SieteNotas

Martín Buscaglia en Ciclo Nuevo - Centro Cultural San Martín, Buenos Aires

29/9/2006

Un pie de micrófono enfundado en luces verdes, un sofá, un montón de objetos extraños esparcidos por ahí, pedales, un piano. Parece el cuarto de un niño inquieto.

El muchacho de camisa extravagante irrumpe con naturalidad pasmosa y sin más presenta credenciales. En la sala Enrique Muiño suena “Camiones”, nada menos que de su padre y Eduardo Mateo. Material genético hecho canción.

“Soy Martín Buscaglia”, se presenta y por arte de magia, la juguetería sonora cobra vida. Cada cosa que toca tiene música. Comenzando por su voz que canta y emula cajas de ritmos, las mil y una guitarras que graba y reproduce como loops, un simon (juguetito de avanzada de los años 70) y hasta cajitas de té.

La excusa que lo trajo al escenario del “ciclo nuevo”, evento que desde hace varias temporadas muestra lo más estimulante de la música que se hace por estas costas, fue la presentación de “El evangelio según mi jardinero”, editado en Argentina por el sello Los Años Luz.

Días atrás, dos shows en La Trastienda con su banda, habían causado revuelo en el mundillo de medios locales. Esta vez prometía mostrar su otro yo, su alterego musical. Sin embargo, no estuvo del todo solo. “Para esta canción necesito un voluntario, alguien que tenga un poco de ritmo”, solicitó Martín. “Uy qué divino cuantas manos, a ver vení vos, ¿cuál es tu nombre?”, pregunto al elegido. “Juan Martín”, contestó el valiente con cara de asustado. Pero tratándose de Buscaglia, no podía ser más que otro juego. El anónimo voluntario no era otro que Martín Morón quien no tardó en desenmascararse y mostrar su arsenal de gran músico acompañándolo en percusión (de latas), trombón, trompeta y piano.

Un párrafo aparte sin duda se lo lleva su faceta de payador. “Es mi género favorito”, comenta Martín antes de improvisar unos versos con el pie que le da un locutor que sintoniza al azar en una radio portátil: “Contento estoy de tocar acá en la Sala Muiño, estoy jugando como un niño, ante toda esta gente”, dice en una de esas décimas y el resúmen es perfecto para lo que fue una noche de canciones que evocaron amigos, lugares, amores, viajes y universos paralelos de osos pandas y plantas.

Cuenta el evangelio que Martín Buscaglia caminó sobre las aguas del plata y una noche mágica en Buenos Aires multiplicó infinitamente los sonidos. Es palabra del jardinero.

Daniel Hofer
Fotos: Paula Penedo

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