inspiración era nuestra búsqueda. Y cuando había ideas individuales, se podían plasmar y las seguíamos vomitando en el mismo tarro.

- En relación a la realidad actual, ¿habrán perdido actualidad?

- No sé si en nuestro caso hemos perdido actualidad, porque de hecho ahora mismo vamos a actuar con parte de lo que hubo y pienso que aún hay gente que le interesa. Pero sí hemos perdido realidad en algunos temas que ya no conectan con el presente. Otros, sin embargo, tienen letras más intemporales.

- Si bien la carrera no fue muy prolongada, en cuatro años vividos intensamente, editaron dos simples –el 2º disco de oro-y dos larga duración, empapelaron la ciudad más de una vez, recorrieron el país, tocaron en cuanto baile hubo... Es decir, por un tiempo pudieron vivir de la música. Había un mercado generado, ¿no?

- Sí, había un mercado generado y muy activo. La dictadura lo rompió y rompió nuestras carreras.

- Incluso alquilaron una casa para ensayar. ¿Cómo llevaron esa vida de músicos dedicados exclusivamente a crear música, como debe ser?

- Era una casa grande en la calle Gil 1038 -Prado- y nuestra convivencia fue toda una experiencia. Yo personalmente pienso que, en lo que respecta a un grupo musical, la convivencia no siempre sirve. Un grupo musical es como una especie de matrimonio donde los problemas no se pueden solucionar en la cama –al menos en el nuestro-. Antes de convivir íbamos al ensayo y vomitábamos nuestras locuras en el tarro de la creatividad, pero a partir de la convivencia, teníamos que hacer mucho esfuerzo para no vomitarnos encima. Y eso, cuando lo lográbamos, nos desgastaba muchísimo. Pero, por otro lado, hemos pasado momentos inolvidables, ya quizá fuera de lo estrictamente musical. Varias canciones del 2º LP fueron creadas allí, y si las analizás, son muy representativas del momento que estábamos viviendo. Para mí el precio de la convivencia fue alto y no estaría dispuesto a pasar por eso otra vez.

- De tocar en bailes o en las llamadas “cuevas”, pasaron a tocar en el Teatro Solís, en el Estadio Centenario, o a participar en grandes festivales internacionales como B.A. Rock. ¿Qué recordás de esas experiencias, me imagino, inolvidables?

- Tocar para tanta gente te transmite una energía que parece que vas a estallar. Pero tienes que tranquilizarte y no emocionarte, si no, la cosa no sale y ahí empieza la paradoja. Tú estás en el escenario mirando hacia otro escenario: la gente. Y el escenario que ves bufa, gime, grita, canta, canta contigo, forma parte de ti, se integra, se aleja y vuelve, te deslumbra, te emociona, forma parte de tu corazón, te lo desgarra, te lo acelera, te lo quita, te lo devuelve, te lo exprime, te lo acaricia y te sientes también espectador, la simbiosis se realiza, te atrapa, y por momentos no sabes en donde quieres estar. Entonces te entregas y te fundes con el público formando parte del todo... y te tiras a él.

-¿Tocaban el cielo con las manos?

- Yo al menos no porque soy el “petiso”, y si fuera alto no creo que San Pedro me dejara... se lo contaminaría.

- Sin embargo, y como ya adelantaste, en el año ´73 la dictadura se impuso y todo cambió rápidamente. El espacio que se habían ganado trabajando desapareció. ¿Qué cosas cambiaron?¿En qué aspectos afectó a la banda?

- En todos; artísticos, políticos, sociales, convivencia, emigración, persecución, composición de temas, economía, etc. Todo negativo.

- Los obligó a emigrar primero como grupo y luego individualmente. La desintegración era prácticamente un hecho, ¿no?

- Sí, la desintegración fue un hecho y no lo pasamos nada bien.

-¿Cómo cayó el tema de la separación en ustedes y crees, en la gente?

- En nosotros fue romper todo lo que tanto nos había costado crear. En la gente fue abortar el niño que estaba naciendo, y por eso creo que, volviendo a la pregunta anterior, actualmente el público quiere ver cómo es ese niño en la actualidad.

- ¿Qué significa PSIGLO para vos?

- Un lugar en el mundo muy importante.

- ¿Qué le aportó a la música uruguaya?

- Aunque quizás en estos tiempos sea cursi decirlo, le aportó amor.

- ...Vos emigraste a España, ¿qué has hecho en todo este tiempo?

- Tocar con PSIGLO, las GRECAS, los MARISMEÑOS, con PALOMA SAN BASILIO, con un grupo vasco, vender libros, vender seguros, fabricar instrumentos de música, fundar le Simarra, tener y atender cientos de vendedores a mi cargo, fundar la primera academia de rock de toda España que funciona desde hace veinte años, hacer grabaciones, poner una pizzería, cantar por toda España y parte de Europa, vivir dos años en Canarias, dos en Mallorca, contar una distancia en viajes más larga que de aquí a la Luna -400.000 Km.- y tener dos hijos hermosos con una esposa hormiguita que me secundó –y me “primerió”- en todo lo que hicimos (GRACIAS ANA). Y ahora, por último, formar el grupo por el cual estoy súper orgulloso: ALGO GENÉTICO. Formado por Marcelo Calabria, hijo de Hermes Calabria, y Adrián Melogno, con un repertorio actual, realista y moderno.

- Detengámonos en el ROCKSERVATORIO, ¿de qué se trata?

- Hace 20 años que fue fundado, y por decirlo de una manera sencilla y básica, se trata de que la gente aprenda rock de forma mucho más rápida de cómo lo tuvimos que aprender nosotros, que no dispusimos de profesores. Fue la primera academia de rock de toda España.

- Hoy, y nuevamente junto a Hermes, preparan el regreso a tierras uruguayas con el nuevo grupo GENETICO. ¿Cuál es la propuesta?

- Un día se me ocurrió proponerle a Hermes hacer un grupo con nuestros hijos, dado lo bien que se les da la música. Marcelo toca la guitarra con un arte increíble, también el piano y, como no, la batería. Adrián toca el bajo y las tumbadoras y canta fenomenal. Entonces probamos y la cosa sonaba...

- Tal es así, que el 28 de junio van a poder reencontrarse, como en el ´93, con viejos conocidos y fanáticos, incluso van a volver a compartir el escenario con Luis y Gonzalo. ¿Volverá PSIGLO?

- Sí, vamos a tocar con viejos amigos y, al estar nuestros hijos, todo será maravilloso, como un sueño, pero real. La vida me estará contestando a aquella pregunta que nos hacíamos hace 30 años en el estribillo de la canción “En un lugar un niño”: “...dime tú que futuro tendrá...” Y la vida dice: “...ya lo ves, el futuro llegó...”. 

Carlos Bassi
 

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